61. CUARTO CRECIENTE

2458 Words
Después de irse Madison con todas las cosas que le habían enviado, me dedique a trabajar arduamente, prefería ocupar mi cabeza en todo lo que fuese posible con tal de no pensar en los problemas que me agobiaban lejos de aquí. Salí del trabajo bastante tarde en la noche, quería perderme de todos otra vez, pero volver al bar no era una opción, al menos me alegra haber regresado por las botellas para beber en otro lugar. Sin muchas más opciones regresé a casa a pie, algún día debía volver, sabía que todos estaban preocupados y lo que menos quería era a ese ejercito molestando en el hospital, por suerte cuando llegué todas las luces estaban apagadas, así que fui a darme una ducha, vestí una pantaloneta con una camiseta y saqué la botella para beberla en el jardín… Jack y El pirata, la combinación perfecta para mis males. Llevaba tres cigarrillos y cinco vasos de Jack, opté por disfrutar cada sorbo y bocanada tratando de sumergirme lentamente en ellos, había tanto por pensar, decidir y hacer que quería darle un orden a todo para no caer nuevamente en poder de mi locura. —Al menos esta vez no huiste por semanas. Apenas y levanto mi vista al escuchar al viejo, no tenía ni siquiera fuerzas para recriminar o defenderme de nada, solo quería cerrar mis ojos y despertar de esta pesadilla. —Tampoco lo haré, así que puedes quedarte tranquilo. —¿Mal día? —Pésima vida, pero lo hecho, hecho está. —¿Cuánto has bebido? —Viejo, solo dime lo que me tengas que decir, pero no me hagas ese maldito interrogatorio porque no puedo con él —dije apenas con el poco ánimo que me queda. Él toma asiento a mi lado y se queda mirando la luna igual que yo. Hoy es cuarto creciente… qué ironía. —Explícame entonces los motivos para haberte ido de esa manera —di un profundo respiro y solté toda la mierda que me atormentaba sin pensar en nada más. —Es diferente pensarlo a cuando pasan realmente las cosas, siempre supe que este día llegaría y por muy feliz que esté por mis hermanos, siento un vacío al saber que no los tendré a mi lado ahora más que nunca. —¿No quieres saber la respuesta a tus cartas? —Eso ya no importa, hoy en la mañana tomé la decisión de que no iré a la universidad. —¿Qué? ¿Por qué? —reclama confundido. Reí triste, agobiado. Cerré mis ojos y una lágrima recorrió mi mejilla, una que retiré con los dedos que sostenían el cigarrillo y miré nuevamente esa bella luna, la única que me ha acompañado desde que tengo uso de razón, la única que cuida de los dementes como yo. —No puedo solventar una carrera y trabajar al mismo tiempo si tengo que cuidar de un hijo —me quebré con las últimas dos palabras. —¿Un hijo? ¿De qué hablas? —otra maldita amarga risa sutil emergió en mí. —Ayer que me fui de casa estuve en un bar, apareció una chica diciendo que estaba embarazada y yo soy el padre, ella estaba dispuesta a abortarlo y si te soy honesto, la creo capaz a pesar de que tenga cinco malditos meses de gestación. Retiré la imagen de la ecografía dejándola sobre la mesa, él la tomó en silencio en lo que yo di otra calada con odio y dolor. —No sé si en verdad es mi hijo; Clyde, pero toda esta mierda me tiene confundido, no quiero que nazca y me digan que tiene la misma maldición que yo, tampoco sabría qué hacer si me apego a esa vida y resulta que no es mío, pero tampoco tenía la maldita fuerza para decirle que abortara sin importarme las consecuencias. —Oz… —Sé que soy un jodido enfermo de mierda, sé que no tengo un futuro y ahora menos porque no tengo nada bueno qué ofrecerle a ese bebé, no puedo con mi propia existencia, menos con la vida de un niño que dependerá completamente de mí y todo porque ¡la maldita zorra que tiene por madre solo piensa en matarlo! —grité lo último con una dolorosa furia. Arrojé el cigarrillo lejos y dejé salir todo esto que sentía en mis oxidadas lágrimas, unas que quemaban el alma y la piel. No podía cargar con tanto, era demasiada culpa, miedos, tormentos, simplemente… es demasiado para mí. Sentí sus brazos rodearme y como un niño pequeño solo me dejé caer en su pecho, jamás me mostré tan vulnerable ante nadie, menos con un adulto, pero aquí estaba sacando todos estos sentimientos con él. No sé cuánto tiempo pasó, pero él me dejó llorar bastante entre sus brazos, solo el silencio y mis sollozos era lo que escuchaba hasta que su voz se hizo presente. —Mírame Oz. Tomó de mi hombro apenas para separarme un poco y lo observé, estaba afligido. —Sé que estás muy confundido con todo esto, pero te prometo que vamos a ayudarte, cuentas con todo mi apoyo y a cambio quiero que saques adelante tu carrera, ahora más que nunca debes hacerlo, por ti y por ese bebé que está en camino. —No puedo viejo, es demasiado, medicina implica renunciar a una vida y si tengo que trabajar entonces menos tiempo tendré para dedicarle a ese bebé. —Ahí es donde entraré yo, te ayudaré a cuidarlo para que puedas hacer todo lo necesario y por el trabajo podemos buscar otras opciones, pero no puedes renunciar a esa beca en Princeton —fruncí mi ceño sin creer lo que había escuchado. —¿Qué? —Obtuviste la beca completa en Princeton para estudiar medicina Oz, te dije que eras un joven talentoso y ahora es tu momento de demostrarlo, estudia, sé alguien mejor en la vida y demuéstrale a tu hijo que tiene un gran padre, no te dejes llevar por esos miedos porque sé que lo harás muy bien, confío en ti. —¿Cómo puedo siquiera ser un buen padre si soy un demente? ¿Cómo sé que él no tendrá ese problema por mi culpa? Solo le desgraciaría la vida. —No es verdad; y aun si ese niño o niña naciera con alguna condición tendría tu apoyo porque ya conoces ese camino y sabrás cómo ayudarlo, pero si no, entonces igual crecerá viendo a un increíble hombre que se esforzará día a día para que no le falte nada. —Viejo yo no sé nada de eso, nunca he tenido una maldita relación en mi vida, no sé brindarle amor a nadie ¡Entiende! —¡Entiende tú Oz! No haces más que gritar negativas, pero esos gritos son las voces en tu cabeza; no es tu propia voz, yo sé la clase de hombre que eres, cuidas de los que más te importa, no tienes que abrazarlos o besarlos ni decirles que los amas para hacerlos sentir bien, tus acciones hablan por sí solas y ese Oz, ese es el hombre que criará un bebé y hará de él o ella una persona de bien, porque sé que lo harás bien. Tensioné mi cuerpo muy abrumado por todo y él me abrazó con fuerza expresándome en dicho acto que no estaba solo, que él está conmigo y no me abandonaría en esta travesía. —Yo tampoco pienso dejarte solo Oz, cuentas con todo mi apoyo y ayudaré a cuidar de tu bebé. Clyde y yo nos separamos viendo a Livi con su cálida sonrisa bañada en lágrimas, los chicos estaban detrás de ella, todos lloraban como sintiendo este mismo dolor que yo sentía. Ellos se acercaron y ella se inclinó acunando sus manos en mi rostro. —Te prometo que tu bebé tendrá todo mi amor y si no sabes cómo darle cariño, entonces le daré el doble para que sienta el tuyo a través de mí, le diré cuánto lo quieres y todo lo que te esfuerzas por él, estaré contigo apoyándote en todo Oz, en todo. Me resguardó en su pecho llorando los dos como nunca lo hicimos, poco a poco sentí las manos de todos sobre mi espalda ayudándome a levantar de este problema que tanto me martirizaba y lo seguiría haciendo por muchos años más. (…) El tiempo fue siguiendo su curso y con ello el día de separarnos había llegado, los chicos dijeron que querían quedarse para ayudarme con mi bebé, pero no quería que renunciaran a una oportunidad tan grande y al menos me sentía bien al saber que estarían muy cerca el uno del otro. Bonny por otro lado dijo que nos visitaría tanto como le fuese posible al haber aceptado la beca de Filadelfia, según ella estaba más cerca de nosotros y de igual forma era un excelente lugar para sus estudios, así, terminamos quedando únicamente Livi, Clyde y yo en casa, una en la que estaba preparando la habitación que sería para el bebé. Había tomado un poco de mis ahorros y parte del salario de este mes para comprar varias cosas, una de las enfermeras me había regalado una cuna, estaba un poco mal, pero Clyde dijo que la base era firme y arreglarla no saldría costoso, también compré pintura para paredes y madera ya que arreglaría un buró que estaba en el garaje sin hacer nada y pintaría la habitación en un tono claro, pues Livi dijo que sería mejor para el bebé. Hace un par de días fui también con ella a un almacén a comprar algunas prendas, mantas y demás, no quería llevarme muchas cosas ya que aun no sabía lo que pasaría, pero ella estaba tan emocionada viendo todo que me dejé arrastrar por su entusiasmo. Este fin de semana aprovecharía para cobrar el puente del cuatro de julio que había laborado y me dedicaría a organizar toda mi habitación, no quería abusar más de ellos y aunque Clyde me dijo que podía tomar la habitación de Isma, preferí más bien dejar todo en la mía donde tenía baño propio, estaría en el primer piso sin molestar a nadie con los llantos del bebé y tendría un acceso rápido a todo lo demás. Hasta ahora había arreglado el buró y la cuna, ya estaban lijados y no hacía mucho que terminé de pintarlos, ahora me dedicaba a pintar el cuarto en lo que estos se secaban en el patio. —Trabajas rápido cuando te lo propones. Livi va entrando con una bandeja que tiene limonada y algunos bocadillos en un plato. —No quiero dejar nada para el final, odio estresarme con el cúmulo de cosas. —¿Y será que el cúmulo en tu cabeza te permite un descanso para refrescarte? —odiaba esto y a la vez me gustaba cuando me hacía sonreír con su insolencia. Tomo las cosas dando un gran trago a la bebida, el calor era insoportable en esta época y lo peor es que no podía prender el ventilador hasta no acabar de pintar o se estropearía la pared. —Sabes, sería bueno hacerle algunas decoraciones para que no sea solo blanco, podemos comprar más pintura y hacerle algunas figuras, también un movible para la cuna y un sofá o una mecedora para arrullarlo —dice a medida que observa la habitación. —Livi así está bien, creo que es demasiado lo que propones. —Claro que no, es tu bebé y debe tener lo mejor. —Primero, no sé si es mío realmente, todavía tengo mis dudas al respecto y segundo, tendrá lo necesario, al menos no le faltará la comida o un techo. —No seas así Oz, es tu hijo y debe tener siempre lo mejor, esas cosas no cuestan mucho. De la nada comenzamos esta ridícula discusión que empezó a martillar mi cabeza junto a mis voces, ella me llevaba al límite con su insistente terquedad hasta que mis voces no soportaron más igual que yo. —¡Livi ya basta, te dije que tendrá lo necesario así que deja esa maldita insistencia! —ella quedó congelada frente a mí, era la primera vez en todo este tiempo que le gritaba. En cuanto vi sus manos temblar un poco reaccioné dándome cuenta de lo que había hecho y salí de inmediato, pero no esperaba encontrarme a Clyde en la puerta observando todo, no tuve la cara para ver a ninguno y me fui al patio a fumar, quería irme de casa, pero algo dentro de mí me lo impedía. (…) Olivia —Hija, ¿estás bien? Salgo de mi asombro al sentir las manos de mi abuelo en mis hombros, pero aún seguía sin creer lo que había ocurrido con Oz, él nunca me habló de esa forma y menos se había atrevido a mirarme con la rabia que desprendía su rostro. —Sí… yo solo… —no sé por qué ocurrió, pero unas lágrimas brotaron de mí y él me abrazó dándome su apoyo como siempre. —Solo quería ayudar abuelo, no quería que se pusiera así. —Lo sé, pero debes entender algo Livi, Oz no es como cualquier otra persona, su condición lo hace diferente, pero este tema de la paternidad es algo que abruma a cualquiera, en especial cuando ocurre de la forma en que le pasó a él. —Lo entiendo abuelo, pero yo no quería hacerlo sentir mal solo quiero que su hijo tenga lo mejor, así como mis padres y tú nos dieron lo mejor a Bonny y a mí. —¿Y qué te hace pensar que no lo tendrá? Livi mira a tu alrededor, ¿acaso él no está dando lo mejor por un bebé que no ha nacido y que no sabe si es o no suyo? Además, recuerda que él no es millonario, pero hace tanto como puede y no hablo solo del dinero, sino también del esfuerzo y el empeño que le está dando a cada cosa. Miré la habitación dándome cuenta que había sacado una bolsa de basura grande con muchas de sus cosas, llevaba la mitad del cuarto pintado y toda la mañana se había dedicado a reparar los muebles, incluso esta semana que fuimos a comprar las cosas, gastó más de lo que había presupuestado porque yo le insistí en hacerlo. Me sentí mal al ver que en verdad había presionado demasiado a Oz y creo que mi abuelo se dio cuenta de lo que pensaba por la forma en que me veía. —Deja que se tranquilice un poco y luego vas a buscarlo, debes hacer lo correcto Livi, porque así como él se equivoca muchas veces, tú también puedes hacerlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD