La mañana siguiente comenzó para mí con mucha energía. Comencé mi día al ritmo de un clásico como lo es la canción "Oh, Pritty Woman" de Roy Orbison. Si, la canción de la película mujer bonita. Los potentes acordes de esa guitarra estremecían las paredes de mi casa mientras recorría cada rincón corriendo desnuda como loca. Así era justo como quería sentirme el resto de mi vida, como una mujer bonita. Esa mujer espectacular que observaba al verme al espejo. La idea era poder trasladar esa buena energía hasta las oficinas de la empresa. Seguramente necesitaría llegar con la mejor de las actitudes sabiendo que el viejo decrépito de Rodrigo estaría esperándome para tratar de amagar mi existencia. Ese maravilloso tema me acompañó durante todo el viaje desde la mansión hasta el edificio. La limu
