Capítulo N°1
Eric Smith se encontraba sentado en su escritorio firmando unos documentos, mientras le hablaba a su secretaria ultimando los detalles del viaje que debía realizar. Solo tenía unos minutos para dejar todo en orden y volver a su hogar, pero en vez de sentir emoción y felicidad, se sentía frustrado, obligado y sin ganas de participar de una estúpida fiesta de cumpleaños.
— Necesito que me alquilen una camioneta, la última vez que fui a la hacienda el camino era un desastre y terminé varado por horas dentro del convertible —le habló a Liseth.
—Sí señor lo recuerdo —respondió su secretaria una mujer muy bella y eficiente, con la cual mantenía una aventura.
— Yo aún intentó olvidarlo.
— Desea ¿Alguna marca de su preferencia? —preguntó mientras se acomodaba los lentes.
— Prefiero una Ranger 4x4 de cabina doble por si tengo que llevar a alguien —dijo firmando el contrato de su nuevo actor en ascenso mientras que ella anotaba deprisa cada uno de los recados en la tablet —. Este contrato ya está firmado y sellado —le entregó los papeles —. Que Chris lo reciba cuanto antes, y esta vez asegúrate de que no cometa ningún tipo de indiscreción. No puedo estar lidiando con la prensa todo el tiempo.
— Muy bien, no se preocupe ¿Necesita algo más?
— El regalo para mi padre, aún no sé qué comprarle a ese hombre y ya no tengo tiempo, veré que encuentro en el aeropuerto.
— Señor, me encargue de eso la semana pasada ¿No lo recuerda?
— Cierto, lo había olvidado —dijo llevando su mano a la sien y frotando su frente con fuerza —. ¿ Y qué se supone que le compré?—miró a Liseth esperando que sea algo de buen gusto y bastante costoso.
— Le compró —dijo y le guiño un ojo para animarlo —. Un reloj de bolsillo muy costoso, antiguo, sofisticado, muy elegante y de colección. Además no debe preocuparse por su seguridad, ya que el mismo se encuentra en su maleta en un hermoso envoltorio —comentó de manera eficiente e intentando sonreír.
— Perfecto, gracias.
— Estoy segura que su padre apreciará su obsequio —comentó.
— Lo dudo —dijo aflojando su corbata —. Liseth, puedes retirarte, eso es todo por hoy.
— Gracias señor, que descanse.
— Nos vemos el lunes a primera hora.
— De acuerdo — respondió la secretaria y salió de la oficina manteniendo su acuerdo que dentro de su lugar de trabajo ninguno de los dos traspasara la línea y se comportan de manera profesional.
El ceo, espero a estar solo para servirse un trago, hoy era unos de esos días que deseaba desaparecer de la faz de la tierra, pero era imposible debía afrontar a su padre y no seguir huyendo de él como si fuera un cobarde, ya habían pasado muchos años de la última vez que estuvieron juntos y era momento de enfrentar su pasado.
Apoyando una de sus manos sobre el ventanal comenzó a observar la ciudad. Los Ángeles era su lugar especial en el mundo y donde había decidido radicarse, cuando hace diez años abandonó su hogar en medio de discusiones y llantos…
Pensativo cerró sus ojos y recordó aquel día de sol y calor extremo, donde las lágrimas se mezclaban con el sudor de su rostro.
— Mamá no llores —sostuvo a su madre en un abrazo —. Por favor deseo ser actor y te juro que volveré a casa cuando sea famoso.
— ¡Niño tonto, no conoces el mundo, nunca serás famoso, eres un simple granjero y así debe ser! —gritó su padre irritado.
— ¡Papá voy a perseguir mis sueños te guste o no!—lo desafío.
— Si sales por esa puerta —dijo señalando la salida —. Olvídate de esta familia. Jamás regreses.
— Jhon, ¿no puedes hablar en serio? Es nuestro único hijo —intervino la mujer secándose las lágrimas.
— ¡Hablo muy en serio Corin! Como que me llamó Jhon Smith que si ese maldito sale de esta casa, me buscaré otro hijo y lo desheredare —respondió y salió de la sala dejando la puerta abierta de par en par esperando que su hijo no saliera, pero unos minutos después Erick salía con su bolso en el hombro, vestido de vaquero y caminando por el sendero de tierra hasta la entrada principal de la hacienda donde pasaba la carretera.
Al llegar a la ciudad, el manto de realidad que experimentó fue como un baldazo de agua helada, por meses intentó probar su suerte persiguiendo sus sueños como actor y descubrió que no era tan bueno como se imaginaba; en cada casting que aparecía siempre le decían lo mismo, su falta de estudios en la actuación o no ser m*****o de alguna academia reconocida le quitan mérito a su esfuerzo y trabajo.
Entonces se encontró con varias personas en su misma situación, lo que le parecía una injusticia así que se anotó en la facultad y tomó clases de derecho, se recibió de abogado y desde entonces se dedicó a representar a actrices y modelos inexpertos y que llegaban a la ciudad en busca de fama y dinero.
Eric abrió sus ojos volviendo a la realidad, las luces de los edificios resplandecían como estrellas elevándose majestuosamente hasta el firmamento; los vehículos circulaban en un mismo sentido como hormigas, y las personas solo eran manchas de colores que se movían en todas direcciones. De su ventana el cartel de Hollywood se podía apreciar a lo lejos y una sonrisa melancólica se dibujó en sus labios porque una vez más recordaba la pelea absurda que tuvo con sus padres por perseguir sus sueños y no dedicarse al rancho familiar.
Suspirando se alejó del cristal, recogió su saco, se dirigió a su ascensor privado, y bajó hasta el estacionamiento, donde un chofer de la empresa ya lo esperaba con el auto en marcha. En el asiento trasero había una pequeña valija, su pasaporte y una chequera con el pasaje, resignado cerró la puerta y se sentó en el asiento de acompañante, como era su costumbre.
— Buenas noches —saludó el chofer que sabía perfectamente que su jefe odiaba sentarse atrás y ser visto por todos como una persona superior.
— Buenas noches, Nelson ¿Cómo estás?
— Bien, gracias por preguntar —respondió y puso en marcha el auto.
Tenía veinte minutos para llegar al aeropuerto y tomar el vuelo que lo llevaría a su ciudad natal, así que el chofer se dedicó a manejar en silencio, concentrado en la autopista mientras que su jefe respondía varios mensajes en su celular.
— Hola cariño, ¿ya estás en camino?
— Sí mamá, en unas horas estaré en el rancho.
— Estoy tan emocionada por volver a verte y te tenemos una gran sorpresa que cambiará nuestras vidas para siempre, pero para eso debes esperar a la fiesta de tu padre donde haremos el anuncio.
— Solo espero que no insistan en que regrese a casa.
— No puedo adelantarte mucho, pero al fin tu padre te dejará en paz. Es todo lo que puedo decir y yo estoy realmente feliz.
Eric se quedó pensativo, la emoción de su madre era evidente, pero cuál sería la sorpresa que lo esperaría, su madre era una persona sensata que jamás exageraba y por la forma de expresarse ese anuncio era realmente importante.
El vuelo fue de lo más placentero, el manager pudo descansar luego de que le sirvieran la cena, así que al despertar se sentía con las energías necesarias para enfrentar a su familia. Casi tres horas más tarde el piloto anunció que el avión comenzaba el descenso y estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto. Una vez que la gran ave de metal se detuvo, Eric tomó su pequeña maleta que llevaba dentro de la cabina y descendió por las escaleras. El frío que azotaba la noche le hizo tiritar los dientes, así que cerró su abrigo lo máximo que pudo y de prisa se dirigió a la cabina de la compañía que rentaba autos, una vez que estuvo frente al mostrador solo tuvo que identificarse, firmar un formulario y así le entregaron la llave de la camioneta.