Mark Evans había enfrentado muchos incendios en su carrera como bombero, pero ninguno de ellos lo había preparado para lo que encontraría en aquel edificio de apartamentos. El rugido de las llamas se mezclaba con el ajetreo de las sirenas de los bomberos, el joven intrépido y dedicado, se encontraba frente a uno de los edificios más costosos de la ciudad, aquella edificación, estaba envuelta en una danza frenética de fuego. La noticia del incendio había corrido como reguero de pólvora, y el temor se había apoderado de la ciudad al saber que Ana Frank, la destacada abogada penalista, estaba atrapada en su departamento que se consumía en voraces llamas.
El panorama era un espectáculo desgarrador, las llamas devoraban el edificio y los pocos residentes que estaban atrapados allí, ya habían sido rescatados, menos Ana.
Los ojos de Mark reflejaban determinación, mientras se ajustaba el casco y avanzaba hacia el edificio. La señal de "peligro" titilaba en su mente, pero la responsabilidad de su trabajo lo impulsaba hacia el peligro. Mark, era el único que estaba dispuesto a entrar a pesar de los complicados pronosticos. El calor era asfixiante, el humo nublaba su visión, pero su entrenamiento y valentía lo guiaban.
Los gritos desesperantes de una joven mujer que se encontraba afuera del edificio llamaron mucho su atención, se aproximó hacia ella, quien vociferaba frenéticamente y con desesperación mientras los compañeros de Mark la sostenían con fuerza en el intento de alejarla de allí, al acercarse, Mark se entero de que era la mejor amiga de la chica que estaba atrapada entre las llamas.
Por favor, debe rescatarla, es mi mejor amiga–dijo la mujer aferrando sus manos frágiles al uniforme rústico de color marrón que llevaba puesto el hombre, este no dejaba de mirar hacia su frente, vislumbrando, como las brazas del fuego seguían con intensidad, sin la más mínima señal de disminuir su curso.
Debo entrar ahora–gritó Mark a sus compañeros, quienes intentaban de persuadirlo que no había más para hacer, pero no podía ignorar el pedido de auxilio de aquella dama que le rogaba que salvase a su amiga, además, tenía que honrar su promesa
"mientras el estuviera sirviendo como bombero, no dejaría a nadie atrás, salvaría hasta la última persona, aun si eso implicaba poner en riesgo su vida"
Los otros bomberos trabajaban incansablemente para controlar las llamas desde el exterior. Pero Mark se adentró en el infierno que ardía dentro
Recorrió pasillos envueltos en humo y escombros que crujían bajo sus botas. El fuego rugía como una bestia hambrienta, pero Mark avanzaba con determinación. Finalmente, al subir a lo que él creía que era el segundo piso, porque ahí adentro, ni se podía distinguir una cosa de la otra, pues aquello era un caos, pero, entre las sombras danzantes y la cortina de humo, vislumbró una figura tirada en el suelo, él ni sabía quien o qué era, hasta que se acercara, y por la descripción que le habían dado, parecía ser la joven que él había ido a rescatar.
Mark se arrodilló de inmediato junto a la mujer y le tomó la mano
–Soy Mark un bombero, te sacaré de aquí –dijo tranquilamente, a pesar de que su corazón estaba latiendo con fuerza en su pecho, no quería alarmarla, pero él sabía por su experiencia que lo peor podía pasar en cualquier momento.
La mujer asintió casi desvanecida y temblorosa por todo el humo que había ingerido, se le hizo difícil emitir alguna palabra, apenas pudo responder la pregunta que Mark le había hecho, entre el gruñir de las brasas de fuego –soy Ana –dijo tratando de sostener la mano de Mark, él la sujetó con fuerza por la cintura y ella se desvaneció entre sus brazos.
