Capítulo 17: “La Ruta del Destino”

1186 Words
El ruido del motor resonaba a mi alrededor, un zumbido familiar que me acompañaba mientras maniobraba por las calles congestionadas de la ciudad. Era una mañana nublada, y el cielo gris parecía resonar con la tensión que sentía en mi pecho. Cada vez que recogía a un pasajero, me adentraba en un mundo diferente, lleno de historias y vidas ocultas detrás de rostros anónimos. Aparqué junto a una parada, y cuando la puerta se abrió, un hombre de apariencia elegante subió al auto. Vestía un traje oscuro y llevaba una maleta de cuero brillante. Sus ojos, rodeados de un halo de confianza, escanearon rápidamente el interior del vehículo. Me sonrió y, en ese instante, sentí que el aire se llenaba de posibilidades. —Buenos días —dijo, y su voz tenía un tono casi melodioso. —Buenos días —respondí, intentando imitar su entusiasmo. Sus ojos parecían emitir una energía que provocó en mí una mezcla de fascinación y curiosidad. Mientras conduje, el hombre se acomodó en su asiento, y aunque la música de la radio llenaba el aire, no podía dejar de observarlo. La forma en que revisaba su teléfono, la prisa en sus movimientos... había algo intrigante a su alrededor, como si estuviera por hacer algo importante en este día nublado. Al llegar a su destino, el hombre se levantó con una agilidad sorprendente. Sacó su billetera y, para mi asombro, dejó un billete de gran denominación en mis manos. Miré el dinero sorprendida; era más de lo que recibía en un día entero. Los ojos se me agrandaron mientras sostenía el billete, sintiendo su peso y valor. Había una fuerza en esa simple transacción, como si me ofreciera una puerta a un futuro diferente. Me quedé paralizada, viendo cómo se alejaba rápidamente, su figura desapareciendo entre la multitud. Una marea de preguntas me asaltó. ¿Por qué me había dejado tanto? ¿Era un error? ¿Era realmente un regalo, o había una trampa oculta? Justo cuando estaba tratando de procesar lo sucedido, mi teléfono vibró en el tablero. Al ver el nombre de Lucas en la pantalla, la familiaridad de su voz me invadió con una mezcla de nerviosismo y curiosidad. Deslicé el dedo sobre la pantalla, conteniendo la respiración. —Hola, Lucas —dije, consciente de la electricidad en el aire. —Oye, Alejandra, ¿cómo va todo? —Su voz sonaba clara, pero había un matiz de urgencia que hizo que mi corazón palpitara con mayor rapidez. —Acabo de recibir un pago… una sorpresa —respondí, tratando de que mi tono sonara casual. Sabía que no podía revelar el fajo de billetes que había recibido sin que él sospechara algo. —No es nada de qué preocuparse. —¿Un pago, dices? —preguntó, y ya podía imaginar la expresión de interés en su rostro—. Eso suena bien, pero tengo que hablar contigo sobre algo importante. La preocupación creció en mi pecho mientras él continuaba. Lucas siempre tenía un aire de misterio, pero hoy su tono sonaba diferente, más pesado. —¿De qué se trata? —pregunté, intentando no dejar que mi ansiedad se filtrara en mis palabras. —He estado investigando sobre el trabajo que mencionamos. Hay cosas que no te he contado… y creo que deberías saberlo antes de seguir adelante. La presión en mi pecho aumentó, y ahora, el billete en mi mano parecía un recordatorio del riesgo que estaba asumiendo. ¿Qué había detrás de este trabajo que Lucas había mencionado? ¿Qué significaba realmente aquel pago? —¿Sobre lo que hablamos antes? —respondí, intentando mantener la calma. La conexión entre lo que había experimentado con el hombre que subió al auto y las palabras de Lucas se convirtió en un torbellino en mi mente. —Sí. Mi instinto me dice que no puedes aceptarlo sin entender completamente en qué te estás metiendo. Hay más en juego. —Su voz se tornó seria, y la sensación de incertidumbre se apoderó de mí. —¿Qué es exactamente lo que sabes? —pregunté, sintiendo cómo las sombras de la preocupación comenzaban a desdibujar la luz de mi optimismo. La conversación con Lucas se volvía más intensa, como si estuviéramos navegando en aguas turbulentas. —Hay intereses involucrados que podrían poner a las personas en riesgo. No quiero que te veas atrapada en algo que no comprendes. Conoces cómo son las cosas en este negocio. Lo que parece ser una oferta increíble puede tener repercusiones muy graves. La tensión se apoderó de mí. Mientras Lucas hablaba, mi mente se llenó de imágenes de lo que podría perder si todo esto salía mal. Recorrí mi mente, recordando el momento en que el hombre dejó caer ese fajo de billetes. El destino es caprichoso; lo que parece una bendición a veces puede ser una trampa. —Lucas, necesito que seas claro. ¿Qué tipo de riesgos estamos hablando? —mi voz sonaba más firme de lo que me sentía en realidad, pero había una parte de mí que estaba decidida a conocer la verdad, sin importar cuánto doliera. —Hay personas que buscan aprovecharse de situaciones como la tuya. Lo que a ti te puede parecer un simple trabajo es, en realidad, un juego peligroso. Debes ser cautelosa. Quiero que pienses en tu seguridad sobre todo. Mientras hablaba, sentí que cada palabra se convertía en un ladrillo en la muralla que estaba construyendo alrededor de mis dudas y miedos. El eco de su advertencia hacia mí resonaba con un retumbar ominoso. —Voy a pensarlo, pero tengo que decirte que este pago podría ser un cambio significativo para mí y para mi familia. —La ansiedad de mis palabras contrastaba con la esperanza que la idea de un mejor futuro había encendido en mí. —Lo entiendo. Solo te pido que reflexiones bien ante la oportunidad que tienes frente a ti. No des un paso sin mirar hacia dónde estás yendo. Dejé que sus palabras se asentaran mientras el auto se movía con lentitud por el tráfico cada vez más denso. Cada vehículo a mi alrededor parecía representar decisiones, desvíos y caminos que podría seguir. La inseguridad en mi vida diaria comenzó a confundirse con la posibilidad de algo más grande, más desafiante, más peligroso. Mientras colgaba, miré el billete en mi mano una vez más. Era tentador, prometía un cambio, pero Lucas me hacía cuestionar qué estaba dispuesto a sacrificar. Mi vida eran decisiones continuas, caminos llenos de giros inesperados. El día se tornaba más oscuro, pero en esa penumbra, sentía una chispa de desafío encenderse en mi interior. A medida que el motor zumbaba, también lo hacía una pregunta en mi mente: ¿Estaba lista para enfrentar el futuro, sin importar las revelaciones que pudieran surgir? Con cada kilómetro que recorría, realizaba que estaba en el umbral de algo mucho más grande de lo que había imaginado, y ahora, esa decisión se convirtió en un abismo que rápidamente se acercaba. El futuro se presentaba como un laberinto de decisiones, y yo era la única que podía decidir en qué camino me adentraría.
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