capitulo 6

1916 Words
—Bueno, no es esto interesante—dice con tono burlón—. Espero que te haya gustado la probada, Principessa. La próxima vez será aún mejor. —¿La próxima vez?—murmuro, mi voz apenas audible. No sé si debería sentirme aliviada de que parezca que él no me violará, o preocupada por la próxima vez. —La próxima vez… no soy ese tipo de monstruo, dulce e inocente Anastasia. No voy a follarte esta noche—me dice, levantando mi barbilla y agarrando mi cuello—. No tomaré la cereza entre tus piernas esta noche. Cuando lo haga, tú me la darás. Querrás que yo la tome. La furia se apodera de mi interior por su confianza. Odio que parezca tan seguro de sí mismo. Él no me conoce. —No, no lo haré. No te daré nada—le respondo bruscamente. Él aprieta su agarre en mi cuello. Su sonrisa se ensancha y asiente con la misma seguridad. —Oh, lo harás. ¿Sabes por qué? Soy curiosa. —¿Por qué? —Porque ya lo deseas. Miedo y excitación. Puedo olerlo, incluso ahora. Lo olí antes de hacer que te corrieras. Me deseabas desde el principio. —Él me suelta. Me hundo en la pared con los labios entreabiertos—. Eso está bien. Yo también te deseaba. Me guiña un ojo antes de volverse y alejarse. Lo miro mientras se marcha y la puerta se cierra con un clic. Un segundo después, una llave suena dentro del ojo de la cerradura. Estoy encerrada. Me toma un momento darme cuenta de que no estoy respirando y el humo desaparece de mi mente. Esto es loco. No lo deseo. No puedo. Él es el enemigo. Mi enemigo. No puedo permitir que me utilice de esta manera. Solo puedo hacer una cosa. Escapar. Tengo que intentarlo. ***** Ivanov No recuerdo la última vez que me masturbé. Fue hace mucho tiempo, el recuerdo de cuándo pudo haber sucedido es un completo borrón. Y estoy bastante seguro de que estaba borracho. En el momento en que dejé a Anastasia de pie contra la pared del dormitorio, desnuda y hermosa, excitada de nuevo por mí, supe que la única liberación que tendría esta noche sería en la ducha. Era eso o ir al club a buscar una puta para pasar la noche. Aunque no podía hacer eso. Había ido demasiado lejos con la belleza de cabello n***o como para desear a alguien más. Estoy acostumbrado a conseguir lo que quiero y lo que yo quiero es a ella. Mi polla quiere estar dentro de su estrecho y húmedo coño. Me acuesto en la cama y apoyo la cabeza en la pila de almohadas. Me lamo los labios mientras miro hacia el tragaluz. Todavía tengo el sabor de ella en mi boca. Es un sabor que paladeo. Cuando ese dulce néctar fluyó de su bonito coño a mi boca, todo lo que supe fue que necesitaba más. Joder, he estado fascinado desde que surgió la idea de casarme con ella. En el baile pensé que era otra princesa engreída, pero esta chica está lejos de eso. Hay un fuego dentro de ella que me cautiva. La hace pensar que puede desafiarme. ¿Decirme que no? No recuerdo la última vez que una mujer me dijo esa palabra. El hecho de que provenga de un ser impotente e indefenso como ella en su perfecta desnudez es pura excitación. Puedo ver que me divertiré bastante con esta empresa comercial. Ahora mismo, soy el hijo de puta más feliz. Tengo a la hija de mi enemigo, cautiva en mi casa, y estoy al borde de ver a Riccardo perderlo todo. El Sindicato es un sueño que espera cumplir. Él no podrá reconstruirse, y una vez que los inversores comiencen a retirar fondos, su negocio se hundirá y será inútil para ellos. Una vez que le pateen el culo, no será nada. ¿Qué debe estar haciendo la princesa ahora? Me imagino a mi bella y virgen Principessa todavía pegada a la pared, mortificada por lo que le hice. Apuesto a que con la forma en que su querido papá maneja las cosas, lo que le hice fue lo máximo que ella ha hecho sexualmente. Hice que la comprobaran y supe que tiene un chico como mejor amigo. Inusual, dado quién es su padre, incluso si el padre del chico trabaja para Riccardo. Todo lo que hace el hombre es táctico. Todo. Y estoy dispuesto a apostar que ese pequeño viaje a Italia que pensó que iba a hacer también fue táctico. Simplemente no sé de qué manera. No supe de eso hasta ayer. Esa fue una de las razones por las que tuvimos que movernos rápido. Riccardo mantuvo eso en silencio. Sin que la princesa lo sepa, mi habitación está junto a la de ella. Hay una puerta que se abre directamente a su habitación. Lo usaba como una habitación libre que en realidad nunca se usó, pero fue útil esta noche. Tenía el lugar preparado ayer cuando papá y yo decidimos lo que íbamos a hacer. Habíamos estado esperando algunos detalles más de Dominic antes de implementar nuestro plan. Fue él quien descubrió los secretos de Riccardo. Mi hermano puede encontrar suciedad en cualquiera. Incluso cuando piensan que no tienen suciedad, Dominic puede encontrar mierda para usar contra una persona. Esta vez, él encontró el botín. Tengo un plan para mis hermanos si se unen a mí. Sé que mi ascenso a líder ha causado revuelo. Antes de llegar a casa, recibí un mensaje de texto de él informándome que todas las transacciones se completaron y se transfirieron a mi nombre. Mis hermanos también habrían sido alertados. Ahora