105. CUENTA SALDADA

3032 Words
Samuel Alrededor de las dos de la tarde ya estaba Livi en su recámara descansando junto a Travis quien no quería separarse de ella, lo bueno es que al menos al dormir juntos no tenía tantas pesadillas, o bien, Livi actuaba de inmediato logrando tranquilizarlo haciéndole ver que todo estaba bien. En el regreso a casa, Borson se ofreció a llevarnos para discutir conmigo respecto al pago de la cuenta hospitalaria, una noticia que todavía me tenía muy inquieto pues no supe del asunto sino hasta que llegaron los papeles con la respectiva orden de salida, aunque la forma en que me dijo le cobraría esa cuenta a Oz era lo segundo que taladraba mi cabeza, pues si algo he aprendido en este tiempo; es que ellos dos tienen cierta complicidad con cosas las cuales no estoy a favor. Nos quedamos después del almuerzo hasta ahora hablando respecto a un nuevo acuerdo para el pago de la deuda, pues no quería que molestara a Oz con más cosas de las que ya tenía en mente, cuando en ese instante, se abre la puerta principal dejándonos impactados al ver a Bells junto a Oz quien estaba herido y con algunos vendajes, cojeaba un poco y él le servía de apoyo. —Hijo, ¿qué te pasó? Me levanté de inmediato ayudando a Bells para sentar a Oz en un sillón, tenía su ropa rasgada en algunas partes, era la misma que traía esa noche, pero su aspecto es el que hacía volar mi imaginación considerando lo que hablamos antes de despedirnos. —¿Qué ocurrió? —insistí. Él me lanza una profunda mirada a su vez que repasa la sala con cierto agotamiento mientras saca una cajetilla de cigarrillos y enciende uno. Por lo general no tolero esto y sé que él no gusta de hacerlo dentro de casa, es algo que ninguno hacía por respeto, pero por esta vez quise dejarlo pasar. —¿Podrías traerme a Jack? Llevo mucho tiempo sin tomar un trago. Fueron sus únicas palabras las cuales eran arrastradas entre el cansancio y el aburrimiento. Fui por la botella que siempre tenía en un estante de su habitación junto a un vaso, él la tomó sirviendo un poco y ofreciendo silencioso a los presentes llegando todos a negarnos. —Perfecto, más para mí. —Oz, dime qué pasó. Da un trago con un halo de misterio que me desespera más, pero el reflejo de satisfacción por el deber cumplido es algo que no podía o no quería ocultar. —Una riña que duró algunos días, pero estoy bien —respondió sin más. —Venimos de la estación de policía —interviene Bells como agotado después de un largo día de trabajo. —Oz hizo la denuncia correspondiente por el secuestro que le hizo Madison en compañía de otro hombre que no ha podido ser identificado. —¿Qué? No me creía una palabra de lo dicho por él considerando que fue lo mismo que me dijo Oz días atrás. —Lo que escuchaste, aunque eso no es todo, sino que al parecer Madison y este sujeto también tuvieron una pelea porque la encontraron tirada en un cañaduzal bastante malherida, una riña reciente. Él solo plantaba silencioso la vista en la chimenea dejándose llevar por el fuego, como si este le diera abrigo entre sus pensamientos. —Hijo… ¿Qué pasó? —No preguntes cosas que no quieres saber Samuel Clyde, tan solo regocíjate porque el hijo pródigo ha regresado —pronuncia tranquilamente con un sutil tono sarcástico. —Déjate de tonterías y explícame. —Quizás sería mejor dejarlo por hoy, es evidente que pasó por mucho y necesita descansar —intercede Borson quien no le quita la vista de encima. Tal vez debería calmarme un poco, es evidente que somos muchos y es probable que estando a solas pueda decirme un poco más, aunque tampoco apuesto mucho a eso. —Iré a ducharme, lo necesito con urgencia —apaga el cigarrillo y bebe el bourbon hasta vaciar el vaso. —Muchas gracias por todo Bells, estaremos en contacto para la primera sesión —ambos se levantan estrechando sus manos. —Así será, igual el juez está al tanto de la situación y esta semana agilizaré todo para evitar que hagan un receso hasta el otro año. —Confiaré en su experticia, abogado Bells. Tenga un buen día —caminó unos pasos divisando a Borson. —¿Te quedas a cenar con nosotros? —Por mí será un placer, pero no quiero incomodar