El comienzo de una enemistad. 1

4705 Words
La casa del abuelo Gian estaba situada en Alguer, provincia de Sassari, una enorme casona de cuatro pisos al borde de un acantilado y con dos manzanas de terreno que iban desde una playa privada hasta los límites rodeados de un muro de piedra, el lugar había pertenecido por muchos años a Gian Doménico, el abuelo de James y bisabuelo de Edith que falleció cuando ella tenía dieciocho años, todas sus casas en Cerdeña fueron heredadas a cada uno de sus bisnietos, pero la propiedad más grande y cara que tenía quedo en manos de su primera bisnieta. Desde la aparición de los mellizos Giuseppe hace un mes y medio atrás Edith había pasado más tiempo en esa propiedad que en casa de sus padres ya que habían ocurrido ciertas fricciones, la mayor de ellas es que André estaba tomando un rol de superioridad ahora que estaba saliendo con Laura y quería darle a ella el poder que Edith tenia a la hora de decidir en el trabajo. Giro en la cama y estiro los brazos mientras sus ojos de un profundo color n***o se quedaban fijos en el techo alto de aquella casa, parecía mentira que un mes estuviera teniendo tantos problemas con el irresponsable de su hermano, pero tenía por consuelo de que no pasaría mucho tiempo para que este la buscara y le suplicara que lo ayudara a resolver alguna metida de pata que dio; el tintineo de su celular la hizo tomarlo y revisar la infinidad de mensajes no leídos que tenía, en su mayoría eran de Jonathan dándole los buenos días, las buenas noches, preguntando si estaba bien y si ya había comido, eran mensajes que ella consideraba chorradas y a las que no respondía, incluso había silenciado sus mensajes, así de mala estaban las relaciones entre ellos dos. Arrugo la nariz leyendo el mensaje de su padre, en dos horas iban a estar en esa casa y se quedarían una semana ambas familias, Edith los dejaba ocupar solo los primeros dos pisos de la casa ya que el tercero y cuarto eran completamente suyos, James podía usar la casa cuanto quisiera y llevar al papa si le daba la gana, pero no podía invadir el espacio de su hija. Con flojera se levantó de la cama y deslizo el pequeño camisón de seda que tenía puesto dejándolo caer al suelo antes de caminar rumbo al cuarto de baño completamente desnuda, abrió la llave de la regadera dejando caer el agua caliente sobre su cuerpo y muy tranquilamente se dio un baño, al terminar enrollo la toalla en su cabello para ir al lavamanos donde estaba un gran espejo empotrado sobre este y mientras se cepillaba los diente vio las gotas de agua correr por su piel; era una mujer de caderas anchas y grandes pechos, herencia de su abuela materna ya que su madre no tenía tantas exuberancias naturales, lo que si saco de ella era la pequeña cintura, su baja estura y su delgadez, las mejores cosas siempre van en embaces pequeños, esa era la frase favorita que su madre usaba para subirle el ánimo cuando las niñas en el colegio la molestaban y vaya que tenía razón. Sentada frente al tocador termino de secar su cabello y paso a cepillarlo acomodando cuidadosamente su espeso flequillo que siempre utilizaba hacia el lado derecho de su rostro, delineador en sus ojos después de unos toques de sombra marrón y un poco de mascara en sus largas pestañas, de su gran colección de labiales escogió un rojo borgoña en barra y lo paso por sus labios cuidadamente pues no quería salirse de las líneas; con el paso de esos veintitrés años de vida había ido tomando lo mejor de las figuras adultas que la rodeaban, entre eso estaba el gusto que Ivana y Annie tenían por los trajes sastre, solo que ella solía combinarlos con el gusto por las mangas abombadas que su madre tenía, pero para esa ocasión prefirió irse por algo mucho más formal, un chaleco entallado sin camisa por debajo, pantalón de tiro alto y corte recto para dar la ilusión de que sus piernas eran más largas, saco con hombreras, todo en un verde oscuro y altos tacones cerrados. Parecía la gerente de un banco en lugar de una mafiosa, pero como amaba verse de esa forma, como joyas se puso una gargantilla de plata con diamantes, brazaletes rígidos de plata, el reloj y sus infaltables