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DIARIO DE UNA NINFOMANA

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Desde que tengo uso de razón, tengo muchos vicios, y uno de los tantos vicios que tengo es hacer el amor, son esos demonios internos los que hacen arder mi infierno, nunca me arrodillo ante ningún hombre, a menos hasta que sea para darle s*x* oral, hasta que lo conocí a él, un joven dos años menor que yo, y me hizo sentir que él s*x* era más que un vicio, era tambien amor.

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CAPITULO 1 La reina del sex*
La luz de la mañana entraba por la ventana de mi habitación, eso me indicaba que tenía que comenzar un día más de mierd*, me removí por toda la cama, tenía mucha pereza de levantarme, como todas las mañanas, lleve mis manos a mis pechos y comencé a frotarlos, me encantaba hacer eso. Debo decir que soy una chica la cual ocupa la mayor parte de su tiempo en masturbarse y tener s*x* casual, me encanta tocarme hasta llevarme a lo máximo del éxtasis, eso me da demasiado placer, me encanta hacerlo en todos lados, tanto en mi casa, como en el trabajo, nunca tengo suficiente, me gusta pajearme los senos, los cuales ya tengo llenos de moretones porque suelo pellizcármelos, tambien me encanta pajearme mi centro y mi cul*, debo decir que esas son mis favoritas, cuando no logro tener s*x* con alguien, me toca recurrir a esos extremos, que para mí son placenteros. Me levanto un poco somnolienta todavía, pero dado que mi padre me echó de la casa, me quitó todas las tarjetas, el auto, y cada lujo que tenía, recurrí a buscar un trabajo, ya terminé mi carrera, así que pensé que podía valerme por mi misma, pero nada fue como pensé, la vida es mucho más dura, así que trabajo 8 horas al día, cinco días a la semana, en una fábrica de enlatados, no puedo decir que me encanta mi trabajo, dado que no es lo que estudié, pero sirve para pagar facturas, para alimentarme y para subsidiar cada uno de mis vicios. Al final de la jornada siempre termino con dolor de espaldas y pies, siempre tengo que soportar un encargado que es como un pulpo y siempre me mete mano disimuladamente, sé que me gusta cogerme todo lo que se mueve, pero tambien tengo códigos y limites, este no me inspira ni un solo mal pensamientos. Me dan ganas de mandar al carajo el trabajo e intentar el oficio más viejo del mundo, si lo pensamos bien si es tan viejo y aún sigue dando dinero por algo será. Si la gente me escuchara pensaría que estoy loca, pero no, no lo estoy, acaso una mujer no puede tener fantasías eróticas, me levanto de la cama, tomo la toalla y me dirijo al baño, aun en mi cabeza ronda todo tipo de pensamientos. Llego al baño y me miro al espejo, pienso: mi fantasía erótica seria trabajar en un burdel, me gustaría exhibir mi cuerpo, contemplar cómo se les hace agua la boca a los hombres al verme desnuda, estoy segura que más de uno pagaría buen dinero por pasar un rato conmigo, al fin y al cabo, me gusta coger por deporte y con cualquiera, qué más da que ahora cobre ¿No? Muchas de mis compañeras de trabajo dicen que soy muy atractiva, que si no tengo novio es porque no quiero, pero ¿Para que un novio? No me gusta la exclusividad, pienso que en esta vida hay que probar de todo, y que nunca es divertido estar atada a una sola persona, además no creo en el amor, todos los hombres que han intentado algo conmigo, siempre me dejan porque dicen que soy una ninfómana, que estoy enviciada con el s*x* y que soy insaciable, que debería ir al psiquiatra. Me meto en la regadera, dejo que el agua caiga sobre todo mi cuerpo, y recuerdo a una compañera en especial, nunca me quita la mirada de encima, cuando me cambio la ropa en los vestuarios de la empresa o me enjabono en las duchas, no sé si me tiene envidia o se pone caliente cuando me ve. Comienzo a tocar mi cuerpo, imaginándomela, imagino su mirada, los gesto que hace, y comienzo a darme placer. Pienso que ella es boyera. Tengo las piernas largas y esbeltas, un poco de barriguita, pero poquita, y unos pechos medianos, no muy grandes, pero tampoco pequeños, del tamaño justo para poder jugar con ellos, en ocasiones cuando me doy cuenta que estoy sola en las duchas, los enjabono bien y me los acaricio hasta que los pezones se ponen duros, justo como estoy haciendo ahora, me gusta jugar con mis pechos, sobármelos, manoseármelos, tambien me gusta que los hombres jueguen con ellos, me los chupen hasta que queden rojos, incluso me gusta darme pequeños pellizcos cuando estoy caliente y tambien me gusta que me los muerdan, eso me excita, por ese motivo tengo moretones en mi pecho, algunas de mis compañeras creen que es por culpa de algún muchacho que les gusta morderlos, a veces tienen razón, pero ahora ultimo yo les digo la culpa la tiene mi gato que juego con él, desnuda en la cama y que siempre acaba arañándomelos, me gusta