Centro de Rehabilitación | Habitación de Francisco 09:00 La mañana apenas había comenzado, pero en la habitación de Francisco ya no quedaba ni rastro de sueño. El hombre estaba de pie, apoyado en su bastón, con la mirada fija en el ventanal que daba al jardín interior del centro. Sus ojos, aunque apagados por el cansancio físico, conservaban una chispa. Una que no estaba antes. Leandro lo observaba desde la puerta, en silencio. No necesitaba palabras para leer lo que se gestaba en esa quietud. —No has tocado el desayuno —dijo al fin, cruzando los brazos. —No vine a este sitio para comer bien —respondió Francisco, sin girarse—. Vine porque necesitaba irme. Alejarme de todo. De todos. Leandro entró y cerró la puerta tras de sí. —¿Y lo has conseguido? Francisco respiró hondo. Luego se

