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La revolución de la fea

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comedy
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intro-logo
Blurb

Camila era una dulce joven con unos kilos de más que amaba probar todo tipo de platos. Desde pequeña tuvo un grupo de amigos en los que se encontraba Luis Ángel, un chico genio que será el heredero de todo un imperio cuando sea mayor de edad. Camila un día se da cuenta que está enamorada de Luis Ángel y al tener baja autoestima decide bajar de peso, aunque, un día en medio de un juego Luis Ángel le pregunta si quiere ser su novia, algo que nadie imaginaba que llegaría a pasar. Camila comienza un debate interno al no poder creer que es la novia del chico que parece ser perfecto, aunque, todos sospechan de aquella relación al no saber las intenciones de Luis Ángel.

¿Será que Luis Ángel solo quiere jugar con los sentimientos de Camila?

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Capítulo 1
Camila dejó salir un bostezo mientras estiraba su cuerpo sentada en el sillón de su casa. —¡Qué… flojera! —soltó con pereza. —Después de todo lo que comiste, es de lógica que te sientas con tanta flojera —le dijo su mejor amiga Sandrid. —¿Qué te parece si mañana te quedas a dormir y vemos películas? —le preguntó Camila desplegando una sonrisa. —Tengo que practicar en el grupo de porrismo, así que no sé, sabes que termino muy cansada —Sandrid se cruzó de brazos mientras comenzaba a mirar a la nada. —Por eso pareces un palito seco, estás demasiado flaca, cada vez sacas más comidas de tu dieta. ¿Tus papás no te dicen nada? —No puedo engordar, si lo hago tendré problemas con el grupo —explicó Sandrid. —Ay… Qué feo, tan rico que es comer —Camila hizo un gesto de desagrado mientras observaba a su amiga. —Oye, yo cada vez te veo más gorda, el día de tu quinceañero el vestido no te quería entrar, mira que solo estuviste con él unas cuantas horas porque te sentías ahogada y te tocó quitártelo —dijo Sandrid—. ¿Por qué no haces un poco de ejercicio? —Solo con pensar en ejercitarme me canso, así que no —Camila soltó otro bostezo, pero uno más fuerte. Camila era la hija menor de una pareja de chefs que tenían varios restaurantes en el país, eran conocidos por la manera en la cual servían sus platillos, solían ser comidas bastante exageradas, esa era la clave de su fama. Así que, Camila creció con un buen paladar. Tenía un hermano mayor llamado Cristian que prefería cuidarse más al momento de comer, por eso su peso era el adecuado para su edad. Ellos eran inseparables, Cristian a todo momento la vigilaba y tomaba muy en serio su papel de hermano mayor. —¡Camila, apúrate! —gritó Cristian esperando en la sala a que su hermana terminara de buscar el chocolate en la nevera. —¡Espera, espera, ya voy! —dijo ella abriendo la barra de chocolate. Los hermanos salieron de la vivienda como costumbre de todos los sábados para llegar a la casa de los amigos de sus padres, ese era el ritual, hacer una comida en las tardes y reunirse en grupo para hablar de su semana. —Dame un pedazo —pidió Cristian cuando iban cruzando un parque. —¿Por qué nos vamos caminando? Pudimos esperar a que mis papás llegaran y nos fuéramos en el carro. Odio sudar —renegó la chica. —Porque necesitas ejercitarte más, estás subiendo mucho de peso, Camila —explicó Cristian. —Ah… Lo mismo de siempre, para la próxima voy a hacer que me lleves en la espalda. —No, me estripas —se burló Cristian. —¡Este idiota, oye, no estoy tan gorda! —gritó ella. —Solo te falta rodar —escucharon detrás de ellos. Había un chico de ojos verdes azulados, cabello n***o y con una enorme sonrisa desplegada, que, para Camila, se vio muy idiota. Era Elián, su primo, ella no lo soportaba, de niño le hizo muchas maldades. —¿Quieres que te dé un puño? —inquirió Camila. —Ay, ya vienes tú toda agresiva. Solo estoy diciendo la verdad —replicó Elián. —¿Fuiste a buscar a Luis Ángel? —le preguntó Cristian. —Estaba con su padre en la empresa, dijo que se encontraba ocupado aprendiendo unas no sé qué cosas, no le entendí nada; sabes que se pone todo intelectual. Así que, mejor le colgué el teléfono —explicó Elián a Cristian mientras caminaban por la calle. —Solo tenías que decirle que lo esperábamos en su casa, nada más —renegó Cristian tratando de tenerle paciencia a su primo. —Ay, a mí se me olvidó —soltó Elián de lo más normal. Llegaron a una casa grande bastante imponente, los padres de Luis Ángel eran muy adinerados y su vivienda lo demostraba. Camila pasó a la cocina al oler un delicioso aroma. —¿Ella no se cansa de comer? —preguntó Elián a Cristian cuando la vieron sacar un plato de una estantería para servirse un guisado que habían terminado de preparar. —Me asusta a veces la manera en la que come —esbozó Cristian. —Ahorita la verás rodando por el piso y te tocará recogerla con una grúa —dijo Elián mientras se cruzaba de brazos. Una joven con mucho porte entró a la cocina al escuchar las voces de los chicos, los reparó de abajo hacia arriba. Elián hizo un gesto de desagrado ¿quién se creía?, no soportaba a esa niña, pensaba que solo por tener bastante dinero podía pasar por encima de los demás. —¿Qué quieres? —le preguntó. —No ha comenzado la cena y la gorda ya está acabando los platos —dijo Neyret cruzándose de brazos mientras observaba a Camila comerse un gran plato de salsa, tenía los alrededores de su boca sucia de esta. —¿Y eso a ti qué te importa? Gata estirada —dijo Elián respingando las cejas. —Mejor lárgate a estudiar, bastante que te hace falta —soltó Camila como si nada (estudiaban en el mismo salón de clases). Neyret salió de la cocina con mucha rabia y después, todos soltaron una gran carcajada por lo que había sucedido. —¿Quién se cree esa Neyret? No la soporto —dijo Cristian—. Por cosas como estas me doy cuenta el por qué Luis Ángel la trata tan mal. —Siempre quiere estar pisoteando a las personas —renegó Camila—. Esta es la casa de mis tíos y yo puedo comer todo lo que quiera —la joven pasó su lengua por los alrededores de su boca. Salieron al patio de la casa donde, en la piscina, se encontraba un chico nadando, Cristian comenzó a hablar con él, su nombre era Eduar y era muy, pero muy apegado a Luis Ángel y Cristian. Muchas veces sus padres decían que terminarían siendo pareja porque todo el tiempo estaban juntos. Por su lado, Camila no tenía un grupo como su hermano, a veces veía películas en las noches con Sandrid, pero nada más. Su rutina era ir al colegio en las mañanas, en las noches hacía las tareas y listo, esa era su vida, bueno, todo el tiempo estaba comiendo, digamos que era su pasatiempo. Siempre recordó su niñez así y ahora lo era su adolescencia. Pero no le incomodaba serlo, estaba conforme con lo que era su vida hasta el momento y no quería cambiarla. Unas dos horas después Luis Ángel entró al patio quitándose la camiseta que traía puesta, su cuerpo estaba marcado por el ejercicio, él siempre tuvo buena apariencia, aunque, el desarrollo lo estaba volviendo todo un hombre. Camila estaba acostada en una silla para tomar el sol mientras comía unos bocadillos que tenía en una mano, a su lado estaba Neyret leyendo una revista en silencio. Camila al ver aquella panorámica que daba Luis Ángel comenzó a ahogarse con el bocadillo. Había pasado mucho tiempo que no veía el cuerpo de Luis Ángel y los resultados que vio eran muy buenos. Luis Ángel se lanzó al agua donde estaban sus amigos bañándose y comenzó a hablar con ellos de lo más normal. Camila no era muy cercana a Luis Ángel, recordaba que de pequeña trataba de llamar su atención, pero él nunca le prestó atención. ¿Por qué estaba pensando tanto en él? Solo era un amigo, debía calmarse. Salió del patio para poder tranquilizarse. Comenzó a dar vueltas por la sala, después, creyó que lo mejor era irse de la casa. Se encerró en su cuarto a ver una serie en su computador. Al día siguiente, estaba en el colegio conversando con Sandrid como todos los días, pero, cuando Camila vio a lo lejos a Luis Ángel escupió un jugo que estaba tomando. —¡Amiga! ¿Qué te sucede? —soltó Sandrid asustada. —Lo siento, me estaba ahogando —dijo ella tratando de calmarse. Comenzaba a preocuparle, ¿en realidad le gustaba tanto Luis Ángel? ¿Desde cuándo?, era un gran problema, él nunca le prestaría atención a la gorda que siempre estaba comiendo. Camila, seis años: Todos sus amigos y ella corrían por los pasillos de la cabaña que estaba a oscuras, se sentaron en un rincón mientras soltaban risitas traviesas. Encendieron una pequeña lámpara que pusieron en el centro de la ronda que hicieron. —Si eres tan valiente debes de darle un beso a Camila —dijo Elián a Luis Ángel. —¿Para demostrar mi valentía tengo que besar una niña? —preguntó Luis Ángel como si fuera algo estúpido. —Sí, debes hacerlo —retó Sandrid. Camila se ruborizó por completo mientras miraba fijamente a Luis Ángel que no se veía muy convencido en besarla, no le atraía para nada y ella lo sabía. Aunque, el niño se levantó y caminó hasta ella. Los demás estaban emocionados al verlo acercarse a Camila, la observó fijamente y después le dio un beso en los labios. —¡Oh…! —comenzaron a gritar todos emocionados y soltaron carcajadas. Camila quedó sorprendida al ver que Luis Ángel no se rehusó a darle un beso, otro hubiera hecho una pataleta o decir que ella era fea, pero Luis Ángel solo aceptó el reto con valentía y no la dejó en ridículo. Era tan diferente a los demás niños y eso le encantó. Actualidad: “Luis Ángel fue mi primer beso, ese día me encantó muchísimo. Creo que esa noche fue mágica y desde ahí me enamoré de Luis Ángel, sí, desde ese día se convirtió en alguien que admiré y poco a poco me enamoré de él. Ahora no soy capaz de verlo de lejos porque me lleno de miedo. Creo que es porque tengo claro que Luis Ángel es inalcanzable para mí, ¿cómo puede enamorarse de una chica como yo? Soy gorda y nada inteligente, todo lo contrario a él.” Escribió Camila en su diario y después soltó el llanto. Cristian escuchó llorar a su hermana cuando iba pasando por su cuarto, abrió rápidamente la puerta de la habitación de la joven. —¿Qué sucede? —le preguntó. —Sal de mi cuarto —pidió ella mientras limpiaba sus lágrimas. —No, ¿por qué estás llorando? —puso sus manos en la cintura. —¡Sal de mi cuarto, quiero privacidad! —gritó ella enojada. —Eres una gorda grosera —Cristian tomó una almohada y se la lanzó a su hermana en la cara para después salir de la habitación.   —¿Qué te parece si comenzamos a trotar todas las tardes? —le preguntó Eduar a Luis Ángel mientras terminaban la tarea en el cuarto de estudio. —Tienes razón, eso nos ayudaría a mejorar nuestra resistencia —aceptó Luis Ángel. Observó que su amigo estaba bastante pensativo—. ¿Qué te sucede? —Podemos decirle a Camila que nos acompañe. ¿No te parece que está muy gorda? —A ella no le gusta hacer ejercicio y no nos dejará concentrar. —Es que escuché a mis padres hablar sobre ella, dijeron que para su edad está muy pasada de peso y es que se ve mucho. Siempre está comiendo, ¿no la viste el sábado? Solo sabía comer y parece que después le dio indigestión porque se fue con una cara trágica a su casa —Eduar soltó una carcajada—. Nunca he visto a una persona comer tanto. Eduar dejó de reírse al ver a Luis Ángel serio. —Tú le quitas el chiste a las cosas —fanfarroneó Eduar volviendo a mirar sus apuntes con rostro de aburrición. —Si tanto quieres ayudarla puedes decirle al tío Tomás que converse con ella para hacer que comience una rutina de ejercicio. Pero, la probabilidad que hay de que Camila acepte es muy nula —sugirió Luis Ángel con su típica voz de chico serio. —Deja de meter estadísticas cada vez que quieres explicar algo. Me haces sentir bruto —pidió Eduar. Cuando Eduar terminó de hacer las tareas con Luis Ángel llegó a visitar a Cristian a su casa, aunque, a quien quería ver era a Camila; pero como no tenía mucha confianza con ella tomó la excusa de hablar con su primo. —Hola Camila —la saludó con una sonrisa desplegada. —Cristian está arriba hablando con Elián —dijo ella con un rostro un tanto aburrido. Eduar subió al segundo piso extrañado por el pésimo humor que tenía la muchacha. Entró al cuarto donde estaba Cristian tirado en su cama comiendo unos bocadillos con Elián mientras veían una película. —Los quedé esperando en la casa de Luis Ángel para hacer la tarea, ¿por qué no fueron? —preguntó cruzándose de brazos. —Ay, deja de venir a atormentar la vida —pidió Cristian—. Yo después le pido a Luis Ángel que me preste la tarea. —Teníamos que hacer el trabajo de matemáticas Elián, pero como no fuiste, ahora voy a entregar el trabajo yo solo —soltó Eduar un tanto enfadado. —Oye, no puedes hacer eso; el trabajo es de dos —alegó Elián preocupado por su situación. —Ah… ¿ves? Quién te manda a ser tan irresponsable —Eduar tomó un bocadillo del plato y se sentó al lado de sus amigos en la cama. —No, no me puedes sacar del trabajo, yo también hice una parte —Elián comenzó a enfadarse. Se levantó de la cama y salió del cuarto dando un portazo al salir. Eduar y Cristian se vieron las caras. —Él no hizo nada, es un descarado —soltó Eduar. —Ay no, vayan a otro lado con su cuento —renegó Cristian. Elián bajó al primer piso para irse, vio que Camila estaba llorando en la sala mientras escribía en un libro. La joven al verlo dejó a un lado lo que estaba apuntando y se fue a la cocina para no tener que darle explicaciones del por qué lloraba. Elián quedó curioso por lo que estaba escribiendo en aquel libro su prima, se acercó y hojeó en la página donde la chica escribía. Sus ojos se abrieron en gran manera cuando leyó “Luis Ángel, si supieras lo mucho que te amo”. —¡Anda… ¿Esto qué es?! —soltó. Cerró rápidamente el libro y lo hizo reposar sobre el mueble como la chica lo había dejado anteriormente y salió de la casa emocionado por su descubrimiento. A Camila le gustaba Luis Ángel, ¿desde cuándo?, soltó una gran carcajada mientras caminaba por la calle. Quería contarle al joven, de hecho, llegó hasta la casa del muchacho y estuvo a punto de decirle, pero, ¿era lo correcto?, primero quería hablar con Camila. —¿Qué me ibas a decir? —inquirió Luis Ángel. —Ah… —Elián salió de sus pensamientos, rodó la mirada por todo el cuarto de estudio—, imagínate que Camila no le va muy bien con las matemáticas, el álgebra la tiene sacando canas verdes y pues, me preguntó si yo le podía ayudar, pero sabes que a mí no se me da muy bien eso, así que, no sé, ¿por qué no le ayudas tú? —Ella no me ha dicho nada —respondió Luis Ángel mientras pasaba la hoja del libro que estaba leyendo. —Claro que no te va a decir, no te tiene confianza. Luis Ángel al escuchar esas palabras alzó la mirada para ver a su amigo. —Nos conocemos desde que tenemos memoria, ¿por qué no me tendría confianza? —Por esa forma de ser tan rara la tuya —respondió Elián. —Bueno, sé que no hablamos mucho, pero no creo que sea por mi personalidad, de pequeños éramos muy amigos. Elián al escuchar aquellas palabras soltó una carcajada y Luis Ángel puso su rostro más neutral que antes. —Oye, ¿cuál muy amigos? Si tú siempre la has ignorado y por eso ella cuando creció se apartó de ti. Esa es la razón del por qué no te habla —explicó Elián. A Elián le sorprendió ver que Luis Ángel estaba bastante interesado por lo que Camila pensaba sobre él. ¿Es que acaso le gustaba la chica también? Si era así tenía muy mal gusto por las mujeres. Luis Ángel, diez años de edad: El niño estaba sentado en una silla leyendo un libro de la historia del cine en el balcón de la cabaña de una playa cuando observó a Camila esconderse detrás de una pared mientras lo veía de lejos. Desde que tenía memoria de la existencia de la pequeña siempre la vio llamando su atención, aunque, él al ser tan inexpresivo nunca le demostró que le agradaba estar cerca de ella. Camila se acercó a él y se sentó a su lado, aunque no sabía leer muy bien, fingía que entendía lo que leía. —¿Por qué no buscas el libro que te regalé? —le preguntó Luis Ángel a Camila. Ella hizo un sí con su cabeza y corrió a buscar lo sugerido por Luis Ángel, después, llegó emocionada con un libro que tenía en la carátula un pequeño príncipe y como título “el principito”. —¿Lo terminaste de leer? —le preguntó Luis Ángel. —No, pero mi mamá me lo lee en las noches —respondió la niña. —Debes de leerlo sola, así nunca aprenderás a leer —explicó el niño. Actualidad: A Luis Ángel le importaba el no distanciarse de Camila, era la única amiga que atesoraba de su infancia, le agradaba hablar con ella; pero por su falta de tiempo, se distanciaron en gran manera. Le parecía que la joven tenía una personalidad fuerte, admiraba su valentía para no prestarle atención a lo que los demás dijeran de ella. Él quería ser como Camila, poder hacer lo que siempre le había gustado y no lo que su padre deseaba para su futuro que