Cap.7 - EL CRUJIDO FINAL
Se nos rompió el amor de tanto usarlo
De tanto loco abrazo sin medida
De darnos por completo a cada paso
Se nos quedó en las manos un buen día
Se nos rompió el amor de tan grandioso
Jamás pudo existir tanta belleza
Las cosas tan hermosas duran poco
Jamás duró una flor dos primaveras
Me alimenté de ti por mucho tiempo
Nos devoramos vivos como fieras
Jamás pensamos nunca en el invierno
Pero el invierno llega, aunque no quieras
Y una mañana gris, al abrazarnos
Sentimos un crujido frío y seco
Cerramos nuestros ojos y pensamos
Se nos rompió el amor de tanto usarlo
Se nos rompió el amor de tanto usarlo
De tanto loco abrazo sin medida
De darnos por completo a cada paso
Se nos quedó en las manos un buen día
Se nos rompió el amor de tan grandioso
Jamás pudo existir tanta belleza
Las cosas tan hermosas duran poco
Jamás duró una flor dos primaveras
Me alimenté de ti por mucho tiempo
Nos devoramos vivos como fieras
Eso cantaba Rocío Durcal y es tan veraz, que siento como que nos hubiera conocido. Porque al principio el amor fue mucho y cálido. ¿O es otro de los adornos que puse a esa relación, a tu persona? Dudo de todo.
Me proponías juegos sexuales donde yo me disfrazaba, y eso te alentaba. Aquella noche me trajiste uno de puerquito, para comerme en la cama. A mí no me gustaba nada esto. Nada como recorrerte, a pura piel y permitir que descubras mis rincones inéditos. Eran tus fantasías y mi aceptación.
Ridícula, metida en el cochinillo que me hacía sudar, te esperé. Nunca llegaste. A las 3 de la madrugada de ése sábado de fin de semana de verano, sonó mi celular, y a pesar del número que no conocía, atendí. Me dieron el nombre de un hotel de zona sur, quienes crudamente me preguntaron si te conocía. Dudé. –es mi esposo- dije y detrás un silencio incómodo. – ¿Qué pasa? - espeté
Entonces en un tono cobarde, aguantando la risa me dieron detalles: un señor grandote había muerto, lo encontró la mucama, como pasa a veces, vestido con un traje de novia, después me agregaron en la morgue. Grotesco en esa expresión feliz que no podía ocultar su bigote de dictador. El amigo, como gustaba llamar a su pene, encogido, peludo, también muerto. Dos pájaros de un tiro y uno para la justicia. La mía.
Jamás pensamos nunca en el invierno
Pero el invierno llega, aunque no quieras
Y una mañana gris, al abrazarnos
Sentimos un crujido frío y seco
Cerramos nuestros ojos y pensamos
Se nos rompió el amor
De tanto usarlo.
Andaba tan deprimida que por entonces no le encontraba sentido a estar viva. No soy muy religiosa, pero tenía claro que no podía seguir así. Hablé mucho con Jesús, lo senté enfrente de mí, lo convidé con jugo y comencé a decir. -Vos que estás con el Padre Santo en todas partes, sabrán cuanto amé a Rodolfo. O a quién creí que era. Necesitaba que en mi horizonte hubiera una oportunidad, y luego de aquél encendido baile francés, ya no tuve dudas. Quise creer que yo también podía con el amor. Que por fin me bendecía-.
Imaginaba un hogar y niños corriendo, felices, metiendo asombro a los adultos mayores, con la velocidad de sus bicicletas. Libres. El ahora occiso, nunca tocaba el tema de armar una familia y una mañana solo disparó, contundente: - No tendremos niños, hacete a la idea- definitivo. Bebió su desayuno, dejando las migas de sus tostadas francesas y se fue-. Nunca se enteró lo que había dolido.
Rodolfo partió y nunca supe porque elegía esos prostíbulos baratos siendo que yo nada le negaba. Me ahogué en mi propia vergüenza, quitando el disfraz a la carrera, su último capricho. ¡Para morir haciendo el ridículo, claro que no lo sabía, aunque soy la que permanece! No ahorré historia ni detalle, ahora que por fin era vista, estaba enojada, malherida, insegura… y ver ese cuerpo violáceo. El color de la muerte. A él, bronceado todo el año, la parca la ganó la partida, literal y no pudo llevarse nada, ni todo lo que negaba, ni el bronceado. Somos todos iguales en el deceso, y Rodo lo había olvidado o nunca quiso enterarse. Tantas historias tengo para contar sobre su personalidad como años tengo.
Ya no importa. El alivio que sentí cuando vi que lo ingresaban al horno de cremación, fue inmenso. El fuego se lleva hasta las pesadillas, las convierte en olvido. Y me brindó una salida, siempre la hay.
Me fui sin retirar sus cenizas. La sensación de agobio que me obligaba a caminar mirando hacia abajo se había ido, con las llamas. Una sensación de libertad me hizo respirar profundo. Las respiraciones, claro, el meditar ayudaron. Aprendizajes que estaban atesorados muy dentro de mí, esperando ver la luz. A pesar del turco que hablaba de payasadas de los nuevos tránsfugas. Los modernos chantas del populismo. Aquellos que engatusan a mujeres tontas como vos, para sacarles plata- me parecía oírlo. ¡Fuiste tan cruel! Todo lo que tu cuerpo pudo acoger; un tirano y yo tu servil geisha. De todo se aprende.
¿Cuándo te dejé de amar? Cuando te vi gris, matador, cuando tus manos y pies ya no me enamoraron y puse excusas para no arreglarlos. Cuando te vi espantoso en ése vestido que escondí en el cajón mortuorio para que también lo cremaran; cuando vi a la jovencita que me recordó a mí, queriendo huir, a la que le habías pagado. A la que asustaste de muerte, cuando lo hiciste,
- ¡Nunca nos pasó! - decía la encargada del sitio. Una comedia negra sin humor.
¡Ah! Para los que no saben hacer tostadas francesas
Ingredientes necesarios:
10 rebanadas de pan de molde
2 huevos
1/2 taza de leche
Canela en polvo o azúcar glasé
Manteca o margarina
¿Me dicen si quieren la preparación? Aguardo propuestas. ¿Con que las acompañarían?