A medida que el auto avanza, mis nervios también lo hacen. Jamás he ido a un psicólogo, bueno, no que recuerde y no sé cómo sentirme al respecto, pero tal vez, estas terapias me ayuden a recordar y cuando lo hagan saber qué o quién está tras de mí y ponerle fin. Es lo único que deseo hacer justo ahora, ponerle fin a esto que poco a poco se convierte en una pesadilla. —Faith, sólo he hablado con el doctor Evans por teléfono, así que entraré contigo, nos presentaremos y luego me retiraré. —¿Que? ¿Por qué no puedes quedarte conmigo, mamá? —mi pregunta la desconcierta. Niega con la cabeza varias veces. —Son terapias privadas, Faith. Estás grande ya para entenderlo. Me quedo observándola por un largo tiempo. Bárbara a veces puede ser bastante seria, pero tengo la dicha de haber despertado,

