CAPÍTULO IV

3262 Words
Berlín, Alemania.  Ancel.  —¿Solo dirás esas palabras? La sorpresa en su voz me hace extender una ligera y perezosa sonrisa, me rasco el costado de mi frente. Giro mi cuerpo y con mi mano libre tomó el pomo de la puerta, la cierro para que los gritos de ese bastardo no se lleguen a escuchar; prefiero mantenerme al margen de este asunto, no deseo arruinar su inmensa felicidad.  —No tengo nada más que decir, ¿Qué esperabas? Se tarda en darme una respuesta, puedo oír el desastre que están ocasionando en la otra línea. Parece que está implorando que no hagan desorden y que dejen de jugar con la pintura porque no quiere limpiar luego; alejó el móvil de mi oreja cuando escucho un chillido, la escucho soltar una palabrota y suspirar. Aprieto mis labios para no dejar escapar una carcajada al escuchar una risa infantil y unas palabras claras que me causan gracia; son más inteligentes de los esperado .  Cuando me dieron la gran noticia, nunca imaginé que asumiría la responsabilidad en su estado, tampoco que cumpliría su rol mejor de lo esperado, fue inesperado y admirable. Nos demostró que podía con tanta presión, que les cerró la boca a muchos con sus actos. Me encuentro un poco satisfecho por cómo cada uno va tomando las riendas de su vida.  —No te atrevas a reírte. —me riñe, agitada.  —¿Cómo va todo por ahí? ¿Te tocó hacer de niñera? —No sabes cuánto amo a estos pequeños locos, pero cuando se proponen en hacer enojar a la tía consentidora, no se detienen, lo peor es que no se encuentra Rhys en casa para que me apoye. A veces no entiendo como tienen tanta energía, pero, sobre todo, cómo puede criar a estos pequeños, son tan traviesos que muchas veces quiero atarlos en una silla para que se queden quietos.  Resopló. —Me siento orgullosa de su gran cambio, no esperé que este momento llegaría rápido, lo vi muy lejano.  —A todos nos sorprendió, Sloane.  Hay un molesto e irritante silencio en la otra línea.  —Entonces, ¿eso dirás? —Ya tienes una respuesta, no trates de hacerme decir más palabras porque no lo conseguirás. —Pensé que te opondrías, con tus instintos paternales que tienes conmigo.   —Nunca negaré tu felicidad.  —Es una locura, recién nos hemos comprometido y el mundo ya se puso de cabeza. Mi vida se volvió más complicada de lo que era.  —Tú complicas tu vida. Soltó un sonido de cansancio.  —Es un nuevo comienzo de tu vida. Rhys dio el primer paso pidiéndote matrimonio, es momento que des el segundo paso, y así empezarán una nueva etapa juntos.  —Te confesaré algo—respiró profundo. —: Tengo miedo, miedo de que condene su vida conmigo. Me oculté por mucho tiempo, viví una vida falsa, y ahora que el mundo comenzó a reconocerme tengo una sensación extraña perturbándome.   —Sloane, no tienes nada que temer. Nosotros estamos para protegerte, no dejaremos que llegué a ti. —Ese no es el problema —aseguró. —. Tengo miedo de perderlo, y ser la causante. —Nada de eso sucederá.  —¿Y cómo estás tan seguro? Sé que ha pasado mucho tiempo, que me consideran muerta, pero ¿qué pasa si descubren la verdad? ¿Si saben de mi existencia? No solo correría el riesgo de morir, sino de perder a toda mi familia. Siempre he sido consciente que soy un detonante, que con tan solo existir pongo en peligro sus vidas, y a veces no se siente bien.  Su voz sonó melancólica, puedo jurar que en sus ojos tiene lágrimas acumuladas.  Puedo oír su respiración entrecortada. —Respira, bella. —Se siente raro que te llamen por tres nombres.  —Eres Sloane, Lera y bella; la pregunta es: ¿Con cuál te sientes más cómoda?  Se quedó en silencio, suspiré.  