tres anillos, en el dedo anular de la mano izquierda un anillo perteneciente a la familia Giuseppe que era el símbolo de una promesa, en el dedo índice de la mano derecha un anillo de cuatro rectangulares diamantes rosa que era un símbolo de castidad, más una broma personal entre su madre y ella, el tercero en su mano derecha estaba en el dedo anular que era el símbolo de su familia, las madres usaban broches y los hijos llevaban anillos. – Buenos días Edith. – Yuri la saludo al verla bajar las gradas. – Buenos días ¿Ya desayunaste? – vio el reloj, en diez minutos más sus padres estarían llegando a casa. – No todavía no, te estaba esperando como siempre. – se levantó del sillón. – Hoy desayunamos afuera, mis padres no tardan en venir junto a los Giuseppe y no tengo ganas de reunirme con ellos. – toco la coleta alta que se había hecho a último momento. – Ovidio Colson volvió a llamar, está muy desesperado por reunirse contigo. – Yuri movió su mano indicándole a los guardias de afuera que prepararan los autos. – ¿Por qué un agente de investigación antinarcóticos buscara reunirse conmigo? – Edith vio a su amigo con algo de curiosidad. – Me tomé la libertad de investigarlo un poco y tiene serios problemas financieros, está ahogado en deudas por la enfermedad de su esposa y en mi investigación descubrí que tiene acceso a los archivos de la Interpol italiana, estadounidense y francesa. – vio como los ojos de Edith dieron un destello, seguramente por una grandiosa idea. – Llámalo y dile que nos veremos en una hora en el restaurante mirador al lago de Cuga. – metió las manos a los bolsillos del pantalón. – Señora, sus padres acaban de entrar a la propiedad. – uno de sus guardaespaldas entro apurado. – Que se preparen todos, salimos en menos de cinco. – largo un suspiro algo nerviosa mientras salía de la casa para recibirlos. – ¡Edith! – Eva fue la primera en bajar y correr a los brazos de su hermana. – Hola mi amor precioso ¿Cómo estás? – la levanto y le dio un beso en la mejilla dejando sus labios marcados. – Estoy bien, la maestra me regalo un peluche de conejito por sacarme buenas notas en los exámenes. – le mostro lo que llevaba en las manos. – ¡Felicidades! – Edith sonrió. – Que tienes en tu oreja... – Yuri se la toco – ¡Mira esto, deberías bañarte bien porque te están creciendo muchos chocolates! – en rápido movimiento de dedos le había sacado una gran sonrisa a la pequeña. – Yo también quiero un chocolate. – Layla salto a los brazos de Yuri. – Y yo. – Sasha tenía once años, pero le seguían gustando los trucos de magia de Yuri. – Tengo un nuevo truco para ustedes, pero denme espacio. – bajo a Layla. Yuri les hizo el truco que llevaba semanas practicando y por suerte le salió a la perfección haciendo que las tres chiquitas quedaran asombradas por el truco, hasta Sophie se admiró mucho porque no veían trucos así todos los días. – Hubieras sido un gran payaso de circo. – comento Mónica rodando los ojos. – Ganaría más que cualquier gerente de tienda ¿Verdad? – Edith sonrió tirándole en cara el trabajo que ella tenía. Las niñas menores se rieron sin pena ninguna porque a ellas tampoco es que les agradaran las mellizas por todo lo que habían cambiado, James agarro el brazo de su hija y le dio un fuerte abrazo más un beso en la frente antes de pasarla a los brazos de su esposa quien la lleno de besos, mientras estaba en el proceso de afecto familiar vio a Jonathan algo retirado de todos al lado de otro hombre igual de alto que él, de cabello caramelo y un poco rizado, se parecía a alguien que conocía, pero no recordaba a quien. – ¿Vas de salida? – pregunto Ivana después de darle un abrazo. – No, se supone que íbamos a desayunar todos juntos. – dijo Sophie viéndola. – Lo siento mamá porque si voy de salida, me avisaron cuando ya había hecho planes que no puedo cancelar. – comento Edith viendo a su hermano acercarse tomado de la mano de Laura. – ¿No puedes suspender? tienes que quedarte porque yo quiero hablar con todos. – dijo André con seriedad. – No. – Edith lo dijo de una forma seca mientras se alejaba de Laura al verla con intenciones de darle un abrazo. – Edith ¿Recuerdas a Yura? – Ivana