El atrevido bombero se abrió paso para tratar de llegar a la salida con Ana en brazos, pero el humo era tan denso que apenas podía ver lo que tenía adelante
Pero Mark se aferró con todas sus fuerzas a sus habilidades como bombero, no podía fallar, no en ese momento, la vida de aquella frágil mujer corría peligro, la de Mark también pero, él estaba dispuesto a hacer todo para salvarla.
–Ana escuchame, te voy a sacar de aquí te lo prometo–le gritaba Mark mientras la llevaba en sus brazos musculosos, y para mantenerla con vida, de inmediato le colocó una mascarilla, mientras intentaba esquivar los escombros que habíaprovocado el voraz incendio y con cuidado, continuaba atravesando las llamas que consumían lentamente a aquel edificio.
Finalmente, en medio de las dudas, miedos y el fuego que no cesaba, Mark vio una pequeña luz que le avisaba que habían llegado a la puerta de salida, y afuera del edificio, ya aguardaba una ambulancia lista para trasladar a la víctima al hospital.
Laura, la mujer desesperada que esperaba impaciente afuera, se echó sobre Mark, en un gesto de agradecimiento, no podía creer lo que estaba viendo, el rescate de su amiga trajo alivio a su corazón. La prensa estaba allí en primera plana, mientras las personas que presenciaban el rescate, aplaudían, tras el rescate de la popular abogada, cuando todos ya la daban por muerta.
Rápidamente, él colocó a Ana en la camilla, Mark todavía no conocía el color de sus ojos, allí adentro, en el calor del incendio, no hubo tiempo de fijarse en eso, lo único que él quería era sacarla de allí.
Con Ana a salvo en la camilla, Mark se dio vuelta para alejarse del lugar y continuar con su trabajo, pero sintió como una delicada y suave mano, sostuvo su brazo derecho, al darse la vuelta, Ana levantó su mirada y sus ojos se encontraron, el hombre había quedado casi sin aliento, le parecio que era una mujer hermosa sin ninguna duda, pero se cuestionó al instante ¿cómo fue que ella fue a parar en esa situación? Aunque su rostro estaba sucio, pero sus ojos profundos y su mirada inocente, aflojaron ciertas emociones dentro él. Mark no quería quedar expuesto ante la mirada de Laura, quien permanecía allí al lado de la camilla, acompañando a su amiga, además de los reporteros, quienes insistían para saber, como el joven bombero había sido capaz de salir de allí, sin sufrir algún daño.
–Estarás bien–le dijo Mark a Ana de inmediato, nervioso, tratando de conservar la calma, queriendo evitar las cámaras, quería salir de allí cuanto antes, pero la bella abogada se lo estaba poniendo difícil, ella asintio con su cabeza. –Gracias–dijo con una sonrisa agradecida, y con su respiración un tanto agitada
Mark quiso volver al trabajo, pero Ana todavía lo sostenía con todas sus fuerzas, le pidió que no se fuera de su lado, mientras los paramédicos la examinaban, para asegurar de que estuviera todo bien.
Laura sonreía agradecida, mientras respondía con determinación a los cuestionamientos de los periodistas en el lugar, ella fue quien llamó a los bomberos, de acuerdo con sus declaraciones, había llegado al lugar para encontrarse con su amiga, en cambio se halló con la escena desgarradora, contaba ella sin parar.
Laura estaba ruborizada frente a la cámara, pero no dejaba de arreglar su cabellera dorada, ni de mostrar su dentadura perfectamente blanca, su sonrisa se veía un poco forzada, y detrás de sus ansiosos y verdes ojos, ocultaba algo, al menos eso le pareció a Mark, quien no podía entender como pudo haber cambiado su personalidad de un momento a otro, pasó de ser la chica afligida y preocupada, a una dama sonriente, optimista. Tal vez ella necesitaba dar la mejor impresión, pensó Mark, pero aún así, lo envolvió la duda, sin poder evitar sentir una tensión en el aire.