Parece que aún sigue siendo un tema complejo para conversar.  —No tienes por qué sentirte intranquila. Dejaste de ser un detonante, solo eres alguien con quién comparten la misma sangre, nada más. No existen en nuestro mundo, tu nombre no es mencionado por ningún rincón; es momento de empezar a descubrir las maravillas de tu mundo para que dejes atrás este mundo. Es tu momento de brillar como Sloane, que aunque Lera siempre serás, Sloane fue tu elección—expreso. —. Te prometo que si descubren la verdad, te protegeré con mi vida, nadie te lastimará, Sloane.  Un sollozo se escapó de sus labios. Pasó tanto tiempo reflexionando su decisión, hubo momentos donde me llamarón desesperados para comentarme que estaba ocurriendo, que muchas veces terminé en el aeropuerto listo para regresar, pero comprendí que necesitaba tiempo a solas para saber qué rumbo tomaría su vida y quién sería.  —No estarás presente en la boda, ¿verdad? —No puedo, tengo asuntos importantes que resolver.  —¿Más importante que mi boda? Entiendo tu posición, en serio que lo comprendo, pero cada vez que hablamos te siento más lejos, diferente, y una parte de mí no quiere aceptar que no eres el chico que conocí en las peleas clandestinas.  —Todos cambiamos.  —Lo sé. Suspiró. —¿Has cuando Ancel? ¿Cuándo dejarás de huir? Bufé. —No estoy huyendo, hago esto para proteger a los que me rodean.  —Solo es una excusa para seguir huyendo del dolor que has estado guardando por tanto tiempo. Aun te culpas, ¿verdad? —No tendremos esta conversación de nuevo, deje en claro mi postura, no trates de querer hacer que cambie de opinión. No lo conseguirás.  —¡Ancel! —Por favor, Sloane—mascullo enojado. —. Detente. —Me gustaría que estuvieras presente, que te tomaras el tiempo para regresar y estar parado frente a mí.  —¿Desde cuándo te convertiste en una sentimental? —pregunté con burla. —Culparé a Rhys por convertirme en alguien idiota.  Escuché como anunció su llegada, las risas infantiles resonaron. Hubo mucho ruido de fondo e hizo que ella soltará un sonido de exasperación, pero sabía que está feliz por la familia que está comenzando a formar. —¿Cómo estás butterfly? Escuché que le pregunté, seguido de un beso sonoro.  —Sasha me tiene cansada, cada vez añade más preguntas a la lista enorme.  —Tómalo con calma, butterfly. —No es tan fácil, estrella. Fui testigo de cómo intercambiaron algunas palabras cursis y empalagosas. —¿Pueden parar? Estoy escuchando todo. La risa de ella llega a mis oídos. Escucho como Rhys pregunta de dónde proviene la voz y Sloane le hace saber que está hablando conmigo. Hablo por un par de minutos con Rhys, quien me pidió que asista a la boda porque sino su prometida se pondrá un poco triste, algo que no creo porque la conozco, sé que es importante mi presencia en su boda, pero tengo presente de que entiende mis motivos.  Suspendo mis palabras cuando alguien abre la puerta, haciendo que los gritos se escuchen. Maldigo en voz baja mientras escucho como Sloane me pide una explicación, asesino con la mirada al tipo, quien se encoge de hombros y me señala adentro, asiento.  —Hablamos en otro momento.  —¿Qué está suce…? No permito que complete sus palabras, simplemente corto. Guardo el móvil en mi chaqueta, respiro por unos minutos hasta que decidí mostrar mi presencia. Tomo el pomo de la puerta, la abro y salgo dispuesto a disfrutar.  Camino dando zancadas, un poco malhumorado por haber llegado tarde. A medida que me muevo escuchó las retorcidas ideas de Oliver que comenta orgulloso. Es bueno respondiendo preguntas, incluso da una explicación de cómo abrirá el cuerpo del tipo cuando le den la orden de torturarlo, es bastante explícito.  —¿Divirtiéndote? —cuestionó.  Una enorme sonrisa se asoma por sus labios. —¿Por qué tardaste? Ya quiero disfrutar.  —Paciencia.  Deseo acabar de una vez con este asunto, tengo problemas serios que solucionar. No tengo esperanza de que me revele su ubicación, pero tengo la intención de enviar un mensaje, para que quedé claro que ir tras ella es solo con un propósito: Matarla. Sigo con la mirada por todo el lugar, me detengo en un rincón de la habitación. Me topo con su sonrisa siniestra y su mirada calculadora. Lleva un traje oscuro; cuando nota que mis ojos están sobre él, me guiña un ojo, niego con mi cabeza.  De Santis se unió a la diversión.  Hago una mueca de disgusto cuando me percató que uno de los hombres está muerto, con rapidez mi mirada se posiciona en Oliver, que me da una mirada inocente. Entrecierro mis ojos y suspiro. —¡¿Es que no pudiste esperar?! —me exaspero.  —Es tú culpa, te tardaste demasiado. —me dice.  Lo ignoró. Centro mi mirada en el hombre que se encuentra atado a la silla, con algunas lesiones en su cuerpo y manchado de sangre de su compañero, su mirada me transmite muchas emociones, puedo oler su miedo y esas ganas de huir para no terminar muerto.  Me acercó a pasos lentos.  —No ha querido hablar. —me informa Luka.  Sus pupilas se dilatan cuando me detengo frente él, se mueve desesperado porque al parecer me ha reconocido. Inclino mi cuerpo manteniéndome a su altura, mi mirada fría lo intercepta y me percato del terror que abunda en sus ojos.  —No te preocupes, de eso me encargo.  —Puedes torturarme a pesar de que tenga un límite, pero de mi boca no saldrá ninguna información. Te conozco y la fama que manifiestas; sin embargo, prefiero morir en tus manos que en las de ella.  —¿Tanto le temes? —cuestioné.  —Si.  Asentí.  Extendí mi mano para atrás y con mi dedo índice indiqué que viniera. No hace falta mencionar su nombre, sabe lo que tiene que hacer. Escucho sus pasos acercándose, siento como se detiene a mi costado, giro mi cuerpo y lo quedó mirando, abro el maletín que tiene en sus manos.  Sonrió.  Sacó el revólver y tomó con mi otra mano el único proyectil. Le muestro. —El miedo nunca tiene un límite. —le hago saber. Sus ojos me observan con duda e intriga.  —¿Te mato o dejo que lo haga ella? —preguntó, finjo pensar.  —Mátame.  Tomó el arma e inspeccionó alrededor, todos se mantuvieron en silencio. Presiono el botón de liberación, se abre el tambor y meto el proyectil bajó su atenta mirada, vuelvo a colocarlo en su lugar mientras me pongo en una posición más cómoda.  Lo encañonó y tiró del gatillo.  Sus ojos se abren con temor, su respiración se entrecorta.  —Me fascina mirar el terror en tu mirada.  Coloco el arma en mi sien, mi sonrisa no tambalea cuando tiro del gatillo. Solo se logra escuchar el sonido que realiza cuando presiono el disparador, ladeo mi sonrisa cuando veo que el proyectil no sale.  —Parece que estás de suerte. —menciono. La desesperación en su mirada me hace saber que en cualquier momento hablara.  Vuelvo a recargar el arma. Giro el tambor y lo vuelvo a meter. —Yo primero esta vez.   Pongo el revólver en el costado de frente y tiro del gatillo. Me encojo de hombros cuando no sale la bala; extiendo mi mano hacia él.  —Espera. —tartamudea, pero vuelvo a tirar del gatillo.   Cierra sus ojos, aterrado. —Empatamos, ¿la tercera será la vencida? —preguntó, volviendo a hacer girar el tambor del revólver. Comienza a suplicar que me detenga, niego con mi cabeza y extiendo mi mano, colocando el cañón en su frente, jalo del gatillo.  