estiro su brazo hacia atrás de donde estaban ellos. – Si, Yura, el hijo de Cesar... – al saber el nombre recordó quien era – Casi que no lo reconozco con tanto tiempo que ha pasado y lo mucho que ha cambiado. – vio a los dos hombres acercarse. – Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, doce o trece años quizás... – Yura extendió la mano hacia ella – Ha cambiado mucho, se ha convertido en toda una señorita muy guapa. – sonrió poniendo los ojos en Yuri. – Dijiste cinco y ya nos pasamos. – susurro mostrándole su reloj. – Al niño no lo recuerdo. – Yura ladeo la cabeza ligeramente esperando las presentaciones. – Es el hijo de Víctor y Annie, Yuri Biel. – dijo Jonathan. – Yo no soy un niño, tengo veinte años. – se sintió un poco ofendido por ese término de niño. – Para un hombre de treinta años tu si eres un niño. – la voz de Yura era profunda y serena que hasta podría poner los pelos de punta a cualquiera. – Edith, el adorno de perrito que tenías sobre la mesa de la terraza era importante para ti. – comento Elena rompiendo la tensión del momento. – ¿Quién lo rompió? – Sophie se puso la mano en la frente. – Eva lo hizo, Sasha la tomo para verlo y Eva se lo pidió, como tiene manos de mantequilla más tardo en tenerlo que en dejarlo caer al suelo. – Elena las tiraba de cabeza cuando no le hacían caso. – Te prometo que te lo voy a pagar cariño. – Sophie se puso roja de la vergüenza. – Eso no importa mamá, ve a ver que no lo intenten recoger porque se van a cortar. – vio a su madre correr apresurada. – Edith necesito que te quedes. – André volvió a insistir en lo mismo. – Edith se nos hace tarde. – Yuri se tocó el reloj. – Edith necesito hablar contigo a solas. – Jonathan ya se había aburrido de esperar a que se quedara sola. – Yura vamos, te voy a mostrar la vista que hay desde el acantilado y tú no molestes a tu hermana que tiene trabajo que atender. – Ivana tomo a los dos hombres del brazo para llevárselos lejos porque no quería presenciar otra violenta pelea entre hermanos. – Necesito hablar contigo a solas. – vio a su hermana y a Yuri. – Espérame en el auto. – dijo ella viendo a su amigo. – Yo también quería hablar con Edith. – Laura vio a su hermano. – Yo no tengo tiempo para una pelea de hermanos, tengo trabajo que atender y ya he perdido mucho tiempo en presentaciones y babosadas de esas, si lo que tienen que decirme no es importante otro día nos reunimos para contarnos chismes. – Edith se cruzó de brazos. – ¿Qué día podría ser? lo que yo tengo que decirte si puede esperar un tiempo. – Laura retrocedió un par de pasos. – Yo te aviso cuando tenga tiempo, lo más probable sea el treinta de febrero. – se alejó de los hermanos con intenciones de irse. – ¿Cuándo cae treinta de febrero? – Laura había perdido la noción del tiempo. – Estamos en dos de julio y febrero solo tuvo veintiocho días... – Jonathan la siguió pues él si tenía que hablar con ella en ese momento – Edith, dame cinco minutos por favor. – la tomo del brazo para detenerla. – Es que yo me tendría que haber ido hace ocho minutos atrás, ya no tengo tiempo de estarlos escuchando. – rodo los ojos aburrida. – Solo dame dos minutos entonces... – bajo la grada para dejarla casi a su altura – Tengo temas de trabajo que quiero atender contigo, por Francia pasa la mayor parte de la mercancía que nos llega a Rusia y quería saber si los tratados que en su momento hizo tu padre aún siguen en pie o si vamos a reorganizar todo ahora que eres tú la dueña de ese territorio. – eso solo era una excusa para pasar más tiempo a solas con Edith. – Los tratados ya están vencidos abril, eso es algo que tengo que hablarlo con Cesar y ver si llegamos a un precio porque mi padre tenía amistad con Ivana, los cobros que tenía eran una miseria, pero yo no tengo amistad con nadie. – se encogió de hombros. – ¿Tu y yo no tenemos una amistad? – pregunto con una sonrisa en los labios haciendo que ella también sonriera. – No, pero cuentas claras y amistades largas, tus cargamentos entran a mi país con un tratado vencido y tú me sigues pagando lo mismo. – con la mano llevo su cabello hacia el frente. – Podríamos cenar esta noche y discutir un poco sobre eso, no