me pregunto qué pensarán todos. Ser el dueño de Anastasia también podría causar otro revuelo. Todos estábamos en esa recaudación de fondos la noche cuando Riccardo la presentó al mundo. Sé que no habría sido solo a mí a quien le gustara y la deseara. Solo tengo que tenerla porque ahora soy el jefe. Ahora está en mi casa y quiero follarla. Aunque esperaré. Quise decir lo que dije. No soy ese tipo de monstruo. No importa lo despiadado y desalmado que sea, no forzaría a una mujer. Me gusta follar, y mi mujer debe desearme tanto como yo la deseo. Incluso si nos acabamos de conocer, esa conexión tiene que estar ahí. Soy dueño de un club de caballeros y las mujeres que empleo allí siempre están dispuestas a darme lo que deseo. Tengo mis elecciones. No tengo que intentarlo. Mi vecina de ardiente belleza, sin embargo, me ha dado sed por más de ella. La saboreé y quiero más. Tendré más, y como le dije, ella me dará lo que deseo. Mi polla se endurece ante la idea de desvirgarla. La atracción está ahí en abundancia. La sentí en el momento en que nuestros ojos se clavaron en la oficina de su padre. Lo que nunca esperé fue estar tan prendado de la hija de mi enemigo, como la llamada de una sirena a un pobre bastardo marinero que se ha perdido. El deseo y la química son lo que se encendió esta noche entre nosotros. Ella también lo sintió. Sé que lo hizo. Me gusta que ella esté luchando contra eso. Me gusta el reto. Quiero que acepte en mente, cuerpo y alma que me pertenece. Con ese pensamiento, me quedo dormido. Cuando me despierto, resisto las ganas de verla. Haré que mis criadas la atiendan hoy y permitiré que se acostumbre a estar aquí. Sin embargo, no la dejaré salir de su habitación todavía. Todavía no. Agarro el desayuno y les envío un mensaje de texto a mis hermanos, pidiéndoles que se reúnan conmigo en el club en una hora. Todavía no está abierto, pero ahí es donde nos reunimos y pasamos el rato. Me gusta mantener mis reuniones de negocios en las oficinas de D'Agostino Inc., pero también tengo algunas en el club. Algunos de mis negocios me gusta mantenerlos en secreto. No he visto a todos mis hermanos juntos desde principios de la semana pasada, cuando la mierda sobre Riccardo comenzó a juntarse. Tuvimos una reunión en la oficina con mi padre, donde anunció que quería terminar la transferencia lo antes posible. Fue entonces cuando volví a notar esa tensión entre mis hermanos. Me molesta pensar que es posible que no quieran que yo esté a cargo. Hoy, cuando los encuentre, seré el jefe oficial en los papeles. Tristan ya está allí cuando llego. Está jugando al billar en el salón con un puro cubano en la comisura de la boca. Mi ánimo se levanta cuando lo veo. Deja el puro en el cenicero. Una sonrisa se extiende por su rostro. Me encuentra a mitad de camino con una mano extendida y un asentimiento brusco. —Buenos días, jefe—dice él. Sonrío. —Hola, hermano—respondo. Le estrecho la mano, pero me atrae para un abrazo. Es algo raro entre nosotros, que solo se hace en ocasiones especiales. Me alegro de que parezca estar a bordo. De todos mis hermanos, es el más cercano a mí. Tal vez sea porque solo estamos separados por un año. Andreas es dos años mayor que yo y Dominic es tres años menor que yo. También somos muy similares. Incluso nos parecemos tanto que podríamos ser gemelos. —Te ves diferente, como un hombre a cargo—señala con un movimiento de cabeza—. O como un hombre que se ha hecho cargo de su mujer. —La picardía mancha sus ojos. Me río sabiendo que debe sentir curiosidad por conocer lo que pasó ayer. —Todavía no—le confieso. Cambia su peso de un pie a otro y me mira fijamente. —Estás bromeando. A propósito no envié un mensaje anoche porque pensé que estarías ocupado con tu nuevo juguete. Sé que yo lo habría estado. —Cuidado, podría pensar que estás detrás de mi futura esposa— bromeo. Él pone los ojos en blanco. —Maldito, sabes que todos los hombres van a perseguir a tu futura esposa. —Mejor que no sea así, maldición. Ellos sabrán que es mejor no mirar lo que es mío. Soy posesivo y no me importa a quién cabree. Lo que es mío es mío. Aunque sé que hay verdad en sus palabras. —Relájate, solo estoy bromeando. En lo que a mí respecta, me refiero. No te haría una mierda así. En serio, ¿no hiciste nada con ella? —Me lanza una mirada de incredulidad. —No, no hice una mierda. Virgen. Ahora se le cae la mandíbula. —Joder, estás bromeando. No me sorprende, pero aún así. —Sí. —No estás esperando la noche de bodas, ¿verdad? —Arquea una ceja. —Joder, no. Él asiente. —Bien. ¿Cómo te fue con Riccardo? ¿Hiciste sufrir al bastardo? —Yo diría que sí. Definitivamente lo puedo decir. —Tengo a los hombres de guardia. Extiendo la mano y le doy una palmada en el hombro. De eso es de lo que él está a cargo. Él supervisa a los soldados y socios, por lo que mantenemos las cosas en orden y bajo control. Miro la puerta mientras se abre. Dominic entra con una bandeja de café de Starbucks. También sostiene una bolsa con dulces. Dominic se ríe cuando nos ve. —Siento llegar tarde—afirma—. Jefe.
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