Me giré, quedé de cara a sus pies y volví a sentarme. Ahora podía ver cómo su enorme polla penetraba el coño de su hija; pensé que le gustaría. Quería asegurarme de darle un buen espectáculo, así que lo saqué del todo, me senté y lo metí hasta el fondo. Repetí eso una y otra vez hasta que tuve un orgasmo tremendo. Sentí una oleada de humedad salir de mi coño y supe que estaba empapando su polla, pero no me importó, era demasiado bueno para parar. Seguí machacando mi coño contra esa polla hasta que no me quedó nada. Me bajé y me quedé allí recobrando el aliento. Finalmente pude incorporarme, y fue entonces cuando me di cuenta de que ambos nos habíamos corrido. Miré mi coño y vi que estaba cubierto del semen de mi padre. Lo miré y le dije: «Mira el desastre que has armado». Me reí y añadí: «