me sabe bien entrar en ti sin los permisos correspondientes. – le tomo la mano y le dio un beso en el dorso. – Veremos si no me sale una junta de última hora. – ella alejo su mano desviando la vista hacia Yuri que los estaba viendo. – ¿Por qué no contestas mis mensajes? – se tomó la libertad de tomarla de las caderas y acercarla más a él. – No me queda tiempo y saca tus manos de mi chaleco que me estás haciendo cosquillas. – puso las manos en los hombros ajenos porque casi se cae de la grada. – El color verde te queda muy bien y el labial rojo provoca muchos antojos. – susurro con los ojos fijos en sus labios. – ¿Antojos a qué? – sonrió de lado viéndolo fijamente a los ojos. – De besarlos, lamerlos y morderlos de la forma más descarada posible... – intento acercarla mucho más, pero ella desvió el rostro esquivando el beso – Eres muy cruel conmigo. – la ayudo a bajar de la grada. – Si piensas que esto es cruel no me imagino lo que vas a pensar de mi cuando realmente sea cruel contigo. – movió su mano despidiéndose de él. – Oye, dame una respuesta para la cena de esta noche, en los mejores restaurantes se tiene que hacer reserva. – le agarro la mano. – Yo se eso... – se soltó – Lo que pasa es que de los mejores restaurantes de esta isla no se necesita hacer reserva cuando eres la hija del dueño. – le guiño un ojo siguiendo su camino hacia la camioneta. Yuri le abrió la puerta y le dio la mano para ayudarla subir mientras eran observados cuidadosamente por aquellos intensos iris bicolores que no se apartaron de los autos hasta que estos salieron de la propiedad. – ¿Vas a estar de pelo en la sopa en todas las conversaciones que yo tenga con Edith? – pregunto Jonathan a una figura que Edith no había visto llegar. – Yo solo te estoy cuidando y no quisiera que a mi hermano le hagan daño, Edith tiene una terrible reputación. – Nanava se dejó ver. – Te voy a pedir el inmenso favor de que no te metas en mi vida, yo no necito protección de nadie y mucho menos de ti. – la vio de reojo. – ¿Por qué no necesitarías de la protección de tu hermana? – Nanava se acercó un poco más. – Porque la protección de mi hermana está teñida de envidia y resentimiento, no creas que no he investigado sobre quien es Edith realmente y las únicas personas que tienen una terrible reputación son ustedes dos. – se dio la vuelta acercándose a ella. – Si lo único que quieres es volver a repatriarte hay muchas mujeres mejores que puedes buscar para eso. – se cruzó de brazos, pero entonces su hermano la agarró del cuello con una brusquedad que la lastimo. – ¡Menciona algo sobre mi repatriación frente a Edith y entonces voy a olvidarme que tú y yo salimos de la misma madre, no vas a joderme los planes con ella! – la empujo hacia atrás y casi la tira al suelo. Edith no era la única que estaba teniendo problemas con esas mellizas, los tiempos de buenos hermanos y buenos primos se habían quedado en el pasado tras el sin fin de roces que ellas habían provocado solo con la intención de ganar la atención de todos, hasta la misma Ivana llego a un ponta donde le daba pena decir que esas dos problemáticas eran sus hijas y no sabía si era porque todavía les faltaba madurar o si porque de verdad eran un problema eternamente. Dentro del auto Edith no podía evitar sus risitas pensando en lo que había pasado con Jonathan, a pesar de que no le quería responder los mensajes no era indiferente a sus coqueteos ni a esas palabras sinuosas o a las directas, de poco en poco se le iba metiendo en el pensamiento a pesar de que lo negara frente a su amigo que capto su atención por la intensa mirada que había clavado en ella. – ¿Qué pasa? – pregunto manteniendo la sonrisa. – Cada día que va pasando te vas endulzando más con Jonathan y va a llegar el punto donde ya no vas a poder ocultarlo de nadie. – Yuri le tomo la mano haciéndole notar una cosa. – ¿Dónde está mi anillo? – reviso en todo el asiento. – Te lo saco y ni cuenta te diste porque estabas más embobada viendo sus ojos. – negó con la cabeza como si estuviera decepcionado de Edith. – Bueno, creo que los dos tenemos las mismas mañas. – saco de su bolsillo la billetera de Jonathan. – ¿Cómo