Capítulo 2

2157 Words
La luna se veía tan brillante y hermosa como siempre. La brisa era fría pero el suéter me resguardaba. Respiré hondo y exhale sintiéndome tranquila. Miré la hora en mi mesita de noche y ésta marcaba las 2:45 de la mañana. Hoy era uno de esos días en los que me daba un insomnio terrible, por más que hiciera cualquier cosa no podía conciliar el sueño. Ya me había visto dos películas y ninguna causó un mínimo efecto en mí, tomé leche tibia y aquí seguía. Mañana tendría clases y yo seguía aquí, mirando la luna desde la ventana de mi habitación y divagando entre mis pensamientos. Era algo terapéutico para mí poder admirar el cielo y la naturaleza, en general. También me traía recuerdos bonitos de mi niñez y no pude evitar sonreír cuando un recuerdo de mi padre y yo, acostados en el jardín muy ordenado de mamá a las 12 de la noche cuando me despertaba con pesadillas y me daba ataques de ansiedad, juntos admirábamos la luna mientras echábamos cuentos y contábamos las estrellas. Sin dudas eran uno de mis momentos favoritos con él, y a pesar que en ese entonces yo era una cría de ocho años, parecía tener la madures para hablar con él de todas los cosas posibles. —¡Papá, te gané! ya sé cual es la estrella más grande de el cielo —exclamé luego de un buen rato buscando alguna que me convenciera para poder vencerlo. —No, cariño, todavía vas perdiendo —dijo en medio de un bostezo y fruncí el ceño. —Pero, ¿cómo sabes que no si ni siquiera la has visto? —pregunté ya cansada, él río y asintió lentamente. —¿Sabes por qué sé que perdiste? —me tomó de la mano y juntos nos levantamos del césped. Negué ya cansada de lo mismo y él me miro poniendo un mechón de mi pelo detrás de mi oreja—. Porque sencillamente yo la puedo ver, e incluso la veo todos los días, a cada momento y justo ahora también, solo tienes que pensar un poco más y verás que por fin podrás ganarme. —Seguro haces trampa con la estrella y la escondes cuando yo la voy a buscar —dije inocentemente, él solamente rió y juntos comenzamos a caminar dentro de la casa para ya poder descansar bien. El tiempo pasaba muy rápido y por unos instantes me sentía pequeña ante el mundo porque a veces pensaba que había sido ayer desde que me enteré que papá había muerto. No hubo despedida y tampoco hubo tiempo para tratar el cáncer que poco a poco lo estaba matando. Sólo dos semanas había durado desde que nos enteramos de aquella noticia que nos partió el corazón, pero que día a día tratábamos de superar. Pero él no lo aguantó, y fue mejor eso que verlo sufrir. Siempre trataba de recordarlo y admiraba sus fotos para que en mi memoria no se borrara la imagen de mi mejor amigo, de aquél hombre que junto con mi madre me enseñaron lo bueno y lo malo de la vida y a ser quien era actualmente. Ocho años que habían pasado como si fueran meses, y todavía lo seguía extrañando, no sabían cuanto. El rugido de una moto me sacó de mis pensamientos, asomé mi cabeza hacia la calle y pude ver a Fabián montándose en esta, ¿a dónde diablos iría a esta hora? En el momento en que lo iba a llamar, él subió la cabeza y me miró. —Vamos, te estoy esperando. Y quedé un poco sorprendida, no me esperaba eso, y aunque quise comenzar a dudar, no me lo permití porque quizás este podría ser el momento. Solamente me puse mis cross, y sin importar que estaba en pijama me coloqué bien el suéter y cogí mi celular para después salir lentamente sin hacer ruido, bajé las escaleras y todo estaba oscuro, abrí la puerta y le pasé una llave por seguridad. Caminé hacia él, me dio un casco y se colocó el otro y en silencio me monté, pero cuando sentí que comenzaba a arrancar, le abracé la espalda sin permiso, colocando mi manos en su duro abdomen. Su cuerpo se tensó un poco pero no refutó. No le tenía miedo a las