FIESTA DE HERMANDAD

1546 Words
Centro de la ciudad de Cali, y el auge del comercio y el movimiento de la gente es grande, en la hora del almuerzo, un hombre vestido de ropas viejas y rota, y con mucho cabello en su cabeza, y muchas barbas, se acerca a un local comercial, el cual venden ropa, y este hombre se pone en la puerta con intenciones de pedir comida. Cuando los dueños se exaltan, y tienen mucho temor, y lo echan, diciéndole muchas cosas ofensivas. En seguida, este hombre va al siguiente local, y extiende su mano a varias personas que están dentro vendiendo electrodomésticos, y los dueños también se asustan, y tratan de sacar al hombre casi a patadas... El hombre al ver la reacción de estas personas, se va para otro local, el local de al lado, pero la joven que atiende coge una escoba para darle, y este corre, para no dejarse pegar. Y se va al frente, y le dice a un hombre que está en las puertas de otro local: — Señor, por favor. — ¿Qué quieres hombre? — Por favor, tengo hambre, será que usted tiene algo para darme. De inmediato, el hombre coge un envase desechable donde hay sopa, y se lo da al hombre, diciéndole: — Tome, pero córrase un poco para la calle, porque está oliendo un poco mal. — Si, como usted diga. El hombre se sienta más cerca de la calle, y comienza a tomarse la sopa, y llora al acordase de todo lo que ha vivido... Quince años atrás. Barrio Pance, Cali-Colombia. Todos los vecinos preparan una gran reunión y celebración, por el tercer año que cumple una fundación para ayudar a los más necesitados. Los cardona, una de las familias líderes y que más aportan para la fundación, también hacen sus preparativos, para la celebración del tercer año. En ese instante, Ersaí y su hermana Inés, ayudan a su madre Consuelo, a cortar las hojas para los tamales, mientras Joaquín, el esposo de Consuelo y padre de Ersaí e Inés, están arreglando los pollos para los tamales... Una vecina llega a tocar a la casa de los cardona, y Ersaí abre la puerta. Cuando la vecina le dice: — Hola Ersaí. — Hola señora Clara. — ¿Tus padres están? — Si, estamos todos haciendo los tamales. — Ah, bueno. ¿Puedo entrar? — Oh, sí. Consuelo mira a Clara, y le dice desde lejos: — Clara, entra. En seguida, la vecina entra hasta la sala, y ve lo que están haciendo todos. Cuando Joaquín le pregunta a Clara: — ¿Y ustedes como van con los arreglos que le tocan? — Vamos bien. Tenemos bastante adelantado el arreglo de la calle. Consuelo le dice a Clara: — ¿Y los vecinos nuevos están ayudando? — Si, ellos se están ocupando de pintar la fundación, junto con los González, y los Monserrat. Ersaí se acuerda de la joven nueva que no le quiere prestar atención, y le expresa a sus padres: — Papá, mamá, voy a salir a la calle un momento, ya vengo para ayudarles. De inmediato, Inés descubre a su hermano, y les dice a sus padres: — Él va solamente a buscar a esa joven nueva que llegó al barrio. Ersaí se enoja con su hermana. Cuando Consuelo le dice a Ersaí: — Necesitamos más manos aquí. — Mamá, solo voy a ver una cosa. Clara les dice a todos: — Bueno, los dejo, voy a mirar en otra casa como van. Consuelo y Joaquín despiden a Clara. Cuando Joaquín le expresa a Ersaí. — Ersaí, no vas a salir todavía, tu madre tiene razón, necesitamos mucha ayuda aquí. — Bueno, papá. Ersaí se pone en la mesa, y sigue arreglando las hojas para los tamales, y le dice a Inés: — Gracias, no, te tengo en cuenta. — ¿Eso que es? ¿Una amenaza? — Tómalo como quieras, pero; yo de tu, me prepararía con mis padres. — No tienes nada que puedas decirles a ellos. — ¿Eso crees? — Si. — Entonces, quien era la que estaba en la esquina hace cuatro noches, conversando con Frank. Inés se pone nerviosa, y calla. Cuando Ersaí se sonríe al ver la cara de su hermana, y sigue diciendo: — Por lo menos, mi padre se volvería loco, al saber que su única hija está en plan de romance con el pandillero del barrio y temido por todos, ah, y ni hablar de mi madre, yo creo que ella se