La decisión de Sky, aunque tomada con resolución, dejó a Kael con una mezcla de temor y admiración. Admiraba su valentía, su disposición a sacrificarlo todo para salvar no solo a Selena, sino también al mundo. Pero el temor era innegable, una sombra que se asentaba en su corazón mientras comenzaban a preparar el ritual que podría cambiar el destino de todos.
Los días siguientes fueron una frenética preparación. Eldrin y los Guardianes trabajaron sin descanso, fortaleciendo las defensas del templo y preparando a Sky para el ritual. Thorne se convirtió en el mentor personal de Kael, enseñándole todo lo que sabía sobre los antiguos rituales y cómo podría apoyar a Sky durante el proceso.
Finalmente, la noche de la luna llena llegó. El templo estaba en calma, la quietud antes de la tormenta. Sky, vestida con una túnica blanca que contrastaba con la oscuridad a su alrededor, se dirigió hacia el círculo ritual, el cristal lunar brillando suavemente en sus manos.
Kael, a su lado, sentía el peso de lo que estaba por venir, pero también una extraña paz. Sabía que estaban a punto de enfrentar su mayor desafío, pero lo harían juntos.
—Es ahora o nunca —murmuró Sky, mirando a Kael.
—Estamos listos —respondió Kael, apretando su mano—. Pase lo que pase.
Con esas palabras, Sky se situó en el centro del círculo, rodeada por los Guardianes que comenzarían el ritual bajo la luz de la luna. Eldrin levantó sus manos, pronunciando las palabras ancestrales que darían inicio al proceso.
Los Guardianes de la Luna se reunieron en la cámara principal del templo, donde la luz de la luna llena brillaba con una intensidad que parecía sobrenatural. Eldrin dirigía los preparativos, sus movimientos eran rápidos y precisos, marcados por siglos de conocimiento y práctica. Las paredes de la cámara estaban adornadas con glifos antiguos que comenzaban a brillar con una luz dorada mientras el poder del ritual se acumulaba en el aire.
—El ritual es antiguo y poderoso, pero también peligroso —explicó Eldrin mientras trazaba símbolos en el suelo alrededor de Sky—. Requerirá toda tu concentración, Sky, y necesitarás el poder del cristal lunar para completarlo. Este ritual no solo intentará liberar a Selena del control del Señor Oscuro, sino que también podría destruirla si no se realiza correctamente.
Sky asintió, su rostro mostrando una determinación inquebrantable.
—Lo entiendo, Eldrin. Haré todo lo que sea necesario para salvarla.
Kael permanecía cerca, su mirada fija en Sky mientras se preparaba. Sentía el peso de la responsabilidad y la inminente separación que podría traer este ritual. Su mente volvía una y otra vez a Jaden, al futuro que podrían perder si Sky no sobrevivía a lo que estaba por venir.
Eldrin continuó con las instrucciones, explicando cada paso del ritual con precisión.
—El ritual se basa en el poder de la luna y la luz que fluye dentro de ti, Sky. Al invocar esa luz, canalizarás la energía a través del cristal lunar para romper las cadenas que atan a Selena al Señor Oscuro. Pero mientras lo haces, estarás vulnerable. Si fallas, el Señor Oscuro podría apoderarse de tu energía, y el sacrificio será inútil.
—Estoy lista —respondió Sky, su voz firme a pesar del temor que intentaba colarse en su corazón.
Eldrin la observó por un momento, luego asintió.
—Muy bien, entonces comencemos.
Sky se situó en el centro del círculo que Eldrin había trazado, mientras los demás Guardianes tomaban posiciones alrededor del perímetro. Eldrin le entregó el cristal lunar, que emitía un resplandor tenue pero cálido, y Sky lo sostuvo en sus manos, sintiendo la energía pulsante que se extendía por todo su cuerpo.
Kael, incapaz de apartar la vista de Sky, observó cómo ella cerraba los ojos, concentrándose en el poder dentro de ella. La cámara se llenó de un silencio reverente, roto solo por el sonido de las respiraciones controladas de los Guardianes. La energía en la habitación comenzó a crecer, vibrando con una intensidad que hacía que las runas en las paredes brillaran más fuerte.
Sky comenzó a murmurar las palabras del antiguo hechizo que Eldrin le había enseñado. Eran palabras en un idioma olvidado, un lenguaje que resonaba con el poder de la luna, transportando la luz desde el cristal lunar hacia el centro del círculo. La luz dorada comenzó a envolverse alrededor de Sky, elevándose en espirales brillantes que iluminaron su rostro con una luminiscencia celestial.
Kael sintió una oleada de esperanza mientras veía cómo Sky canalizaba el poder. Ella era fuerte, más fuerte de lo que cualquiera de ellos había imaginado, y la luz que irradiaba era un testamento de la pureza y la fuerza de su corazón.
Pero entonces, mientras la luz alcanzaba su punto máximo, un temblor sacudió el suelo del templo, interrumpiendo el flujo de energía. Kael se tambaleó, mirando a su alrededor con alarma. Eldrin levantó la vista, sus ojos entrecerrados.
—Están aquí —murmuró, sus palabras cargadas de gravedad—. La oscuridad ha llegado.
De las sombras que rodeaban la cámara, figuras comenzaron a emerger. Criaturas retorcidas y deformes, envueltas en una oscuridad tangible, avanzaron hacia el círculo donde Sky estaba concentrada en su tarea. Eran las huestes del Señor Oscuro, convocadas para detener el ritual antes de que pudiera completarse.
—¡Protejan el círculo! —gritó Eldrin, lanzándose hacia las criaturas con una velocidad sobrehumana.
La luz del cristal lunar comenzó a intensificarse, envolviendo a Sky en un resplandor brillante que llenó la cámara. Kael observó con el corazón en la garganta mientras el ritual avanzaba, la energía en la habitación creciendo con cada segundo.
Una ola de oscuridad se estrelló contra la barrera de luz, las criaturas de la noche, lideradas por una Selena envuelta en sombras, atacaron con ferocidad, intentando romper la barrera protectora.
—¡No se detengan! —gritó Eldrin, sus ojos fijos en Sky—. ¡Debemos mantener el ritual!
Sky, rodeada por la luz de la luna, cerró los ojos y canalizó toda su fuerza, enviando una ola de energía que repelió a las criaturas momentáneamente. Pero la batalla estaba lejos de terminar.
Los Guardianes de la Luna, sin vacilar, se lanzaron a la batalla, sus movimientos coordinados con la precisión de guerreros entrenados durante siglos. La luz de la luna reflejaba en sus espadas y hechizos, creando una barrera de luz que chocaba contra la marea de oscuridad que avanzaba. Kael, transformándose en su forma de lobo, se unió a la defensa, su única preocupación era mantener a las criaturas lejos de Sky.
Sky, a pesar del caos que estallaba a su alrededor, mantuvo su enfoque, susurrando las palabras del hechizo con más intensidad. Sabía que no podía detenerse ahora, que el tiempo era crucial. Podía sentir la presencia de Selena, lejana pero conectada a ella a través del cristal lunar. La luz que fluía desde Sky hacia el cristal comenzó a cambiar de color, de dorado a un plateado puro, como si la misma luna estuviera respondiendo al llamado de Sky.
El Señor Oscuro no era un enemigo que subestimara el poder de Sky. Desde las sombras, su voz resonó en la cámara, profunda y fría como la noche más oscura.
—Tu poder es impresionante, niña —dijo la voz, reverberando en las paredes—, pero no puedes ganar esta batalla. La oscuridad siempre encuentra la manera de dominar la luz.
Sky sintió la presión de la voz en su mente, le parecio conocida, pero no le dio importancia en ese momento esa voz era como si intentara romper su concentración. Pero no cedió. No podía ceder. Se aferró a la luz dentro de ella, la misma luz que la había guiado hasta ese momento, y la dirigió hacia Selena, esperando que su sacrificio fuera suficiente para liberarla.
Kael, luchaba con furia, destrozando a las criaturas que se atrevían a acercarse al círculo. Pero sabía que estaban superados en número, y que cada segundo contaba. Solo tenían que aguantar un poco más, dar a Sky el tiempo que necesitaba para completar el ritual.
Entonces, una figura apareció en el umbral de la cámara, y el corazón de Kael se detuvo al reconocerla.
—Selena… —murmuró, incapaz de creer lo que veía.
