La heroína

1361 Words
Gabriela y su grupo de compañeros, fueron a cazar lobos con armas simples subestimaron a aquellos animales y al momento de buscarlos se llevaron una gran sorpresa.  Uno de ellos se apareció al frente de ellos sin miedo se acerco hacia su líder y se le lanzo encima.  —Cuidado—grito uno de los espadachines.  El logro matar al lobo, pero antes de lograr rematarlo otro apareció y se le lanzo, pero este era diferente sus ojos eran rojos como la sangre y sus colmillos enormes.  Sus compañeros fueron a ayudarlo, pero aparecieron decenas de ellos.  El pequeño grupo se vio acorralado.  ¿Qué hacemos?, pregunto el sanador.  —Morir de pie-respondió la sacerdotisa.  Gabriela se vio asustada y acorralada era su primer misión y su vida acabaría. Ella corrió y se alejo de ellos.  Sus compañeros la vieron huir pero hasta ellos sabían que no había escapatoria y simplemente pelearon hasta que su vida termino.  La chica en medio de la oscuridad, perseguida por lobos corrió sin parar tratando de evitar lo inevitable.  Con los ojos llenos de lágrimas, rogaba encontrarse a alguien que la ayudara, pero nadie acudiría a ayudarla.  Ya casi la alcanzaban y por no mirar a donde se dirigía cayo al un hueco, profundo.  Los lobos solo observaban y decidieron no seguirla y se fueron de allí.  Gabriela despertó en medio de una cueva oscura con un pie fracturado y con múltiples cortes.  No podía ver nada, todo era oscuro. Mientras aturdida caminaba por el lugar. Vio que un camino se encendió y la guio hasta cierto lugar.  Ella se vio obligada a hacerlo, pues era la única zona en la que podría ver.  Al final del camino había una puerta que casi arrastrándose. Y al entrar las puertas se cerraron.  Frente a ella miles de monstruos estaban en aquel lugar, habían cinco armas tiradas en el piso.  Una espada, un arco, un báculo, un escudo y una daga.  Ella escogió la espada, que al tomarla iluminaba una buena parte del lugar donde estaba.  Y de inmediato una manada de vestían se dirigió hacia ella que con la espada logro a atravesarlos uno por uno. Pero todo no acabo allí, siguió caminando y encontró mas monstruos.  El lugar seguía igual con la misma iluminación pobre. Y algunos frutos de arboles llenos de espina con los que se alimento el tiempo que estuvo allí.  Buscaba la forma de salir, recorriendo todo el lugar, pero no encontró la salida. No sabia cuanto tiempo había pasado allí, así que continuo su camino sin descansar, su ropa estaba totalmente desgastada se veía sucia y que muchos huecos.  Paso un buen tiempo así. Hasta que un día vio un luz por uno de los pasillos mas oscuros y escucho una voz.  Ella camino hacia allá salió por fin, pero para su desgracia habían un grupo de aventureros.  —¿Qué es eso?- gritaron algunos.  —Mátenlo.  Todos apuntaron sus armas hacia ella.  —¡Esperen!- grito una mujer alta y de cabello Rojo-Parece una persona.  —Pero salió de esa mazmorra maldita—sugirió uno de los hombres.  Aquella mujer de cabello rubio y ojos café, vestida con armadura bajo de su caballo y hizo un gesto para que todos bajarán sus armas. Y le dirigió la palabra a la chica.  —Habla.  —Yo soy una aventurera—respondió ella.  —¿Cómo te llamas?—pregunto La mujer.  —Gabriel Cifuentes—respondió ella.  —Habla como una noble…  —Si lo soy, mi padre es el duque Feur.  —Interesante, oí una vez que se había perdido una noble con un grupo de aventureros—dijo la mujer tocándose la barbilla.  —Mi señora ¿Por qué dicen que se perdió, si todos los ellos murieron?.  —No encontraron ninguna parte de la chica.  Mientras todos hablaban Gabriela empezó a entender que era lo que había sucedido.  —¿Cuántos tiempo ha pasado después de eso?.  —Un año y medio-respondió la mujer.  —Todo ese tiempo allí.  