93. ENCRUCIJADA II

2581 Words
Samuel Al llegar al ala correspondiente, nos topamos con algunos estudiantes quienes nos explicaron que Oz, junto a otros compañeros, se encontraban en una intervención quirúrgica simulada, lo que me sorprendió bastante pues tengo entendido por lo que escuché que son clases de último año. Uno de ellos nos llevó a un segundo piso donde podíamos divisar todo el procedimiento que estaban haciendo siendo dirigidos por su profesor, lo más increíble es que en verdad parecía una cirugía, todos estaban vestidos para la ocasión, mencionaban en voz alta lo que harían y el docente en cuestión preguntaba uno a uno los siguientes pasos, lo que era impresionante. De un momento a otro una mirada se cruza con la mía dándome cuenta que era Oz, quien evidentemente se veía muy confundido al verme en ese lugar junto a Bells y la secretaria, pero por la forma de empuñar su mano sabía que él sabía que nuestra llegada no era por buenas noticias. La secretaria presionó un botón informando al docente que buscábamos a Oz, pero éste mencionó algo que nos sacó a todos de base, incluidos los demás estudiantes que hacían la prueba. —Le recuerdo que se encuentra en una cirugía y la vida del paciente depende de usted Oz, así que si sale por esa puerta puede dar por perdida esta asignatura —Oz empuña más fuerte su mano, está al límite. Él pasa su vista de nosotros al docente en cuestión quien lo reta con la mirada, le extiende el escalpelo y le ordena hacer un procedimiento que hace a los demás estudiantes murmullar, no sé bien a qué se debe, pero quizás sea un proceso delicado, tal vez el hombre en cuestión sea otro que tenga a Oz en su lista negra igual que muchos de aquí. Él, ante la fuerte encrucijada en la cual queda, me mira unos segundos y toma el escalpelo, va mencionando muchos términos que no logro comprender y ordena a otros que le entreguen algunas herramientas en lo que sigue su explicación. —Un momento, ¿qué cree que está haciendo? —alega el docente bastante enojado. —Hago mi trabajo —responde frío. —No cabe duda que su chico causará muchos estragos —una voz resuena en la sala donde nos encontramos, siendo Borson la fuente. —Señor Borson, no lo escuché llegar. Bells y yo le extendimos nuestras manos las cuales correspondió formal. —Esa era la idea, me informaron que él estaba aquí y quise verlo en acción, pero no esperaba su visita a este lugar. —Ocurrieron algunas calamidades, pero no esperaba encontrarme a Oz en esta situación y complicarle más las cosas. —No se preocupe por eso señor Clyde, Oz es un joven inteligente y requiere de momentos fuertes para forjar su carácter, solo veamos atentos lo que hará. Odio admitirlo, pero tiene razón, solo que este momento en cuestión era justo lo que no quería en su vida. —Joven será mejor que se detenga, sabe bien que ese no es el procedimiento correcto —todos pasamos la mirada al vidrio ante la reprimenda del docente. Oz comienza a tomar algunas cosas organizando todo de una forma que según parece no está aprobada por el catedrático, quien alega más de la situación queriendo detenerlo, pero Oz lo amenaza diciendo que si se atreve a hacerlo entonces provocará una hemorragia en el paciente llevándolo en pocos segundos a su muerte, lo que deja en jaque al hombre y por ende, con una profunda ira. —Realmente es de admirar —murmura Bells. —Más de lo que se puede imaginar —responde Borson. Ambos lo admiran como si fuera un genio, alguien de renombre, lo que me hace sentir más orgulloso de Oz al ver que así como tiene enemigos en este lugar, también tiene a más personas que reconocen su talento pese a ser un joven con un carácter complejo. —Lara, toma las pinzas, asegúralas y continúa el procedimiento según el manual —menciona Oz a una de sus compañeras. —Señor Oz, si se atreve a salir de aquí… —Cumplí con mi deber y usted fue claro desde el comienzo en que cada uno debía actuar según su turno, ya hice el mío y ahora me retiro, lo que resta del procedimiento es suficiente para que los demás finalicen sin problema alguno. —¡No puede salir de aquí! —aquel grito nos dejó a todos confundidos, pues se sintió personal. —¿Y bajo qué justificación pretende que me quede? Me ordenó hacer algo que ninguno de los presentes ha visto todavía e hice una jugada diferente a sus prácticas que mejorará la condición del paciente y si su problema es que no seguí su