Capítulo 2

1099 Words
Me puse una camisa rosa y una falda negra acampanada. Me calcé unos tacones y me retoqué el maquillaje, que consistía en base, polvos, corrector, rímel, sombra de ojos y lápiz labial rojo. Me peiné el cabello liso una vez más y completé el conjunto con un reloj dorado y un collar. Salí de la habitación y me encontré con Sam en el pasillo. —Vaya, vaya — silbó —. No está mal para una entrevista. El jefe no podrá apartar la vista de ti. —No me apetece tener un romance con un jefe viejo y gruñón —me reí. — ¿Y cómo sabes que es viejo? —Simplemente lo supongo. Todos los jefes son así. Al menos eso creo. Espero que me guste este trabajo. Bueno, me voy, o llegaré tarde. Le di un beso en la mejilla a mi amiga y salí corriendo de casa, dirigiéndome hacia mi carro n***o. Conduje con cierta dificultad debido a los tacones, así que me los quité y conduje descalza todo el camino. Cuando llegué al destino, me los volví a poner. Miré el edificio y no podía creerlo, así que verifiqué la dirección otra vez y coincidía. Abrí mucho los ojos y la boca al ver el enorme edificio de oficinas delante de mí. Pero... ¡parece sacado de alguna película barata! Miré hacia arriba, más y más alto, y no podía creer lo alto que era. ¿Seguro que este tipo me dio la dirección correcta? Pero ya que estoy aquí, supongo que entraré. Di pasos inseguros y el sonido de mis tacones resonaba en el concreto. Estaba cada vez más cerca y más insegura. Me alisé la falda negra y empujé la gran puerta de cristal para entrar. Todo parecía sacado de una película. ¡Esto debía haber costado millones! Miré a mi alrededor y no podía creer dónde estaba. Todo estaba cuidado al más mínimo detalle. Caminé unos pasos hacia adelante escuchando cómo mis tacones resonaban en el suelo de cristal. Caray, aquí trabajan solo millonarios. — ¿Puedo ayudarle en algo? —preguntó una mujer detrás del mostrador, con un maquillaje intenso, un cabello precioso y un vestido ajustado con un escote bastante pronunciado. —Uhm... sí —balbuceé, tratando de que mi voz sonara firme—. Tengo una cita con el señor Owen para una entrevista de trabajo. —Entiendo. Por favor, suba al piso veintiocho. Ahí se encuentra su despacho, y alguien le atenderá. —De acuerdo, gracias —respondí, y me dirigí rápidamente al ascensor. Vaya, incluso el ascensor era perfecto. Pulsé el botón del piso veintiocho y esperé hasta que las puertas se abrieron y vi a un joven con traje. — ¡Disculpé! —lo abordé—. Tengo una cita con el señor Owen. ¿Podría decirme dónde está su oficina? —Claro —dijo con voz profunda—. Siga hasta el final, allí verá unas puertas grandes. No puede perderse —guiñó un ojo—. ¿Quiere que la acompañe? —No, gracias. Me las arreglaré. Adiós. —Espero que hasta pronto —dijo mientras caminaba por el pasillo. Solo se escuchaban mis tacones y mi respiración profunda. El pasillo era largo, así que me tomó varios minutos, pero finalmente vi las puertas más grandes con un letrero que decía "OFICINA. NO MOLESTAR". —Es hora de conocer al viejito —dije en voz baja para mí misma, tomando una respiración profunda. Extendí la mano y llamé tres veces. Del otro lado escuché un suave "Adelante". Empujé las grandes puertas y entré con inseguridad. Me quedé helada al ver quién estaba sentado allí. ¡Demonios! No era un hombre gordo y viejo, sino el hombre más sexy que había visto en mi vida. Su cabello castaño perfectamente peinado, esos ojos oscuros y cautivadores que me miraban intensamente, sus pómulos perfectos y esos labios que moría por probar. Parecía un dios del sexo en un traje n***o desabrochado. Era corpulento, así que se notaba que debía estar en forma y que iba al gimnasio. Se notaba. — ¿Está aquí para la entrevista? —preguntó con voz profunda, sacándome de mis pensamientos, y me sonrojé al darme cuenta de que llevaba un buen rato mirándolo. —Sí —balbuceé brevemente. —Siéntese, por favor —me señaló la silla frente a su escritorio, así que me acerqué con incertidumbre y me senté en el lugar indicado—. ¿Cómo se llama? —Verónica Garcés —dije. Aún no podía dejar de admirar la intensidad de sus ojos y esos labios maravillosos. — ¿Cuántos años tiene? —Veintidós. —He estado viendo su currículum y veo que ha trabajado antes en una oficina similar, ¿es correcto? —me miró, y yo seguramente me habría caído de no ser por la silla en la que estaba sentada. —Hum... sí. Por supuesto. Con la diferencia de que aquella oficina era más pequeña. — ¿Cuál fue la razón de su salida, si se puede preguntar? —Simplemente me mudé a otra ciudad y no tenía cómo desplazarme hasta allí. —Entiendo —empezó a revisar mis documentos, y yo me quedé sentada golpeando mis dedos sobre mi muslo—. ¿Se ha dedicado a algo más? —Fui niñera, trabajé en una floristería, y también en una cafetería cuando era adolescente. —Entonces preparar café o hacer comida no es un problema para usted. —Ninguno —respondí con sinceridad. El hombre se rascó la barbilla de una manera increíblemente sexy. Seguía concentrado en mis papeles. — ¿Y con los documentos? ¿Por ejemplo, organizarlos, llevarlos a la sala adecuada, tampoco es complicado para usted? —Como ya mencioné, he trabajado antes con documentos, así que no hay problema. —Bien. ¿Está sola o tiene pareja? —me miró por debajo de sus espesas pestañas negras. —Em... esa no es una pregunta para una entrevista de trabajo —me puse nerviosa. —Naturalmente, pero no tenemos que ser tan formales y preguntar solo sobre la oficina. —Hum... soy soltera —solté, mirando esas maravillosas pupilas oscuras. —Entiendo —carraspeó y bajó la vista a mis papeles—. Por favor, venga en dos días para un período de prueba. Veremos si es apta para este trabajo. Eso sería todo por el momento. Me pondré en contacto con usted por correo. —De acuerdo. Adiós —dije levantándome de la silla y caminando rápidamente hacia la salida. ¿Por qué sentía como si me estuviera mirando el trasero?
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