a nadie y creo que necesitan hablar a solas. —Tengo el resto de la semana para eso y hoy quiero ponerme al corriente contigo, tenemos un viaje que planear y papeles por sacar. Bells se despide de todos y Oz se acerca quedando frente a mí con una mirada penetrante, más oscura y a su vez más tranquila. —Regocíjate Clyde, tu hijo está en casa manteniendo su promesa —pronunció inexpresivo. Algo dentro de mí realmente me hizo sentir tranquilo, hubo honestidad en la frase y considerando que Bells dio la confirmación sobre el estado de Madison, es evidente que se habrá contenido mucho, pero algunas cosas no llegan a encajarme del todo, aunque Borson tiene razón, mejor otro día hablaremos… suponiendo que él quiera hacerlo. (…) Oz La acuosa gelidez cae exquisita en mi piel obligándome a cerrar los ojos dejándome llevar por los recuerdos que se reproducen pornográficamente en mi mente, me apoyo en los azulejos frente a mí al igual que mi frente y extrañamente visualizo unas delicadas manos pasearse desde mi espalda hasta el pecho, me recorren con seguridad, con cariño. Es lento, es perfecto, tanto, que la temperatura de su piel es igualada a la lluvia artificial que limpia mis pecados. —¿Dónde estás? —murmuré con cierta tristeza ante mi espejismo. —Dime dónde encontrarte para no soltar tu mano nunca más. Mi visión va cambiando al desplazarse mi mano en la llave y aumentar la temperatura despertando el infierno en mi carne, mis voces corren de nuevo la cinta de lo ocurrido estos días y una macabra sonrisa se aloja en mí seductoramente, el placer me invade y dicha mano va esta vez a mi cuerpo tomando mi hombría que se carga en el deseo de dos visiones. Voy desplazándome hacia abajo recordando los gritos, hacia arriba imaginando otras manos. Lo inclino un poco mientras vuelvo a bajar ante la putrefacta sangre gorgoteando de su asqueroso cuerpo y asciendo igual que aquellas manos lo hicieron en mi pecho. Son dos visiones tan utópicas y realistas a la vez que parecen imposibles, pero aquí están, desarrollándose en mi cabeza y aumentando la velocidad de mi mano, agitando mi corazón, arrebatando más oxígeno y liberando un sinfín de químicos en mi cabeza que me hacen jadear. Ante un pico tan alto de placer golpeé la pared recordando a Madison, concentré el movimiento en mi glande e impacté otro golpe hasta sentir un orgasmo salir. No estaba satisfecho, pero sin duda sabía lo que quería hacer después y ello implicaría una llamada a cierta enfermera del Princeton para darnos un excelente regalo de navidad antes de tiempo. Volví a poner el agua helada dejando descansar mi espalda en los azulejos, la lluvia artificial baña todo el frente de mi cuerpo y dejo al jabón hacer su trabajo limpiándome por completo, me enjuago y salgo olvidándome de mis heridas, secándome como si no tuviese nada… un pequeño placebo que siempre funciona en casos como este. Vestí un pantalón con una camiseta de cuello alto blanca y unos pasos a metros de mi habitación me advierten que alguien ingresará, mas es mi olfato desarrollado lo que me permite identificar al par que se adentra a mi recámara. Levanto la vista admirando el panorama de la ventana y doy media vuelta con total tranquilidad, admirando el cielo más hermoso de todos frente a mí haciéndome un mohín que me saca una sonrisa. —Travis —me mira atento ante la firmeza de mi voz. —¿Cuidaste a tu madre? Estira sus brazos para que lo tome y así hago aferrándonos el uno al otro, compartiendo un mismo aroma que me recuerda a las manos de mi visión, la misma que me trajo tranquilidad minutos atrás… mi musa, el fantasma de mis voces, mi utopía. —Ahora todo estará bien mi pequeño, me aseguré de que esa bestia nunca más venga por ti, nadie te lastimará mientras esté aquí y será tu madre quien te proteja de mí, de mi locura, de mis voces. Levanta su rostro conectando conmigo y le sonrío demencial, pero tranquilo, brindándole la seguridad que él tanto gusta recibir haciéndolo esbozar otra que me hace sumamente feliz. —Oz… Vi a Livi quien todavía estaba con algunas marcas de la pelea y me acerqué a ella dejando una suave caricia en su mejilla para no lastimarla más. —Prepararé una pomada para esto, no te preocupes, no habrá marcas en ti. —Eso es lo de menos ¿tú estás bien? —pregunta preocupada. —Ahora estoy perfecto al saber que ustedes están bien. —¿Qué pasó con Madison? —miré a mi pequeño y el macabro recuerdo me sacó otra sonrisa que lo hizo copiarme. Sin duda mi hijo debe tener algo de mi locura para alegrarse tanto cada que me ve con la maldad a flote, siempre y cuando esta no vaya contra él, sino que al exhibirla lo haga partícipe convirtiéndolo en mi compañero, en mi cómplice. —Tranquila nena, Bells se encargará de ponerla en la cárcel, no tendrás que preocuparte de nada —rodeé su cintura con mi otro brazo y acerqué mis labios a los suyos. —Algún día te robaré otro beso. Sonrió llegando a sonrojarse, diciéndome con su dulce faz que yo no era más que un pervertido descarado. —En tus sueños, pervertido. —Ya veremos. A solo milímetros de rozarlos, me desvié dejando un beso en su mejilla que la hizo abrazarme con cariño y mi hijo abraza mi cuello dándome ambos una calidez irremplazable. Esa tarde me quedé con mi pequeño en el estudio mientras hablaba con Borson, él coloreaba algunos animales de su libro en una de las páginas y yo coloreaba la otra. Acordé con Borson viajar a Suiza antes de empezar la universidad suponiendo que el clima lo permitiese, por un instante me pensé en llevar a la familia conmigo, pero esta vez quise viajar solo con Travis para hacerle las pruebas correspondientes, de igual forma él se encargaría del trámite para los papeles de todos, incluidos los de Isma, Marc y Bonny, aunque esos correrían por mi cuenta. —Quien te ve tan sonriente, no creería que estuviste una semana torturando a alguien —comenta perspicaz bebiendo el bourbon. —¿No puedo sentirme feliz por colorear animales con mi hijo? —Claro, igual que yo me alegro al colorear princesas con mi hija mientras ella me dice de qué color son sus vestidos, porque la verdad su padre nunca lo recuerda. —¿Y cómo lo recordará si él suele tener a las princesas sin sus vestidos? La risa cómplice de ambos es algo que se torna cada vez más íntimo, algo que manifiesta al otro los oscuros deseos que cada uno resguarda ante las ocurrencias en mi vida de las cuales él tiene pleno conocimiento. —Y qué princesas —comenta lascivo. —Espero tener el placer de conocerlas. —Lo harás, de hecho, me gustaría que me acompañaras a algunas reuniones en los siguientes viajes para ir adentrándote a otro mundo. —Seguro, un cuerdo en un mundo de locos —Trav me mira como reconociendo la última palabra y sonríe. En ese instante Clyde nos avisa que la cena estará servida dentro de poco, salimos los cuatro del lugar y suena el timbre dejando a los presentes un poco extrañados pues no esperaban la visita de nadie, igual, vimos a Livi abrir la puerta dejando ver el rostro que nadie creería vería esta noche. —¿Qué haces aquí Viviana? Después de todo lo que nos hizo tu hermana, no tienes derecho alguno de pisar esta casa —pronuncia Livi con un rencor que, pese a sorprendernos un poco a todos, llega a excitarme. —Lo sé —contestó afligida. —también sé que no importa lo que diga no cambiará nada de lo ocurrido, pero si sirve de algo, al menos me gustaría hablar con Oz unos minutos. —Déjala entrar Livi —me mira con ganas de aniquilarme, pero no me intimido, necesita mucho más que eso para conseguirlo. —Creí que no darías la cara, aunque me sorprendió ver que tu hermana ahora te odia profundamente. —Lo sé, se disgustó conmigo porque le di la espalda, así como también se percató que esta vez estaba del lado de ustedes. —Algo así me imaginé ¿Y ya fuiste a verla? La forma en que presionó su bolso fue su respuesta, definitivamente las heridas de Madison son algo dignas de ser recordadas. —Sí, también fui con el abogado Bells quien me informó de toda la situación y me pidió una declaración en el juicio, la cual haré obviamente. —Eres libre de hacer lo que quieras —hice una señal para que se acercara hasta nosotros. —Clyde, ¿crees que podamos poner otro puesto para la invitada? —¿Qué? —pronunciaron él y Livi desconcertados, aunque ella con gran enojo. Viviana queda