Liberame

Capítulo 2 (parte 2)

Busco una manera de zafarme, el dinero extra me va bien, pero ¿y si las alucinaciones juegan con mi cabeza? ¿Y si me da un ataque de pánico? Moriría de la vergüenza si se entera de mis problemas mentales, incluso la señora Mitchell cree que solo tengo trastorno obsesivo compulsivo no sabe de mi esquizofrenia, Andrew me mira y puedo asegurar haber visto de nuevo ese centelleo en sus ojos, estoy más loca que una maldita cabra, suelta una pesada respiración

—Y hay muchos espías corporativos, por eso te quiero a ti, sé que no me venderás al mejor postor, tengo la seguridad de que tú no eres así, tus jefes tienen relaciones con otras empresas, algunas rivales de las mías y no puedo exponerme a que se filtre información, aunque tengo contratos de confidencialidad de por medio ya me he llevado tragos amargos que han parado en los juzgados, pero de nada sirven cuando el daño está hecho, ¿me explico? —

Me quito mis gafas, me paso las manos por el rostro nerviosa, no creo que este tema deba discutirse aquí, mis compañeros están alertas a cualquier movimiento que estemos haciendo en esta oficina y las paredes oyen, no puedo arriesgarme a las malas interpretaciones, no puedo quedarme sin trabajo estable, suelto una pesada respiración, lo miro y vuelvo a colocarme las gafas, parece estar esperando alguna respuesta, me acerco aún más a él invadiendo su espacio personal   

—hablemos de eso fuera de esta oficina, no quiero que ocurran mal entendidos, aceptaré el trabajo solo si no se lo decimos a mi jefa, no puedo darme el lujo de perder este empleo, no me mal entiendas, sé que me estás dando una gran oportunidad, pero en mi situación requiero también de este empleo —

Lo miro con gesto suplicante, él ladea su cabeza y extiende su mano a mi mejilla, de inmediato me sonrojo y mi pulso se dispara, me pongo en alerta, aunque su toque no es molesto, a decir verdad, es bastante agradable, los recuerdos ahí están; me acaricia con el pulgar haciéndome tragar en seco y me sonríe  

—Tranquila, acepto tus términos, Harper, me encanta tu sinceridad y créeme, no pretendo afectarte en el trabajo que realizas aquí, así que tu dime donde y cuando podemos discutirlo, creo que en la documentación que entregué viene mi número, pero yo no tengo el tuyo —

Saca su móvil y lo desbloquea para luego entregármelo

—Guarda tu número, por favor, soy algo paranoico respondiendo a números desconocidos—

Me da una cálida sonrisa que correspondo, yo también tengo esa paranoia, jamás respondo a desconocidos, aunque recuerdo cuando Jake estuvo llamándome desde otro número para unos archivos que necesitaba y yo no respondía, por poco y me meto en un lio; tomo su móvil y tecleo mi número en la pantalla y se lo entrego al instante

—No sé qué nombre le quieras poner—

—Lógicamente el tuyo—

—No sé si conozcas otra Harper o quieras poner señorita Collins—

—Estamos entrando en confianza, Harper, así que nada de señorita Collins, ¿tienes algún otro nombre? —

Suspiro, si tengo otro nombre, pero nunca lo uso, a decir verdad, pocos lo conocen y ya me acostumbré a que me llamen por mi nombre de pila, pero será interesante escuchar mi nombre completo desde esa voz tan profunda; asiento y él me mira expectante

—Nathalie, Harper Nathalie Collins—

Arquea sus cejas sorprendido y pasa su mirada al móvil, sus agiles dedos teclean en el—

—Nathalie, tienes un lindo nombre, me gusta, pero te llamaré como te sientas cómoda, Harper Nathalie, Collins—

No sé si lee la mente, aunque sería algo bastante loco, pero me da cierta satisfacción el haberlo escuchado paladear mi nombre completo

—Entonces ¿te parece si te digo donde vernos?, solo que de mi parte no esperes mucha formalidad, no suelo ir a sitios muy concurridos—

—¿Por qué los evitas? —

Pregunta curioso, no sé si meterme con mi vida personal, pero no me queda de otra

—Tengo ciertos problemas que no me gustaría discutir, no en este momento, son muy personales y apenas nos conocemos, agradecería que pudieras respetar eso, Andrew—

—Tranquila, la confianza se gana poco a poco, pero debo aclararte que me causas mucha curiosidad, ahora bien, esperaré tu llamada o mensaje, espero sea pronto—

—Será antes del miércoles, a como puede ser hoy, puede que sea mañana, pero es un hecho que debes tener por seguro—

Me pongo de pie y él me imita, le extiendo la mano en señal de acuerdo, él la toma al instante y tira de mi tomándome por sorpresa y besa mi mejilla, siento la sangre arder, no me lo esperaba, se acerca a mi oído poniéndome aún más nerviosa, su perfume es embriagador, menta si no me equivoco

—Voy a estar ansioso, sé que estoy confiando en la mejor—

Susurra y me hace estremecer, mis ojos se abren como platos, besa de nuevo mi mejilla y toma distancia, me quedo petrificada mientras él me da una sonrisa de satisfacción, veo esa extraña aura a su alrededor y parpadeo un par de veces

—Emm, bueno pues, eso es todo, te llamo pronto para discutir el tema—

Asiente y se retira de la sala de juntas dejándome ahí parada con el pulso más acelerado que auto de f1, me ha sacado en más de mil formas de mi zona de confort, no sé si sentirme alagada o incomoda, pero ya acepté el reunirme con él, ahora debo cumplir.

