Capítulo 4

2103 Words
Diego revisó el closet, se había olvidado del acta de divorcio, revisó todo y no encontró nada, tampoco estaba la caja de sus recuerdos, siempre pensó que Sofía se la había llevado. Se levantó temprano y se sirvió un vaso de jugo, su suegra quedó en llegar después de misa, así que no debía tardar, se sentó en la terraza a esperarla mientras leía el diario. Doña Juana llegó pasadas las ocho de la mañana, iba acompañada por una señora que él no conocía, pero que seguramente, era una fiel devota de la iglesia, igual que su suegra. —Buenos días hijo, espero que no te moleste que haya traído a la señora Catalina, ella es una vecina del pueblo, muy involucrada con las labores de la iglesia y me va ayudar a llevar la ropa al orfanato. —Buenos días doña Juana, no se preocupe, buenos días señora Catalina, Diego Ferrer a sus órdenes, adelante, pasen, están en su casa. Las acompañó a la habitación y abrió las puertas del closet de par en par, las señoras llevaban unas bolsas negras para meter la ropa. —Pueden llevarse todo lo que hay, la ropa y en la parte de abajo, hay zapatos también, en la habitación principal, todavía hay ropa de mi padre, ustedes saquen eso, yo voy por ella, es mejor que alguien la aproveche, espero que todavía esté en buen estado. —Está perfecta hijo, gracias por tu generosidad. ¿No es un pan de dios mi yerno doña Cata? —Lo es doña Juana, no cabe duda que Dios la bendijo con unas buenas hijas y un buen yerno, a mí en cambio, solo me envió un par de ingratas. —Por cierto, hace mucho que no veo a su hija y a su nieta, no he querido preguntar porque no quiero pecar de indiscreción. —Mi nieta se fue de México hace cinco años y cuando salió con su domingo siete, mandó por su madre para que le ayudara con los críos, así que las dos se largaron y no les importó dejarme sola y enferma. —Quién iba a decir que la Sofía, tan buena niña que se veía, iba a dar su mal paso, teniendo de ejemplo a una mujer intachable, como usted. —Esa niña, ya llevaba el pecado en sus venas, nunca esperé otra cosa de ella. Las mujeres terminaron de guardar la ropa en las bolsas y Diego les llevó dos bolsas más, con ropa de sus padres. —Mire doña Juana, aquí tengo esta ropa, la voy bajando para subirla a su coche. —Sí hijo gracias, ya terminamos con esto también. Diego bajó a dejar las primeras bolsas al coche. —Mire doña Cata, ya solo faltan esas cajas de zapatos, póngalas en esta bolsa, voy a entrar al baño, que ya no me aguanto hasta llegar a la iglesia. Doña Catalina, sacó las cajas una a una, las abría para ver que efectivamente fueran zapatos, le extrañó encontrar una pequeña caja de madera que parecía estar escondida detrás de las cajas de zapatos, la sacudió y la abrió con curiosidad. La caja se le resbaló de las manos y al tratar de evitar que se cayera al piso se abrió, algunas cartas y fotografías cayeron al piso junto con una pequeña libreta roja. Rápidamente recogió todo, antes de que doña Juana saliera del baño, pero algo en la portada de la libreta le llamó la atención, sobre la portada roja, se distinguía un nombre escrito son letras negras “Sofía” su nieta había trabajado para Diego Ferrer, ¿Sería posible que esa libreta fuera de ella? Sin pensarlo dos veces la abrió, en la primera hoja se alcanzaba a leer, Esta libreta pertenece a Sofía Ballesteros, ¿Qué demonios hacía una libreta de su nieta en casa de Diego Ferrer? Abrió la libreta justo por la mitad y comenzó a leer. «Querido diario, mi cuerpo a despertado a la pasión carnal, cada día que pasa, disfruto más y más hacer el amor con Diego, tal vez sea un pecado mortal, pero sentir su boca y sus labios torturando mi intimidad me vuelve loca, cuando su lengua se desliza entre mis pliegues me hace subir al cielo y descender al infierno, lo amo y lo deseo tanto, amo saborear su virilidad, sentirla crecer dentro de mi boca, es para mí, el manjar más delicioso del universo, tragarme su corrida, hace que mi centro palpite y escurra de deseo, un deseo inmenso de sentirlo dentro de mí una y otra vez» Doña Catalina dejó caer la libreta al piso cuando sintió que su cabeza iba a estallar, quiso gritar al sentir en su rostro un hormigueo que iba desde su ojo izquierdo y se prolongaba hasta su boca, pero un intenso dolor, corrió desde la parte posterior de su oído izquierdo, hasta su ojo y la parte inferior de su mandíbula. —Doña Catalina ¿Se siente bien? Quiso hablar, pero no pudo, doña Juana se dio cuenta de que algo no marchaba bien, en ese momento, Diego regresó por más bolsas de ropa. —¡Diego, llama una ambulancia esta mujer está mal! —No hay tiempo doña Juana, parece que está teniendo un derrame cerebral, ¡Vamos! Hay que llevarla pronto al médico. Diego cargó a la mujer en sus brazos y la llevó rápidamente a su camioneta, Doña Juana se subió con ella en la parte posterior y la llevaron a la sala de urgencias del hospital más cercano. —Doña Juana, yo creo que hay que avisarles a sus familiares. —Si hijo, tienes razón, pero no sé dónde encontrarlas, precisamente, me estaba platicando que su hija y su nieta se fueron de México, y que ella se había quedado sola, ah, por cierto, ¿sabes quién es su nieta? Sofía Ballesteros, la muchachita que fue tu secretaria cuando Mabel renunció y que luego abandonó el trabajo sin decir nada. Diego se quedó en shock. ¡Esa mujer era la abuela de Sofía! Esa tirana que la golpeaba sin piedad y a la que ella tanto le temía, no podía creer en semejante casualidad. —¿Y no habrá alguien que sepa dónde localizar a Sofía? —No lo sé, déjame llamar al padre Julián, ellas eran muy apegadas a él y tal vez, sepa dónde localizarlas. Doña Juana llamó al sacerdote, pero no tuvo respuesta, vio la hora y se dio cuenta de que ya debía haber comenzado la misa de doce, tenía que esperar al menos una hora para poder hablar con él. —Hijo, el padre no me contesta, pero no te preocupes, bastante has hecho con traernos, si te tienes que ir, yo me quedo con ella, hasta saber qué hacer, porque creo que no tiene más familia. —No doña Juana, no la voy a dejar sola, esperemos, a ver si el padre contesta y nos dice dónde localizar a la familia. Pasó una hora y doña Juana volvió a llamar al padre, afortunadamente le dijo que él, se encargaba de llamar a Luciana, para avisarle que su madre estaba hospitalizada. Más tarde, llegaron otras mujeres de la iglesia, se pusieron de acuerdo para acompañar a la mujer, era increíble que, siendo mujeres tan apegadas a la iglesia, lo único que hacían era hablar mal de la hija y de la nieta de tan buena señora, que la habían abandonado a su suerte, estando vieja y enferma. Diego movió la cabeza, en señal de desaprobación, era obvio que no conocían la crueldad, con que esa mujer trató a Sofía y a su madre durante tantos años. —Me voy doña Juana, al menos ya no se queda sola, por favor, avíseme sobre el estado de salud de la señora Catalina, voy a dejar un voucher abierto, para que me carguen el costo del hospital, no quiero que se tengan que preocupar por eso. —Ay, Diego, no cabe duda de que tú eres un ángel hijo. Diego hizo una mueca a manera de sonrisa, lo hubiera hecho por cualquier persona, pero más, sabiendo que se trataba de la abuela, de la mujer que amaba. Una esperanza de volver a saber de Sofía le alegró un poco el corazón, cuando pasó a la recepción del hospital, para dejar los datos de su tarjeta de crédito, le pidió a la recepcionista que lo llamara en cuanto llegara algún familiar de la paciente, esperaba con todo el corazón que Sofía, viniera a ver a su abuela enferma. En cuanto entró a su garage, se dio cuenta de que el coche de doña Juana, estaba abierto y con las llaves pegadas, pensó en subir todas las bolsas con ropa y llevarle el coche a su casa, así no tendría que regresar nuevamente, prefería mantener distancia de su suegra, porque la conocía, y si la dejaba, la señora nunca iba a dejar de inmiscuirse en su vida. Subió a su habitación y tomó las bolsas con ropa, las dejó caer cuando vio que, en el piso, estaba la caja de sus recuerdos, abierta, pero su corazón comenzó a palpitar rápidamente y su frente a sudar frío, cuando se percató, de que junto a la caja, se encontraba la libreta roja, esa libreta, él, la conocía muy bien, era el diario de Sofía…   Manhattan Nueva York (Ese mismo día) —¿Señora Luciana? —Si Martita dime, ¿Pasó algo con los niños? —No señora, los niños están muy bien, lamento interrumpirla, pero recibió una llamada de México, el padre Julián dijo que es muy urgente que se comunique con él. Luciana, se atrevió a dejar sola a su madre cuando supo que Sofía estaba embarazada, su madre, a pesar de quejarse tanto, todavía era fuerte, y ella no quería perderse la dicha de disfrutar a sus nietos, así que cuando su hija, le dijo que enviaría a una persona para que la llevara a Nueva York, aceptó inmediatamente. Sofía le enviaba dinero a su abuela, para que le pagara a una persona que le ayudara con la limpieza de su casa y le hiciera compañía, pero Catalina, no lo hacía, para victimizarse ante las personas que la conocían. Luciana llamó al padre Julián, quien le dio la noticia de que Catalina estaba hospitalizada, víctima de un evento vascular cerebral, ella siempre había sufrido de la presión, pero nunca se cuidaba, ni se tomaba los medicamentos que le recetaba el médico. Sofía estaba ensayando la pasarela para la semana de la moda, no quiso interrumpirla, ni preocuparla, pero ella debía ir a México, a ocuparse de su madre, a pesar de todos sus malos tratos, no tenía el corazón para hacerse la desentendida y no acudir a verla, ahora que la necesitaba. Le explicó a John lo que había pasado, él la abrazó para darle un poco de consuelo, sabía que esa noticia, la afectaba demasiado. —Debo ir a México a ver a mi madre, pero no quiero que Sofía se preocupe. —No te preocupes, yo me encargo de todo, te conseguiré el primer vuelo y contrataré un servicio de auto, para que te reciba en el aeropuerto para llevarte a Cholula, no quisiera que fueras sola, pero en este momento ni Sofía ni yo, podemos alejarnos, la pasarela es en dos semanas. —No te preocupes John, yo sé que los dos están muy ocupados, cuando sepa cómo está mi madre, los llamaré, no sé cuánto tiempo me tenga que quedar. —Cuídate por favor, y llama si necesitas algo, por favor, no olvides que si fuera necesario, iríamos a México a estar contigo. John la llevó personalmente al aeropuerto, el viaje se le hizo eterno, durante todo el vuelo, se la pasó rezando para que su madre se recuperara pronto. Cuando llegó al hospital, le dijeron que Catalina estaba en terapia intensiva, pero que estaba estable y su evolución avanzaba favorablemente. Ya era muy noche, y la recepcionista le dijo que las mujeres de la iglesia habían estado pendientes todo el día. Se sentó en la sala de espera y el médico le explicó lo que le había pasado a su madre, todo fue consecuencia de su hipertensión mal controlada. ━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━ Diego tomó el diario con las manos temblorosas, lo apretó fuerte contra su pecho y caminó hasta la habitación principal, tenía la boca seca y el estómago contraído, el corazón le latía estrepitosamente y las manos le sudaban. Se recostó en su cama con los ojos llenos de lágrimas, abrió la libreta y comenzó a leer…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD