Capítulo N°3

1497 Words
Erick daba vueltas en la cama sin conciliar el sueño, la habitación estaba oscura, casi no ingresaba la luz natural de la luna por la minúscula e inservible ventana que poseía ese cuarto al final del pasillo. El manager odiaba estar ahí, desde que era pequeño no le gustaba esa habitación, ya que sentía que lo asfixiaba, lo angustiaba a tal punto que le impedía dormir. Extrañaba su antiguo cuarto que tenía un ventanal con una maravillosa vista a las montañas y a esta altura del año sus picos nevados eran un paisaje extraordinario de ver. Molesto decidió que temprano a la mañana hablaría con su madre para exigirle que le devuelvan su cuarto. Agotado miró su celular y se dio cuenta que eran las cuatro de la mañana, así que haciendo un esfuerzo sobrehumano cerró sus ojos y lentamente se quedó profundamente dormido. Luego de dormir un par de horas, abrió sus ojos, se sentía desorientado, mareado y estaba algo adolorido, la cama en ese cuarto era demasiado pequeña para el tamaño de su cuerpo, entonces estirando la mano buscó el celular pero este se encontraba apagado. —¡Maldita sea que es todo ese ruido!—dijo en voz alta intentando cubrir su rostro con la almohada entonces recordó que era el cumpleaños de su padre y que seguramente había personas en la casa. De inmediato se incorporó, debía tomar una ducha rápida y bajar al comedor a desayunar, ya todos lo estarían esperando. Estirando un poco su maltrecho cuerpo, caminó en boxer alrededor de la cama, buscó entre sus cosas el cargador del celular y lo conectó para que se cargará la batería, mientras él se higienizaba. Con pereza entró al baño se recortó la barba de apenas unos días, lavó sus dientes e ingresó a la regadera donde se dio una ducha refrescante y reparadora. Una vez listo se colocó un traje gris y salió del cuarto de invitados. Al pasar por su cuarto la puerta estaba entreabierta y pudo ver que las cortinas eran diferentes y la cama tenía un nuevo cobertor. En la casa varias personas caminaban de un lado para otro llevando mesas, sillas, arreglos florales y demás ornamentos para decorar el salón principal. Erick miraba para todos lados en busca de su madre, caminando entre tantos extraños, hasta que al fin la encontró en la cocina horneado pay de manzana y tarta de calabaza. Ella estaba de espaldas, muy entretenida cocinando, así que lentamente se acercó y abrazándola por la cintura susurró. —Hola mamá, ya estoy en casa —anunció y le depositó un dulce beso en su mejilla cubierta de harina. —¡Cariño, me asustaste!—dijo y se dio vuelta para fundirse en un fuerte abrazo—. Me alegro tanto que estés aquí. —Llegué anoche pero era demasiado tarde para despertarlos. —Que bueno que no hiciste ruido y te acomodaste en tu nuevo cuarto , necesitábamos descansar, estos días han sido un caos —hablo mientras colocaba un pay dentro del horno. —Ma, con respecto a ese tema, ¿ quién se está quedando en mi habitación? Lo quiero de vuelta. —Cariño, ese ya no es tu cuarto, te fuiste hace diez años y simplemente lo remodele un poco —comentó mientras se limpiaba las manos y buscaba algunas cosas del refrigerador—. Tus cosas están en el antiguo cuarto de invitados y puedes llevarte todo lo que desees. —Pero ese era mi cuarto, odio la pequeña habitación donde me instalaron como si fuera un desconocido —protestó. —Bueno, ahora no tengo tiempo para perder hablando tonterías, mejor ayúdame y ve al granero en busca de algunos huevos, tengo mucho que hornear— ordenó mirando por la ventana y con una media sonrisa en sus labios—. ¡Ve, que esperas! Erick miraba a su madre caminar de un lado a otro sin darle mucha importancia a su presencia lo que lo molesto —Mamá, primero deja que desayune, luego te ayudo. —Erick ya es mediodía, el desayuno fue a las siete de la mañana como todos los días y en media hora es el almuerzo. —Lo siento, mi celular se apagó y… —Y ve a traer lo que te ordene— lo interrumpió, debía salir rápido de la casa o su plan fracasaría —. En la estufa hay café recién preparado, lleva una taza contigo si deseas beber