motocicletas, sino a la velocidad con la que podías llegar a ir. Me daba algo de miedo la adrenalina pero me gustaba disfrutarla. La brisa volaba mi pelo y me pegaba en la cara, y a pesar de que no sabía que era lo que realmente estaba sucediendo, a dónde iríamos, sonreí para mis adentros porque me gustaba esto. Lo miré por el retrovisor y su semblante era relajado pero un poco serio y me pregunté que lo había hecho cambiar de opinión. Habían pasado tres días desde que él y yo no hablábamos desde la última vez en la clase de historia, solamente me miraba, yo lo miraba, y todo era como si no nos conocíamos. Por un momento llegué a pensar que me dejaría de hablar, en realidad no le había dicho algo malo y me pareció absurdo de su parte. Y por otro lado, las cosas en la casa seguían normales como siempre, pensé que con dos personas nuevas iba a afectar el día a día de mamá y yo, y en realidad no fue así. Marie siempre se ocupaba de casi todo y nosotras estábamos agradecías a pesar de que Nancy le decía que ella no era una ama de casas, pero al parecer a Marie no le importaba aquello, además era una gran ayuda para mi madre ya que el trabajo la ocupaba mucho. ¿Y Fabián que hacía? Nada, él era como un fantasma, pocas veces me lo topaba porque vivía prácticamente en la calle que aquí o, simplemente se encerraba en su habitación sin molestar a nadie. Yo mientras tanto hacía lo mismo cada día, ir al instituto, pasar tiempo con Hanna y Louis y volver a mí casa. De pronto la moto comenzó a bajar la velocidad y pude notar que llegamos a una de los parques de Hasnville, estaba tan abandonado y deteriorado que casi nadie lo visitaba, solamente las parejas que querían privacidad y experimentar en el bosque, o también se armaban pequeñas fiestas al aire libre. — ¿Qué hacemos aquí? —pregunté cuando él se detuvo y comenzó a quitarse el casco para bajarse, hice lo mismo y me pude imaginar mi cabello desordenado cuando él alzó una ceja mirándome gracioso. —Lindo pijama —me miró de arriba abajo y pasó su mano por su pelo desordenado, dándole un toque sexy en la manera en que lo hizo. Me encogí de hombros y miré mi ropa, era de Pucca. Aparcó la moto cerca de unos arbustos y comenzó a caminar hacia la parte donde había árboles y todo estaba muy oscuro. —Vamos Fabián, ¿ahora quieres indagar en el bosque? Que aburrido—dije bromeando, y era que me daba miedo la pinta tenebrosa que se reflejaba. Pareciera como si nos estaba dando la bienvenida a un bosque embrujado. —Pensaba que ya habías dejado de ser tan cagada —y caminó como si nada. Miré a mi alrededor y todo se veía escalofriante, por lo que me apresuré hasta estar a su lado. Entramos y todo estaba tan silencioso, seguimos caminando unos minutos y cuando estuve a punto de preguntarle si me iba a secuestrar en este lugar, se detuvo en una pequeña entrada llena de palos y hojas, con su mano hizo espacio y ladeó su cabeza para que pasara. —Creeré que no es una trampa para secuestrarme —murmuré y me agaché para pasar por el hueco. —Debiste pensarlo antes de subirte a mí moto, genia. Y cuando pude salir, quedé boquiabierta con la vista. Había un lago muy bonito y pacífico con piedras a su alrededor, parecía una piscina, su agua era clara y la luz de la luna alumbraba todo el lugar. —Esto es... —quedé sin palabras, me subí a una de las rocas con cuidado y pude observa todo más de cerca—. Maravilloso. —No te acostumbres, yo lo vi primero —quiso sonar demandante, pero luego río un poco y lo miré frunciendo el ceño con gracia. Él se sentó en el borde de la piedra, se quitó los zapatos y sin importar que traía puesto el pantalón, metió los píes en el agua, mirando todo con tranquilidad—. Este lugar me trae recuerdos... Hice lo mismo que él y metí poco a poco los píes en el agua procurando que no estuviera fría, pero no, era cálida y se veía divina. —¿Como fue que llegaste hasta aquí? —lo miré de perfil, curiosa. —Bueno —miró el cielo y duró unos segundos en responderme—, en Julio de el año pasado, visité Hansville escondido de mamá. Si se hubiese enterado de que había venido sin traerla, me dejaría de hablar mínimo una semana por no avisarle que estaría en el pueblo donde vivía Nancy —sonrió y me pude imaginar a Marie reclamándole a su hijo, y sabía que si era capás de aquello—. Pero no vine solo, vine con mi ex novia. Se suponía que era la primera vez que ella conocía el pueblo y estaba muy emocionada por ello. Paseamos por todos los rincones y aunque ya yo estaba aburrido porque me conocía esto como la palma de mí mano, ella me propuso venir hasta este parque porque supuestamente una vieja amiga de ella se encontraba aquí en una fiesta. Al principio no quería, pero solo para complacerla acepté. Bebimos, bailamos y todo esto se estaba llenando de mucha gente. Nunca había asistido a una fiesta aquí en el parque, me parecía un poco peligroso y las personas que venían mayormente eran pandilleros. Habían carros con música y formaban algo tipo SoundCars. Recuerdo la vez que Louis nos contó que cuando el vino a una de éstas fiestas, llegaron pandilleros del pueblo vecino a buscar problemas, que terminaron en botellazos. »Por un momento me distraje y al voltear, mi novia se estaba besando con un idiota —y soltó una risita, como si eso fuera algo muy estúpido. No dije nada y seguí prestando atención—. El chico resultó ser uno de los pandilleros más peligrosos de Dertside, le metí un puñetazo y eso desató la guerra, él de pronto cogió un arma y cuando estaba apunto de dispararme, ella se interpuso intentando calmarlo, me dijo que me fuera de allí, que después de todo este tiempo él y ella habían mantenido una relación a escondidas —abrí mi boca sorprendida, él me miró y rodó sus ojos—. Claro que me había dolido, ella había sido mi relación más larga e íbamos para dos años, con ella había dejado de ser un simple mujeriego, pero igual no lo valoró. Me fui, caminé por todo el bosque y me topé con este lugar. Aquí pasé lo que quedaba de la madrugada y en la mañana siguiente, cuando estuve preparado para irme, mi motocicleta estaba destrozada y había una nota en ella, decía “Esto no se va a quedar así”, y sí, realmente fue así, porque yo tampoco quise que esto se quedara así. —Vaya, eso fue... algo fuerte —dije sin saber que decir. Nos miramos y nos mantuvimos así por unos minutos. Era como si con la mirada nos conectábamos, y aunque en algunas ocasiones la profunda de la suya me ganaba, no la apartaba—. ¿Por qué me trajiste hasta aquí —susurré, sin despegar la mirada—. ¿Y por qué me estás contando todo esto? Él fue la que la apartó y suspiró hondo, acostándose completamente con la mirada en el cielo estrellado. Me volteé un poco para así poder verlo bien y esperé impaciente. — ¿Querías saber de mí? Pues aquí está, siéntete afortunada de poder confesarme contigo y por mostrarte mi escondite—y sonrió egocéntricamente y negué varias veces—, creo que contigo yo también puedo terminar de conocerme, así que podríamos tomar esto como pequeñas terapias. —Por escucharte tengo que ganar algo al menos —bromeé. —Me tienes a mí, que mejor pago que yo —dijo y solté una carcajada, no podía creer lo pretencioso que podía llegar a ser. Él me miró divertido y poco a poco fui calmando mi risa—. Deberías de reírte más seguido, tienes una sonrisa muy bonita, Clark. Deslice un mechón del pelo detrás de mi oreja disimulando que aquello llegó a sonrojarme. —Que patético eres flirteando, Gray. —Que patético que te haga sonrojar con unas simples palabras, Clark. Y quise que la tierra me tragara.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD