Capitulo 2

2213 Words
NARRA ISABELLA. La vida es como un laberinto, nunca sabes hacía que dirección iras, a donde te llevara, y que te espera en su final. Tan dulce como el azúcar y tan amarga como el limón, el chocolate dulce y el chocolate amargo, a veces buena y otras veces mala; sería como una montaña rusa llena de emociones fuertes y tan inesperadas. Camino por las bellas calles de mi amado país, Paraguay. Muchas personas van sin prisa, otras se toman su tiempo y yo voy corriendo a mi instituto, porque a la muy bruta se le ocurrió levantarse tarde. Pero que tonta soy, olvide presentarme. Me llamo Isabella Castillo, tengo quince años recién cumplidos, físicamente soy de mediana estatura, mi cabello es rubio y mis ojos son azules claros, mi piel es bastante blanca a pesar de que vivo en un país latino. Muchas personas dicen que por mi físico y mis rasgos no parezco de nacionalidad paraguaya; cosa que no le tomo importancia. Mis padres siempre están conmigo, por más tonterías que haga, o mejor dicho mi padre, mi madre es otro cantar. Al llegar al instituto, camino un poco más despacio hasta llegar a los grandes portones. Miro los grandes portones antes de pasar, me he acostumbrado a los lujos de este instituto, desde los portones, los pasillos, los jardines, gritan lujo y esplendor de este lugar, cosa que hasta me llega a sorprender. Vi muy pocas personas afuera, de seguro están en sus clases. No me llevo con casi nadie aquí, todos son insoportables, son todos bastante creídos, lo digo en el sentido que todos o la mayoría cree que por tener dinero se le tiene que dar un trato especial. Es ridículo pensar que las personas que tienen mucho dinero se crean por eso, por un papel que tiene un valor monetario, después de todo no cambia el hecho que sea solo papel; solo los humanos podemos ser de esa manera. Veo a un grupo de cinco chicas señalando y riéndose de los demás, llevan un maquillaje demasiado cargado, serian perfectas para actuar en un circo. -Oye, tu- dice una de las chicas señalándome. Me hago de la tonta y me señalo- si tú, acércate un momento- dice una de ellas. La que me acaba de hablar se llama Yanina Gonzales, tiene diecisiete años, una chica alta, no tanto solo unos centímetros más que yo al igual que las otras, castaña de ojos cafés, de su físico no voy a opinar. Clara Fernández, también tiene diecisiete, su cabello es de un castaño claro, sus ojos son de color miel, atractiva a la vista masculina y femenina también. Diana Figueredo, pelo n***o, ojos oscuros, también es atractiva y no voy a opinar de su físico. Las últimas dos se llaman Esther Cáceres y Estela Cáceres, son mellizas, son de piel morena, cabello y ojos oscuros, misma estatura, lo que más destaca de ellas son sus perfectos rizos. -Que es lo quieren ahora- digo con completo aburrimiento y mirándolas con desinterés. El simple hecho de estar cerca de ellas me causa gran incomodidad. -Queremos saber tu respuesta- me dice Yanina acercándose y con una sonrisa en su cara. Aquí vamos de nuevo. Verán, ellas hace unas semanas atrás se les ocurrió la brillante y estúpida idea de ofrecerme ser parte de su grupo de "Chicas populares" cosa que rechacé al instante y me dieron la oportunidad de pensar mi decisión. Realmente no pensé en nada, porque mi respuesta es obvia: -No voy a formar parte de su grupo- digo con desinterés. La idea de molestar personas por cómo se visten, maquillan, o de su físico me molesta y más que hablen del nivel económico de una persona. Yo ingresé a este instituto mediante becas, me esforcé demasiado cómo para criticar a los demás. Lo que tienen de linda lo tienen de idiotas. - ¿Sabes cuantas personas quieren formar parte de nuestro grupo? - me dice Diana fulminándome con la mirada. -No me interesa, tengo mejores cosas en la cual pensar- digo de manera neutral y mirándolas con todo el amor que les tengo, que se noté mi sarcasmo por favor. -Tú tienes todo para ser parte del grupo- dice sonriendo Clara. -Eres hermosa, un cabello rubio y ondulado de forma natural- dice Esther acercándose. -Una chica como tú, debería ser parte de nuestro grupo- dice Estela acariciando mi pelo. La aparto bruscamente y me acomodo el pelo. No le encuentro sentido a su actitud y menos a la razón por la cual deba aceptar. -Escúchenme, no voy a formar parte de su bendito grupo- digo enojada, las miro con desagrado. Me alejo antes de que puedan decir alguna palabra, cada día están peor que el anterior. No entiendo su insistencia en formar parte de su maldito grupo. Me encamino a mi clase para dejar mis cosas y en el camino me encuentro a mi amiga, Fiorella. Ella es de mí misma altura, piel bronceada, y cuando sonríe se ven sus hermosos hoyuelos. -Isabella, amiga- dice ella feliz al verme- creí que no vendrías, me tenías preocupada, maldita desgraciada- rio ante su comentario. Fiorella Mussolini, mi querida y amada amiga, es una de las pocas personas que me agradan aquí. Ella aparte de ser una total belleza es de padre italiano y madre paraguaya, me había dicho que su padre casi nunca esta y su madre siempre está de compras; completamente igual a mi realidad. -Fiorella, que te dije sobre ese vocabulario- ella me mira de mala manera- y no me mires así- me cruzo de brazos y finjo enojo. -Perdón, pero de verdad estaba preocupada. Las idiotas esas que se creen la gran cosa, me preguntaron por ti y les dije que todavía no llegabas- dice con completo desprecio y la comprendo, después de todo son tan odiosas. Pero quién soy yo para juzgar. -Ya lo sé, apenas me vieron y me estaban insistiendo para estar en su grupo- digo con simpleza y ella me mira sorprendida - ¿Acaso no se cansan? Cada día están peor- dice con fastidio. Lo peor de todo es que tiene razón, no sé porque les urge que este en su grupo. -Mejor vallamos a clases, que en un rato comenzamos la clase de matemáticas- digo para evitar seguir hablando del tema. Anteriormente lo había mencionado, yo ingresé en este instituto por una beca que obtuve, en parte me arrepiento de entrar en este lugar, pero por otra parte lo agradezco. Desde muy pequeña mi padre me dijo que si quería algo tenía que esforzarme por conseguirlo, hace tres años que estoy en este lugar; desgraciada mente no fueron los mejores años. Mi padre siempre me ha apoyado en todo, hasta en lo que no podía. Mi madre es una mujer bella, pero por alguna razón yo no le agrado, desde que tengo memoria siempre me evita, jamás estuvo de acuerdo con lo que me gusta, ella la única cosa que sabe hacer es gastar dinero. En una de sus salidas por el centro comercial conoció a la mamá de Fiorella, desde ese momento Fiorella y yo somos amigas. Las discusiones en mi hogar son frecuentes, una vez tuve que pagar el precio de su amada discusión. Mis padres se encontraban discutiendo como siempre, tenía 10 años cuando eso paso. -Eres un maldito, que no te das cuenta, trabajas y para que, para regresar aquí sin dinero- dice mi madre enojada y con rabia hacia mi padre. -Tengo dinero, pero no te daré nada. Gastas demasiado dinero y no le compras siquiera un dulce a Isabella- las palabras de mi padre son ciertas, el por el contrario contiene su enojo. Mi madre me agarra de mi cabello y me tira bruscamente en el suelo, no lo entiendo ¿Por qué me hace esto? -Ella no se parece a mí, ella para mí no es mi hija- dice con enojo mi madre y mirándome con desprecio. -Es tu hija, tú la pariste, Carolina- dice mi padre enojado y levantándome del suelo. ¿Cuál fue el mal que yo hice? comienzo a llorar por el dolor que siento, mi propia madre me hace daño ¿Por qué? -Carolina, esto ya es el colmo ¿Acaso perdiste la cabeza? Estás haciendo todo este escándalo por dinero- mi padre me abraza y yo lloro en su hombro. -Bien, ya que tanto la quieres- dice mi madre y me tira agua caliente por la espalda. Doy un grito desgarrador y pocos segundos después pierdo el conocimiento>> Siento como lágrimas se resbalan por mis mejillas sin darme cuenta, me las limpio rápido para que nadie se dé cuenta. Desde ese momento, no le volví a dirigir la palabra a mi madre, vivimos en la misma casa, pero de igual forma evito a toda costa la presencia de ella; desde ese momento deseé que ella se muriera. Las clases pasaron normales, sin ninguna novedad solo leer, escribir, y entregar lecciones. Llego la hora del descanso y guardé mis