Mónica realmente nunca fue fan de levantarse temprano, de hecho, los fines de semana era la que más dormía salvo que tuviera que acompañar a su madre al mercado porque su padrastro no podía o hacer algún trabajo importante.
Más ese lunes se levantó temprano porque era el primer día de clases, en el segundo semestre de su segunda carrera, esta vez una carrera que amaba y que estaba segura, le ayudaría a salir de aquel pozo de desesperación y tristeza en el que hundió.
Fue la primera en estar en la cocina y aprovechó para hacer el desayuno para toda su familia, es más hasta terminó de planchar las camisas de los varones y la falda de su madre, se maquilló y revisaba constantemente su mochila para ver que no se le olvidara nada.
— ¿Ha ocurrido un milagro? — la muchacha sonrió y saludó a