algo pero apresúrate. —De acuerdo. Erick buscó una taza, se sirvió el café y salió con una canasta a buscar los huevos, el granero quedaba detrás de la casa y ahí no sólo guardaban los caballos, sino que tenían gallinas y un corral con cabras. Él iba concentrado bebiendo su café, cuando a lo lejos entre el maizal el trote de un caballo llamó su atención la forma de galopar de ese hombre era impresionante, pero no distinguía su rostro pero estaba seguro que por el porte no era su padre. El jinete venía galopando a gran velocidad rumbo al granero, así que se apresuró para ver de quién se trataba, quizás sea el mismo intruso que le usurpó la pieza y podía reclamarle que se la devuelva. Caminando de prisa llegó justo a tiempo para ver cómo desmontaba, entonces se quedó estático, helado y sin poder pronunciar ni una sola palabra, era un hermosa mujer, con un cuerpo espectacular, pero el gran sombrero que llevaba cubría su rostro y no sabía de quién se trataba, hasta que la escuchó hablar. —El hijo pródigo volvió al rancho, la ciudad te sienta muy bien, estás mucho más guapo de lo que recordaba pero ese traje no te sirve en este lugar, así que será mejor que busques tus jeans —dijo mientras acariciaba el hocico del animal. —¿Alexia,? Alexia ¿eres tú?—preguntó impresionado entonces se acercó aún más para observar su rostro y contemplarla de cerca pero el caballo relincho ante un desconocido y ambos acariciaron su hocico para calmarlo. —Sí, Erick, soy yo. —¿Qué? ¿Cómo es que cambiaste tanto?—preguntó como un tonto mientras sostenía las riendas del animal. —Erick, pasaron diez años, las personas cambian física y mentalmente sino mírate, antes eras un granjero y ahora eres solo un actor de pacotilla—dijo entonces le quitó las riendas de las manos e ingresó al establo. —En realidad soy abogado y mánager de celebridades. —Lo sé, tu madre me contó que tu gran sueño en realidad se te volvió una pesadilla —comentó y no pudo evitar sonreír de manera burlesca. —Me gusta ver como sonríes. —Por favor, eso ya no funciona conmigo. —Te ves muy hermosa —se acercó e intentó besar su mejilla pero ella se apartó. —¿Qué haces? —Solo quiero saludarte como en los viejos tiempos. —¡No me toques, ya no soy esa niña de quince años que dejaste abandonada, ingenua e ilusionada pensando que regresarías después de triunfar y conseguir hacer realidad tus sueños, así que mantén la distancia! —gritó visiblemente enojada y comenzó a quitarle la silla de montar al caballo. —Alexia, lo siento no es así como sucedieron las cosas, mi padre no me dio opción y tuve que salir rápido de este lugar. —Eso ya no importa, te largaste sin siquiera despedirte, no tuvisteis el valor de decirme a la cara que te ibas, así que ahora no vengas a dar explicaciones o intentar tomar atribuciones que no te corresponden —intentó caminar para salir de ese lugar y tomar un poco de aire, su pecho le oprimía y los sentimientos que pensó había superado, amenazaban con florecer nuevamente, entonces él la detuvo. — Lo siento pero no podía despedirme de ti, estaba seguro que si te veía con tus trenzas y esos bellos ojos brillantes color avellana no tendría el valor de marcharme, tú eras todo para mí —confesó. — Pero de igual forma te fuiste y nunca más regresaste —respondió y haciendo un movimiento brusco se soltó del brazo y comenzó a caminar. —Volví —gritó y ella se detuvo—. Luego de mi graduación hace cinco años volví, pero me quedé varado en una tormenta a mitad de camino y me tuvieron que auxiliar, solo tenía dos días para descansar y los pasé dentro de un auto maldiciendo mi mala suerte. —Eso ya no importa, ya es tarde. Alexia se alejó del establo dejando a Erick solo y con la palabra en la boca. Sus emociones estaban a flor de piel, habían pasado muchos años manteniendo oculto su amor por ese idiota para que volviera y con dos palabras de cariño la tuviera de nuevo a sus pies. Ella caminó de prisa a la casa entonces una vez que entró a la cocina se abrazó a su nueva madre y liberó sus lágrimas.
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