diablos le sacaste la billetera? – Yuri se quedó asombrado. – Solo necesito de una experiencia para aprender... – rebusco en el bolsillo de su chaleco – ¡Mierda! – gruño rebuscando en el otro bolsillo. – Te saco el anillo de castidad que te escondiste ¿Verdad? – por verla en ese modo supo que eso había ocurrido. Jonathan ya le había quitado el anillo de castidad en una ocasión y tuvo muchos problemas para recuperarlo, su madre casi le da una tunda cuando la pillo entrando al cuarto del hombre cuando él no estaba y tuvo que contarle lo que había pasado, al saber lo sucedido fue la misma Sophie quien la ayudo a buscarlo y estaba muy bien escondido en una cajita al lado de otras pequeñas cositas que le había ido quitando en la semana que estuvieron viviendo bajo un mismo techo, le dio un gran coraje saber que una vez más aquel hombre le había quitado el anillo de castidad y le daba más coraje saber que era más inteligente que ella al haber rebuscado en los bolsillos de su ropa, al menos en esa ocasión tenía la ventaja de haberle quitado la billetera con todos sus documentos importantes quizás podría llegar a hacer un trueque, aunque cuando abrió la billetera se le derramo la bilis del coraje al ver que eran los documentos rusos y no los italianos, pero igualmente podría usar todo eso a su ventaja, quizás clonarle la tarjeta y defalcarlo un poco si no le quería devolver el anillo. En casa del abuelo las dos familias se quedaron sentadas en la gran mesa de la terraza que tenía la vista directa al precioso mar y al verde helipuerto rodeado de pequeñas flores color lila, con el calor que estaba haciendo la piscina se antojaba mucho, Edith le había hecho muchas otras remodelaciones aquella propiedad y una de ellas era un puente que conectaba una serie de peñascos que entraban al mar, en el último peñasco pidió que hicieran un mirador cubierto que tenía una camilla y era al lugar que ella siempre iba cuando no podía conciliar el sueño. – ¿Edith no se aburrirá con tanta paz que hay en este lugar? – pregunto Jace mientras veía hacia el mar. – Dudo mucho que se aburra en un lugar como este si en casa tiene una locura con esta cotorra. – Sophie limpio las mejillas de Eva ya que estaban embarradas con mermelada. – Había olvidado lo hermoso que era este lugar y la tranquilidad que puede llegar a sentirse estando aquí. – Jonathan largo un suspiro mientras oculto bajo la mesa jugaba con el pequeño anillo de Edith. – ¿No estará considerando vender esta villa? – Yura puso sus ojos en James. – Es una herencia familiar, será más fácil que le cortaran las manos antes de que venda este lugar. – conocía muy bien a su hija y lo aferrada que era a algunas cosas. – Es un lugar muy grande para ella sola, sería un muy lindo regalo de bodas y ocupado por una familia se aprovecharía mejor todos los espacios. – las palabras de André hicieron que todos lo voltearan a ver. – ¿Quién se va a casar? – Sophie vio a su esposo y después a su hijo. – Yo... – trago saliva tomando la mano de Laura – Yo le propuse matrimonio a Laura. – aparto su mano dejando ver el gran anillo que usaba. – Y yo dije que sí. – ella vio a sus padres. – Acaban de comenzar una relación después de diez años separados, están llevando esto demasiado rápido. – Ivana era la más sorprendida. – No es como si nos fuéramos a casar mañana mismo, pero si nos hemos comprometido y estamos pensando en mudarnos juntos, volver a encontrarme con ella ha sido muchas cosas y de verdad yo quiero que se quede conmigo. – André vio a sus padres. – Mientras tus sentimientos sean sinceros para con ella yo creo que está bien que hagan lo que quieran. – Antoni vio a su hermano. – Laura ya es una adulta y si quiere volar para hacer su propia familia nosotros no estamos para ponerle trabas, solo que habría muchas cosas que reorganizar. – Jace puso los ojos en James. – Yo podría apoyarlos a que se casen cuando quieran si así puedo ver a mi niña feliz. – a Ivana le cambio el chip al darse cuenta de que era la oportunidad que había deseado durante años. – ¿Tu no vas a decirnos nada hermanito? – Laura le dio unos golpecitos a la mesa llamando su atención. – Suerte en tu nueva etapa. – Jonathan se levantó de la silla respondiendo una llamada entrante y se alejó de todos. – ¿Seguro que no quieres esperar a encontrar algo mejor? – pregunto Mónica viendo a André. – En este mundo no hay nada mejor que el amor nacido entre dos mejores amigos. – él vio a Laura con adoración. André también se había enamorado de Laura a su manera a pesar de que ella era mayor y el reencuentro solo revivió esos sentimientos con mucha más intensidad, André y Laura sufrieron un flechazo mutuo, fue amor a primera vista desde el primer encuentro en casa de los Doménico y al segundo día comenzaron a pasarla juntos el mayor tiempo que podían porque necesitaban conocerse nuevamente, ojala y eso hubiese ocurrido con Edith, pero resulto que ella odiaba a Jonathan. – De broma en broma el tiempo nos hizo realmente consuegros... – Antoni sonrió divertido – ¿Tu no vas a decir nada Sophie? – fue el único que noto su silencio. – Yo solo tengo que decir una cosa, ni te atrevas a pedirle a Edith que te de esta villa poniendo como excusa lo de tu boda. – vio con cierta molestia a su hijo. – Mamá, yo eso lo decía en broma, el abuelo me dejo mi propia propiedad que no es tan grande como esto, pero es mi herencia. – André cambio su postura completamente porque Sophie era capaz de decirlo todo con una sola mirada y fue más que obvio que ella no estaba de acuerdo con ese compromiso. – Pero imagino que te da alegría que nuestros hijos estén juntos y nos vayan a ser oficialmente una familia, abuelas incluso. – Ivana trato de aligerarle la seriedad, pero solo la incremento. – Claro... – bajo a Eva de sus piernas – Permiso, iré a lavarle las manos. – se la llevo para adentro casi arrastrada porque la niña no le pudo seguir el paso. – Déjenme hablar con sus padres... – James movió su cabeza y todos se levantaron de la mesa menos los mayores – Ese compromiso tan apresurado tiene que ver con la repatriación de tus hijos Ivana. – apoyo los codos en la mesa entrelazando los dedos de sus manos. – Yo no he sido influencia para él en nada de esto. – respondió con seriedad pues hasta a ella la tomó por sorpresa. – Han estado juntos desde que vinieron, no creo que sea algo influenciado por ninguno de nosotros James. – Jace largo un suspiro pesado. – Era algo que me intrigaba nada más. – se volvió a recostar sobre la silla. – Creo que el único detalle que habrá es que Edith no va a tomar el puesto de Antoni, es mujer y si toma el tuyo cuando se case tu imperio caerá en las manos de Dios sabe que muchacho. – Ivana contemplo ese punto. – Obviamente yo no voy a permitir que se case con cualquier hombre. – negó con la cabeza pensando. – Es una pena que Jonathan y Edith se tengan tanto recelo, con nuestros hijos casados entre ellos no tendríamos que preocuparnos porque nuestros imperios caigan en malas manos. – Jace toco otro punto importante. – Las demás familias no están muy convencidas de que Edith tome mi silla o tu mando, prefieren a Jonathan o que solo André se quede con todo. – Antoni había escuchado las preocupaciones de los demás padres y es que Edith era de apariencia demasiado frágil para sus gustos. – Unir ambos poderes no es una mala idea, de todos modos, ella tendría que conformarse con un puesto por detrás de su hermano. – ahí James se estaba equivocando terriblemente. Mientras ellos discutían sobre mandos y soberanías en su mundo, Sophie estaba adentro escondida en el baño contándole a Edith el anuncio que había dado su hermano, a pesar de hacerse la tonta siempre, no lo era y sabía lo que esa boda significaba, ella quería que de alguna forma reconocieran todo el esfuerzo de su hija y sabía lo que ella deseaba, sus motivos más internos por haberse sacrificado tanto en nombre de esa organización, además no quería a Laura como esposa de su hijo, no le gustaba, pero tampoco es que se iba a meter para intentar separarlos así que solo le quedaba tragar y sonreír forzosamente. Nota: Si gustan pueden seguirme en la red social del pajarito azul, arroba ChrissValladar. Espero que este primer capítulos les atrape, se comenzara a actualizar diariamente a partir del 1 de abril.
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