U N O.

3418 Words
JENNIFER BLACK, ESE ES MI NOMBRE. Observo el viejo edificio de la que será mi nueva universidad. Tiene años de existencia y se nota por las grietas que hay por las paredes. Todos a mi alrededor me observan y juzgan con la mirada, sabía que esto pasaría. Soy la "nueva", sin embargo, nunca he sido muy fanática de ser yo la que tenga la atención de la gente. Trato de ignorar a todos mientras camino hacia la dirección, pero es imposible. No bajo la cabeza, me mantengo firme y recta. Al llegar ahí hay varias personas como si estuvieran esperando su turno para poder hablar con la directora, tomo asiento en unas de las sillas que se encuentra desocupada. A mi lado derecho hay una chica con lentes, la cual no despega su mirada de mí, la observo con el ceño fruncido y ella sigue sin apartarla. Frunce su ceño y niega con la cabeza, acomoda sus lentes con uno de sus dedos. Carraspea y me sonríe. Esta gente está loca. — Hola, soy Olivia Carson— extiende su brazo, esperando que estreche su mano con la mía, pero no lo hago. — Jennifer Black— contesto. — Eres nueva— afirma—, te he estado esperando por más de quince minutos. — ¿Disculpa? —no entiendo nada, se supone que la que tiene que mostrarme la universidad es la directora, no una compañera. — Soy tu compañera de habitación, por ende, soy la que tiene que hacerte un tour por toda la universidad... — ¿No se supone que es la directora quien tiene que hacerlo? —niega con la cabeza. — Ella tiene mucho trabajo que hacer. Ella se pone de pie y yo la sigo. Conozco la universidad como si fuera la palma de mi mano. He venido varias veces, había venido a visitar a Scarlet muchísimas veces, ella siempre me mostraba la universidad como si fuera lo más genial de toda la vida. A ella le encantaba hacerlo y a mí me gustaba verla feliz. No tenía intenciones de entrar a esta universidad, quería irme a Londres, quería estudiar en la Universidad de Greenwich, ese era mi sueño. Pero, cuando me dieron la noticia de que a ella la habían asesinado y que su muerte había quedado impune, sabía que yo tenía que cobrar venganza. Era mi mejor amiga y yo no podía quedarme con los brazos cruzados, esperando que alguien hiciera justicia por ella, cuando era claro que nadie lo haría. Mi madre no estaba muy de acuerdo con aquello, ella decía que la policía se estaba haciendo cargo de su caso, pero era mentira. Al final, ella aceptó que yo terminaría haciendo lo que yo quisiera y así fue. Olivia habla y habla y habla, enseñándome toda la universidad mientras yo asiento con la cabeza, dándole el avión, porque, sinceramente, no me interesa. Ella sube los escalones y yo le sigo por detrás. Sé dónde estamos: los dormitorios, porque varias personas suben y bajan al mismo tiempo y hay demasiadas puertas por ambos lados. Llegamos a un amplio, limpio y gran pasillo, el cual, como todos los demás, está repleto de puertas, pero hay una que me llama la atención. No es como la demás, grandes y cafés, está es azul y tiene una cinta amarilla con la leyenda: POLICIA NO PASAR. Pestañeo varias veces, mientras me acerco a ella. Olivia va delante de mí por unos cuantos metros, pero cuando se da cuenta que no la sigo de cerca, ella camina hacia mí a paso rápido. — ¿Qué es esto? —le pregunto, mientras trato de pasar la yema de mis dedos por la puerta. Ella suspira. — Es la habitación de una vieja amiga. Lamentablemente la asesinaron hace tres meses, se llamaba... — Scarlet Miller— la interrumpo, completando la oración. Olivia frunce su ceño y me mira con cautela. — ¿La conociste? —quiero decirle que sí, que ella era mi amiga, pero también sé que nadie debe saber porque realmente estoy