Capítulo 1

4496 Words
Capítulo 1   Un chico de complexión delgada, cara algo tonta, con la camisa bien puesta y la corbata anudada correctamente, entró al aula. Los alumnos se quedaron viéndolo, eso solo aumentó su nerviosismo del chico nuevo. Era último año y su padre había sido transferido a la capital, así que él tuvo que dejar su escuela, sus amigos y su vida entera. Él sabía que sería incómodo, la mayoría ya se conocía de hace años y él era el espécimen nuevo que tuvo la mala suerte de transferirse en su año de graduación. El chico nuevo recorrió el aula con la mirada, tratando de no detenerse en ningún rostro porque eso solo lo haría sentir más ansiosa y fuera de lugar. Miro hacia abajo, mirando sus zapatos lustrados, su padre jamás lo dejaba salir de casa sin lustrar previamente sus zapatos y éstos debían de estar brillantes, al punto de poder ver su reflejo en ellos.   - Preséntate Le pidió la profesora, sonriéndole con amabilidad. - Ho… hola… - el castaño alzo la mirada y se centró en la cartuchera en forma de cerdito que poseía una de las chicas en la primera fila de asientos – Soy… - respiró hondo, se sentía miserable por tener que estar pasando por esto - Soy Edward Lincoln, espero que nos llevemos bien… - Puedes sentarte con Daniels – señaló la profesora, caminando hacia su escritorio – Alza la mano Daniels Haciendo una cara nada agradable, que hizo sentir aún más nervioso al alumno nuevo, Jace alzó la mano, para luego dejarla caer con fastidio y un bufido. Theo y Devon se volvieron a mirar, este no era un buen comienzo de clases para su amigo, lo sabían, esto solo lo iba a empeorar. Jace solo le gustaba estar con sus amigos, no le gustaba relacionarse con otros pese a que muchos se le quisieran acercar, pero a él no le agradaba la idea, él tenía su círculo cerrado, privado y exclusivo de amigos, no quería más, no después de lo que pasó, no quería más dolor en su ser. Con un empujoncito de la profesora, Edward caminó hacia el asiento libre al lado del chico de mirada asesina. Jace lo miraba con detenimiento, el chico nuevo tenía una expresión demasiado amistosa para su gusto. La mirada fija del rubio hizo sentir incómodo a Edward, quien borró su sonrisa al instante, algo que pareció relajar al rubio porque automáticamente dejó de mirarlo. El chico nuevo tragó saliva y entonces se sentó, temblando por dentro ante la pesada aura oscura de chico a su lado. Miró a la pizarra y luego al chico rubio, podía escuchar las risas burlonas del par de atrás, sentía nauseas de pronto, tal vez había sido mala idea salir de su casa ese día. - Hola… - se atrevió a decir, extendiendo la mano, Jace solo lo miro de reojo – Soy Ed… - Te llamaré Ed… - el chico se quedó de piedra, pensó que el rubio no le iba a querer dirigir la palabra – No pienso llamarte Edward… - De… de acuerdo… Tartamudeó. - Chico, bienvenido a la escuela – Devon le palmeó la espalda, causando que Theo riera – Espero que sobrevivas al día, suerte… El dúo de atrás soltó aún más sonora carcajada, el recién bautizado Ed se sintió aún más nervioso, no quedándole más remedio que abrazar su mochila y mirar fijamente a la pizarra esperando que la profesora entendiera su mensaje de auxilio.   El timbre que indicaba el receso sonó, los alumnos se levantaron de sus sillas y comenzaron a caminar por el aula, otros se fueron a pasear por ahí. Edward miró al trio, ninguno se movía, solo Jace se giró a verlos, pero no hablaba, solo estaba sentado con la mirada perdida. Devon volvió a sacar su guitarra, pero ya nadie cantaba, solo tocaba acordes al azar una y otra vez. Theo, por su parte, deseaba preguntarle a Jace que le ocurría, pero no lo lograba, no lograba hallar las palabras adecuadas, no lograba formular las oraciones correctas. Quería saber qué le ocurría, pero temía preguntar, quería preguntarle pero temía a su reacción. Él quería mucho a Jace, los quería a todos, ellos eran su familia, por eso no soportaba