En un lugar apartado, lejos de la luz y de las esperanzas que alguna vez habían sido su guía, Sky flotaba en una oscuridad densa y fría. Su mente estaba atrapada entre la consciencia y la inconsciencia, su cuerpo pesado y entumecido como si una mano invisible la estuviera sosteniendo en ese limbo sombrío. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que fue arrebatada de los brazos de Kael, solo recordaba los ojos de Kai, esa mezcla dolorosa de familiaridad y traición que la había dejado paralizada. Finalmente, la oscuridad comenzó a disiparse, aunque lo que la reemplazó no fue luz, sino una penumbra tenue, como la luz que apenas logra atravesar una tormenta. Sky abrió los ojos con esfuerzo, sintiendo una frialdad que le calaba hasta los huesos. Estaba en una vasta sala de piedra, sus parede