aquí. — No, no, vi su caso en las noticias... — Su caso estuvo por muy poco tiempo en las noticias. La universidad pagó una gran cantidad de dinero para que dejaran en paz la nota. Por ello, es que aun el caso no se resuelve— suspira—, y dudo mucho que alguien de la universidad diga algo para resolver el caso, se dice que el asesino pagó una gran cantidad de dinero a todos los testigos para que no dijeran nada. — ¿Ella tenía enemigos? — No, no que yo sepa. Era muy callada— se encoge de hombros—, bueno, vayamos a nuestras habitaciones. Ella se da la media vuelta para seguir el camino hacia donde están nuestras habitaciones, observo una última vez la puerta para después caminar hacia dónde está Olivia. La habitación no es muy grande, consta de dos habitaciones, un baño, la cocina y la sala de estar. No tiene mucha decoración, apenas tiene muebles y las paredes están llenas de papeles, como si estuviera resolviendo un caso. Ella se da cuenta que no dejo de analizar las paredes y se acerca hacia mí para después colocar un brazo alrededor de mi cuello. — Estudio criminología— explica—, estoy haciendo el trabajo final del semestre. Espero y no te moleste. — No, no pasa nada. — Tu habitación es la que está al fondo, lado derecho— da la media vuelta y se dirige hacia la cocina, mientras que yo empiezo a dirigirme hacia la que será mi nueva habitación. Mis maletas ya están ahí. Esperando a que sean ordenadas por mí. Un largo y pesado suspiro sale de entre mis labios. Rasco mi mejilla derecha, metalizándome para lo que viene, porque nada de esto será tan fácil. Tengo que descubrir que fue lo que realmente pasó con Scarlet aquella noche o aquel día, quiero saber porque estaba en este piso y no en el que está a tres pisos abajo que el mío. Las preguntas se empiezan a acumular en mi cabeza, haciendo que me empiece a doler. Nada de lo que veo aquí lo estoy entendiendo. ¿Por qué la universidad pagaría una gran suma de dinero para callar su caso? ¿Quién fue el que la asesinó? ¿Por qué a ella? ¿Qué hacia ella? ¿Dónde estaría su cuerpo? Porque, aunque se sabe que el crimen se realizó en una habitación de la universidad, su cuerpo jamás fue hallado, simplemente se querían deshacer de ella. Y de alguna manera lo consiguieron. Ese dolor en el pecho, que me confirma que ella ya no está aquí, se instala. No sé cómo manejar todo, y, sin darme cuenta, las manos ya los tengo llenas de sudor mientras guardo una que otra prenda en mi nuevo armario. Tengo que guardar la compostura, tengo que tranquilizarme y evitar que alguien sospeche de mí. Aprieto la tela entre mis manos para después aventarla y ponerme de pie. La situación es complicada, muy pero muy complicada. Ni siquiera he empezado a investigar y ya me estoy torturando con todo esto. En eso, la puerta de mi habitación se abre, dejando ver a una Olivia maquillada y arreglada. Frunzo mi ceño. Esto es violar la privacidad de las personas. No es que mi casa haya mucha, pero por lo menos esperaba tenerla aquí. — Hola, Jenni— dice cuando me observa con el ceño fruncido—, he estado tocando tu puerta por más de diez minutos, no has respondido y quería saber que estabas bien. — No pasa nada. ¿Necesitas algo? — Hay una fiesta para los de nuevo ingreso, es en la residencia de los hermanos Z, quería saber si te gustaría venir... ya sabes, para que empieces a familiarizar con la facultad— parece nerviosa, como si creyera que le dijera que no, cuando, lo más probable, es que sea cierto. — Claro, tienes razón. ¿Cuánto tiempo tengo? —ella parece sorprendida con mi respuesta que tarda en contestar. — Media hora, ¿te da tiempo? Si no para avisar a mis amigos... — En veinte minutos estoy