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Está anocheciendo, hoy me quedé más horas de lo esperado en la oficina para poder terminar el adelanto del informe financiero de Andrew, estoy muerta, aunque satisfecha por el hecho de prácticamente haber terminado todo el reporte haciendo una bonita exposición de este con todo y gráficas, más los balances correspondientes, no tengo ganas de cocinar, así que me encamino hacia la cafetería que queda solo a unas cuantas cuadras de mi apartamento, no sé aun como es que estoy por aceptar el trabajo que este tipo me ofrece, si bien he ayudado a muchas personas con su contabilidad, la auditoría requiere de más compromisos y ganarte enemigos; de pronto siento un fuerte escalofrío que me recorre de pies a cabeza, una ventisca helada me golpea la cara alborotando mi cabello y de pronto los rostros de algunas personas comienzan a deformarse, no por favor, no es el momento, si bien estoy estresada no creo que sea para tanto; detengo mis pasos y miro a mi alrededor, veo como algunos rostros tienen ojos negros como posos sin fondo, comienzan a deformarse estirando sus bocas algo así como la pintura llamada El Grito, las auras a su alrededor se vuelven de colores que van desde el rojo o verde, hasta el azul obscuro casi llegando al n***o, retrocedo un par de pasos trastabillando, sus pieles se vuelven pálidas, en sus manos aparecen garras, mi pulso se dispara, estoy por sufrir un ataque de pánico, esta alucinación es más real, más intensa y más terrorífica que las anteriores, giro mi cabeza para ver a los seres que me rodean, soy presa del miedo, noto unas sonrisas siniestras, unos ladean sus cabezas y me miran fijamente con esos pozos sin fondo que tienen por ojos, comienzo a temblar, mi espalda choca contra el muro de uno de los edificios, siento como si me estuviera paralizando, esto no puede estar pasando, no ahora Harper, Corre, ¡ahora! Ve a casa ahí estarás segura Escucho la voz de Andrew que se ha convertido en mi nuevo acompañante de alucinaciones locas, pero ya me salvó la vida una vez cuando el accidente, así que no dudo en hacer lo que me pide y corro entre estos seres extraños alejándome de ellos a toda prisa, cruzo las calles atravesándome entre los autos que en más de una ocasión casi me arrollan, pero temo más por los seres que aparecen en todos lados y parecieras seguirme, llego al conjunto de apartamentos y entro subiendo a toda prisa las escaleras choco con uno de mis vecinos

—¡Oye! fíjate—

—Lo siento —

Respondo en un hilo de voz, pero al verlo él también tiene ese rostro deformado con piel pálida y largas garras, me horrorizo y corro por las escaleras hasta llegar a mi piso, mis manos tiemblan sacando las llaves, entro de golpe y corro hasta mi habitación, me siento a la orilla de la cama y comienzo a balancearme de adelante hacia atrás, tengo miedo, más del que haya experimentado alguna vez, mis manos están frías, las froto tratando de calentarlas y al alzar mi mirada veo algo en el espejo que yace en el muro, primero es como un resplandor, luego como una especie de bruma pero no hay nada aquí que pueda provocar ese reflejo, aun temblorosa y dudando me pongo de pie y camino hacia el espejo, miro mi reflejo en este, puedo ver mi rostro horrorizado, no hay duda de que esa es mi expresión en estos momentos, en verdad estoy muerta de miedo, pero mis ojos se agrandan al ver a un ser a mis espaldas, el mismo que veo de vez en cuando, la sombra negra sin rostro, un escalofrío me sacude y escucho un gruñido

—Haz que esto termine, Harper, es muy sencillo—

—¡cállate! —

Grito, pero sin tener el valor de girarme a encararlo, parpadeo un par de veces y ya no es solo un ser sino tres, mis manos tiemblan cada vez más, es la primera vez que tengo una alucinación tan violenta y duradera, o será que yo siento este tiempo como una eternidad

—Harper, acaba con tu dolor, corderita, salta, libérate—

—¿Qué? —

Pregunto confundida sin evitar caer en el juego

—Corderita, a nadie le importas ¿Por qué seguir en este mundo sufriendo? Ve a la terraza y salta, libérate del yugo de tu enfermedad—

—Vamos corderita, de lo contrario te seguiré atormentando y cada vez será peor—

—No por favor, ¡no! Ya no aguanto más, por favor —

Suplico mientras las lágrimas corren por mis mejillas, esto es horrible, una gran mierda, estoy temblando como una maldita gelatina y de pronto es como si no tuviera poder sobre mi cuerpo, mis piernas me llevan hacia el acceso a la pequeña terraza, salgo y de nuevo el aire frío choca contra mi rostro de lleno, estoy hipando, solo puedo llorar, no entiendo lo que sucede, es demasiado

—Vamos, corderita, salta, salta, tienes que saltar al cielo—

Suelta una voz cantarina, me quito los tacones y subo al pequeño muro de la terraza poniéndome de pie sobre este, miro hacia abajo y veo una multitud de rostros distorsionados que levantan sus manos hacia mi animándome a saltar, este será mi fin.