CAPÍTULO 7

2716 Words
Capítulo 7: Seres sobrenaturales. Punto de vista de JAMES:   Mi mente estaba saturada, desesperación y miedo, esas dos palabras describían lo que sentía en ese preciso momento, solo desbordaba esos dos sentimientos pensando en mi Mate, aquella chica pelirroja que estaba en peligro y que debía poner a salvo cuanto antes. No tomó mucho tiempo llegar al instituto ya que iba en un helicóptero que pilotearon de emergencia para llegar lo más pronto posible y una vez el helicóptero se detuvo salí sin perder ni un segundo de tiempo. Corrí por todo el estacionamiento preocupado, varias personas se encontraban fuera del instituto, algunas llenas de cenizas, otras tosiendo, unas hasta llorando. Mis dientes se apretaban con fuerza unos con otros tratando de no perder la calma, pasé por todas las personas intentando buscarla hasta que vi una melena pelirroja y corrí hacia ella. Estaba de espaldas así que la giré con alegría de que se encontrara fuera del instituto, pero al ver su rostro mi sonrisa se borró automáticamente. No era ella. —Disculpa —le dije algo aturdido y con decisión corrí hacia adentro del instituto. Entré sintiendo el horrible olor a humo que no me dañaba en absoluto, pero que por culpa de mi olfato sobrenatural era muy fuerte. Caminé por los pasillos sintiendo el abrumador calor del lugar, pasé por los pasillos rápidamente mientras buscaba. —¡Alex! —grité, pero no había ninguna señal de ella. Escuché un disparo que no estaba muy lejos de donde estaba y lo seguí. Era Jace. Mi Beta le disparaba a un par de hombres que cargaban arcos y flechas, me acerqué con molestia pura brillando en mis ojos y les solté un gruñido. Tomé a uno de ellos por la playera y lo estampé contra unos casilleros que había. La fuerza que había utilizado había ocasionado un gran hueco en el frio metal azul de estos y a un chico desmayado por el impacto. Me giré hacia los demás a la espera de que se rindieran y afortunadamente eso decidieron hacer, tiraron los arcos y las flechas y salieron despavoridos del lugar. Miré a Jace con la esperanza de que entendiera que le quería transmitir con los ojos y el juntó ambas cejas con preocupación. —Estaba con ella hace unos minutos —jadeó mientras respondía— pero le pedí que saliera del instituto. Estoy seguro de que ella salió de aquí. Corrí fuera del instituto y una vez estuve en el estacionamiento inhalé y exhalé intentando concentrarme en los olores. Debía separar el olor a humo de todas partes y encontrar el olor que caracterizaba a mi Mate. Melocotón. Y entonces lo encontré. A duras penas pude distinguir su débil esencia y fue como si una línea roja se marcara por el suelo llevándome hacia donde ella se encontraba. Corrí hacia el bosque y fui por ella.             Punto de vista de ALEX:   Desperté pero tenía los ojos cerrados. Un completo silencio me llegó por completo a los oídos inspirándome calma y tranquilidad intentando evitar que pensara, pero no logrando su cometido. Lo primero que llegó a mi mente fueron los recuerdos de lo que había pasado antes de caer en la inconciencia. Había fuego. El instituto se estaba incendiando y logré salir. Desafortunadamente había corrido hacia el bosque y me había atrapado el fuego ahogando mis pulmones y quitándome el poco oxígeno que había. Hasta ahí era lo único que recordaba y todo lo demás era oscuridad completa. El primer cuestionamiento que llegó a mi mente fue: ¿Estoy muerta? Pero conforme pasaron los segundos me di cuenta de que no podía ser así. Lo segundo que pensé era que posiblemente estaba en el hospital, así que poco a poco abrí los ojos esperando ver el color normalmente blanco de esos lugares. Pero no fue así. Lo primero que vi fue un techo, un techo demasiado alto que me hacía pensar que no me encontraba en una habitación. Había un gran candelabro que me hizo fruncir el ceño y darme cuenta de que tenía puesta una cánula nasal que me brindaba oxígeno. Levanté una de mis manos para tocarlo y averiguar si estaba en lo correcto y vi en mi muñeca una aguja dentro de mi piel que se enlazaba a un pequeño y delgado tubo que conectaba con una pequeña bolsa llena de un líquido transparente. Con dificultad intenté sentarme ignorando el horrible dolor de cabeza punzante que sentía con fuerza, pero algo me detuvo. Bajé la mirada encontrando un brazo sobre mi cintura que me hizo tragar saliva con pesadez. Había un chico. Un chico durmiendo plácidamente a mi lado en una cama. Estaba tan repleta de preguntas intentando averiguar donde rayos estaba. Era una gran habitación elegante, y sobre todo enorme que me hizo arrugar mi rostro y hacer una expresión que desbordaba confusión exagerada. Pero eso pasó a segundo plano cuando recordé al chico que estaba a mi lado y que curiosamente estaba irrumpiendo en mi espacio personal. Con dificultad quité la aguja de mi muñeca. Tuve que tapar mi boca intentando evitar soltar un grito de dolor y resistí lo mejor que pude. Quité la cánula nasal de mi nariz y traté de retirar la mano del muchacho de mi cintura, pero solo ocasioné que me abrazara más hacia él. Con los labios apretados tiré mi cuerpo hacia afuera de la cama con la esperanza de que eso funcionara, pero había cometido un grave error. Había hecho que ambos rodáramos por la cama y cayéramos directo al suelo. Claro el había salido victorioso porque había caído encima de mi y no había obtenido ningún golpe, pero yo por el contrario había terminado aplastada en el suelo. —Mierda… —solté con la voz, valga la redundancia también aplastada, y eso logró espabilar al muchacho para que se diera cuenta de que si no se levantaba pronto yo sería puré de papilla. Se levantó torpemente adormilado permitiendo que me levantara y entonces vi las prendas de ropa que yo traía puestas. No era mi ropa. Era ropa, ropa de hombre. “De hombre” pensé con molestia. Me levanté en dos segundos y me crucé por la cama hasta llegar al otro lado de esta, para estar completamente lejos de él. No le di tiempo de reaccionar y tomé lo primero que encontré para defenderme. Un control de televisión. Apunté hacia él amenazándolo con el control. Su expresión demostraba confusión y un toque de gracia que trataba de disimular y que yo trataba de ignorar. —¿¡Dónde demonios estoy!? —le pregunté alterada— ¿¡quién eres tú!? y ¿por qué me abrazabas maldito… depravado!? —le insulté— ¿¡Dónde está mi ropa!? El levantó sus manos demostrando que no quería hacerme daño y esperando que bajara el control, claramente yo no le creía y comenzó a hablar. —Tranquila, no te asustes, estás a salvo, mi nombre es James y no Maldito Depravado, ya me habías visto antes, ¿lo recuerdas? —arrugué mi entrecejo tratando de recordarlo, cabello n***o piel blanca y ojos azules. Ojos azules. Un flash de recuerdos llegó a mi memoria al prestarle atención a sus ojos azules. Era el mismo chico que había visto en el instituto con anterioridad, el mismo misterioso chico. —¿Dónde estoy? —le pregunté algo alterada— Necesito regresar a casa —miré hacia la derecha observando a unos metros lejos un gran ventanal con una cortina delicada y delgada que demostraba que era de día— ya salió el sol y mi padre debe de estar preocupado por mí. —Lo repito —volvió a hablar— estás en un lugar que te mantendrá a salvo y respecto a lo segundo, lamento decirte que eso no se va a poder Alex —tragué abruptamente saliva al escucharlo decir mi nombre con tanta naturalidad como si realmente nos conociéramos. La frustración me atrapó así que le lancé el control de televisión que lamentablemente pudo esquivar sin problemas a pesar de la rapidez y fuerza que este llevaba. Apreté mis labios y me apresuré a tomar una lámpara algo pesada que estaba sobre un buró a mi lado y la desconecté de un tirón. El chico me miró con sorpresa y levantó sus manos otra vez, pero esta vez algo impresionado. —No, espera, calma, no hay necesidad de que me lances cosas, déjame expli… No lo dejé terminar y le lancé la lámpara. Eso lo distrajo completamente intentando atraparla y cayendo con ella al suelo lo que me permitió rodear la cama y atravesar la primera puerta que vi. Afortunadamente esta daba hacia afuera y con una sonrisa de agradecimiento corrí por un largo pasillo, eso me había aturdido unos segundos, era demasiado grande y amplio, pero al instante comencé a huir. Había pasado por un par de pasillos completamente impresionada de la gran cantidad de estos y una vez vi unas escaleras comencé a bajar rápidamente por estas. —¡Espera! ¡déjame explicarte! —escuché sus gritos desde arriba, solté un grito del susto y comencé a bajar con más rapidez las escaleras. Miré hacia atrás buscando al chico lo que provocó que chocara con algo, o más bien con alguien que caminaba justamente frente a mí. Casi caía sobre él. Casi. Porque de alguna forma logró voltearme y hacer que él cayera sobre mí. “No se podía tener tan mala suerte ¿no?” Pensé con frustración. Un gemido de dolor estrangulado salió por mi boca al sentir el peso de esa persona sobre mí. Por la impresión había cerrado los ojos, así que instintivamente los abrí encontrándome con una cara conocida. —Perdóname Alex —dijo algo apenado mientras se levantaba. —¡Jace! —le interrumpí feliz de verlo y él me ayudó a levantarme— ¡Gracias a Dios! No sé dónde estoy y necesito salir de… —me detuve al darme cuenta de un curioso detalle— ¿Qué haces tú aquí? Más bien.. ¿Qué hacemos los dos aquí? El tranquilamente sonrió de lado con algo de tristeza y negó con la cabeza. —Calma Alex… —No puedo… hay un chico que está persiguiéndome, un pervertido que me tenía en su habitación… Necesito irme de aquí. —Lo lamento, pero no puedo ayudarte. —¿Qué? —le pregunté sorprendida. Sin creerlo y sin entender nada de lo que ocurría. —James no te hará ningún daño, él es tu Mate y tienes que quedarte con él —me sostuvo de ambos brazos y no me permitió escapar. El chico de ojos azules apareció por las escaleras y sonrió al ver que estaba ahí. —Gracias Jace —sonrió. Se agachó y me tomó de las piernas haciendo que cayera sobre su espalda como un costal de papas. Me sentía como un animalito. Un animalito intentando huir y que una persona había detenido para que su dueño se lo llevara a rastras hacia su hogar. Comencé a golpear su espalda mientras subía las escaleras. —¡Bájame maldito idiota! —miré con dificultad hacia donde estaba Jace y le demostré el coraje que sentía en ese momento hacia él. Se había ganado una enemiga. —¡Ayuda! ¡Por favor! —grité. No paré de lanzar puñetazos y patadas a diestra y siniestra pero a él jamás lo dañaron y en un par de minutos ya estábamos de vuelta en la habitación. —Deja de gritar —me dijo una vez cerró la puerta— es inútil, nadie te hará caso. —¿Y por qué no? —le pegué en la espalda y sentí como me dejaba sentada en la orilla de la cama. —Por que yo soy el rey de este castillo, solo yo doy las órdenes y nadie puede contradecirme o prohibirme algo. —¿C-castillo? —tartamudeé con sorpresa “¿estoy en un maldito castillo?” Pensé— ¿R-rey? El soltó un suspiro lleno de cansancio. —Si me dejaras explicarte esto sería más fácil. —Si me dejaras ir esto sería más fácil. —lo pisé con mucha fuerza en el pie lo que hizo que apretara la boca intentando disimular el dolor. Yo tomé la oportunidad para intentar levantarme pero el me atrapó de la muñeca a tiempo y me devolvió a la cama. —Muy bien, si eso quieres —abrió uno de los burós y vi que sacó algo plateado, solo vi como lo acercó a mi muñeca y me lo colocó apretándolo y rápidamente apretó el otro lado al respaldo de la cama. Eran unas esposas. —Santa mierda —susurré sorprendida y aterrada. Intenté jalar el aparato de metal, pero solo fue un intento estúpido que no sirvió de nada— estás demente —negué repetidas veces con la cabeza— ¡suéltame! —le grité con todas mis fuerzas— si intentas tocarme un solo pelo vas a lamentarlo muchísimo. —No pienso hacerte nada ¿bien? Solo quiero hablar, quiero que me escuches. Si me escuchas prometo soltarte, pero tranquilízate por favor. Yo lo miré esperando que hablara y no dije nada, solo traté de mantenerme lo más alejada que podía de él. —Bien —soltó— lo primero que debes entender es que estás aquí por tu seguridad, porque estás en peligro. —levanté una ceja preguntando mentalmente si me creía estúpida— ¿Sabes por qué hubo un incendio en el instituto? —lo miré interrogante — lo provocaron por ti. —¿De qué hablas? —No entiendo por qué lo provocaron, porque después te empezaron a buscar, querían llevarte Alex ¿entiendes eso? —a mi mente vinieron los recuerdos de cuando huía con Jace, unas personas nos habían detenido y le habían dicho a Jace “entréguenla.” —Pero ¿por qué a mí? Yo no tengo nada valioso, no vengo de una familia adinerada… —Porque eres mi Mate —dijo mirándome directamente a los ojos. —Y dale con esa misma palabra. —Voy a enseñarte algo, pero abre tu mente Alex y no te asustes, lo sobrenatural existe ¿entiendes eso? Por un momento pensé que su cabeza iba a cambiar por algo aterrador o que de su boca iban a salir tentáculos, así que traté de decirme a mi misma que este chico solo tenía problemas mentales. Había dejado de verlo y solo miraba hacia un punto vacío, hasta que sentí que me tomó de la barbilla y levantó mi cabeza para que lo viera a los ojos, sus ojos azules cambiaron drásticamente a un color rojo completamente anormal, un color intenso que iluminaba sus ojos ocasionando terror. —Demonios —solté intentando alejarme, el parpadeó y sus ojos volvieron a la normalidad— ¿qué eres? —pregunté con miedo. —Soy un hombre lobo, un licántropo o como prefieras decirle, solo te mostré el color de mis ojos por que podría asustarte si cambio mi apariencia, así que espero y sea suficiente para que me creas. Todos aquí somos licántropos pero de aquí nadie te hará daño por que todos están bajo mi control y el que solo piense intentarlo perderá la vida en medio segundo. Si te vas de aquí correrás peligro, yo soy el único que puede brindarte protección por que eres mi Mate, mi Soulmate en otras palabras mi alma gemela. Estábamos destinados a encontrarnos y a juntarnos. —acercó su mano a mi rostro y retiró un mechón de cabello que cubría mi rostro para colocarlo atrás de mi oreja. No me resistí porque su toque enviaba tranquilidad y confianza por todo mi cuerpo— ¿Sientes eso? —es lo que las almas gemelas sienten, solo quiero que estés bien y primero moriría antes de dejar que algo te pasara —retiró su mano— soy un Alpha, soy el Rey de este reino, pero desafortunadamente no es el único reino que existe, se supone que todos los reinos vivimos en paz pero un reino quiso hacerte daño por que se enteraron de que te había encontrado y saben que si a ti te pasara algo yo me moriría. Alguien está actuando en nuestra contra. —Solo necesito ver a mi padre y a mis amigos —cambié de tema— quiero saber si están bien y saber si están preocupados por mí. —Prometo hacer que investiguen sobre ellos y traer a tu padre hasta acá para que lo veas, pero necesito que esperes y no intentes escapar. Un celular empezó a sonar y el caminó hacia una mesita donde este sonaba, lo levantó y contestó la llamada. —¿Si? —habló hacia la otra línea— Bien, iré en unos minutos —colgó el celular y abrió una puerta de la cual sacó unas prendas de ropa, y caminó con ellas hacia una puerta distinta que había en la habitación, una vez entró pasaron varios minutos y salió con la ropa distinta y con el cabello semihúmedo mientras abotonaba la camisa de vestir de manga larga blanca, llevaba puesto un pantalón n***o de vestir y volvió a entrar por la primera puerta rápidamente y salió con unos zapatos negros relucientes— tengo que resolver unos asuntos en mi oficina, pero volveré lo más pronto posible, pediré que te traigan comida a la habitación, me tengo que ir —dijo mientras rápidamente tomaba su celular y salía rápidamente por la puerta que daba a la salida. —Pero… —solté estúpidamente por que ya no me iba a oír y ya se había ido— sigo esposada a la cama —susurré. “Mátenme” pensé.
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