Sky despertó con una sensación de paz que no había experimentado en mucho tiempo. Se encontró rodeada de un prado iluminado por la luz suave y plateada de la luna, que brillaba alta en el cielo nocturno. Las flores nocturnas que adornaban el paisaje despedían un aroma dulce y embriagador, y la brisa que soplaba suavemente parecía susurrar palabras de consuelo y esperanza.
Por un momento, Sky pensó que estaba soñando. El prado era un lugar de belleza pura, un contraste absoluto con la oscuridad y el sufrimiento que había conocido durante tanto tiempo. Se sentía ligera, como si el peso de sus tormentos se hubiera desvanecido, dejándola libre para respirar de nuevo.
—Estás en un lugar seguro, mi hija —dijo una voz melodiosa y familiar.
Sky levantó la vista y vio a una figura que emanaba lu
