CAPITULO 2 Siempre hay tiempo para el s*x*

2070 Words
Era un día como todos los otros, me estaba preparando para salir a trabajar, después de aquel día, donde preferí masturbarme antes que llegar temprano al trabajo, al llegar me echaron, al parecer se habían dado cuenta tambien, que me masturbaba en las duchas y los vestidores de la empresa. Le doy gracias al cielo de que eso pasó, pues ese trabajo ya me tenía aburrida y si no me echaban hubiera sido yo la que renunciara. Duré unas cuantas semanas sin trabajo, me la pasé de bar y bar, tomando trago y cogiendo a todo el que se me pasara por al frente, mi madre siempre dice ¨El alcohol, el cigarrillo y el s*x* te van a terminar matando, pero sobre todo el s*x*¨ ella sabía todo de mí, por mucho tiempo intentó no aceptar que su hija era una adicta al s*x*, hasta intentó ayudarme a esconderlo de mi padre. Pero un día mi padre me encontró en la oficina de su mejor amigo y gran socio, arrodillada ante él, con su m*****o mi boca, después de ahí todo se fue a la mierd*, mi padre se enteró que no solo me había acostado con su mejor amigo, si no con casi toda la empresa, me echó de la casa, me quitó todos los lujos a los que estaba acostumbrada y me dijo que hiciera como si no tuviera padre, aunque eso no fue nada nuevo para mí, él nunca estaba en casa, nunca pasó tiempo conmigo, no estuvo en las fechas que para mí eran especiales, nunca me dijo que me amaba, nunca le importé, así que sería fácil olvidarme de él. Por más que mi madre intentó convencerlo para que no me dejara desamparada, el viejo no quiso dar su brazo a torcer, así que, salí a la vida a valerme por mi misma. Después de que me echaron de la fábrica, unos días después, mi madre vino a visitarme, hablamos de todo un poco y me ayudó a conseguir este nuevo trabajo. Era en una empresa de un amigo que estudió con ella en la universidad, por fin comencé a desempeñarme en lo que había estudiado, mi madre antes de irse me dijo que procurara mantener mis vicios lejos de mi lugar de trabajo. Pero… creo que eso no fue posible. Es que pienso que llevar una vida estresada, puede significar el fin de la diversión, la compañía de los amigos y lo que peor del s*x*, hay cosas de las que uno puede prescindir en la vida, pero estoy segura de que el s*x* no es una de ellas. Durante meses vivía a mil por horas, hasta que un día, después de que me echaron de aquella maldita fabrica, me percaté de que estaba dejando pasar mis mejores años y puse un freno, así que, me imaginé una manera un tanto peculiar, pero que me resultaría muy efectiva, ya que le prometí a mi madre, que iba a sentar cabeza y que no iba a mezclar mis vicios con el trabajo. Puedo decir que esto lo volví un secreto. Hoy me levanté a las 6:00 a.m. me preparé el desayuno, un café bien cargado con unas tostadas, me di una larga ducha, me siento mejor comenzando el día por el desayuno. Me enjaboné con gel hidratante, tarde 20 minutos en hacerlo, 15 minutos más en secado y 8 minutos más arreglándome. Salí de casa a las 6:50, en dirección a la cafetería de Mark. Mark tiene 9 años más que yo, es una persona amable, cariñosa, es alto, delgado, su cabello es oscuro como la noche, tiene unos ojos grandes de color avellana, un cuerpo bien cuidado. Durante un tiempo me limité a comprarle el café de las mañanas, y apenas saludarlo, pero un buen día coincidí a una hora un tanto menos estresante, hablamos, nos caímos bien y acabamos cogiendo en un hotel cercano, solo s*x*, ninguno de los dos queríamos comprometernos. Cuando llego a la cafetería aún quedan 45 minutos para que Mark abra al público, pero no para mí - ¡Hola Mark! – Lo saludo apenas entró al lugar. Él me mira con deseo, como cada mañana - ¡Hola, Evangelina! ¿Cómo has estado? – Caminó hacia él. Cuando estoy cerca lo miro fijamente – Sabes que no preguntamos esas cosas – cierro la puerta tras de mí. El espacio que disponemos es suficiente para lo que queremos. Le doy una sonrisa, me siento en una silla giratoria y me bajo las bragas, Mark se arrodilla frente a mí y empieza a chupar mi centro, le encanta abrírmelo con ambas manos, tira de los labios para ambos lados e introduce su lengua en la parte interna de mi intimidad, se nota excitado, mi clítoris responde a su juego y eso lo excita más. Debo admitir que eso a mí tambien me excita, los primeros lamidos son tímidos, dando paso a una chupada que abarca toda su boca, me devora por completo mi centro y absorbe si como intentara digerirla, un gemido salé de mi boca, entrelazó mis dedos en su cabello, hago que su chupada sea más profunda, llego a mi limite, y me corro como una loca, siento como un cosquilleo crece en mis piernas, hasta que se extiende al resto de los miembros que componen mi anatomía. No dejo de gemir y gemir. Siento como todo mi cuerpo se tensa, las piernas se encojen y estallo en un baño de placer infinito. Ya son casi las 8:35. Mark me ha dejado los labios de mi centro totalmente mojados, debo admitir que no me molesta, sencillamente me subo las bragas, le doy un beso en la mejilla y me dispongo a irme, siento como me detiene - ¿Solo vienes cada mañana desde que te conocí a que te de placer? ¿Crees que soy un juguete s****l? – Yo lo miro confundía, pero con total calma. Lentamente me suelto de su agarre – Pensé que en eso habíamos quedado, solo sería s*x*, espero que no te confundas, ambos buscamos lo mismo eso quedó claro desde el principio – Mark se queda allí mirándome, con una reveladora erección en su pantalón. Supongo que irá a masturbarse como un loco, sonrió, no sé si tiene suficiente tiempo, teniendo en cuanta la hora que es, ya casi son las 9 y tiene que ir abrir la cafetería, pero antes tiene que llenar el mostrador con toda la comida. No me importa realmente, yo ya obtuve lo que queria, a las 9:00 a.m. justo a tiempo entro en la oficina, el trabajo queda solo a una parada del metro, entró en mi oficina, dejo mis cosas y comienzo a trabajar, a las 09:30 a.m. comencé a repasar todas las tareas que tenía para el día, reviso mi correo electrónico, antes estaba terminando un informe que él día anterior no pude finalizar. Siento como mi secretaria entra a mi oficina – Buenos días Srta. Li, le recuerdo que a las 10:30 a.m. tiene una reunión con la Srta. Raquel, el sr. Carlos y el joven Richard – Asiento con mi cabeza y le indico que se puede retirar. Richard es un joven que promete mucho, con apenas 24 años ha escalado unas cuantas posiciones en la empresa, yo creo que puede terminar siendo jefe, dicen que las mujeres somos atraídas por los hombres con poder, no sé si será verdad o únicamente un comentario machista, pero… para que negarlo la arrogancia de Richard es lo que me trae de él. Es un joven alto, cabello castaño, ojos color verde, blanco como la nieve, tiene una sonrisa tierna, que esconde todo lo demonio que es. Tan joven y tan carbón, tan atractivo por fuera, pero tan horrible por dentro. A las 10:23 a.m. lo veo entrar a mi oficina a repasar el informe que será presentado en la reunión - ¡Hola Eva! – Sabia que odiaba que me dijera así. Lo miro fijamente - ¡Hola Ri! – Tambien sé que odia que le digan así. Me lanza una sonrisa malvada, sabía que lo había hecho como venganza – Vine a repasar el informe de la reunión – Lo miré a los ojos. En realidad, viene a repasarme a mí. Me levanto de la silla, camino hacia él, lo tomo de la mano y lo llevo a un sofá que tenía en un rincón de la oficina. Nos sentamos y