Gritó desesperado.  —¡Lo haré! ¡Te diré dónde está! —exclama desesperado y aterrado. —¡Solo detente!  Bajo el arma. Espero sus respuestas.  —Se encuentra escondida a las afueras de la ciudad, en un lugar llamado Bernau bei Berlin, pero de seguro ya se ha movilizado.  —¿A dónde? —cuestionó, con rudeza. —Irlanda—responde, mi mirada lo escudriña. —. ¡No sé más! Asiento.  Me giro sobre mis talones y caminó en dirección de Oliver, me detengo y lo miro de reojo.  —Haz lo que te plazca, pero que no muera sin sentir dolor. —ordenó, curva una sonrisa satisfecha.  Entrego el arma a Luka y salgo de la habitación escuchando los gritos del tipo. Oliver tiene lo que tanto ha deseado.  Puedo sentir sus pasos detrás de mí, trato de ignorar su presencia, pero se vuelve irritante cuando abre y cierra su encendedor. Giro mi cabeza y enarco una ceja, me mira aburrido.  —Es rápida —me dice. —. ¿Qué harás?  —Nada, dejaré que siga huyendo —respondo encogiéndome de hombros. —. Me resulta divertido jugar al gato y al ratón.   Ladea una sonrisa.  Estoy más cerca, tocando sus talones, no siempre podrá huir. Muy pronto nos veremos las caras, Dakota.  1 años después… Bogotá, Colombia. Se supone que este día debo olvidar, pero cada vez que intento borrar cada recuerdo que marco mi vida, todo se torna tedioso y más doloroso. La fecha se pronuncia con más intensidad, y me esfuerzo en no culparme por como tuvo el desenlace su historia; si tan solo me hubiera percatado de su dolor, tal vez hubiera llegado a tiempo para sujetar su mano.  Han pasado aproximadamente once años de su muerte, y aún sigue doliendo.   Hoy, como todas las veces, no puedo detenerme. No puedo dejar de pensar en cómo su vida tuvo un corto tiempo. Era todo lo que me quedaba. Todo lo que tenía, pero como siempre, decidió abandonarme, a dejarme solo en este mundo.  La felicidad desapareció de mi vocabulario, dejó de aparecer cuando la desgracia y el sufrimiento se asomaron a mi vida para cerrar y empezar una nueva etapa de dolor. Desde mi nacimiento estuve condenado a vivir una vida llena de tormento, también a que todas las personas que amaba terminarán abandonándome porque nunca fui suficiente para nadie.  Entró al departamento y un olor desagradable choca contra mis fosas nasales. Enciendo las luces y me encuentro con Oliver, sentado en el sofá con varias botellas de ron. Camino, apresuro mis pasos y me dejo caer sobre el sofá individual; levanta su cabeza, su mirada luce perdida, da un trago.  Hace una mueca cuando deja de beber, centra sus ojos en mí.  —¿Qué estás haciendo? —pregunto calmado. —Déjame solo. —masculla por lo bajo. —¿Y por qué debo? Ignora mi pregunta y sigue bebiendo compulsivamente. Sujeto su mano y me da una larga mirada, sus ojos son fríos, pero atisbo el dolor en ellos.  —Detente —pido, siendo sereno. —. No te das cuenta que bebiendo no calmara tu dolor, además, recuerdo que ángel está en casa. El olor es repugnante, necesitas detenerte.  —¿Dolor? —una risa se escapó de sus labios. —¿Por qué debe doler cuando tuve la culpa? No entiendo porqué estás aquí, pidiendo que me detengas, cuando deberías dejarme. No te compadezcas de mí, nunca fui el bueno de esa historia.  Sacude su mano librándose de mi agarre. Sigue bebiendo, cierro mis ojos soportando el olor que me da asco.  —Entonces, ¿eres el malo? —cuestiono abriéndolos. —¿Fuiste el antagonista de esa historia?  —Aunque digas que fui una víctima más de las mentiras de Dakota, no fue así. Ella no me obligo a tomar decisiones que solo a mí me correspondía, no me puso un arma en la cabeza para hacer que tu hermana viviera un infierno—me observa con frialdad. —. Yo quería que sintiera dolor por haberme abandonado, deseaba que pagará por destruirme.  Aparto mi mirada.  Sus palabras abren una herida sin cicatrizar.  —Yo di la orden para que la violaran. Miré como sus ojos me suplicaban a gritos que detuviera a esos hombres, pero solo me quede observando con una sonrisa retorcida y con la satisfacción por saber que estaba sufriendo—vuelvo mi mirada a él. —. No debes sentir lástima por mí, debes odiarme hasta el punto de querer matarme. Debes tener en cuenta de que en algún momento tomarás la decisión de matarme, entiende que no puedes formar un vínculo con el hombre que hizo que tu hermana se suicidara. Tienes que odiarme. —sus palabras me piden a gritos que lo odie. —¿Y que ganó? —susurró agotado. —¿Por qué debo odiarte? Si por querer vengarme destruí muchas vidas, incluso la mía. ¿De qué me sirve odiar? Solo alimentare mi alma con rencor, no quiero seguir sintiendo que cada día pierdo algo en mi interior—sus ojos me interceptan, esa expresión de compresión me hace dudar. —. Sí, eres culpable de ese incidente, pero no pasaré mi vida odiándote porque no te lo mereces—aseguro con determinación. —. Ella trazó su propio camino, tomo sus decisiones y decidió amarte aun sabiendo como terminaría, no solo fue tu culpa, también la suya por no saber alejarse porque sé que sabía en lo que andabas involucrado, sin embargo, por amarte se quedo contigo hasta el final. Fue su elección.  Suelta un suspiró, baja sus hombros.  —¿Sabes qué es lo jodido? Que de una manera enferma y retorcida lo amaba—confiesa con dolor. Es la primera vez que veo como sufre. —, pero termine desapareciendo lo único bueno que tenía en mi vida, incluso mate a mi propio hijo—murmura. —. Sentir lástima por mí es perdonarme, cuando ni siquiera lo merezco. No quiero que me perdones ni que sientas lastima, quiero que me odies porque así podré estar más tranquilo.  Me pongo de pie, estoy por darme la vuelta, pero me detengo al escuchar sus palabras:  —Cuando terminemos con todo, quiero que me mates. No me dejes con vida, no merezco seguir respirando. Si aún sigo vivo es porque tengo que cumplir una promesa, luego de culminar no tendré nada más.  No pronuncio nada, me quedo procesando sus palabras. —Eres un buen chico, Ancel—asegura con una sonrisa torcida. —. No dejes que este mundo te consuma y absorba todo lo bueno que queda en ti—aconseja. —. Si sigues en este camino, te sumergirás en la oscuridad y no habrá marcha atrás, no podrás regresar como tanto has deseado todo este tiempo.  —Ya no quiero regresar, no puedo.  —Si puedes, eres capaz de lograr todo lo que te propones.  Resople.  —Es muy tarde para regresar.  Giro mi cuerpo y me doy con una sorpresa.  Rea está parada en medio del pasillo, sus brazos están a los costados mientras sus manos sujetan con fuerza su campera. Lágrimas recorren sus mejillas, sus ojos me miran con dolor y destello incertidumbre, trata de venir a nuestro encuentro, pero se detiene abruptamente cuando niego con mi cabeza. Retrocede pasmada, lleva una mano a su boca.  Ahora conoce toda la historia. Es momento de que su amor unilateral se termine porque no quiero ver como sufre por un hombre que tiene una manera retorcida de amar, además, tampoco desea ser amado porque sabe que condenaría la vida de esa persona.  Tiene que acabar con ese amor que siente porque si no lo hace, no dudaré en romper su corazón de una manera atroz.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD