Cuando me acerqué a la casa, vi a Víctor parado en el umbral, apoyado en una de las columnas, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su expresión seria y la forma en que me miraba me dejaron claro que algo no estaba bien, pero no entendí por qué motivo. —¿Víctor? Hola —dije, intentando sonar casual mientras le ofrecía una sonrisa—. Pensé que no vendrías hoy. —Te vi hablando con David Muñoz—dijo él con su voz teñida de una tristeza inesperada. —Sí, pero ¿qué pasa con eso? Por un momento, pensé que estaba celoso. La posibilidad incluso me hizo sonreír, pero la respuesta de Víctor fue muy distinta a lo que esperaba. —No te metas con él. —¿Por qué? —pregunté, sorprendida por su tono. —Es un estafador y un vendedor ambulante —respondió Víctor, claramente enfurecido. Solté una pequeña r

