DOS

1894 Words
Después de llegar a casa me alisté para ir a «Trabajar». Paciente esperé su mensaje con la dirección del lugar. Normalmente no suelo trabajar así de prisa, siempre es con uno o dos días de anticipo. No estaba el hecho de que me haya acostado con muchos hombres, máximo si me he acostado con tres y, podría decirse que eran clientes fijos. El tono de mensaje de mi teléfono me alerto, rápidamente lo vi. Salí de casa, subiendo de inmediato a mi auto, abrí la ubicación en el GPS y me puse en marcha. Siguiendo la ruta me tomo unos 30 minutos llegar. No me sorprendía lo que estaba viendo, o bueno, quizás si un poco pero, es que siempre es lo mismo, casa grande y lujosa, grandes ventanales de cristal polarizado, un frente muy delicado, arboles, flores, he incluso una fuente de agua. La puerta que me impedía adentrarme al grande y lujoso espacio fue abierta de inmediato. Aparqué cerca de la entrada. Bajé de mi auto tomando mis cosas en mano. Al voltearme hacia la puerta de entrada lo vi. Con tan solo unos pantalones y su torso descubierto. Tiene buen cuerpo, es alto, su complexión corporal es un poco robusta. Una sonrisa se ladeo por sus labios, recorriéndome con su mirada de los pies a la cabeza. Me hizo señas con su cabeza para que pasara y, eso hice. Fui detrás de él adentrándome al inmenso espacio que es su casa. Está un poco vacío para ser un espacio tan grande. Apenas si había decoraciones y muebles, o, al menos hasta donde podía ver. No tenía idea de adonde me guiaba, solo seguía sus pasos. — Tur información dice Stripper, trabajadora s****l y acompañante. —Efectivamente — Afirme su pregunta. Asintió con la cabeza. Habíamos entrado al espacio de la cocina, la que, igualmente estaba un poco desolada. — ¿Cuál es el precio por cada pedido? A cada quien le cobraba distinto, despendiendo la posición económica en la que lo viera y, él no lucia nada mal. — Solo por el Stripper, dos mil dólares, por el servicio s****l, tres mil dólares, por acompañante, eso ya dependerá por cuantos días lo solicites, por ejemplo, una noche, mil quinientos dólares, y dependiendo lo que tenga que hacer, la tarifa aumentaría. — Y ¿Por los tres servicios juntos? —Diez mil dólares — Le aclaré. La ventaja de ser una de las más solicitadas es que, podía poner el precio que quisiera. Simplemente a él le ha tocado ese. —Entonces ¿Si quiero el servicio de stripper más sexo? Serian cinco mil dólares. Sus matemáticas no fallaban pero, cuando se pedían dos servicios, siempre pedía un poco más. — Cinco mil quinientos por dos servicios — Le informé. Asintió a medias.   — ¿Cómo cobras? Tomé mi teléfono y, al número de donde me ha enviado la ubicación le mande mi cuenta de PayPal. — Te he enviado por donde puedes depositarme. Cabe recalcar que, mi servicio solo dura una hora, si deseas más la tarifa sube a cien dólares. Sus ojos me observaron atentamente por unos segundos. — ¿Por los dos servicios? Asentí en respuesta. — Ya que tanto pides, al menos espero y des buen sexo — Alzo un poco las cejas — ¿Tomas alcohol? — No, gracias. De clientes pasajeros o que recién conozco, no tomaba nada de licor que ellos ofreciesen, eso era algo que solo hacia exclusivamente con mis clientes «Premium» aquellos con los que ya sentía confianza. Le restó importancia a mi respuesta, el en cambio si se sirvió licor. —Vamos — Me alentó. Fui detrás de él, pisando sus pasos, subiendo las escaleras a paso lento. Conformé iba subiendo podía escuchar la suave melodía cada vez más cerca. Él dio vuelta a la izquierda, al fondo pude ver la luz roja que se escapaba por el cuarto y, él iba en esa dirección. Abrió más la puerta, permitiéndome ver el espacio, estaba más que acondicionado. Un tubo de metal en el centro, pequeños sofás. El escenario estaba listo. — Tú has lo que tengas que hacer, el baño esta por esa puerta —Señaló detrás de mí — Cuando quieras puedes empezar. Asentí y cruce la puerta que había mencionado. Sin perder el tiempo empecé a arreglarme, mientras más rápido termina, más rápido podría irme. Saqué mi lencería, me desvestí para poder ponérmela. Acomodé mi cabello, ya estaba maquillada, no tanto ya que es un evento privado. Normalmente suelo hacerlo sin calzado así que, como ya estaba lista salí.   Él estaba a un extremo entre las sombras, con su baso de licor entre sus dedos, observándome como si esperase algo. Aun no me acostumbraba a esas miradas que suelen dar. A paso decidido me acerque el tubo, tocándolo con mis manos, sintiendo la suave melodía en mi cuerpo. Dejando a un lado su presencia empecé a danzarle al tubo sutilmente, acariciándolo de arriba hacia abajo con mis manos, uniendo mi cuerpo. Subiendo ágilmente, de manera lenta y sutil. Y así pasaron cuarenta minutos, entre baile. No recordaba que él estaba aquí hasta que escuché su voz:  — Creo que ya es suficiente de baile — Apareció en mi vista. Notaba el bulto entre sus piernas. Se quedó en silencio alrededor de unos minutos. — Ven aquí — Me ordenó. Fui tras él hasta donde estaba anterior mente. Se sentó en el pequeño sofá. Me mostró un preservativo, lo tendió en mi dirección. Desabrochó sus pantalones dejando libre su m*****o. Destapé el preservativo, sacándolo de su envoltorio plateado. Tomé su erección entre mis manos, acariciándola un poco antes de deslizar el látex por completo en su pene. Lo llevé a mi boca, chupándolo lentamente mientras lo apretaba severamente con mis manos. Me alejé, me deshice de mi ropa interior inferior antes de subir sobre sus piernas y hacerle presión. El pequeño jadeo que abandono sus labios, me lleno de satisfacción. Entrelacé mis dedos en su cabello mientras me inclinaba a besarlo. «Los besos húmedos eran un buen incentivo, sin mencionar que aumentaban la excitación.» Mi lengua jugueteó con la de él mientras que con sus manos libres apretaba mi trasero de manera posesiva y atrayente. Después de aquel momento él ya estaba listo para mí. Con ayuda de una de mis manos dejé que su pene se deslizara por mi cálida humedad. Moví mi cuerpo ligeramente de arriba hacia abajo mientras mis labios se unían con los suyos. Me arquee hacia atrás, gimiendo. El gemir era un punto muy importante, eso los hacia excitarse cada vez más. A pesar de que lo que hacía me generaba placer no alcanzaba el clímax, mi prioridad primaria era que ellos llegaran. Muchas veces regalándoles múltiples orgasmos, y con tan solo eso me sentía satisfecha. Cambie de movimientos de atrás hacia delante, gimiendo «pero no de manera exagerada» en su oído cada vez que estaba completo en mis adentros. Por la manera en que sus manos me acarician y aprietan, me daba a entender que le estaba gustando. Acaricie su torso desnudo mientras meneaba mi cadera causándole placer. Lo sentí tensarse debajo de mí, esa «muchas veces» era mi señal. Aumente mis movimientos y, en cuanto dejo escapar el primer jadeo contraje mi v****a, extasiándolo de placer. Su respiración agitada, la fina capa de sudor cubriendo su frente. Amaba estos efectos secundarios. Sus brazos pasaron por mi cintura atrayéndome a él, hundiendo su cara entre mis pechos, dejando pequeños besos en ellos. Esto que él hacía solo lo recibía de parte de una persona. No negaré que se sintió un poco extraño sentirlo por él pero, las muestras de afecto las correspondía ya que, eso me daba buena crítica. — Gracias — Susurró aun pegado a mi pecho. — No es nada — Musité mientras acariciaba su cabello oscuro. Al tenerlo más tiempo de lo normal dentro de mí, lo sentí endurecerse nuevamente. —Puedo regalarte otro más — Le informé con dulzura en mi voz. Se alejó un poco permitiéndome ver su rostro. Una sonrisa curveo sus labios. — Eso estaría perfecto. Comentó. Me alejé para que el pudiera cambiar el preservativo, esta vez fue diferente. Me hizo recostar del sofá largo, quedando él sobre mí. Se hizo espacio entre mis piernas, adentrándose con precisión por mi v****a. Aclarando que no tuve un orgasmo en la primera sección, eso se sintió más que bien. En la manera en que movía sus caderas de manera delicada y precisa era fenomenal. Esta vez los gemidos que abandonaban mis labios eran involuntarios, causados por él. Su cuerpo rozándose con el mío producía calidez. Unió su frente a la mía, jadeando. Su mano agarro mi cintura de manera posesiva, bajo su rostro a mi cuello, gruñendo contra mi piel. Y, en tan solo segundos, aquella desesperación cegadora se apodero de mi cuerpo, provocándome espasmos, descontrolando mi respiración. Crucé mis piernas alrededor de su cadera, atrayéndolo más a mí. — Eso se sintió más real — Susurró. En eso tenía razón, porque si había sido real. Esboce una sonrisa dejándolo en liberación de mis piernas. En cuanto se alejó yo me levanté para irme al baño. El tiempo ya había culminado y tenía que irme. Me vestí el más rápido posible, en cinco minutos ya estaba lista. Salí del baño. Él ya estaba vestido, o semi vestido a decir verdad, su cabello desordenado. — Gracias por venir — Me mostró una sonrisa complaciente. —No es problema — Correspondí a su sonrisa. Dirigí mi paso a la puerta de salida pero, su voz me detuvo: — Te volveré a ver, Rachell. Le di un guiño. — Tu solo llama cuando quieras — Le recordé antes de salir definitivamente. Bajé por las escaleras con cuidado. Ya era tarde. Había pensado que estaría de regreso a la hora indicada pero, al parecer no era así. Salí rápidamente subiendo de inmediato a mi auto, al salir de su propiedad conduje a raya del limité de velocidad, tuve que detenerme en el semáforo. Tomé una goma para el cabello de la guantera y ate mi cabello de manera rápida. Apenas el semáforo cambio de rojo a verde continúe avanzando, tocando frenéticamente mis dedos contra el volante, muestra de lo desesperada que estaba. Unos minutos después había llegado al complejo departamental, subí las escaleras rápidamente ya que el ascensor estaba descompuesto, en cuanto llegué a su departamento toqué la puerta, en tan solo segundos ella abrió. —Te has tardado medio hora — Me reclamó la niñera.   —Lo siento mucho Ameli, tuve una emergencia. Mi pequeño apareció en la puerta saliendo por un costado. No pude evitar sonreír al verlo. — Mami. Tomé una de sus manitas. — Gracias por cuidarlo — Le agradecí antes de que cerrara la puerta. Frotaba su manita libre contra sus ojos, indicándome de lo soñoliento que estaba. Lo levanté del suelo y lo abrace. — ¿Cenaste? — Le pregunté dejando besos en su cara. — Shi — Contestó. —Bien, vamos a casa a descansar. Con él en brazos  baje las escaleras para llevarlo al auto. Ahora el camino a casa fue tranquilo. Sebas se había quedado dormido en el trayecto. Al llegar le puse la pijama y lo acosté en mi cama, yo tomé una ducha y me recostee a su lado.  
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