Me acerco a ella y me agacho buscando su mirada, pero cierra sus piernas y se mueve hacia un lado, siempre tan hermosa, aun cuando está triste y esquiva. - ¿Cómo te atreves siquiera a hablarme? – Dice esto con un susurro y una lágrima en la voz - Amor - No me llames amor. - Bebé - Por favor, no sigas, respétame. - Perdón, Esmeralda, tú la has oído, yo quise terminar con ella, pero no se puede, no aún - ¿Y tú tienes las bolas de corbatín o qué? - No amor, pero escucha, hay una razón lo suficientemente fuerte para esto. - Sí, me imagino, siempre hay una razón para todo contigo. - No amor, no seas así, dime, si mis intenciones no fueran claras, dime ¿Por qué otra razón estarían ella y tu aquí? - No lo sé, ¿Para aprov