lista. Gracias. Ella sonríe con entusiasmo para después salir de mi habitación y dejarme sola. Al ver mi armario, acomodado y ya con la mayoría de toda mi ropa acomodada me arrepentí. Sabía que haría un caos completo para escoger algo que me gustase. Podía cancelar todo, entrar a la famosa habitación aquella, que estaba a tres habitaciones que la mía y saber qué fue lo que realmente pasó. Pero, algo, muy pero muy al fondo de mi ser me decía que tenía que ir a aquella fiesta, que podía sacar alguna que otra información de aquel lugar y sin pensarlo mucho busqué lo mejor que podía colocarme. Podía colocarme unos shorts y una camisa, pero sabía perfectamente como era aquella universidad. Tenías que impresionar a todos, tenías que hacer entender que estabas ahí porque, o tenías un apellido demasiado influyente o simplemente habías obtenido una gran beca. Lo segundo no era muy recomendable presumirlo. De "pobre" no te bajarían. Scarlet lo había comentado muchísimas veces cuando le preguntaba el por qué ocupaba ropa tan costosa que ella jamás en su vida había ocupado. Su familia es poderosa, el apellido Miller pesa y pesa muchísimo, su padre un gran abogado — corrupto, pero de los "mejores". De esos, que sabes que si los contratas estas más afuera de la cárcel que adentro—, y su madre una modelo de prestigio, a pesar de todo esto Scarlet siempre se mantuvo al margen de todo. Odiaba a los paparazis. Odiaba saber que su padre era corrupto. Odiaba tener que seguir una dieta demasiado estricta, porque su mamá así lo pedía por el simple hecho de ser modelos. En pocas palabras: Scarlet Miller odiaba su apellido. Lo sabía porque muchas veces lo había dicho. Lo había expresado y yo la había entendido. Era mi mejor amiga. Alguien toca el timbre del departamento, haciendo que este reproduzca un sonido horrible y yo tenga que taparme los oídos para no escucharlo, hasta que una voz se escucha: — Olivia, ya estamos abajo. Te estamos esperando— dijo una voz masculina por el comunicador. — Síííí, y trae a tu nueva compañera de piso, quiero conocerla— esta vez habló una chica. Ahí supe que era la hora para irnos. Acomodé la hebilla de mi tacón para después levantar la mirada y observar el cómo mi habitación de pasar a estar ordenada pasó a una habitación demasiado desordenada. Cerré los ojos con fuerza, con frustración. Lo haría otro día. Cerré la puerta detrás de mí cuando salí y encontrarme a Olivia en el pasillo. Me sonrió para después caminar hacia la entrada, yo la sigo por detrás tratando de no caer por los grandes tacones que ocupo. Al llegar al lobby, sus dos amigos están ahí, sentados en los sofás que se encuentran a lado de la puerta. Hay un chico de cabello largo que le tapa los ojos y tiene aretes, está distraído, jugando con unas llaves entre sus manos, las cuales están llenas de anillos de plata, la chica que se encuentra a lado de él, observa su teléfono distraída, tiene el cabello rubio y corto hasta la barbilla y tiene tatuajes en su mano derecha. Ella es la primera que alza la mirada y encontrase con la mía, sonríe mientras se pone de pie y camina hacia donde se encuentra su amiga. — Hola, soy Sheri— se presenta mientras extiende su brazo y lo estrecha conmigo— Sheri Cass. — Jennifer Black— ella aleja su mano como si quemara y observa por un momento a Olivia con el ceño fruncido. Trato de ignorar las miradas que ellas intercambian, hasta qué, el chico de cabello largo, se cerca hacía mí. Tiende su mano, y ambos compartimos un pequeño apretón de manos. Él, medio sonríe para después observar a las chicas que están detrás de mí. — Deaken Cass, hermano de ella y amigo de Olivia— las señala. — Jennifer