Maurad Kerstas estaba sentado en el salón de la posada en la cual él y sus compañeros se estaban quedando, su mirada estaba fija en las llamas del hogar, de rato en rato la madera crepitaba y pequeñas chispas rojas volaban hasta extinguirse en la fría piedra. El dolor en su corazón no se extinguiría nunca, se estiró, finalmente eran lo suficientemente fuertes para buscar venganza de los lobos que acabaron con su familia. Él no estuvo en aquella ocasión, y siempre estuvo seguro que con su fuerza las cosas hubieran sido diferentes, los lobos asesinos Hariva hubieran sido quienes perdieran su vida en aquella ocasión, no ellos. Siempre estuvo muy orgulloso de su fuerza y nunca temió a nadie, el rencor, el dolor y la ira sembrada en su corazón lo había alimentado desde que nació hace cinc

