Haz Como Si Nada

1831 Words
Capítulo 3 Haz Como Si Nada El día parecía más soleado de lo normal, por las elegantes paredes de vidrio adentro de la oficina hacia un calor del demonio, por lo menos la puerta del balcón estaba abierta y lograba entrar por ella una sutil brisa que refrescaba por unos pocos segundos las oficinas, me había quedado a la hora del almuerzo y mientras la mayoría de mis compañeros de trabajo disfrutaban de un descanso, yo tercamente me había quedado trabajando en ese tiempo, siquiera sentí el pasar del tiempo cuando de sorpresa Camilo ya llegaba de nuevo a su puesto de trabajo. —La vida no es solo trabajar…—me reclamo con sarcasmo, —¿Mucho por hacer? —me pregunto. —Realmente no… solo que no tenía ánimos de salir…— —¿Por qué…? ¿Sara lo desinflo? — Me quede estático pensando la razón por la que diría eso, “¿Acaso fue evidente que ella me siguió al balcón en la mañana?” me pregunte. —¿Desinflar?… no para nada… es más creo que ella es menos tímida de lo que pensamos…— respondió buscando mi dignidad en el suelo. —Ah… eso me alegra… le toca es mostrarse fuerte… ella se ve que es algo caprichosa…—dijo con sarcasmo al tiempo que se incorporaba en su escritorio. Me dio cierta gracia como en ocasiones algunos hombres daban por entendido como sería una mujer con siquiera observarla un par de ocasiones, como si tan solo un saludo sutil y por cortesía pudiera ya definir la personalidad de alguien, sin embargo no podía dejar en el aire la idea de que ella si saben más de la cuenta con tan solo hablarnos un minuto, tal como me había sucedido momento antes con Sara, quizá mi sonrisa de idiota había hablado más de la cuenta y no había forma de dar vuelta a esa terrible impresión que en ocasiones dejamos con las personas con quien menos deseamos. Tomé un segundo para pensar y seguí trabajando, no tardo nada en pasar de nuevo Sara, solo que esta vez ni un gesto, siquiera una mirada curiosa fue capaz de darme, solo iba hablando por su celular, parecía algo enojada, pero hablaba en voz baja y no pude entender lo que conversaba, en fin, no le puse gran atención y seguí trabajando en algunos bocetos que tenía a medias ideas. Cuando trabajaba no solía sentir que el tiempo pasaba, en ocasiones me impresionan el hacer algo en poco tiempo como también había días que sentía que me tardaba bastante en hacer algo que incluso era sencillo, tan agobiante como otras veces satisfactorio, por suerte para mí ese día parecía estar inspirado en lo poco que andaba concentrado, hasta que en un momento, a la mitad de la tarde sentí un pequeño dolor en mi abdomen, tenía hambre y siquiera el trabajo no me había dado el momento de sentirla. Mire a mi alrededor y todos estaban particularmente concentrados en sus asuntos, sin embargo me levante de mi lugar y me dirigía a la máquina de café, pero me arrepentí de tomarlo cuando ya estaba servido pues recordé que sabia horrible, y más a esa hora de la tarde que se volvía tan amargo además que estaba tibio al tacto, pero tomo igual la taza y se la lleve a mi amigo Camilo, se la deje en el escritorio y no le dije nada más, él tan solo agradeció con un gesto y dio de inmediato un sorbo, no me quede para ver su expresión. —Si me preguntan saldré un momento…—le dije al tiempo que salía de la oficina. Tan solo él asintió al mismo tiempo que hacía caras por el sabor tan amargo del café, una extraña combinación entre lo simple, lo frio y lo amargo, pero supongo se lo tomaría. Baje por la escalera como solía hacerlo cuando necesitaba matar el tiempo, llegue a la recepción y Sali sin decirle nada a nadie, a un par de calles había una cafetería elegante a donde me gustaba ir en ocasiones, pues al menos allá podía reclamar si mi café sabía a agua sucia con cafeína, camine entre los transeúntes pasando desapercibido, con las manos en mis bolsillos pase desapercibido hasta llegar al café donde entre de inmediato y pedí un capuchino sencillo junto con un rollito de queso, no era precisamente un almuerzo pero calmaría el hambre de momento. La chica de la cafetería sonreía como lo hacía siempre al entregarme mi orden, respondí con una amigable sonrisa al tiempo que tomaba mi bebida y mi rollito de queso y tome asiento en la mesa más alejada de la entrada, al fondo del café al lado más remoto y mirando por la ventana a las personas que pasaban, podría ser algo incómodo en ocasiones, pero me daba el tiempo de observar, recordaba en ese momento las cosas que aprendíamos en la universidad, el percibir el mundo de una manera única al tiempo que debíamos entender como los demás lo veían, era fácil diseñar imágenes, logotipos incluso personajes, pero darles un sentido más allá de lo que la gente veía era lo complicado y más complejo aun el trasportar esa visión a nuestras propias vidas, pues había que ser honesto, apenas entendía lo que sucedía en mi interior más imposible era comprender a quienes estaban en mi alrededor, “Al menos lo intento…” pensé al tiempo que daba un sorbo a mi