Black. Un placer. Deaken gira su rostro hacia mí demasiado rápido, como si lo que dijera le sorprendiera de alguna forma. No entiendo muy bien que es lo que pasa entre ellos, pero, algo me quiere hacer entender que ellos saben algo acerca del asesinato de Scarlet, podría hasta decir que pueden ser los mismos asesinos. O Scarlet les habló de mí a ellos. — Bueno, creo que lo mejor sería ir avanzando hacía la camioneta, ellas tardaran. Da la media vuelta, yo observó sobre mi hombro hacia Olivia, la cual discute un poco con su amiga. No puedo saber de qué ya que hablan en un tono de voz demasiado bajo para ser comprensible. Deaken se queda parado en media de los escalones, esperando por mí, asiento con la cabeza para después llegar hacia donde él se encuentra. Coloca una mano en la parte baja de mi espalda, y el simple toque hace que me estremezca debajo de sus dedos. Mi piel se eriza y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Señala una camioneta cerca de la entrada de la residencia y en ningún momento me suelta hasta que llegamos. Hay una pequeña lámpara en la calle la cual tiene una luz tenue, haciendo que pueda observarlo un poco más. Sus ojos cafés. Sus labios rozados y cuarteados, me imagino que por el frío que hace. Sus pómulos marcados. Y unos pequeños mechones rubios de cabello escapándose del gorro de lana que lleva puesto. Volteo mi rostro hacia otro lado, cuando él se voltea para sacar una cajetilla de cigarros de sus bolsillos delanteros. Winston, es el nombre que se marca en la caja que él saca. Me ofrece uno, pero niego con la cabeza. Olivia y Sheri no tardan mucho en salir del departamento, para después caminar hacia donde estamos nosotros, ambas me regalan una sonrisa, la cual dudo mucho en devolver. Sheri va de copiloto, por lo tanto, Olivia y yo tenemos que ir en la parte trasera del coche. Los tres van hablando acerca de las tareas que tienen por realizar, de los proyectos y de lo que se puede encontrar en la fiesta — desde drogas, alcohol o personas fallándose en medio de toda la gente—, tratan de incluirme en la conversación, pero solo contesto con monosílabos. No sé muy bien que es lo que tengo que decir, por ello me mantengo al margen. Llegué a creer que hablarían acerca de la muerte de Scarlet, pero en ningún momento mencionan su muerte o dicen algo referente a ello y ahí, es donde me doy cuenta que de ellos no podré obtener ninguna información acerca de su asesinato. Deaken estaciona delante de un gran edificio, con muchas ventanas y las paredes pintadas de blanco. Observo atontada el edificio, porque nunca he visto alguno así de parecido. — Bajen. Iré a buscar estacionamiento— habla Deaken, sacándome de mi trance. Olivia es la primera en bajar y me ayuda a mí a hacerlo. Sheri se acerca y las tres juntas caminamos hacia la entrada. Hay bastante gente fuera, bebiendo, drogándose o incluso enrollándose sin ningún pudor. Trato de ignorar todo, porque, por lo que entiendo, esto es común y veré mucho de esto por aquí. Sheri jala de mi brazo para no perderme entre toda la multitud que hay acumulada. La gente me empuja, me pisotea y jala. Deaken no tarda en estar a nuestro lado con expresión de amargado, como si algo allá fuera lo hubiera enojado. No dice nada, se mantiene callado mirando a su alrededor. Lo observo disimuladamente y me doy cuenta que en su nuca tiene un tatuaje. Son dos hojas de olivo y en medio hay una C con un J enredadas. Meneo un poco mi rostro para ver si tiene más por su cuello, pero él se gira, haciendo que su mirada y la mía choquen. Frunce su ceño. — ¿Qué haces? —con una clara voz de burla. — Tu...tu cuello— tartamudeo y me arrepiento, ya que ensancha