Luna de miel

1715 Words
Me desperté y Jacob no estaba a mi lado, así que me levante, y camine hasta el baño, allí me cepille los dientes, y me bañe. Salí y me vestí cómoda, un vestido color salmón, con un cinturón rojo, era holgado de la cintura para abajo. Estaba sentada en la cama cepillando mi cabello, cuando entro mi esposo con una bandeja en sus manos, camino hasta mí y colocó la bandeja a un lado de la cama y se arrodilló frente a mí, me le quede mirando sin saber que era lo que pretendía. - Diana, perdóname, no sé qué me paso, te juro que no lo vuelvo a hacer, estoy arrepentido, yo te amo, por favor perdóname -. Dijo y pude ver lágrimas en sus ojos, se notaba que de verdad estaba arrepentido. No sabía que contestar, la verdad nunca pensé que Jacob podría hacerme eso, pero es que lo veía tan arrepentido y era primera vez que hacia algo como eso, así que de verdad supuse que sus palabras eran ciertas, y por más que me quisiera dar de orgullosa la verdad es que estoy tan enamorada de él, y estaba en mi luna de miel, esto era lo que pensé antes de dormir y lo que esperaba, en el fondo sabía que él no era así y si llega arrepentido, pidiéndome perdón, no debo de estar con rencor, es mi esposo y lo amo, así que decidí perdonarle. Después de desayunar, tomamos todas nuestras cosas, nos dirigimos al aeropuerto y tomamos el avión directo a Margarita. Jacob estaba a mi lado como león al asecho, parecía que en cualquier momento atacaría, miraba a todos los hombre con odio cada vez que me observaba y eso no me estaba gustando para nada, pero decidí no decir nada, era mejor ignorar eso y concentrarme en lo que realmente importaba, nuestra luna de miel, por eso no dije nada. Dormí casi todo el viaje, una vez en Margarita y llegar al hotel y hacer todo el chequeo reglamentario, subimos a la habitación, no duraríamos mucho aquí pues él tiene que trabajar, así que solo duraríamos mínimo 3 días, todo iba bien, íbamos a cenar, a pasear por la playa, fuimos a un club y de compras, pero todo cambio un día, ese día que fuimos a la playa, yo estaba acostada en una toalla encima de la arena y Jacob estaba buscando unas bebidas para ambos, mientras él iba un chico se acercó a mí, el chico empezó a sacar conversación, yo trataba de ignorarlo por qué sabía mi esposo no estaba muy lejos, el chico quería coquetear conmigo, no le seguía el juego y el chico seguía con su ataque de conquista. -.la verdad chico, no estoy interesada, no insistas, no quiero salir contigo ni mucho menos… -. Me llamo Santiago -. Corto lo que estaba diciendo. -. Ok, Santiago, como te decía no puedo salir contigo estoy casada y de luna de miel y amo a mi esposo -. Le aclaro y el apenado se disculpa, el chico estaba a punto de irse, pidiendo disculpas por insistir tanto, pero justo en ese momento llego mi esposo, y estaba hecho una furia. -. ¿Tu quien carajo eres? Pregunto al desconocido. -.Tranquilo amigo, no sabía que estaba casada yo ya me iba -. Dice el chico dando la vuelta para retirarse. En eso mi esposo lo toma por el hombro lo voltea y le manda un puño por el rostro sin decir más nada haciendo que Santiago cayera al suelo, no se podía levantar, le sangraba la nariz y miraba a mis esposo, entre sorprendido y enojado. La gente llego y rodeo al chico en el suelo para ver qué le pasaba, mi esposo aprovecho ese momento y me agarró el brazo fuertemente y me arrastró hacia el hotel, mientras me gritaba un montón de cosas sin sentido, yo prefería no decir nada, estábamos en público y no me gusta dar espectáculos. -.Eres una zorra, seguro que le estabas coqueteando, es que acaso ¿no te basta conmigo? Ah no, claro que no, lo que pasa es que como nadie te quiere, sientes la necesidad de llamar la atención, pero grábate esto, no eres nada, nadie te quiere y sin mí no serás nadie.- me decía podía sentir el odio y la rabia en sus palabras, y mi corazón se partía en mil pedazos con cada palabra que salía de su boca, no debía de jugar con mi pasado para herirme, mis ojos se empezaron a humedecer, pero me negaba a dejar salir las lágrimas. Íbamos subiendo las escaleras hacia la habitación yo aún sin decir nada, con un nudo en la garganta que me estaba dificultando hasta respirar, sus palabras dichas con tanto odio marcaban muy adentro de mí, Jacob estaba tan furioso que no quiso tomar el ascensor, apenas estábamos subiendo al segundo piso, ya no aguantaba más, mis lágrimas empezaron a salir y empecé a justificarme, le decía que estaba equivocado, que las cosas no eran como él las pensaba, mis lágrimas seguían saliendo mientras