era ser empresario, le aburría estar en una oficina, prefería pasar su tiempo leyendo y nadando; no encerrarse en un edificio a revisar cuentas. En cambio, sabía que, Camila desde pequeña se había inclinado por la cocina, iba por la vida probando sabores diferentes, cuando viajaba con su familia, salía a conocer nuevos restaurantes para probar los platos exquisitos que allí tenían. Luis Ángel siempre la veía de lejos, disimuladamente, para que nadie se enterara de su pequeño secreto que atesoraba con todo su corazón. Esa noche, Luis Ángel fue a la casa de Camila para conversar un rato con ella. Pero quien le abrió fue Cristian. —¿Y eso? ¿Qué haces aquí? —le preguntó. —¿Está Camila? —¿Eh? —Cristian quedó extrañado— ¿para qué quieres ver a Camila? —No tengo que darte explicaciones —respondió Luis Ángel—, es mi amiga. —¿Desde cuándo son amigos? —el rostro de Cristian demostraba lo extraña que le parecía la situación. Otro que le decía lo mismo, ¿en serio se habían distanciado tanto? Vio a lo lejos a Camila subiendo las escaleras que daban al segundo piso, llevaba con ella un pote de helado en sus manos que protegía como si fuera un gran tesoro que nadie le podía robar. La joven se ruborizó por completo cuando vio a Luis Ángel e iba a subir, pero él la detuvo. —Necesito hablar contigo —pidió Luis Ángel intentando que la muchacha no se fuera. —¿Ah? ¿Para qué? —le preguntó ella. —¿En qué problema te metiste ahora Camila? —indagó Cristian con rostro serio. —No… Yo no he hecho nada —respondió ella comenzándose a preocupar. —No es ningún problema —aclaró Luis Ángel. —¿Entonces?, ¿para qué quieres hablar con ella? —inquirió Cristian cruzándose de brazos. —¿Eres el papá o qué? —cuestionó Luis Ángel con su típica voz gruesa que demandaba imponencia. —No…, solo que es raro que tú quieras hablar con ella —explicó Cristian—. Bueno, hablen, cualquier cosa estaré en mi cuarto. Luis Ángel, quien no era muy bueno socializando, quedó a solas en la sala con Camila, ella se sentía ridícula con el pote de helado entre las manos. —¿Nos podemos sentar? —preguntó Luis Ángel. —Ah… Sí —Camila caminó hacia un mueble, pero se tropezó y cayó al piso botando todo el helado que quedó regado en su pecho y barriga. —¿Estás bien? —inquirió Luis Ángel acercándose a ella para ayudarla. —Sí, tranquilo, solo me tropecé con… ¿Con qué me acabo de tropezar? —Camila quería morirse de la vergüenza. Buscó en la cocina un trapo con el que pudiera limpiarse, mientras lo hacía, su mente estaba hecha un caos, ¿por qué tenía que pasar eso cuando estaba Luis Ángel presente? Su lado torpe no pudo encontrar mejor momento para manifestarse. Al llegar nuevamente a la sala, se sentó frente a Luis Ángel quien se veía bastante… ¿él?, solo era su personalidad seria y calmada. —Ahora sí, ¿qué sucede? —le preguntó la joven rompiendo el silencio que los atrapaba. —Elián me dijo que tienes problemas con matemáticas —explicó Luis Ángel. —¿En serio? —Camila quería morirse de la vergüenza—, lo que sucede es que la profesora explica muy rápido y no le entiendo nada; pero nada más, yo voy a repasar, eso estoy haciendo. Además, a él tampoco le va bien, si tú no le explicas ¡puf…! Le iría muy mal. Solo… necesito repasar más —hizo silencio—. A todo esto, ¿por qué te estoy dando explicaciones sobre mi situación académica? No es como que te tenga que dar explicaciones de lo que hago o dejo de hacer, suficiente tengo con mi hermano y mis papás, mi mamá se pone loca cuando se entera que saqué una mala nota. Mi tía Keidys me contó que a mi mamá le iba muy mal en clases, que siempre perdía matemáticas, así que lo bruta a los números lo saqué a ella. Bueno, siento que me perdí del tema, ¿qué era lo que te estaba contando? Hubo un momento de silencio, Luis Ángel observó toda la sala, ¿qué hacía hablando con ella? Le acababa de decir muchas incoherencias. Camila se tornó totalmente roja, notó que todo lo que había dicho puso a Luis Ángel incómodo y sabía que él estaba pensando que hablaba con una retrasada mental.  Solo quería decirte que te puedo ayudar explicándote matemáticas —dijo Luis Ángel. Ese momento incómodo cuando quieres que la tierra te trague…  

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