ver a su amigo en ese estado, pero, de nuevo, no quería enojarlo y empeorar lo que sea que le estuviera ocurriendo. El chico nuevo notó también se giró, captando la mirada de Theo. El chico nuevo se sentía intimidado, pero esa actitud del moreno solo lo hizo sentirse con curiosidad. Si algo caracterizaba a Edward era su instinto de investigador, además de que le encantaba meterse en donde no lo llamaban. El chico nuevo sonrío para sus adentros, tal vez esta podría ser la forma de conocer y acercarse a estos tres chicos con los que había sido condenado a convivir. - Me aburro… Admitió el rubio, hablando al fin, esto relajó al moreno, haciéndolo sonreír, ese era el Jace normal. - ¿Qué tal las vacaciones? Preguntó Ed sonriente, los tres chicos voltearon a verlo, cada uno con una mirada que mezclaba el enojo y la seriedad; el chico nuevo tragó saliva, al instante se dio cuenta que no era la pregunta adecuada, todos lo seguían mirando de forma sombría, como si hubiese cometido el peor de los sacrilegios, y es que, para los tres amigos, el chico nuevo estaba a punto de cometer uno. - ¿De dónde eres? Preguntó de pronto Jace, Ed se sintió nervioso de nuevo, pero emocionado al mismo tiempo, por más sorprendente que pareciese, porque este chico estaba intentando entablar una conversación con él, o eso parecía. Sus otros dos amigos estaban igual de sorprendidos, no era normal en el rubio el querer convivir con alguien fuera del círculo. Ed intentó calmarse, se daba cuenta que el líder de ese grupo era el rubio, y sabía que no podía darse el lujo de encontrar nuevos amigos si ya un grupo lo había “Adoptado”. Su instinto de supervivencia le decía que tenía que ser amable con estos tres chicos, así que solo sonrió y contestó: - Nebraska Ninguno dijo nada, Ed solo suspiró. - Bienvenido, yo soy Devon El chico castaño con los ojos cubiertos le extendió la mano, Ed la aceptó al instante. - Theodore – se presentó el otro, amarrando sus trenzas en una coleta, hace horas que quería hacerlo pero la pereza le ganaba – Pero me dicen Theo - Somos los únicos que le decimos así – intervino el rubio, extendiendo la mano – Jace… - Mucho gusto… - Ed miró a sus nuevos amigos, emocionado por poder pensar que había hecho amigos con tanta facilidad – Es una linda escuela, debió ser increíble estudiar aquí toda la preparatoria – sonrió, los otros solo lo miraron, esto le hizo darse cuenta, de nuevo, que había elegido las palabras equivocadas – De camino acá vi muchas chicas lindas, en mi escuela no hay chicas lindas, sus novias deben de ser muy linda… - Me aburrió esta conversación… Dijo Jace de pronto, levantándose y yéndose del aula. Ed se quedó ahí sentando sin saber qué acababa de pasar. El dúo comenzó a reír, Ed solo los miró ¿Hacía dicho algo malo? ¿Lo había arruinado? ¿El rubio ya no le querría volver a hablar? ¿Es que había temas de conversación que no debían de tocarse con ese grupo? - No temas… él es así – le explicó Theo, dándole palmaditas en el hombro – Jace es… una persona un tanto difícil - Con vida difícil Agregó Devon, Theo le dedicó una mirada para que se callara, Ed lo notó al instante. Se giró a ver el marco de la puerta por donde el rubio acababa de huir, y sintió aún más curiosidad ¿Qué le ocurría a ese chico? ¿Quién era ese chico? ¿Por qué parecía que algo muy grave hubiese pasado y los demás intentaban a toda costa no hablar al respecto? ¿Qué había ocurrido? Esa última definitivamente era la que más le interesaba al chico nuevo. - Las cosas no está muy bien para él en estos momentos, así que tenle paciencia Intento explicar el moreno, recostándose el respaldar de su silla. - ¿Qué le pasó? Preguntó Ed, los otros dos se miraron entre sí y luego negaron con la cabeza. - Ya lo sabrás después – contestó Devon – No creo que no te vayas a enterar, toda la escuela lo sabe – el chico nuevo asiente con la cabeza - Por ahora no hagas comentarios que puedan enojarlo… - ¿Cómo cuáles? - Ya lo sabrás – el castaño se ríe - No te podemos hacer una lista de qué o no decir… - se encoge de hombros – Usa la cabeza cuando te enteres - ¿Ustedes no me pueden decir lo que sucede? - No Contesta el moreno de forma tajante. - De acuerdo… - contestó el chico nuevo – Eh… iré por algo de beber - Ok… Contestaron los otros dos al unísono. Aún nervioso, Ed se levantó de su asiento y caminó a paso veloz hacia la puerta. Había sido una excusa lo de comprar algo para beber, lo que él realmente quería hacer era alejarse un rato de esa aula, no sentía que fuese un buen comienzo de clases. Quizá ya lo había arruinado todo con el rubio, o quizá aún no. Como fuese, él no se iba a dar el lujo de perder a sus nuevos amigos, sabía lo difícil que sería ser admitido en cualquier otro grupo, sobre todo porque era el año de graduación. Tenía todas las de perder socialmente hablando, así que lo mejor era obedecer lo que el par de amigos le habían dicho y no hablar de más, quizá seguir el hilo de las conversaciones que ellos armen y no proponer él ningún tema, por más aburrido y arbitrario que eso sonase, no poder entablar una conversación de algo que a él le interese, pero, de nuevo, el chico nuevo no podía darse el lujo de conseguir un nuevo grupo de amigos, el destino lo había asignado a este y, habían despertado su instinto de investigador. - ¡Ay! Exclamó una voz, el chico nuevo había estado tan metido en sus pensamientos que no se había dado cuenta por donde caminaba. Miró hacia el suelo y vio a una chica en el suelo con expresión de dolor. El corazón del chico nuevo comenzó a latir a toda velocidad ¡Esto era lo único que le faltaba para coronar su mal día! Derribar a una chica. - ¡Oh rayos! – la tomó de los brazos y la ayudó a levantarse – Lo siento… no veía por donde iba - Descuida… - dijo la chica, sonriendo con dulzura – Yo tampoco - Oh… - el chico se quedó embobado por un instante, la chica era realmente bonita y su sonrisa hacia que su rostro se iluminara, o eso parecía – Soy Ed… - Mina… La chica le sonrío, extendiéndole la mano. - ¡Mina! – grito una voz gruesa que le puso los pelos de punta a Ed - ¡¿Estás bien?! – sintió que su cuerpo era empujado - ¿Te hizo algo? - Descuida… fue un accidente… Ed miró al recién llegado. El chico era alto, mucho, con rostro serio y ojos que helaban la sangre. Usaba lentes y tenía la ropa planchada a la perfección. Sostenía de los brazos a la chica, con excesiva fuerza para el gusto de Ed. Sin embargo, la chica se veía calmada, sonriéndole con calma al chico. El alto la soltó y dejo escapar el aire contenido. - Este… - Ed miró a las dos personas, de nuevo se sentía nervioso y ahora sí podía afirmar que esto servía para coronar su mal día – Lo siento… en serio estaba perdido en mis pensamientos - Descuida… Volvió a decir la chica, volviendo a sonreír con dulzura. - Ten más cuidado para la próxima vez Pidió el recién llegado con seriedad, la voz gruesa y siniestra del chico hizo retroceder a Ed, el chico alto era muy intimidante. No obstante, ahora tenía algo más que le causaba curiosidad ¿Por qué este gigante se comportaba así? El chico nuevo había oído hablar de novios celosos, pero notó al instante que esto no tenía nada que ver con celos, esto era preocupación por algo, y eso le hacía sentir curiosidad. - Él es Edward Le presentó la chica sin perder la sonrisa. - ¿Qué…? – Ed lo miró sorprendido, sonriendo con sinceridad por primera vez en el día - ¡Te llamas igual que yo! - Que curioso… Dijo la chica, soltando un pequeña y dulce risita, Edward solo lo miró con la misma seriedad. - ¿En qué grado están? - Último Contestó la chica con notoria alegría. - ¡Igual yo! – Ed cada vez estaba más animado, pese al gigante de mirada asesina, se sentía más cómodo con éstos dos individuos que con el trío del aula B - ¿En qué aula están? - En el A – contestó Edward con seriedad – Somos alumnos del A - Sí… tiene sentido… Y la verdad es que sí lo tenía, los alumnos del aula A eran los que siempre sacaban buenas notas, andaban con la ropa limpia y planchada, y nunca se metían en problemas. El B era igual de bueno, pero siempre habían bromas de por medio, algunos alumnos ya empezaban a mostrar desinterés como los del C. Edward y Mina tenían toda la pinta de ser del A, ambos estaban bien peinados, con las camisas bien puestas, y tenían cara de no conocer la oficina del director. - Bueno… nos vamos… Habló Edward, tomando el brazo de Mina, quien lo miró con una expresión que Ed no logró identificar. - Nos vemos en otra ocasión Fue lo único que pudo decirle la chica antes de ser llevada hacia otro lugar. Ed de nuevo se quedó quieto con la sensación de no saber qué más hacer. Esperaba que la próxima vez que los viera el chico alto no lo tratara como si él fuese radiactivo, tal vez ellos se podrían convertir en sus amigos de repuesto cuando los primeros le hicieran sentir aún más incómodo de lo que ya lo habían hecho sentir. Se quedó un par de segundos viendo cómo el par se iba. Notó que no se tomaban de la mano, el chico la sostenía por los hombros, como si estuviese evitando que la chica se desplomara. Algo raro había ahí, así como algo raro había en el trío. Sonrío, al menos había encontrado algo en lo qué interesarse. Investigar era una de sus pasiones, enterarse de los problemas de otros era otro de sus pasatiempos, y esto tenía que descubrirlo, dos misterios en un día, eso ya podía estar mejorando su día. Comenzó a caminar hacia el aula, aún faltaba unos minutos para que terminase el receso, pero no quería que su nuevo grupo pensara que se había ido por querer alejarse de ellos. Corrió hacia una de las máquinas de bebidas y compró una Coca-Cola, la abrió y le dio un trago. Respiró hondo, tendría que volver a lidiar con ese trio misterioso que le causaba tanta curiosidad e incomodidad. Entró en el aula y vio a los tres amigos sentados en sus respectivos sitios. El castaño y el moreno conversaban en voz baja mientras que el rubio miraba hacia la nada con las manos metidas dentro de los bolsillos del saco. Ed se estremeció, ese rubio tenía un aura muy oscura y brillante al mismo tiempo, como si diera miedo, pero no pudieses evitar mirarlo. Sin embargo, la curiosidad podía más que cualquier cosa y el chico nuevo ya se había puesto la meta de averiguar por qué ese chico se comportaba como lo hacía. - ¿Por qué le hablabas a Campbell? Pregunto Jace cuando Ed se sentó. - ¿Quién? Balbuceó el chico nuevo. - Campbell – Jace lo miró fijamente, Ed se estremeció - ¿Qué hacías hablando con Edward Campbell? - ¿Te refieres al chico que da miedo? – Ed abrió mucho sus ojos, los otros dos soltaron una pequeña risita al oír la forma en la que el chico nuevo se había referido al chico alto – No sé quién es, choqué con la chica que lo acompañaba, creo que es su novia porque él se puso como loco y… - Ella no es su novia… Jace comenzó a juguetear con algo entre sus dedos, apretando la mandíbula de nuevo y frunciendo el entrecejo hasta casi juntar las cejas. - Bueno, solo lo digo por cómo actuaban y… - ¡Ellos no son novios! Volvió a decir el rubio con más firmeza, estampando su mano contra el pupitre y provocando que varios en el aula se girasen a verlo, Ed solo asintió con nerviosismo. - De acuerdo… - Una cosa más… - Jace lo miró con unos ojos tan o más asesinos que los del chico alto – No le vuelvas a hablar a Edward Campbell… ¿Entendido? - Sí… - Bien… No volvieron a hablar en todo lo que quedó del día, salvo lo más necesario. Ed se había dado cuenta que Theo y Devon se encargaban de mantener el nombre de Edward lo más lejos posible de sus temas de conversación. Comenzaban una conversación y de pronto lo cambiaban para evitar mencionar al chico alto. Esto hizo que el chico nuevo se diera cuenta de algo: El chico alto solía ser amigo de estos tres, pero por algún motivo al rubio no le gustaba mencionarlo, así que, por lógica, debía de haber pasado algo entre ellos para que éste no quisiera saber nada del otro chico. La curiosidad era muy intensa en Ed, quería saber más.   El día llegó a su fin y no había terminado tan mal como Ed creyó, es más, hasta logró bromear un poco con el rubio. Aprendió algunas cosas sobre el grupo. La primera era que el rubio y el chico alto de mirada asesina no se llevaban bien, pero solían ser amigos. También que Devon y Theo no le hablaban por lealtad al rubio, esto último le hizo pensar al chico nuevo que, sea lo que sea que hubiese pasado, no debió haber sido simple, debió de haber sido algo grave, lo suficiente como para que Jace no quisiera ni oír su nombre, y también parecía que el tema realmente le perturbaba ¡Y debía de ser así! Porque era más que palpable, el rostro de Jace cuando hizo mención del nombre, eso le bastó a Ed para saber que nunca debía de volver a cometer el error de mencionarlo. Al en serio grave debía de haber pasado entre esos dos como para que el rubio tuviera esa actitud, ahora solo le quedaba saber qué. Los alumnos salieron tranquilamente de las instalaciones educativas, todos los alumnos se despidieron de sus amigos, el primer día había acabado y muchos habían sobrevivido. Algunos se iban solos y otros acompañados, algunos a pie y otros en sus bicicletas, otros más afortunados se iban en autos deslumbrantes o chatarras, algunos eran recogidos por sus padres o choferes, había de todo para entretenerse con la mirada. El trío de despidió en la puerta y cada uno se fue por su lado, Ed se sintió feliz de haber sobrevivido el día con la certeza de que esos tres le volverían a hablar, así que con eso en mente el también emprendió el camino a casa. Por otro lado, en dirección opuesta y tratando de caminar bajo la sombra de los árboles, dos personas iban caminando, hablando quedamente, con uno sosteniendo con excesiva fuerza al otro, pero aun así no le hacía perder la sonrisa tierna que siempre la caracterizaba y adornaba su rostro. Ellos iban caminando despacio, lo más despacio que podían, aunque eso la irritaba a ella, pero, de nuevo, eso no la hacía perder la sonrisa. Y es que ella quería correr, saltar, pero sabía que su amigo no se lo permitiría. Ella le debía mucho, le agradecía mucho, pero también le lloraba mucho. - Edward… - Mina miró al alto – Detengámonos… - ¿Te sientes bien? Preguntó el alto, la chica solo atinó a asentir y recostarse contra una pared, respirando con pesadez. - Si volvemos a ver a ese chico, el nuevo, no seas tan rudo… Min le sonrió al alto, este solo hizo una mueca. - Me dio miedo… - la tomó de las manos, Mina perdió brevemente la sonrisa, pero la recuperó al instante – En verdad me asusté - Lo sé… Le sonrió, aunque él sabía que era una sonrisa más bien triste, últimamente solo recibía esas sonrisas. - Mina… - No… por favor… no lo digas… - Pero, Mina… no puedo seguir así - Pero ya te dije que no… - lo miró, sus ojos se llenaron de lágrimas y sintió una punzada muy dolorosa en el pecho – No puedo hacerlo… - No me has dado otra opción – el chico dejó de lado su expresión de seriedad para cambiarla por una de tristeza - Este no pude ser lo mejor… para nadie… - Pero es lo que escogí – la chica perdió la sonrisa, ahora sí, definitivamente por el momento, y bajó la mirada, no podía ver el rostro de su amigo estando ella en ese estado - Respétalo… lo prometiste… - De acuerdo… – alzó su rostro con delicadeza, limpió sus lágrimas con su pulgar y sonrió, sus sonrisas siempre la reconfortaban, así que pudo volver a sonreír – Lo haré por ti… - Gracias… - lo abrazó, tratando de transmitirle todo el aprecio que le tenía, todo lo que él significaba para ella y tratando de disculparse por todo a lo que lo había comprometido y le había hecho perder – Bien… - tomó una bocanada de aire – Sigamos - ¿En serio? – la chica asintió, engarfiando su brazo al del alto – Bien… vamos lento entonces… - Sí… Mina soltó una risita, una genuina risita