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2810 Words
Es realmente extraño como sucedieron las cosas, hace unos días tenía toda la atención de Félix puesta en mi persona y ahora ni siquiera me mira. Apenas y me saluda, y eso realmente me hirió. Creía que estaba acercándome a él, cuando en realidad me estaba alejando más. Creo que debí haberlo intimidado o algo así, porque no entiendo cómo pasó todo esto. Estoy confundida. No come en nuestra mesa, y lo veo muy poco en las clases que llevamos juntos. —¿Has visto a Félix? —pregunto a Cami, ya que ella parece un poco más cercana a él que yo desde el fin de semana. Sacude su cabeza. —No, de hecho, no lo veo desde ayer. Hoy no ha venido. —¿Cómo lo sabes? —Me ha enviado un mensaje avisándome —no puedo evitar sentir el ácido agrio en mi estómago. Oh claro que sí, a ella le avisa cuando no viene. ¿por qué no me ha enviado uno? Creía que éramos amigos. —Ah, entiendo. —fuerzo una sonrisa y me despido de ella para dirigirme a mi siguiente clase. Ella se dirige en la dirección contraria, ya que no toma esta materia conmigo. A veces siento que no conozco a mi amiga, es como si fuera alguien diferente. Creía que realmente nos contábamos todo, pero ya me di cuenta que no es así. —Puedo adivinar por tu cara que tienes hambre. —la voz de Alex me saca de mis pensamientos sobre Félix y su comportamiento. —No. —respondo. Frunce el ceño. —¿Enserio? Pareces molesta y solo puede ser dos cosas; tienes hambre o realmente alguien te hizo enojar. —toma asiento a mi lado en la biblioteca. —¿Qué es? Cuéntame, —pone toda su atención a mi con sus brazos bajo su barbilla y extendiendo sus manos por su rostro. Le miro y dejo escapar un suspiro, me regala una ceja arqueada. —¿Eso que ha sido? —No sé que estoy haciendo, Alex. —muerdo mi labio inferior, —mi cabeza está hecho un torbellino de pensamientos y tengo todos estos sentimientos encontrados que siento que voy a explotar. Deja caer sus brazos sobre su regazo y me mira detenidamente. —¿Estás enamorada? —la mera pregunta me sorprende. Sacudo la cabeza. —No, para nada. —río nerviosa. Sonríe con alivio o eso creo ver. —¿Te gusta alguien? No sé si realmente puedo sincerar mis sentimientos con él a cerca de este tema, debido a que tuvimos un momento muy intenso e íntimo en su cocina la última vez que estuve en su casa. Pero mi amiga, Cami no está en disposición de escuchar todo esto de mí, ya que sospecho que ella pueda estar interesada en Félix y viceversa. Sé que desde un inicio que lo vio ella me dijo que se lo llevaría a su cama, y no sé si aún no lo ha hecho. —No sé, la verdad que estoy confundida. —reprimo mis sentimientos lo más que puedo. —¿Él te corresponde? —sacudo la cabeza. —No sé si he confundido últimamente las cosas en mi cabeza. Creía que estábamos bien, hablamos y tomamos un café juntos. Ahora ni me mira, apenas y me saluda, no sé si hice algo malo. Sacude su cabeza. —No creo que hayas hecho algo malo. —¿Entonces? —Deberías decirle como te sientes al respecto. —abro los ojos como platos. —No, para nada de eso. No pienso hacerlo. —¿Entonces cómo sabrás si él no está interesado en ti? —Parece un poco más apegado a otra chica. Puede que ya no lo esté en mí. —Es un cretino. Hago una línea fina con mis labios y juego con mis manos. —Creo que solo jugó con mis sentimientos. —es claro lo que no quería ver. Tal vez vio que no podía conseguir rápido lo que realmente estaba buscando. Creía que era otro tipo de chico, que no todos buscaban sexo. Me equivoqué, otra vez. —¿Quién es? Voy a golpearlo. —sacudo la cabeza. —No vale la pena. Enserio, no necesitas perder el tiempo con él. —No me gusta verte así, eres mi amiga y te quiero. No quiero que nadie te lastime, —mi corazón se derritió al escucharlo decir eso, y sus ojos azules me trasportaron todo el amor que me estaba haciendo falta ahora mismo. Lo siguiente que hice, fue realmente algo que me sorprendió a mi misma. Me arrojé a sus brazos. —Gracias por escucharme. —murmuré en su hombro. —Eres un gran amigo, —sus brazos me sostuvieron más fuerte. Me sentí segura con él. Alex, era un gran amigo. *** Cuando vi a Félix de nuevo en clases, no pude evitar sentir como mis manos temblaban y sentía que mi respiración se alteró. Me dedicó una mirada significativa con una sonrisa acompañada ¿a qué venía esto? Primero me ignoraba y después tenía hasta una sonrisa de su parte. No cabía duda que el chico era bipolar. No pasé desapercibido el hecho de que estaba sentado unas bancas más adelante en la segunda fila y no paraba de voltear a verme. Eso me hacía poner nerviosa. Para cuando terminó la clase me apresuré a tomar mis cosas y salir primero de ahí para no cruzarme con él. —Hey, ¿a dónde con tanta prisa? —sujeta mi brazo y hace que me detenga para mirarle. Sus ojos castaños me miran con un brillo que no sé descifrar. —Tengo otra clase a la cual llegar. —me zafo de su agarre y finjo una sonrisa. —Entiendo. Solo quería saludar, últimamente no hemos hablado desde el fin de semana. —sus labios se curvan en una sonrisa. Baja sus pestañas largas hacia sus manos donde las juegas, un tic de que está nervioso, lo sé porque hago lo mismo, cuando sus pestañas gruesas se alzan para mirarme de nuevo, no puedo evitar sentir que mi cuerpo reacciona a él. Ahora me encuentro nerviosa y mi respiración se ha descontrolado. Joder. —y quería ver si quieres venir este fin de semana conmigo a cenar. Oh bueno, esto no me lo esperaba. —Si estás ocupada, está bien. —alborota su cabello. Y ese movimiento lo hace ver más sexy de lo que alguna vez lo vi. —llegarás tarde a tu clase. —está yéndose, —hazme saber tu respuesta antes del fin de semana. Le miro la espalda ¿a qué está jugando? Miro mi celular indeciso si debo enviar ese mensaje de respuesta para Félix. Es sábado y me la he pasado toda la mañana pensando si debería ir. Se que su indiferencia me ha molestado toda la semana hasta me ha hecho pedir consejos a Alex. Enserio, que este chico me ha descolocado. Levanto el celular de la mesita y escribo. Después lo tiro en el sofá, la respuesta es inmediata. Paso por ti a las siete. Y esas simples letras hacen que me descoloque de mi mundo. Es puntual, escucho el timbre sonar y recojo mi bolso para salir. No puedo evitar darle una sonrisa cuando está en la puerta con unos pantalones de vestir y camisa color azul marino. Le queda bien. —¿Estás lista? —hace esa cosa con los ojos que me deja hipnotizada, sus pestañas largas y espesas me dan una mirada coqueta. Siento como mis mejillas se calientan, joder, presiento que esta noche será algo diferente. Pedimos nuestra cena y ahora él está mirándome tan íntimamente que no puedo evitar volver a sonrojarme, mis piernas las siento demasiado débiles, lo cual agradezco de estar sentada porque tan solo sentir sus ojos sobre mí hace que todo mi cuerpo se estremezca, estoy cohibida. —Te ves hermosa, esta noche. Gracias por aceptar mi invitación —he traído una falda de gamuza color violeta con una camisa verde, combinando con unas zapatillas de tiras que el amarre llega debajo de mi rodilla. Podría decir que un poco extravagante, pero me gustan los colores así. —Para ser sincero, creía que no ibas aceptar. Muerdo mi labio inferior, —¿Por qué pensaste eso? —sus ojos bajan a su plato vacío y cuando me mira es como si toda la seguridad de un chico se haya ido por la borda, está nervioso, su cuerpo lo delata. —Pareces distante últimamente —es mi turno de ponerme nerviosa. —¿Qué ha sucedido? ¿no debería hacer yo esa pregunta? —Después del café que tuvimos, creía que estaba acercándome a ti. Ganándome tu confianza. Pero después del fin de semana, en la casa de playa de Gustavo todo pareció ser diferente. Apenas y me hablabas, y casi no nos veíamos. Oh, ya entiendo. Quiere que piense que yo tengo la culpa ¿ese es su juego? Jugar a ser una víctima. Sonrío. Creo que estoy dándome cuenta del tipo de persona que es, como diría Cami, es un gato viejo y mañoso. —¿Sucede algo? Sacudo la cabeza sonriendo aún. —No, claro que no sucede nada. —lamo mis labios. —Es solo que, desde mi perspectiva, el que ha cambiado después del fin de semana en la playa has sido tu. No has venido a clases, apenas y me saludas. Sin decirte, que ni me miras. Se remueve en su asiento tenso, hay una fina línea en sus labios. Inclino mi cabeza para inspeccionarle, parece que le ha salido el tiro por la culata. Sonrío desdeñosamente. —No creía que fuera así. Es que…—se pausa. Nuestra comida ha llegado, espera a que se vaya el mesero y continua —pensé que estabas molesta conmigo. Vi que solías darme miradas fulminantes cuando estuve en la playa. Creía que había hecho algo malo, y pensé que mejor era no molestarte por un tiempo, vi que tampoco querías mirarme o saludarme tan siquiera. —¿Y por eso faltabas a clases? —sacude su cabeza. —No, de hecho, lo hice porque necesitaba arreglar algunas cosas en casa. —Al parecer todo fue un malentendido —respondo con satisfacción de saber que él no estaba alejándose de mí. Sonrío y él me la devuelve. —Me alegro que podamos haberlo resuelto. No me gustará perderte —esas palabras calan dentro de mis huesos y mi ser, mi respiración se descontrola y ahora tengo que lidiar con mi nerviosismo delante de él. Me da una sonrisa tímida —ahora comamos. *** Haber hablado con Félix esa noche en la cena, fue mi mejor decisión que pude haber tomado. Hemos vuelto a nuestra rutina, a veces salimos a comer o tomar un café. Me ha invitado igual al cine, y a cenar. Nos la hemos pasado de maravilla, excepto por esas llamadas que recibe misteriosamente y tiene que salir corriendo de mi lado. Me ha molestado un poco porque le he preguntado sobre ellos, pero no me ha respondido. Comienzo a pensar que tiene una novia y por eso no me dice nada, ¿seré la amante? Bueno, no es algo como lo cual pueda definirme, porque realmente ni nos hemos besado, ambos sabemos que hay química y nos gustamos. Pero él no ha intentado nada para tan siquiera robarme un beso, y eso me entristece. ¿debería tomar la iniciativa? Si esto seguía así, no cabía duda de que así lo haré. —Has pasado toda la mañana intentando memorizar esas respuestas para tu examen —intenta quitarme el libro de mis manos, pero soy más rápida y se lo arrebato. Se ríe. —las recordaras cuando tengas el examen enfrente, ha sido tiempo suficiente para que tu cerebro las localice. —No, todavía necesito más tiempo —me quejo dejando caer mi cabeza en el libro abierto. —No has comido, vamos. —intenta arrastrarme fuera de mi asiento. Sacudo la cabeza, en el momento que lo hago me mareo. Necesito comer. —Vez, necesitas fuerzas para seguir estudiando. —dejo que me arrastre fuera de la biblioteca, porque en realidad si comenzaba a rugir mi estomago por comida. Cuando llegamos a la cafetería, veo en nuestra mesa a Gustavo y Luis. No hay rastro de Cami, ni de Alex. De hecho, casi no he hablado mucho con Cami. Me hago un recordatorio mentalmente de que le llamaré esta tarde. —Hola, chicos —saludo dejándome caer en mi silla. Félix va a comprarme comida. —Hola, ese milagro que nos honras con tu presencia, doncella. —revuelo los ojos, —desde que te hiciste más cercana a Félix, apenas y vienes a la cafetería. —Lo siento, he estado estudiando para mis exámenes. —excuso. —Son excusas, la verdadera distracción es él —señala Luis a Félix. —Félix. Hago una mueca. —¿Son novios? Sacudo la cabeza. —No, solo somos amigos. —escupo. —¿Amigos? No creo que lo sean. Pasan demasiado tiempo juntos. —Es enserio, chicos. No estamos saliendo. Solo somos buenos amigos, así como con ustedes lo soy. —y es que si me gustaba pasar tiempo con él. Pero no me había pedido aun ser su novia, y no era justo que yo dijera algo que aún ninguno de los dos había hablado. No quería ponerlo en una situación incómoda. Chasquean la lengua y sacuden la cabeza. —Aquí tienes tus sándwiches —Félix pone un plato enfrente mío. Gustavo enarca una ceja, no se creen para nada lo que les he dicho. —Félix, te nos has perdido mucho últimamente, ¿te parece si vamos a un partido esta tarde? —Luis ataca. Félix me mira y no entiendo por qué. —¿Le estas pidiendo permiso a Adel? —se burla —¿Qué decías hace un rato Adel? Ah si, son amigos. Pero veo que son muy unidos como para pedirse permiso. —No lo hace —suelto demasiado rápido. —Él solo me miró, eso no significa nada. Vamos dile, Félix. —insto dándole un codazo a mi lado. —¿Qué sucede aquí? —pregunta Félix. —Bueno, ya que Adel no supo decirnos la verdad. Apuesto a que tu si lo harás. —dice Gustavo. Las comisuras de sus labios se alzan en una media sonrisa. —¿Están saliendo juntos? Todos estamos en silencio. Mantengo mi vista en mi sándwich. Las siguientes palabras de Félix me atraviesan como cuchillos filosos a mi corazón, si así se siente sentirse herida por la persona que te gusta, no imagino como será cuando me rompa el corazón en trozos pequeños. —No. Adel y yo, solo somos amigos. No hay nada entre nosotros. Muerdo el interior de mi mejilla. —Pero pareciera que han estado muy juntos, todos dicen que son novios. —hay una risa vacía del fondo de la garganta de Félix, como si escuchar eso fuera tan estúpido. —Son tonterías, las personas solo esparcen chismes para ver quién cae. —está sonriendo cuando alzo mi mirada, no me mira —descuiden. Adel es una buena compañía como amiga —remarca la última palabra para hacerlo más obvio. Si, como amiga, eso es lo que soy para él ¿por qué tan siquiera me molesté en pensar que le gustaba? —¿Verdad, Adel? —me mira con indiferencia, es la primera vez que veo esa mirada en sus ojos castaños. Y como malditamente duele. Trago saliva, y fuerzo una sonrisa, mientras su brazo derecho toca mi hombro, me siento tensa y quiero largarme de esa situación. No quiero que me toque. —Si, claro. ¿Ya vieron chicos? Dejen de inventar tonterías sobre nosotros y pónganse a estudiar —reprimo. Suelto una risita nerviosa —Solo somos amigos, Félix y yo. —me levanto de la silla. —¿A dónde vas? —pregunta Félix. —Necesito seguir estudiando, de otra forma no lograré pasar los exámenes finales. —Pero no has comido —miro mis sándwiches sin abrir. Se me ha ido el hambre. —No tengo hambre, nos vemos por ahí. —me despido de los chicos y camino lo más rápido que puedo hacia los sanitarios. Cuando estoy dentro, está vacío. Intento dar respiraciones lentas, mi pecho se siente tan apretujado que me es difícil respirar. Hecho agua en mi rostro y me miro en el espejo. —Pareces tan patética. —el reflejo en el espejo es deprimente. —¿pensaste que diría que si eran novios? ¿Qué le pertenecías? —sacudo mi cabeza. Era una idiota pensando cosas que solo imaginé en mi cabeza. —Él confesó que no le interesas para nada. Tomo mis cosas y me largo de allí.
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