—Eve, te quiero, pero te juro por Dios que si no te largas de mi vista, ¡te voy a matar a golpes con este martillito! —dice Daye, claramente desesperada. —Lo siento... lo siento... —Eve retrocede y se sienta frente a su máquina de coser—. Kaylee, si sigues cortando, vas a... "¡EVE!" grita Daye. —¡Lo siento! —Eva se da la vuelta, recoge su falda y comienza a pasarla de nuevo por la máquina. —Entonces, ¿cómo crees que están papá y Lily? —pregunta Daye con tono sugerente. —¡Oh, seguro que se lo están pasando en grande! —responde Kaylee con una expresión romántica y melancólica en el rostro. El camarero llega y les trae los cuisses de grenouille. "Buen provecho", le dice a Lily. Lily mira el plato. Unas hojas de lechuga sirven de lecho para los cuatro pares de ancas de rana, dispuestas