que hizo que el alto pudiera sonreír por primera vez en todo el día. Le agradecía demasiadas cosas a Edward, demasiadas, tantas que jamás podría pagárselas. Para ella, Eddy, como le decía, era un pilar, su pilar, alguien que la sostenía. Le debía demasiadas cosas y sabía los problemas que le estaba causando, y lo lamentaba profundamente. Se lamentaba todos los días haber tomado una decisión que destruyó más de una cosa. Lo lamentaba en serio, pero era lo mejor, ella lo sabía, era lo mejor, porque no había ninguna garantía, y como no quería esperanzarse, prefirió hacerlo. Condenó a Eddy, eso lo sabían ambos, que iba a suceder, y lo lamentaba, lamentaba haber arruinado las cosas para él, pero ambos sabían lo que pasaría si se sabía. Él comprendía porque lo había visto, no lo aprobaba, pero lo comprendía, ella estaba asustada y no quería causar problemas más grandes que el perder a un amigo. Siguieron caminando, hablando un poco más animadamente, sin soltarse del otro, caminando como tantas otras veces ella había caminado con otro chico, uno que sin que ellos supieran los iba observando desde lejos. Jace venía siguiéndolos desde hacía varias cuadras, los había visto abrazarse y a él acariciarle el rostro. Sintió ira por dentro, no debía de ser así, el chico alto no debía de ser quien acaricie su rostro o la sostenga con sus brazos, el que debía de ocupar ese lugar era él, pero sin si quiera darle un aviso le dieron la espalda y de la peor forma. Él lo traicionó de la peor forma que conocía, aquel que dijo que era su mejor amigo lo traicionó. Ahora ella se paseaba del brazo con él, le sonreía a él, lo abrazaba a él. Jace cerró los puños, quería golpear algo, quería gritarle a Eddy por usurpar su lugar, quería golpearlo por haberle quitado su lugar. Era él, Jace, quien solía andar del brazo de Mina. Dejó de seguir a la pareja y se dispuso a volver a casa. No le importaba si chocaba con las personas, ellas tenían la culpa por no esquivarlo. Pensaba en todo lo que había ocurrido, el día en que todo se arruinó, en que supo que su mejor amigo jamás iba a volver a serlo, el día que perdió a los seres más importantes de su vida. Recordó todo lo ocurrido esos últimos días en la escuela, aquellas cosas que sus ojos vieron. El miedo y la sospecha se hicieron realidad, luego vino el dolor y la decepción, seguido por el odio. Sus nudillos aún dolían por aquellos golpes lanzados aquel día, su rostro aún ardía, su corazón aún dolía. Y es que ellos eran demasiado importantes para él, ellos lo eran todo para él. Llegó a su casa, todo estaba en desesperante silencio como siempre, eso no tranquilizó al rubio. Su padre, un abogado, no estaba en casa. Cuando él era niño su padre siempre lo dejaba en casa de Mina, siempre en esa casa, pues vivían a solo tres casas de distancia. Él pasaba horas con ella, días, semanas y meses con ella. Había días en los que no veían a Edward, entonces solo eran ellos dos, solo los dos. Dejó caer la mochila en el suelo y se dispuso a quitarse la ropa. La cabeza le dolía, lo único que quería era golpear algo, lo que sea, incluso si eso le hacía daño, solo quería causarlo, solo quería sentir más dolor del que ya sentía. Llegó a su habitación, no aguantaba más la sensación de ardor en el pecho, pasó sus dedos por su cuello, raspando con sus uñas su piel, quería sentir dolor a como dé lugar. Camino por el pasillo y abrió una puerta de un puñetazo, la sensación era abrumadora y ya no la soportaba, tenía que hacer algo, acabar con eso, tenía que terminar con eso. Se dejó caer en el suelo del baño, con la camisa abierta y los ojos llenos de lágrimas que no se atrevía a derramar. Respiró hondo y sacó ese frasco de su escondite. Una o dos le bastarían para sobrellevar lo que quedaba del día. Las tragó y respiró hondo, dejó libre el llanto, y golpeó con todas sus fuerzas el azulejo hasta que las manos le dolieron.
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