praxis, entonces no nos arrastre a este porque hay mejores métodos al suyo, pero sé que no lo admitirá porque eso sería un duro golpe a su ego. El docente siguió ordenando entre gritos que se detuviera, pero Oz salió como si nada y en menos de un minuto llegó a la sala con nosotros retirando sus prendas. —¿Qué ocurre? —pregunta con evidente tensión y enojo. —Deberías volver, tu profesor no quedó muy bien —responde Bells, pero sé que el tono que usó fue para provocarlo más. —¡Me importa una mierda ese imbécil, ahora díganme qué pasó! Presioné el hombro de Bells para que no continuara, sabía que ese grito de él era producto de muchas cosas, su día no fue bueno al igual que su semana y el vernos a todos aquí reunidos solo empeoraba el panorama para él, así que me acerqué con firmeza y Oz me examinó en silencio corroborando en mi semblante que en verdad no eran buenas noticias las que traía. —Madison ha vuelto y atacó a Livi y Travis cuando regresaban a casa del parque. No existe palabra alguna para describir el semblante de Oz al escuchar la noticia, excepto quizás, psicópata, fue como ver un mundo de horror a través de sus ojos, había un odio increíble recorriéndolo sin parar que no se molestó en ocultar ante nadie y la manera en que temblaban sus manos me dio a entender que lanzaría un golpe en cualquier momento. —Hijo, ya hicimos todo lo correspondiente, se hizo la denuncia y tenemos una orden de alejamiento que nos protegerá de ella, especialmente a Livi y Travis. —¿Dónde está Madison y qué les hizo? —Oz… sea lo que sea que estés pensando hacer, será mejor que descartes esa idea —mi voz era firme, pero por dentro temía por él. —Dime dónde está y no te atrevas a mentirme. —Está encarcelada por el momento, logré hacer que la tuvieran detenida por tres días y con una fianza de cinco mil dólares —revela Bells. —¿Qué le hizo a Livi y Travis? —un horrible escalofrío me recorrió al escuchar la profunda voz de él. —Intentó llevarse a Travis y tanto él como Livi tienen algunas heridas menores. El infierno en sus orbes obscurecidos fue lo que se plasmó en tan diabólica faz y estos pasaron en un segundo del azul al n***o igual que un felino. Arrojó de un golpe sus cosas haciendo sobresaltar a la secretaria y salió corriendo como un loco del lugar, todos fuimos detrás de él intentando detenerlo al ver que no estaba en sus cinco sentidos y yo sabía perfectamente que cometería una locura contra Madison. No sé de dónde sacamos la agilidad para no perderlo de vista, pero al llegar al parqueadero logramos detenerlo antes de que subiera al auto. —Oz debes tranquilizarte, no cometas una estupidez que pueda agravar la situación para todos, especialmente para ti. Estuvo a punto de irse contra mí consumido en la ira, pero fui más rápido tomándolo de los brazos con fuerza e impactándolo contra el vehículo, me dolía tratarlo así, pero tenía que hacer lo que sea para hacerlo entrar en razón. —¡Esa maldita no se saldrá con la suya otra vez! —escupió con total repudio intentando zafarse de mí. —¡Razona! Si vas a la estación de policía y le haces algo, entonces ella tendrá oportunidad contra ti y te quitará a Travis. —¡Es mi hijo y ella renunció a sus derechos! —Pero si atentas contra la vida de ella entonces demostrarás a la corte que tú eres una persona con problemas de ira e inestabilidad mental, un argumento muy fuerte para quitarte a Travis permanentemente. Miedo, en eso cambió su rostro pasando después a la frustración, lo que le hizo darme una sacudida e impactar un golpe en su auto con muchísima fuerza, una que creo habría fracturado el rostro de cualquiera, el pobre exhalaba como una bestia enjaulada ansiosa de devorar todo a su paso. —Oz, necesito que vengas conmigo y comencemos una demanda formal contra Madison por los daños ocasionados a tu hijo y a Livi, al ser su padre deberás hacerlo y más por lo que ella ocasionó desde el embarazo. —¿Y qué gano con eso Bells? —Como mínimo, una condena de un año en prisión y de ahí en adelante, bueno, piénsalo con detenimiento. Bells es un hombre con un carácter fuerte, un abogado con un extenso recorrido y alguien que en el pasado era de temer al igual que yo, porque sí, ambos pertenecimos a una pandilla donde hicimos muchas cosas de las cuales no me enorgullezco, pero esos mismos actos nos forjaron demasiado ayudándonos a ser los hombres que eventualmente fuimos hasta que la