su sonrisa. — El tatuaje— lleva su mano al lugar en donde está ubicada y pasa la yema de sus dedos por este—, ¿te ha gustado? — Es bonito, sí. ¿Tienes más? —asiente con la cabeza y echa para atrás su cabeza, haciendo que yo me tenga que poner delante de él para observar el tatuaje que tiene en la garganta. Es una frase y está en inglés, las letras son muy chiquitas como para distinguirlas. Me vuelvo a colocar a lado de Deaken. — ¿Qué dice? No logré muy bien distinguir las palabras, son muy pequeñas— pone los ojos en blanco y coloca una mano alrededor de mis hombros. — He who messes with the best will die like the worst— dice, con una sonrisa. — El que se mete con los mejores, morirá como los peores— capto el mensaje. — Vaya, si sabes inglés— se burla. Me parto de él de un tirón, haciendo que su brazo caiga a su costado y esto ocasione que el vaso de una persona que va pasando caiga al suelo. El chico al que se le ha caído su cerveza, no duda en girarse para reclamar el daño y Deaken ya se prepara para armar una pelea si es necesario. Pero, cuando el chico se gira, lo observo... Esos ojos. Esa boca. Esas manos tatuadas. Ese cabello n***o. Esa nariz. La imagen mía besándome con él, viene a mi mente cuando se gira por completo y puedo observarlo mejor. Él aún no se percata de mi existencia, sin embargo, yo ya lo he hecho. Sin dudarlo mucho, dejo que su nombre salga de entre mis labios: — ¿Zac? Se detiene. Parpadea. Me observa. Lo observo. Deaken me observa a mí para después observarlo a él. Sus labios se entreabren, dejando salir mi nombre: — ¿Jennifer? No ha cambiado. Aquel rostro de niño bueno adinerado permanece tal cual. Se ha puesto pálido y tiene que agarrarse de una pared para no caer, pero, tan pronto como entiende lo que está pasando, se incorpora y me toma del brazo para jalarme en medio de la multitud de gente. Al llegar a un lugar un poco más reservado, él me suelta y se gira hacía mí, cabreado. Él no estaba de acuerdo que yo hiciera justicia por Scarlet, sin embargo, yo había hecho lo que se me diera la gana y eso a Zac le fastidiaba. — ¿Qué haces aquí? —su voz salió en un murmullo, pero con notable enojo. — Te dije que vendría aquí para a hacer justicia por Scarlet y es justo lo que estoy haciendo— toca el puente de su nariz y cierra los ojos con fuerza. Va a decir una pendejada. Lo sé. — Te doy cien mil dólares si tomas tus mierdas y te largas de aquí. — Ni lo pienses, Kandall. — Black, esto no es para ti, este no es tu sitio. — A veces pienso que eres parte de los asesinos— le reprocho, él hace una mueca, pero niega con la cabeza. — Deja de decir tanta mierda— escupe—. Necesito que te vayas a la maldita universidad que querías ir y olvidar todo esto... — No voy a olvidar a Scarlet. Para empezar, quiero saber qué hacía en aquella habitación aquella noche, ella estaba tres pisos más abajo que en la que la encontraron. — Ahí la encontraron y punto— zanjea. — Sin cuerpo no hay muerto, Kandall. Y tú lo sabes, yo lo sé. — Vete a la mierda, Black. No sabes nada. No sabes lo que pasó aquella noche. No sabes lo que ha pasado con la investigación. — Entonces necesito que me ayudes para entenderlo... — Yo...yo...yo no puedo— tartamudea—. Zev no estará de acuerdo... — Zev nunca nos ha controlado, Zac, podemos hacerlo. Lo sabes... Él, por primera vez en toda la noche me observa a los ojos, hay miedo en los suyos, sabe que lo que haremos no traerá nada bueno, pero también sabe que no me iré de aquí. De sus labios sale un suspiro pesado. Después habla, en un murmullo, como si no estuviera seguro de lo que está a punto de hacer: — Hagámoslo. 
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