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3433 Words
Puedo ver como sus labios recorren los de ella, su cuerpo está excitado con el toque de sus manos grandes y estoy segura de que lo van hacer en el auto. Trago saliva. Y sorbo de mi soda, mientras le doy un vistazo a Félix mirando la pantalla en el cine, ha dicho que hoy era su día libre y esta vez no quería ir solo a ver la película. Así que aquí estamos. Tomo un puñado de palomitas cuando la chica se quita el sostén, siento como mis mejillas se calientan por ver esa escena con Félix. Lo sé, somos personas adultas, y esto debe ser normal, pero todavía para mi sigue siendo algo incómodo de sobrellevar con una persona que no es tan cercana a mí. Félix y yo, se podría decir que somos amigos, pero no tan cercanos como para contar secretos, es complicado. Y lo que ha estado pasando entre nosotros, este acercamiento la verdad que si me ha descolocado mucho. Primero las copas que tomamos en mi departamento, después él invitándome por un café y ahora al cine. ¿No es cita o sí? Sacudo la cabeza espabilando mis pensamientos errantes, ¿cómo se me puede ocurrir semejante cosa? Él y yo, no podríamos tener nada más que una amistad. Claro. No debo confundir nada de esto con algo más. Soy una tonta. —¿Te ha gustado? —pregunta Félix cuando ya estamos fuera de la sala de cine. —A mí me ha parecido un romance como cualquier otro. Ya sabes, cliché. Alzo una ceja. Él escogió esa película. —Era susceptible a sus encantos el chico. No puedes rechazar a una chica de esa magnitud: bonita, cuerpo de infarto y un humor demasiado bueno. Sonríe burlonamente. —¿Encantos? —espeta. —Solo era bonita y nada de inteligente. —Bueno, pero la mayoría de los chicos solo busca belleza en las chicas y no inteligencia. ¿Me equivoco? —sacude la cabeza negando mi respuesta. —No todos los chicos quieren una cara bonita. También debe de haber algo aquí arriba —señala su cabeza. —tener buenos sentimientos y sinceros, vienen con el paquete. —toca su pecho y me da una sonrisa sínica. —Las chicas no son un accesorio que llevar. Aunque eso ha impuesto la sociedad por años. También son una voz que se pueden hacer ver por más que su belleza. Le doy una sonrisa de lado aprobando sus palabras. —Mírate Félix. Eres realmente encantador. Defensor de los derechos de la mujer, quién lo diría. —baja su mirada y sonríe tímidamente. Paren todo, ese comportamiento no lo había visto nunca antes, está cohibido. ¡Félix está cohibido! Y fue yo quien lo hizo. Puntos para mí, sus pestañas largas se ven hermosas así, cuando sube su mirada sus ojos me embelesan y tengo que hacer en puños mis manos para tratar de normalizarme. No puedo perder los estribos ahora mismo, y mucho menos enfrente de él. Mi corazón comienza latiendo un poco más de lo normal y mis piernas parecen poder fallar en cualquier momento. —No lo creo, —su voz es plana y eso me extraña. Se aclara la garganta —¿Quieres cenar? Tengo hambre —me ha dejado sin palabras. Muerdo mi labio inferior y asiento con la cabeza porque dudo poder articular algo ahora. *** Creía que podía deshacerme de estas cosas raras que comienzan a pasarme cada vez que Félix me da una mirada tímida y penetrante, que pienso puedo dejar de respirar. Ha pasado una semana que lleva dándome miraditas intimidantes e intensas. Mis amigos no se han dado cuenta, o eso creo porque no me han dicho nada. Cami hubiera sido la primera en saltar por preguntas para saber que sucede entre él y yo. —¿Vienen o no? —Gustavo nos está invitando