él seguía jalando sin importarle el daño que me hacía y sin prestar la más mínima atención a lo que le decía. -. Jacob yo no he coqueteado con nadie, por favor suéltame me haces daño. -. Hablé entre lágrimas, tratando de soltarme de su agarre, él se voltea y me mira con esos ojos cargados de tanto odio, que no había visto nunca lo que hace que me llegue preguntar ¿dónde estaba mi esposo?, ese hombre que juro que me amaba frente al altar no me da tiempo a responder mi cuestionamiento interno porque me toma por los hombros y como si fuese una serpiente que escupe su veneno me dice entre dientes: -.Apréndete esto, yo nunca estoy equivocado, siempre tengo la razón, y guardas silencio, solo hablas si yo te lo ordenó, y es solo para darme la razón, y si yo digo que estabas coqueteando es porque es cierto, eres un zorra, prostituta, eres una cualquiera-. Dijo y me empujó alejándome de él con asco. Perdí el equilibrio, y caí por las escaleras, me golpeaba el cuerpo con cada escalón y al legar al final me golpee la cabeza con la pared, el golpe fue tan fuerte que una bruma negra me envolvió, y no supe más de mí. NARRA JACOB: Fui a comprar un par de bebidas para mí y Diana, volteo para verla desde donde me encontraba, se veía tan linda, ella es mi esposa y la amo, la ame desde el primer día que la vi, estaba contemplándola cuando veo a un chico acercarse, la furia me invadió, él le decía algo, y ella le respondió, tal vez se estaban poniendo de acuerdo para verse después, perdí el control, nadie toca lo que es mío, nadie tiene que ver lo que es mío, empecé a ver todo rojo, y camine hasta ellos hecho una furia. -. ¿Tu quien carajo eres? Pregunte al desconocido. -.Tranquilo amigo, no sabía que estaba casada yo ya me iba. Dijo el chico dando la vuelta para retirarse. Lo tome por los hombros y lo volteo estampado mi puño en su cara, el cayó al suelo y no se volvió a levantar su nariz sangraba lo que me alegraba grandemente, la gente como siempre de metida rodeo al chico. Y yo aproveche y tome a Diana de la mano, apretando fuertemente, sabía que le estaba haciendo daño, pero no me importaba, la arrastre hasta el hotel, y subí por la escalera no quería ese maldito ascensor lleno de gente entrometida o de hombres que mirarían a mi esposa como un pedazo de carne fresca para devorar y más al ver que ella va en traje de baño, cosa que hizo que aumentara más mi rabia, ella no le importaba mostrar su cuerpo, cuerpo que es mío y de nadie más. Diana iba caminando gracias a mi arrastre, iba llorando, decía que estaba equivocado, que no había coqueteado con nadie, que la soltará, eso me enfurecía aún más, yo sé lo que vi, no estoy loco, apreté los dientes para no perder el control, pero era demasiado tarde ya estaba demasiado molesto, me volteo la tomo de los hombros y le hablo para que al fin entienda cómo es todo, como son las cosas, conmigo nadie juega, yo soy el maldito rey y lo que yo diga ella tiene que hacerlo sin chistar, yo soy su dueño y tiene que entenderlo de una maldita vez. -. Apréndete esto yo nunca estoy equivocado, siempre tengo la razón, y guardas silencio, solo hablas si yo te lo ordenó, y es solo para darme la razón, y si yo digo que estabas coqueteando es porque es cierto. Eres un zorra, prostituta, eres una cualquiera- dije y la empuje lejos de mí, sentía asco por cómo le coqueteo a este tipo sin descaro, vi como en cámara lenta cuando ella perdió el equilibrio y cayó por la escalera, golpeando su cuerpo, y se dio un fuerte golpe en la cabeza. ¡Ja! Se lo tiene merecido por zorra, baje lentamente y me di cuenta que estaba inconsciente, en ese instante si me preocupe, ella es mía no la puedo perder por nada del mundo. La tomo en brazos y corro con ella escaleras abajo. -. Ayuda por favor. -. Grito cuando llegó a la plata baja. -. ¿Qué ha pasado? -? Pregunto uno de los empleados cuando se acerca a mí. -. Íbamos subiendo las escaleras cuando se ha torcido un pie y ha caído por ellas. -. Digo como respuesta. -. María llama a urgencias -. Dice el empleado a una chica que ya está con teléfono en mano -. ¿Acaso el ascensor estaba daño que han subido a la escalera? _. Pregunta. -. Ella tiene pavor al ascensor -. Le digo, en eso se escucha a los paramédicos entrar con una camilla. La coloco en la camilla con mucho cuidado no se vaya a lastimar más, le doy un beso en la frente y la siento fría, no puedo perder a mi Diana. -. Sálvela. -. Le digo a los paramédicos, preso del pánico. -. Eso haremos -. Dicen saliendo, y yo detrás de ellos.
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