comenzamos el agradable juego del s*x* compartido. Comenzamos a besarnos y a acariciarnos nuestras partes para encontrar la reacción adecuada, después de un corto tiempo de empezar, Richard ya tiene su m*****o duro y caliente, me arrodillo ante él, le bajo los pantalones y comienzo a repasar su m*****o con mi lengua, él me toma del cabello y comienza a empujar mi cabeza para que profundice más. No me gusta presumir de nada, pero el s*x* oral se me da muy bien. La primera vez que lo hice fue a los 19 años, tardé más que otras chicas por miedo a pasar un mal trago, pero cuando lo hice me sorprendió la facilidad y el talento que tenía, eso ocurrió un domingo a las 16:30 horas, lo recuerdo perfectamente, lo hice con el mejor amigo de mi primo, que es como mi hermano, cuando mi primo se enteró lo quiso matar. Siempre me gusta partir del tronco, partiendo de los huev*s, los chupo apasionadamente, jugueteo con el escroto unos minutos, después busco los testículos con la lengua. Me estoy divirtiendo y veo como Richard le encanta lo que estoy haciendo - ¡Eres tan perfecta en esto! – Su voz salé ronca, echa su cabeza para atrás, se nota que lo tengo en el límite. Extiendo por el tronco sin separar la lengua de este, un paseo que me pone como una loca, llego al glande, sujeto el m*****o con una mano y dejo la otra libre, para así, chuparlo con los labios, darle pequeños besos, luego giro la lengua alrededor del c*****o tres veces, y le doy por concluida la faena. Estoy caliente, Mark me puso los motores en marcha hace unos minutos antes y me muero por ser penetrada. Me quito las bragas, me subo la falda, me subo en el sofá con las piernas separadas, Richard sigue allí mirando todo lo que hacía, le gustaba que tuviera el control de todo, Richard empuja su palo entre los labios de mi s*x* hasta lograr introducirse por completo, cuando la piel de mis genitales roza con la suya siento un escalofrió recorrer mi cuerpo, me arqueo y siento como los pelos se me erizan por completo. Entre nosotros no hay afecto, solo me gusta cómo hacemos el s*x*, puro, duro y mecánico. Richard pone en marcha sus embestidas, sus pelotas que estaban en mi boca hace unos minutos ahora chocan con mi centro duro y sin cesar, las embestidas van subiendo de velocidad, no me puedo estirar como quisiera, pero ahí vamos, me retuerzo tanto como puedo, Richard, se extiende hacia mí, mientras palpa mis pequeñas, pero bien formadas tet*as, le agarro las muñecas y lo dirijo hacia la dirección adecuada, me encanta cuando me pellizcan los pezones. Siento como pequeñas descargas eléctricas inofensivas, pocos hombres pueden hacerlo con ternura, mi s*x* está totalmente mojado apunto para el estallido, es castigado brutalmente por el m*****o de Richard. Algo crece en mi interior, el corazón se me acelera, la dulce sensación de quietud al mismo tiempo que la adrenalina se me dispara, jadeo y gimo, suspiro sonoramente, en la búsqueda incesante del orgasmo, cuando llego al máximo me corro sin reprimenda. Siento que esta cogida me deja como nueva y lista para enfrentar el día. Richard se levanta y me mira – Soy como tu juguete s****l – Esa frase ya la había escuchado unas horas antes, simplemente me rio, no sé porque últimamente me dicen eso - ¿No piensas decir nada? Solo me buscas para que te de placer. Lo miro con una sonrisa en los labios – Eres un juguete muy bueno, que hace fantasear y que sabe bien como cogerme – Él se gira y salé de la oficina, espero que no se esté enamorando, es lo que menos deseo en este momento, el chico sabe coger bien, sería una lástima dejar de hacerlo, porque le puso sentimientos a algo que sabíamos que solo era placer.
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