desmallaría. — ¿Serias capaz de decir eso? — Si vuelves a meterte en mis asuntos, claro que sí. — ¿Y no te importa lo que pase con mi mamá y con mi papá? — Claro que si me importa, por eso no he dicho nada, pero te recomiendo que dejes de hablar con ese hombre, porque le vas a dar un disgusto a mis padres muy duro. Consuelo mira a sus hijos, y les dice: — ¿Qué tanto hablan ustedes dos? Sigan trabajando, que estamos atrasados... Media hora después, Ersaí sale de la casa e intenta ir a donde están pintando, pero se encuentra con uno de sus amigos, el cual le dice: — Te ves con una cara de cansancio. — Hola Samir. Pues, si, todo esto es para ayudarles a las personas que no tienen nada. — Si, claro, yo ayudé a barrer la fundación. — Yo voy para allá. — Ya me imagino a que vas. — Si, te imaginas bien, voy a ver a la joven nueva del barrio. Samir pone su mano derecha en el hombro izquierdo de Ersaí, y le dice: — Esa mujer es realmente muy bonita, ¿crees que puedes conquistarla? — Si, aunque se ha mostrado muy difícil, pero yo creo que sí. — Si yo no tuviera novia... — ¿Si no tuvieras novia qué? Ojo que yo la vi primero. — Estoy jugando Ersaí, pero, de todas formas, da te prisa en conquistarla, porque hay muchos en el barrio que pueden quitártela. — El que no perdonaba a ninguna era Adolfo, pero este se fue a España. — Pero no te confíes. — Acepto tu recomendación, así que me voy para allá. — Bueno, que te vaya bien. De inmediato, Ersaí se va corriendo para la fundación... Un poco agitado por la corrida, Ersaí mira a todos los que están terminando de pintar la fundación, y ve a la joven que le gusta, y dice: — Esta vez voy a saber su nombre. Ersaí se acerca a la mamá de la joven, diciéndole: — Buenas tardes señora. — Buenas tardes joven. — Venga le ayudo con esa brocha. — Oh, que amable. La señora le entrega la brocha a Ersaí, diciéndole: — Gracias, ya estaba bastante agotada. — De nada, somos vecinos, yo estoy para ayudar. — Que buen muchacho eres. ¿Cómo te llamas? — Ersaí, ¿y usted? — Maleja. — ¿Y su hija? — Oh, ya veo por dónde va la cosa. — Eh, es que... — ¿Estas interesado en mi hija? Ersaí le vuelve a dar un poco de pena. Cuando Maleja se sonríe, y le dice: — Ella se llama Mónica. — Ah, qué bonito nombre. — Presta esa brocha para acá, y ve, y conversa con ella, quizás tú le llames la atención. — Créame, que eso he hecho todos estos días, pero ella no quiere ni verme. — Mi hija es un poco complicada para tener amigos, pero es una buena niña, y no lo digo porque soy su mamá, es que es así. — Tengo su aprobación, para acortejarla. — Desde que legamos a este barrio, hace dos meses y unos días, tú eres uno de los jóvenes que me han caído bien. — Gracias señora, usted también me cae muy bien, más su hija. Maleja se sonríe bastante haciendo que Mónica desde lejos los vea y arrugue la cara. Cuando Maleja deja de sonreírse, y le dice a Ersaí: — No pierdas tiempo y ve ayudar a Mónica. — Gracias señora. — De nada. De inmediato, Ersaí se acerca a Mónica, y mientras se acerca a ella, saluda a varios vecinos que ya terminaron su parte de pintar, y llega donde esta Mónica. Cuando otro Joven quiere ayudar a ella, pero esta le dice que no le pidió ayuda, y que se fuera. Ersaí se sorprende al escuchar, de cómo Mónica echó al otro joven. Cuando coge fuerzas y le expresa a Mónica: — Hola, ¿necesitas que te ayude con eso? — No, ¿acaso no escuchaste lo que le dije a ese otro? — Algo así. — Entonces, tú también déjame sola, yo puedo sola con esto. En seguida, Mónica sin querer tropieza su propio envase de pintura, y se mancha su calzado derecho. Cuando Ersaí le dice: — Mónica, creo que si necesitas ayuda. Mónica mira a su madre desde lejos, y luego mira a Ersaí, y le dice: — Mi madre no debió de decirte mi nombre. — No tiene nada de malo. Ersaí se agacha, y limpia con un pañuelo la pintura de agua del calzado de Mónica, y le expresa: — Por si no lo sabes todavía, mi nombre es Ersaí...
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