Entre Clases

El aula de clases no es único lugar para, aprender algo, aunque todo es más interesante, entre clases. Mar es una estudiante, que la mayor parte de su tiempo se la pase en la biblioteca, cuando una tarde, un suceso inesperado, provoca que termine en algo completamente prohibido. Mar se deslizó entre las hileras de estanterías, con una libreta contra su pecho y su mochila medio abierta, revelando bolígrafos de colores y post-its desordenados. Buscaba un libro de filosofía contemporánea que su profesora había mencionado de pasada, uno que no figuraba en la bibliografía oficial, pero que ella, inquieta y obsesiva como era, se había empeñado en encontrar. Sus dedos rozaron el lomo de un viejo ejemplar. Lo sacó con cuidado y lo hojeó, sintiendo la textura de las páginas como una especie de ritual. Sus ojos recorrían las palabras con la rapidez de quien ha pasado demasiadas horas sumergida en ideas ajenas. De pronto, una voz apagada rompió la quietud. —¿Estás segura de que aquí no nos verán? Mar se quedó inmóvil. La voz provenía del otro lado de la estantería. Apenas un susurro, pero suficiente para congelarle la sangre. Sin pensarlo, se inclinó un poco, aguantando la respiración, y espió entre los huecos de los libros. Lo que vio la dejó sin palabras.