capuchino. Pasaron un par de minutos y ya había comido más de la mitad de mi rollo de queso, me tomé mi tiempo para terminar mi capuchino tranquilamente, viendo la gente pasar por la calle había muchas de ellas que apenas se daban cuenta de que los observaba a través del gran ventanal del café. De repente, vi una figura femenina caminar por la calle, llamo mi atención su bonito rostro, tenía lentes y el cabello n***o suelto, en armonía perfecta con su piel un poco clara. Note de inmediato que llevaba algo de prisa, pero solo logre verla un par de segundos en lo que tarde en irse de la vista que me daba la ventana, estire mi cuello para intentar lograr seguir viéndola, pero fue un esfuerzo inútil. Me incorpore en mi silla y quede pensando por varios segundos en ese joven que había llamado de tal forma mi atención, pensé que fue tan solo un instante y una casualidad cuando mire hacia la barra de la cafetería, quede sorprendido al ver la misma joven hermosa pedir a la chica del café un capuchino y un rollo de queso, una orden igual a la que yo había pedido, sentí que podía al menos mirarla de cerca, quizá podía comprobar su belleza, al menos la admiraría y continuaría con mi vida. Sentí que algo caliente recorría mi pierna, bajé la mirada… —¡Mierda! — exclamé. Había regado mi capuchino por estar mirando lo que no me importaba, enojado me levante y trate de secar mi pantalón con un par de servilletas que me habían dado con el rollo de queso, levante mi mirada y vi avergonzado como la pareja de la mesa de al lado trataba de no mirarme, aunque era evidente que aguantaban la risa, trate de incorporarme con dignidad, aunque estaba más enojado que avergonzado con quien me hubiese podido ver. En medio del caos de capuchino derramado y mi dignidad en el suelo riéndose de mí, no pude siquiera notar en qué momento la muchacha se había retirado del café, al parecer, aunque había pedido lo mismo que yo ella no se quedó en el lugar para comer, en definitiva, la joven estaba afanada por alguna razón. Volví a mi asiento fingiendo que nada había pasado, mire resignado que en el mi vaso aún había un par de sorbos de capuchino, los bebí con prisa y di por finalizado mi tiempo de descanso, Salí del café como si nada bajo la mirada incómoda de la pareja de la mesa del lado que con fiel picardía aún se reían de mí, “Bueno al menos les interrumpí el silencio incómodo…” me dije en mi mente hallando un consuelo para mi descuido, sonreí como si nada me importara y volví caminando con paciencia a la oficina, Mi pantalón oscuro disimulaba de manera perfecta la mancha de café que tenía en la pierna, camine como si nada hubiera pasado, pero no podía negarme yo mismo que se sentía incómodo tener el pantalón mojado, “Al menos no estaba caliente…” pensé aliviado, no tarde más de un minuto en volver al edificio, pase por la recepción y son una sonrisa en mi rostro camine hasta el ascensor despreocupado, pero justo en ese momento, una mujer me pidió detener el ascensor, estire mi mano de inmediato, pero las puertas por poco se cierran con mi mano en medio de ellas, aprete el botón para abrir la puerta, aunque lo primero que note fue que la mujer tenía en su rostro una mirada furiosa contra mí, quizá pensó que cerré la puerta apropósito, pero de igual manera y manteniendo su mirada furiosa entro en el ascensor y pidió que presionara el botón del quinto piso, iba al mismo piso a donde yo me dirigía. El silencio fue totalmente incómodo mientras el elevador tardaba unos segundos en subir al quinto piso, la mujer parecía enojada, pero luego de respirar profundo se veía un poco más amigable, pero un extraño olor a café comenzó a percibirse en el aire, supongo ella también lo noto pues me miro de reojo con desagrado, pues era evidente que el olor venía de la mancha de mi pantalón, por lo menos no era un olor desagradable, pero se notaba la incomodidad de la mujer en ese momento, mi rostro comenzó a sonrojarse, aunque por suerte el elevador llego al quinto piso, la mujer salió de inmediato y entro a las oficinas, yo me quede atrás y no quise seguirla, preferí ir al baño para resolver el asunto del olor a café antes de que alguien más lo notara, “¿Cómo había podido ser tan distraído…?” me reclame al tiempo que intentaba limpiar mi pantalón, pero todo había pasado en un solo segundo, en mi mente quedo grabada esa breve vista de perfil de esa joven tan bella que vi pasar, era extraño, pero algo había en ella, lo más seguro es que no la volvería a ver, pero al menos había tenido la oportunidad de admirarla. Trate de limpiar lo más que pude mi pantalón, pero no había caso, al menos podría disfrazar un poco el olor si aplicaba algo sobre la mancha, pensé de inmediato en el gel antimaterial del baño, el cual tenía alcohol y al menos sería un olor más sutil al del café, creyéndome todo un genio salió del baño tranquilamente y volví a mi oficina fingiendo que nada nunca había pasado.
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