bastante tensa, pero no deja de repasar su vista en los presentes, especialmente en cierto pequeño que no le aparta la mirada desde que la puerta se abrió mostrando su silueta. —Hoy Viviana será una invitada al igual que Borson, aunque él ya es parte de la familia prácticamente. —Sería un descaro que no lo fuese después de todo. —Tranquilo cariño, por ahora sigues ocupando el segundo lugar —bromeé sarcástico. —Ven Viviana, acércate que no muerdo… a veces. —Es evidente que no soy bienvenida y no es para menos, solo vine para informarte lo de la declaración en el juicio, en fin, gracias por escucharme —voltea intentando irse lo antes posible. —Viviana —detiene su andar en lo que yo me acerco a ella. —¿No querías conocerlo? —No creo que lo merezca. —Dije que lo conocerías, no que serías parte de su vida. Ella gira temerosa intercalando su mirada entre Travis y yo, él acomoda su mano en mi pecho sin dejar de examinarla y ella sonríe sutil, sincera. —Es idéntico a ti, pero con más inocencia. —Que no te engañe esa carita de niño bueno, quizás esté tan loco como su padre —Travis me mira sonriente. —Pequeño, ella es Viviana, tú tía. Ante esa palabra sabía que Livi se iría en contra de nosotros, se cargaba igual que a los cañones lista para disparar todo lo que tenía, pero le di un vistazo negando silencioso con mi cabeza, no quería que perturbase a Travis y menos en esta presentación. Mi pequeño estiró su brazo hacia ella, le di una confirmación con mi cabeza a Viviana quien estaba insegura de dar el paso y entonces responde al gesto de mi hijo con dulzura. —Mucho gusto Travis, eres un niño muy guapo. Y como siempre, él sonríe avergonzado aferrándose de mi cuello, el descaro en la máscara de la inocencia. La cena transcurre lo más amena posible pese a las miradas asesinas que le daba Livi a Viviana, los hombres conversábamos siendo Clyde quien opta por escuchar a Viviana y sus motivos para llegar esa noche, quedando al final tranquilo al ver que en verdad estaba arrepentida por su actitud un año atrás hacia nosotros y también por todo lo que hizo su hermana a mi hijo y la familia en general. Por otro lado, al tener a Viviana a mi lado y con mi pequeño comiendo en mi regazo, él le daba algunos trozos de papa con su inocente coquetería, sacándole más de una sonrisa y a su vez ayudándola a estar más tranquila. Ese par sin duda se llevó bastante bien, pero él con tal de obtener la atención de cuanta mujer desee es capaz de hacer lo que sea, un digno Oz. Ya para el momento de la despedida, Borson se ofreció a llevarla a su casa, aunque bien conocía las intenciones de ese zorro y la verdad hay que admitirlo, Viviana estuvo bastante sumisa esta noche, pero tiene las garras bien afiladas, creo que es el tipo de mujer que le encanta a él, pero igual no dije nada. —Muchas gracias por permitirme conocerlo, sé que no tengo derecho, pero me alegra haber compartido con él. —Tranquila, escuché tus motivos igual que lo hicieron los demás y sé que solo fuiste manipulada por Madison, así que entre nosotros no hay resentimientos a no ser que quieras hacer algo en contra de la familia. —No, esta vez Madison tiene que aprender, si no lo hizo por las buenas, entonces lo hará por las malas en prisión y yo seguiré mi vida al igual que ustedes olvidándome que alguna vez tuve una hermana. —Ya veremos, pasa una buena noche. —Gracias, tú también —toma la mano de mi pequeño dejando un beso en esta. —Un placer conocerte Travis, gracias por todo. Mi pequeño me mira un instante y después estira sus brazos hacia ella para que lo cargue, quedo muy atento, pero igual permito que lo haga. Viviana lo toma un poco nerviosa, pero al sentir el abrazo de él, no puede evitar alegrarse hasta el punto de ruborizarse y responde a su abrazo con mucho cariño dejando un beso en su mejilla, a lo que mi pequeño se separa dándole otro a ella colocando esa mirada que ya conocía bien. —Es todo un Oz —murmuré orgulloso. —Me alegra que lo sea, mejor padre no pudo tener en su vida. Responde ella en el mismo tono que yo dándonos el cierre que necesitábamos.
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