cosas, me puse la mochila en la espalda y me fui al jardín. A muy pocas personas nos dejan estar aquí, solo pueden estar los alumnos aplicados y los miembros del consejo estudiantil. También pueden estar otros alumnos, pero no pueden hacer desastres en esta área. Me siento en una de las bancas y saco uno de mis libros favoritos "Amor de invierno" es uno de los libros que me ha encantado. Paso un buen rato leyendo el libro y una persona se pone justo en frente de mi tapándome la luz. -Podrías moverte que me estas tapando la luz- digo sin siquiera mirar a la persona que está frente mío. Maldita sea, justo en la mejor parte me interrumpe. -Disculpe, pero la necesitan en la sala del concejo estudiantil- me dice la secretaria del concejo. Su nombre, no sé cuál es, alta, cabello n***o, ojos oscuros, trigueña. Una perra rica más de este instituto. -Lo siento, yo no formo parte del concejo, no voy a ir- digo volviendo a enfocarme en mi amado libro. - ¿Acaso estás rechazando una invitación del concejo? - me dice Víctor apartando a su secretaria y arrebatándome el libro. -Devuélveme mi libro, Víctor- le digo enojada tratando de agarrar mi libro, pero él levanta su brazo y me hace imposible agarrar el libro. -Te lo devolveré, pero cuando vallas a la sala del concejo, preciosa- me dice con una de sus tantas sonrisas alejándose con su secretaría. Maldito hijo de puta, cada día me dan más ganas de matarte. De mala gana me dirijo a la sala del concejo, no sé lo que quieran de mí, pero después golpeare a Víctor. Él es un chico de 17 años, alto, rubio, ojos verdes, fornido, no tanto. Mujeriego, egoísta, odioso, hijo de puta, creído, lameculos, perro. Es un completo idiota. Llego a la sala del concejo y veo a todos los miembros. -Hasta que llegas, Isabella- me dice Yanina con fastidio. -Solo díganme ¿Qué es lo que quieren? - digo sentándome en la punta de la gran mesa, en la otra punta esta Víctor leyendo mi libro. Al escucharme deja mi libro a un lado y sonríe como un maldito psicópata. -Comencemos con la reunión- dice el poniéndose serio y su voz ronca emana autoridad. Mátenme... NARRA OMNISCIENTE. Mientras esa escena pasa, por un lado, en otro lugar bastante alejado pasa otra completamente diferente. -Repite lo que me acabas de decir- dice con voz ronca y grave un hombre en su oficina. Él no puede creer lo que la otra persona le está diciendo. -Su hija, líder, ella está viva - dice el otro hombre con tranquilidad a su amigo. El gran líder de aquella organización no puede creer las palabras de su amigo y mano derecha. Él endurece sus facciones y da un fuerte golpe a su escritorio. -Entonces todos estos años le estuve llorando a una tumba vacía, cuando claramente mi hija está viva- dice el con enojo y tira las cosas de su escritorio. - ¿Acaso usted llora? - aquel hombre lo mira enfado y solo suelta un suspiro. - Se que estás bastante enojado, pero desperdicias tu tiempo- lo mira iracundo- aprovecha tu tiempo y búscala, tráela a donde ella pertenece- dice finalizando y saliendo de aquella oficina tratando de evitar a la bestia. El piensa en múltiples formas de encontrarla de forma rápida y se le ocurre una idea. Agarra su teléfono y marca un número, al tercer tono contesta. - ¿Que se le ofrece gran líder? - dice un hombre de una edad no tan avanzada. -Necesito tu ayuda, mi hija está viva y quiero que me ayudes a encontrarla- dice el serio mirando el gran ventanal. -Entonces los rumores eran ciertos, mi nieta sigue con vida- dice con una sonrisa y mirando con odio la cara de Azumi la cual está frente a él. -Si padre, y trae a Azumi al palacio principal, sé que está contigo- dice el líder y cuelga la llamada. Azumi, pagarás muy caro está traición... Piensa eso, el agarra un cuadro de Azumi y lo tira por el gran ventanal. -Me apartaste de mi hija, maldita perra- dice eso sale de su oficina. La traición se paga con la muerte... SOFIA TORALES. ########################################################################################################################################################################################################3
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