pasar el fin de semana en la casa de playa de sus padres. El calor está más que aumentando aquí y todos buscan escapar un poco de estas temperaturas. Todos dicen que sí y bueno no puedo quedarme atrás sabiendo que moriré sola en mi departamento con tremendo calor. Gustavo dice que invitará a otros dos amigos y seriamos todos. *** El cielo parece gris, espero que no venga ninguna tormenta. El pronostico del tiempo ha dicho que habrá sol, rezo para que no se hayan equivocado. —¿Cuál bañador usaras? —Cami está a mi lado viendo que tengo mis dos bañadores en la cama tendidos. No sé cual usar. El de una sola pieza azul o el de dos piezas color rojo. —Rojo, se te ves más sexy. —le lanzo una mirada. —¿Qué? Es enserio. Decídete. Los chicos nos esperan abajo. Muerdo mi labio inferior y tomo el bañador que puedo soportar usar hoy. —Creía que nunca bajarías —grita Gustavo. —Ahora si vamos a embriagarnos. —corre hacia la piscina con unas cervezas. Rio mientras veo su cuerpo perderse en la piscina. Los chicos gritan por sus cervezas y se tiran al agua por ellas. Sacudo la cabeza por la escena divertida. —Sabía que elegirías ese —le enseño mi lengua, es una tonta. Alex nos pasa dos cervezas destapadas, le agradezco. Su cuerpo se sienta en la otra silla a lado mío. He optado por el azul por el clima pronosticado. Aunque está nublado y no ha llovido, el ambiente es agradable. Como si estuviéramos esperando que lloviera a cantaros y los truenos se hicieran presente. —¿Cómo la estás pasando? —ese es Alex. Le doy una sonrisa. —Es agradable, es un fin de semana diferente. —Lo es. —sonríe. —¿Vienes a la piscina? —le alzo mi botella semillena. —Vendré después por ti —amenaza mientras se toma de un trago el resto de su cerveza y se tira a la alberca. —Esto es realmente grandioso. —dice Cami. —No tengo que soportar el calor amenazante de Texas, ni los molestos comentarios de mi padre a mi persona —escupe. —¿Están mal las cosas en tu casa? —pregunto por su comentario con su padre. He sabido desde un inicio que me hice su amiga, que no le gusta estar mucho tiempo en su casa y siempre está discutiendo con su padre por sus calificaciones. Nunca me ha dicho en sí por qué no se lleva bien con su padre, pero no la presiono. Me sonríe forzadamente y sacude la cabeza. —Lo normal, ya sabes como es mi padre —intentaba darme una idea de hecho. Le sonrío devuelta y no hago más preguntas que la puedan incomodar. Ella decide tomarnos fotos haciendo más relajante el ambiente. Después de un rato, decido ir a la alberca con los chicos y Cami donde me esperan para jugar. Cami se sube en los hombros de Gustavo, y yo en los de Alex para combatir una lucha de quien tira a quien primero en el agua. Gano la primera ronda y me rio a carcajadas, hacía tiempo que no jugaba como niña. En el segundo Cami me gana porque a Alex le da un calambre. Después nos vamos todos a las camillas con sombrilla para descansar un rato. Tomo de mi cerveza y me la acabo de un solo trago. Voy por otra al refrigerador porque se han acabado aquí afuera. Gustavo pasa corriendo a mi lado hacia la puerta. Parece que tiene otros invitados. —Pasen. Creía que no iban a venir —tomo las suficientes cervezas y las pongo en la mini nevera. En mi camino hacia la alberca un cuerpo se interpone en mi paso. Miro sus tenis subiendo hasta su rostro. Me sorprende ver a un Félix mirándome juguetonamente. —Félix —digo con un suspiro. Estoy realmente sorprendida. —Me imaginé que estarías aquí. —sus labios se curvan en una sonrisa. Inclino mi cabeza