mantener un bajo perfil, ya que si demuestro lo que soy, comenzaran a tildarme de loca, como todos los hombres que han querido estar a mi lado. Después de un rato de estar en la ducha, decidió que es hora de salir, estaba realmente excitada, pero no podía seguir demorándome más, pues se me haría tarde para ir al trabajo. Salí del baño, llegué a mi habitación, abrí el armario y comencé a pensar que me pondría, me senté en la cama y comencé a tocar mi interior, eso me ayudaría a escoger que ropa debería vestir hoy. La verdad es que no paro de tocarme, me excita jugar con todo mi cuerpo. Muchas de las chicas se burlan de mi porque en lugar de enjabonarme con gel de baño, lo hago con una pastilla de jabón, me preguntan si lo hago para ahorrar dinero, yo con una sonrisa en mi rostro les contesto ¨Son tontas porque no saben lo que pueden hacer con una pastilla de jabón¨ no saben lo que puede uno divertirse con una pastilla húmeda y resbaladiza, que esté babosa cuando me la paso por todo el cuerpo, froto con ella mis pechos o me la introduzco en la raja, como si fuera un consolador, de solo imaginarlo, me excito. Si supieran como me pongo cuando sujeto mi clit*ris con mis dedos y lo froto con la puntita de la pastilla, hasta que se pone colorado. Alcanzo un orgasmo tras otro y no paro de gemir. Claro intento ser discreta y me masturbo cuando no hay nadie en los vestuarios, me gustarían que algún día me escucharan jadear, aunque intento contenerme, pero no puedo, un día de esto seguro que me van a descubrir. Una sonrisa se me dibuja en el rostro, sigo allí sentada en mi cama dándome placer, mientras pienso en todas esas cosas, mientras recuerdo todo lo que hago en las duchas y vestidores del trabajo. Pienso que es mejor que me descubran a ver si me echan de esa asquerosa fabrica de una vez, ya tengo ganas de trabajar de otra cosa, si me cojo al director, puede que me dé una patada en el cul*, ojalá no se haga daño en el pie, porque yo tengo un buen cul*, macizo, duro y redondo, seguro que se pondría cachondo, se le pondría bien tiesa al golpearme las nalgas con el zapato, a todos los compañeros de la fábrica les excita mi culo y es que el mío causa admiración. Por su forma y su tamaño no tiene nada que envidiar a una mujer que se la pasa en el gimnasio. Más de uno de los compañeros que están a mi lado, limpiando los peces, me pagarían un buen dinero por colocar su pececillo en mi trasero y perforar mi agüero estrecho y redondo que hay en el medio. Sé que soy adicta al s*x*, pero debo decir que a ninguno de mis compañeros de la fábrica me lo he cogido, tengo por regla cogerme a personas que sé que no pienso volver a ver, ya que, si me cojo a alguien que constantemente puedo ver, se vuelve más difícil y puede que descubran mi secreto. Estaba ya tan excitada que saqué de mi gaveta un juguete, uno de esos grandes, y es que me gusta que me den por el cul*, me gusta que los hombres me pidan que me coloque en cuatro, con mi ropa interior hasta los tobillos y que ellos se introduzcan en mí. Saque el más grande que tenía, me puse de rodillas en la cama, completamente desnuda, comencé a juagar con mi tierno juguete, comienzo a morderme los pechos y a pellizcarlo, para ese entonces, ya no me importaba si iba a llegar tarde a la fábrica, primero tenía que bajar esta calentura que tenía, comienzo acariciar nuevamente mi centro por un largo rato, me pongo tan húmeda que logro mojar las sabanas, en ese momento el corazón me late a mil y sé que estoy realmente caliente, me arqueo e intento elevar las pompis hasta el máximo, hasta apoyar una mejilla contra la sabanas, una vez que el trasero apunta al techo, coloco el vibrador en el centro de mi cola y empujo con fuerza y decisión hasta introducírmelo por completo, un gemido sale de mi boca, cuando siento que ya ha entrado por completo lo pongo en marcha, y comienzo a revolcarme por toda la cama con el aparato dentro de mí. Sé que es un poco arriesgado, que un día se puede quedar dentro de mí y que tendré problemas para extraerlo, pero, de todos modos, el riesgo vale la pena, lo disfruto al máximo. Me gusta hacerlo yo misma, la mayoría de los hombres no saben hacerlo por ahí, es como si tuvieran una pila dentro de los testículos y lo hacen como si se les fuera acabar la pila, no saben lo rico que es ir con calma. Sentir como se van abriendo paso como un buque rompe hielo, el hueco, es muy cerrado y no le da paso a cualquiera, para convencerlo hay que ser muy educado y cortes, hay que ir enterrándolo milímetro a milímetro para ir abriéndose paso y le dé tiempo de dilatarse. Cuando siento que llego al máximo, me quedó quieta, mis sabanas esta todas empapadas de mis fluidos, me levanto con sumo cuidado, me limpio, me pongo lo primero que vi, y salgo a la maldita fabrica, un día de estos, voy a dejar ese maldito trabajo.  

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