Selena, con el rostro demacrado y sus ojos llenos de una mezcla de odio y dolor, avanzó hacia el círculo. La oscuridad la rodeaba, distorsionando el aire a su alrededor como un manto de sombras vivientes. Su presencia era abrumadora, una manifestación física del poder del Señor Oscuro.
—Sky… —susurró Selena, sus palabras cargadas de una desesperación que Kael nunca había escuchado antes.
Sky, sintiendo la presencia de Selena, abrió los ojos. La luz que había estado canalizando se intensificó, brillando con una fuerza que desafió la oscuridad que rodeaba a Selena.
—Selena, debes luchar contra él —dijo Sky, su voz clara y fuerte—. Debes recordar quién eres.
Selena vaciló por un momento, como si las palabras de Sky hubieran tocado algo dentro de ella. Pero entonces, la oscuridad se arremolinó a su alrededor, y el control del Señor Oscuro se reafirmó.
—No… es… posible —dijo Selena, su voz temblando—. Él es… demasiado fuerte…
Sky sintió una oleada de tristeza, pero también de determinación. Sabía que estaba llegando al punto crítico del ritual, el momento en que todo se decidiría. Cerró los ojos de nuevo, canalizando la luz con todo lo que tenía, ignorando el caos que se desataba a su alrededor.
—Selena, lucha —repitió Sky, su voz resonando en la cámara—. Yo estoy aquí. No estás sola.
La luz del cristal lunar estalló en un destello cegador, llenando la cámara con una pureza que hizo retroceder a las criaturas de la oscuridad. Selena gritó, un sonido desgarrador que resonó en las paredes del templo mientras la luz penetraba en su ser, luchando contra las cadenas de oscuridad que la mantenían prisionera.
Kael, luchando por mantener la oscuridad a raya, observó con horror y esperanza mientras el ritual alcanzaba su clímax. Sabía que este era el momento decisivo, el instante en que todo podía cambiar.
Y entonces, en un instante que pareció durar una eternidad, la oscuridad que rodeaba a Selena comenzó a disiparse. Su rostro, antes marcado por la desesperación y la maldad, comenzó a suavizarse, sus ojos recuperando un brillo de humanidad que había estado perdido durante tanto tiempo.
El Señor Oscuro no cedería tan fácilmente. Con un rugido de furia, la oscuridad lanzó un ataque, un torrente de energía sombría que se estrelló contra Sky y el cristal lunar. La fuerza del impacto fue tan grande que mando a volar a los guardianes, a Kael e hizo que la barrera protectora se rompiera.
Selena, aún bajo el control del Señor Oscuro, avanzó hacia Sky, su rostro distorsionado por la lucha interna entre su verdadero ser y la oscuridad que la controlaba.
—Sky… por favor… —murmuró Selena, su voz temblando mientras luchaba por liberarse.
Sky abrió los ojos, su corazón quebrándose al ver a su antigua amiga tan perdida en las sombras.
—¡Selena! —gritó Sky, la luz a su alrededor intensificándose—. ¡Lucha contra él!
La oscuridad pareció titubear por un momento, pero luego se lanzó con más fuerza, intentando romper la conexión de luz que Sky había establecido.
—¡No la dejes ir, Sky! —gritó Kael, luchando contra las criaturas que seguían atacando la barrera.
Sky tomo el cristal lunar con más fuerza, sintiendo que el poder de la luna fluía a través de ella, fortaleciéndola.
—Selena, ¡estoy aquí! —gritó Sky, canalizando toda su energía hacia la liberación de su amiga.
En ese momento, el Señor Oscuro, furioso por la resistencia, lanzó una última ola de oscuridad, una energía tan poderosa que hizo temblar el templo entero. Sky gritó, sintiendo que su conexión con la luna se debilitaba bajo la presión.
Entonces, Kael, impulsado por el amor y la desesperación, canalizó toda su fuerza hacia Sky, creando un enlace entre ellos que reforzó su luz.
—No estás sola, Sky —dijo Kael, su voz resonando en su mente—. Nunca lo estarás.
Con ese último empujón, Sky desató una ola de luz pura, una explosión de energía que rompió las cadenas de oscuridad que ataban a Selena. La oscuridad que la rodeaba se desvaneció, dejando a Selena caer de rodillas, libre pero débil.
El Señor Oscuro, privado de su mayor peón.