La aventura se acerco a ella y le dio la mano.  —Ven con nosotros te ayudaremos.  El resto estaban asustados, creían que era algún monstruo disfrazado de humano.  La chica le dio la mano y fue llevada hasta un campamento donde tuve que bañarse, pues su cuerpo estaba lleno de mugre. Allí le conto su historia a los aventureros.  —Entonces, ¿esa espada la sacaste de allá?.  —Si es lo único que pude escoger de allí, y lo que se me ocurrió sacar.  —Ok, ¿te gustaría seguirnos?.  —No puedo, debo buscar a mis padres.  —Esta bien, creo que nos volveremos a ver, alguna vez, yo soy La heroína Elena, soy del país de Tertown. Estamos aquí, por los rumores de esta mazmorra que tu acabas de limpiar.  —¿Mazmorra?.  —Son laberintos que aparecen cada tanto tiempo, hay objetos como la espada que tienes tu en estos momentos.  —Entonces yo….  —Deberías pedirle unirte a un gremio, yo creo que te falta poco para los quince.  —Si, pero, primero debo resolver un problema.  —Ok, estamos al sur de Abadía, uno de mis ayudantes te darán unas Abad para que regreses a tu ciudad.  —Gracias, heroína Elena, no debió tomarse tanta molestia.  —No te preocupes eso es lo que hacemos los héroes, este el camino que todos decidimos seguir.  Después de hablar con la heroína Gabriela se fue en una caravana hacia la ciudad donde vivían padres a darles la cara.  Gabriela volvió a su hogar casi después de dos años de qué se fue.  La ciudad se veía algo diferente, y pocas personas reconocían aquella niña inocente, y con modales de noble, ahora era toda una aventura que sabia como defenderse, y caminaba diferente.  Tocó en la mansión en la que vivía su familia.  Y abrió una de las sirvientes.  —Señora Cifuentes, su hija regresó.  Una señora vestida de una manera elegante se acercó a la puerta  —¿Cuál hija?...Ah….eres tu…te vez distinta.  Con una cara serie y con los brazos cruzados la miro.  —Si, soy yo, quiero hablar con mi padre.  —El murió después de saber que te fuiste—dijo haciendo una mala cara.  —Eso es mentira, el no se moriría así no mas.  Unos pasos resonaban en la puerta y se acercaron hacia ellas.  —Tu me enterraste el día que te fuiste, y nos hiciste pasar semejante vergüenza—comento aquel hombre bastante enojado, tenía barba y cabello rojo oscuro con algunas canas.  —Padre, yo no puedo seguir sus tradiciones, decidí volverme  una aventurera, ya tengo los quince para entrar a un gremio.  —En serio dejaste, todo estos lujos para volverte una marimacho, que anda peleando con monstruos de pueblo en pueblo, ese déjaselo a los hombres, eso no es ofició para una mujer.  Gabriela empezó a sentir el peso de sus palabras y dudando de como responder le dijo  —Yo quiero seguir mi camino, este fue el que yo escogí lo siento, padre.  Aquel hombre alzó una ceja, con un gesto le pidió a su esposa y a la empleada que se retiraran  —Arruinaste a la familia sabes, tenias un compromiso con el octavo príncipe y no le tiraste a la basura.  Gabriela agachó la cabeza y le respondió.  —Lo se, pero jamás me escucharon. No quiero casarme con el. Odio esta vida de mentiras, donde todos me dicen que hacer.  —Esta bien, de todas maneras para todos tu estas muerta, aunque podría hacerte pasar como una familiar lejana. Aunque  Sigas con ese carácter engreído y fantasioso.  […]  Gabriela se fue después de hablar con su padre un poco mas tranquila al saber que estaban bien y todo seguía igual en su ciudad, volvió al lugar donde conoció a la heroína, pero ya no estaba. Así que se dirigió hacia el gremio y busco una misión para hacer y volver a reunirse con ella en otra ocasión.  La chica se dirigió al lugar donde estaban el tablero de las misiones disponibles 
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