Contemplaba con nostalgia todos esos vestidos que compré y jamás pude utilizar debido a que obviamente por el escote se vería ese horrendo tatuaje en mi espalda. Esas tres letras (F.E.A) que me recordaban el porqué había decidido librar esa guerra contra todos esos hombres sinvergüenzas que menospreciaban el verdadero valor de nosotros las mujeres. Pero esa no era la noche para quedarme admirando el tatuaje en mi espalda frente al espejo. Esta vez necesitaba usar el mejor vestido que ese gigantesco armario me pudiera brindar. Realmente tenía una colección infinita de prendas magníficas que ni siquiera había usado. Fue un poco difícil la elección, sin embargo al final lucía como toda una diva. Nuevamente estaba lista para ser ese motivo por el cual todos volteaban la mirada cuando hacía mi