Mientras Laura se las arreglaba para mostrarse como la amiga dedicada quien acudió por ayuda para salvar la vida de su amiga, finalmente, los paramédicos decidieron llevar a Ana al hospital para dejarla en observación. Mark continuaba a su lado, los ojos azules de Ana puesto sobre los ojos llameantes color café de Mark, lo decían todo sin emitir alguna palabra. Esa mirada asustadiza de la mujer acostada en aquella camilla, pedía su compañía.
–Está bien no me iré, me quedaré todo el tiempo que necesites, pero debes estar tranquila, todo estará bien–aseguró el hombre.
Las delicadas manos de Ana se aferraban con todas sus fuerzas a los brazos atléticos del bombero, y Mark, no pudo evitar sentir una conexión especial con ella, era como si ya se conocieran de alguna manera, sin embargo, el muchacho, no se desvanecía ante cualquier emoción.
por alguna razón, Ana se sentía segura al lado del hombre que arriesgó todo para salvarle la vida, y sus débiles manos que sostenían al hombre con determinación, terminaron de convencerlo.
Para ese momento, Mark no sabía nada más de aquella mujer, más que lo que había escuchado en las noticias y lo que estaba mirando en ese momento, una exitosa abogada atrapada en un incendio misterioso y una amiga a quien en ese momento, solo le importaban las cámaras, intentando resaltar sus virtudes de buena amiga, según ella, casi hermanas. Había algo en Laura que a Mark no le podía pasar desapercibido, aunque todavía no sabía que.
La puerta de la ambulancia se cerró con Mark adentro, y mientras el vehículo se alejaba, Laura seguía dando la cara ante las cámaras, el joven bombero, tuvo que mentir para poder estar con Ana, dijo que se conocían, porque la mujer no lograba soltarle los brazos, era como si tuviera intentando decirle algo, hasta que se desmayase en la camilla.
–Está todo bien con ella–pregunto él con desesperación al paramédico, quien observaba sus signos vitales
–No se preocupe, los desmayos son normales en estos casos, la joven ha ingerido mucho humo, pero se pondrá bien, ahora déjeme hacer mi trabajo por favor
–aviso el paramédico, asegurándose de que la paciente estuviera respirando
La ambulancia se abrió paso entre el pesado transito y unos minutos después, llegaron al hospital.
Mark no quería entrar, tenía dudas sobre lo que debía hacer, pero se dejó llevar por sus instintos, aun llevaba puesto su traje de bombero, ennegrecido por el intenso humo de aquel incendio, pero satisfecho por haber llegado a tiempo para salvar la vida de Ana.
El bullicio en el hospital resonaba en el pasillo donde Mark esperaba ansioso por noticias de Ana, quería esperar, necesitaba saber que Ana se iba a poner bien, anhelaba volver a ver esos hermosos ojos azules que lo miraron con tal delicadeza, hasta trastocar algo muy dentro de él.
Largos minutos después, entre idas y venida, Laura apareció en el hospital con una expresión de preocupación aún pintada en su rostro, los ojos de ella y los de Mark, se encontraron en un cruce de miradas donde la incertidumbre flotaba todavía en el aire.
––!Todavía estás acá! –anunció ella sorprendida, y antes de que el pudiera decir alguna palabra, un médico salió de la habitación de Ana, y ambos fijaron su atención en el
––su novia se pondrá bien, logramos estabilizarla, ahora necesita descansar–dijo el hombre dirigiéndose a Mark, creando una tensión casi palpable entre Laura y el bombero
––Él no es su novio, simplemente el hombre que la rescató, yo soy su mejor amiga, mejor dicho, casi hermana–respondió rápidamente la mujer con seriedad.
––Pues, debe agradecerle la vida de su amiga a este hombre, si no hubiera llegado a tiempo, tal vez su amiga, no hubiera gozado de buena salud como lo hace ahora, buen trabajo–añadió el uniformado, quien notó de inmediato la altivez en el modo de hablar de Laura. El hombre, estrechando la mano de Mark, se alejó lentamente de ellos, dejando un silencio cortante en aquel pasillo.