al darle una sonrisa como tonta. —¿Me buscabas? —Tu amigo Gustavo nos invitó. —¿nos? Pensé que solo era él. Pero logro divisar a otras tres personas en la alberca. —¿Quiénes son los otros? —pregunto curiosa. Veo una chica con un diminuto traje de baño que nunca había visto en la facultad. —Unos amigos. Gustavo dijo que podía invitar a algunos —se encoge de hombros. Escucho el grito de Luis por las cervezas que iba a llevar hace unos minutos, pero me he entretenido con Félix. —¡Voy! —grito en respuesta. —Iré a dejar estas cervezas. Él me quita la mini nevera de las manos y la sujeta, haciendo que sus brazos se tensen y me haga ver la musculatura que sobresale de sus bíceps. Lleva una playera sin mangas y pantalones cortos. Agradezco que no pueda ver el sonrojo de mis mejillas cuando él está llegando a la alberca. Para evitar mis pensamientos, mejor me doy un clavado hacia el agua donde Alex se encuentra disfrutando. —Esa estuvo buena —alaga mi salto. —Oh, gracias. —me hundo y nado hasta la otra orilla, él me sigue. —¿Qué de nuevo ha pasado estos días para ti? —comienza hacer conversación. Intento recordar, pero solo llega a mi cabeza la imagen de Félix. Me atrevo a mirar donde él se encuentra y encuentro su mirada intimidante. Mi cuerpo siente frío. —¿Adel? ——vuelvo mi mirada hacia Alex, y sonrío. —Todo bien. Nada interesante —miento. Y me atrevo a mirar otra vez a Félix. Él está hablando con la chica tatuada que llegó con él y se ríen de algo mientras beben de sus cervezas. Me sumerjo en el agua. Todos están ebrios, o eso creo. Porque Gustavo ya ha subido con Cami hacia una de las habitaciones. Todos sabemos lo que pasa con ellos, excepto Félix porque me pregunta por ellos, después de unos minutos que se pierden. —No sé cómo explicarlo sin estropear todo. —empiezo. La verdad que no era la que debería decir ese tipo de cosas de mi amiga. —Ellos dos se entienden, ya sabes. —termino diciendo. Y no pienso hablar más. —Pero ella está ebria. —escupe un poco molesto. —Él igual —respondo. —Ambos, diría yo. —tampoco es como si ambos no hayan estado así y tener sexo antes. —No es correcto —alzo una ceja interrogativa hacia él. —No en ese estado. —espeta. Estoy de acuerdo, pero tampoco puedo ir a la habitación y sacarla mientras están en el acto. —Son adultos. —musito. Pero su nerviosismo parece no calmarse, comienza a darme una perspectiva diferente. —Saben lo que hacen, Félix. —estoy comenzando a molestarme y no sé por qué. Él se da cuenta al tono de mi voz. Me mira y asiente. —Tienes razón. Son adultos, saben lo que hacen. —pero no me convence. Hay algo que mi sexto sentido me grita que ponga atención, pero no sé en qué. —¿Y tu amiga? —pregunto de la chica tatuada. Hace un rato vi que estaba muy entablada en conversación con Luis. —Parece que se hizo muy amiga de Luis —conjetura mis sospechas, él debe saberlo. Deben de estar haciéndolo por ahí en algunas de las habitaciones. Su otro amigo estaba hablando con Alex dentro de la alberca. Alex parecía concentradísimo en todo lo que le decía el chico. —Entonces ¿cómo diste con este lugar? —tomo un trago de mi cerveza. —Como te dije, tu amigo nos invitó. Dijo que podía invitar a quien quisiera. Y pues cuando me llamó por teléfono estaba con ellos, me los traje. —se encoge de hombros. Asiento con la cabeza. Le paso otra cerveza y me destapa la mía. —¿Cómo estás pasándola? —me recuerda a la pregunta de Alex. Pero esta vez en lugar de responder que bien, respondo otra cosa. —Excelente. Después de tu visita inesperada para mí, ha ido todo bien —y es que era verdad. Cuando lo vi, sentí que todo estaba perfecto a mi alrededor, sentí como mi cuerpo se emocionó con tan solo verle y sabía que ese era un efecto secundario de algo mucho peor. —A mi igual me da emoción haber venido. —ladea sus labios en una sonrisa. —¿Por qué? —baja las pestañas tímidamente. Ódienme si no creo que mi estómago dio volteretas. Mordí mis labios tan solo verle en una posición tan tierna y coqueta a la vez. —Porque estás aquí. Mis mejillas se calentaron y aprecié la oscuridad que comenzaba a avecinar para que no pudiera ver mi sonrojo de lo mucho que me gustaron sus palabras. *** —La resaca es terrible —se queja Luis mientras sostiene su cabeza. Esbozo una pequeña sonrisa, sé lo que se siente. Lo bueno de mí es que no tomé demasiado anoche. —He preparado jugo para la resaca —anuncio. Sonrió cuando Luis, Gustavo, Cami, y la amiga de Félix se acercan por su vaso. Les doy a cada uno su porción. —Les aseguro que les hará bien. Hoy ha salido el sol. Aunque ayer habría sido pronosticado con lluvia había estado nublado. Pero hoy, el sol era amenazante e íbamos a ir a la playa y hacer una fogata, lo cual me tenía muy emocionada porque desde niña no asaba bombones en el fuego. —¿Cómo se llaman tus amigos? —me acerco a Félix. —No me los has presentado. —Ella es Vanesa y él es Francisco. Son buenos chicos —asiento en acuerdo. Pues parecen inofensivos. —Hoy iremos a la playa, así que usa bañador. —declaro mientras me alejo corriendo fuera de la casa para ir a la arena y tocar el agua. —Esto es demasiado bueno. No quiero regresar a clases —se queja Cami. Está sentada en la toalla donde me encuentro, la sombrilla nos cubre del sol. Los chicos hasta Vanesa están en el agua. —Concuerdo. —Debería durar más el fin de semana. —Lo sé. Es terrible. —¿Cómo fue anoche? —Todos se embriagaron. —respondo. —¿Y tú? Hay una sonrisa en sus labios y sé que fue buena. —No recuerdo —termina diciendo. Pero sé que miente. —Eso pensé —digo burlonamente y ambas nos estamos riendo ahora. Félix sale del agua y va por una cerveza donde estamos nosotras. Se hace espacio junto a Cami, mientras le dice que le pase una cerveza. Cuando iba a darle la mía, así que disimulo que había tomado la cerveza para mí, la abro y bebo su contenido. —Tranquila, Adel. —dice Cami cuando termino la lata. —¿Estás bien? —Si ¿por qué? —Te has bebido una lata de un solo trago. —parece atónita. Sé que no soy muy buena bebiendo. Pero la acción de Félix me ha causado algo agrio en mi estómago. Solo quería aliviarlo. —Tenía sed. —Abro otra, pero esta vez solo tomo un sorbo. —¿Qué tal el agua? —le pregunto a Félix. —Demasiado buena, mejor que el calor. —ríe con Cami. Él le abre una lata cuando ella intenta agarrar una, hay una dosis de enojo cuando mis ojos ven eso ¿qué sucede conmigo? Solo es una cerveza. —Si, lo es. Terrible que tenemos que regresar mañana. Asiente en acuerdo. —¿Cami quieres venir al agua? —ella arruga la nariz, no le gusta el agua salada. —Arruinará mi cabello. —dice —Pero como eres tú, está bien. ¿Qué significa eso? La miro para que me de una explicación, pero no me mira, sus ojos están en Félix. El amigo de él, Francisco, sale del agua y se dirige a mí. Me pide una cerveza, le digo que la tome él mismo, no soy su camarera. —¿Te he hecho algo? —estoy mirando enojada a la pareja que va hacia el agua brincando felices. —¿Qué dices? —pregunto sin saber que me ha dicho. —Preguntaba si te he hecho algo. Pareces molesta. Sacudo la cabeza y frunzo el ceño al mirarle. —¿Por qué? —Tu rostro dice otra cosa —finjo una sonrisa y tomo otra cerveza. —Soy algo seria —él suelta una risita mientras sacude su cabeza y bebe de su cerveza. Después se dirige al agua, escucho murmurar algo de mujeres. Mi estado de ánimo ataca a Luis y Gustavo. Cuando eso no es suficiente viene Alex. —Oye los chicos dicen que estás molestas ¿pasa algo? —le miro cojonuda. —¿Yo? no, para nada —bufo. —Pues no parece ser así ¿Qué sucedió? —abre una lata y se sienta a mi lado, me la ofrece. Después abre otra para él. —¿Te sientes mal? —No. Para nada. Todo está bien. —¿Entonces por qué no has entrado al agua? —le miro desdeñosa. Me he puesto el bañador rojo de dos piezas, encima un kimono. Claro que me da vergüenza enseñarlo enfrente de mis amigos. Pero no pienso decirle eso. —Solo estaba esperando el momento adecuado. —¿Y cuando es ese momento? —miro a Cami reír a carcajadas con Félix, Vanesa y Francisco a su lado. Sonrío. —Ahora. —me levanto quitando el kimono y viendo como los ojos de Alex se abren con asombro por el diminuto traje de baño que cargo y que mi cuerpo hace resaltar en cada parte correspondiente. Tengo curvas y eso hace que me asiente de maravilla la tela roja. Soy un poco voluminosa, aunque no siempre me ha gustado ser así, he aceptado mi cuerpo. —Me doy cuenta por qué no querías venir al agua. —traga saliva. —creo que será mejor que lleves el kimono puesto —intenta ponerme la tela encima de mis hombros, pero lo hago a un lado. —No exageres. Solo es un bañador. —Adel ¿si te das cuenta que es una playa pública? —miro a mis alrededores. Hay varias personas entre ellas hombres ejercitándose que pasan en la arena. No hay nada de qué preocuparse. Hay otras mujeres que parecen traer una tanga en su trasero y apenas cubren sus pezones. El mío es un poco más discreto que el de ellas. Me encojo de hombros. —¿Y? solo quiero mojarme —guiño mi ojo derecho y camino por la arena hacia el agua, no sin antes fijarme en algunas miradas de unos hombres y mujeres en la playa. Sonrío con suficiencia mientras el agua comienza a llegar a mis pies. Los ojos de Félix se posan en mi cuerpo y giro mi mirada hacia Gustavo y Luis que están viéndome boquiabiertas por el repentino cambio de traje de baño, ya que ayer era un bañador enterizo y ahora era uno muy revelador. Eso me hace sentir bien. Mi cabello largo se ondea con la brisa y alcanzo el agua en todo mi cuerpo, es refrescante. Miro el cielo que me saluda con un sol brillante. —¿Quién eres? —se acerca Luis con una sonrisa burlona. —¿Dónde está Adeline? —En alguna parte de este mar infinito. —río. —¿Qué está pasando aquí? —Gustavo se acerca a nosotros con una sonrisa —parece que algo muy divertido. —Le estoy diciendo a Luis que vaya a buscar el cuerpo muerto de su amiga Adeline —le digo burlándome. Él sacude la cabeza. —No puedo creerlo, enserio. —dice Luis —Gustavo dile la verdad. Ella no es nuestra amiga —Gustavo me mira con ojos brillosos. —Bueno he venido a unirme al grupo apenas. No sé quién es ella —suelta. Abro la boca sorprendida. —¿Me la presentas? —dice coqueteando. —¿Todos están en contra de mí? —sacudo la cabeza riendo. —Yo no —dice Alex. Giro mi rostro para verle. Lleva esa sonrisa tan deslumbrante y sexy. Reprimo una sonrisa, y siento como mis mejillas se calientan, debe ser por el sol que está encima de mí. —Eres el mejor, —nado más cerca y le abrazo. Intentamos esquivar una ola juntos y nos reímos cuando vemos que arrastró a Gustavo.
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