llegada de un hijo nos cambió en su totalidad transformando el rumbo de nuestras vidas. Oz levantó su rostro mirándolo como si ambos repasaran la misma idea macabra en sus mentes, una la cual me hacía una clara idea al reconocer a la perfección el semblante en Bells y al recordar un poco la forma en que Oz se pone cuando me contó escasamente de su pasado con sus padres, algo que comentó en algunas ocasiones durante el embarazo de Madison, tiempos bastante oscuros para él que lo marcaron más ante el desprecio que ella reflejaba por Travis reviviendo en Oz dolorosos recuerdos. —Quiero más que un año en prisión. —Lo tendrás, pero debes hacerlo de una manera inteligente, no impulsiva. Alimenta al hombre y le darás fuerzas para continuar, alimenta a la bestia y le darás poder para destruir. —Hijo, hay algo más que debes saber, muchos aquí van por tu cabeza y el decano es uno de ellos, él nos lo dijo entre líneas, pero su secretaria nos confirmó esto, el problema es que si sales del campus en este preciso instante las cosas pueden tornarse en tu contra y les darías pie para atentar contra tu carrera. Oz Como si no tuviera bastante con Madison, ahora esto, pero igual no era una novedad para mí. —Sé quiénes son, llevo investigándolos desde hace meses. —Si quieres dame el poder para hacer lo correspondiente por ti y entre Bells y yo nos haremos cargo del caso de Madison, así tú podrás terminar con tus exámenes aquí sin que puedan perjudicarte. —No, eso solo es posible porque te tengo conmigo Clyde, pero de ser lo contrario, igual tendría que salir del campus y asumir las consecuencias de mis actos, así que es justo lo que haré. —¿Y tus estudios? —pregunta Bells. —Me ocuparé de ese asunto después. —Deja eso en mis manos y resuelve el asunto con tu hijo, cuando tengas tiempo nos reuniremos para hablar de todo con más calma. Con todo lo ocurrido no me percaté de la presencia de Borson quien caminaba hacia nosotros tranquilamente, creo que estaba en la sala superior de cirugía con ellos, pero con tantas cosas en mi cabeza no presté atención a nada que no fuesen Clyde y Bells. —Ve esta noche a casa para hablar de inmediato sobre la situación y mañana ejecutar algún plan —ordené. —Así será. No perdimos más tiempo y nos fuimos, Clyde y Bells en el auto del primero y yo en el mío, llegamos a la oficina de Bells quien sacó el expediente de Travis, mismo que llevábamos armando desde la aparición de Madison, me informaron de lo ocurrido en la delegación, leí el testimonio de Livi visualizando el momento que pasaron ella y mi hijo incrementando mi ira, mis voces me aniquilaban con sus gritos a la vez que plasman miles de escenarios donde torturaba a Madison de las maneras más crueles y despiadadas, eran tan provocador y a la vez relajante que me dejé inundar por la sensación cual éxtasis. Nos tomó varias horas dejar todo arreglado para que Bells comenzara el proceso contra Madison, pese a mi deseo por asesinarla lentamente, seguí el consejo de ellos para refundirla en la cárcel tanto como fuese posible, lo bueno es que Bells y yo conectábamos con muchas ideas excelentes, unas que fueron acompañadas de otras para ser ejecutadas cuando ella estuviera en prisión, claro que todo eso lo discutimos por encima cuando Clyde salió un instante al baño, sé que es un buen hombre que va por el camino correcto, pero era evidente que Bells y yo teníamos una perspectiva particular sobre ciertos asuntos. Cerca de las cuatro de la tarde solicité a Bells que me acompañara a la delegación para visitar a Madison, pero Clyde pidió que primero viera a Travis para darle un poco de apoyo, aunque hubo algo muy en lo profundo de dicha petición que me dejó pensando. Accedí a la solicitud y nos fuimos todos a casa donde encontramos a Livi con Trav en sus piernas mientras ella hablaba con la Sra. Cooper, se veían tranquilos, incluso reían en lo que veían un programa de dibujos animados en el que estaba Trav muy entretenido. No obstante, al ingresar los tres a casa, mi pequeño despega su vista del televisor viéndome con una ilusión demasiado grande, como si al tenerme en frente sintiera que todo está bien, lo que me conmueve profundamente, pero más al bajarse de las piernas de Livi quien sostiene sus manos al ver que él intenta caminar. Empero, mi hijo la suelta por primera vez y sigue caminando hacia mí tropezando al segundo paso, y aunque ella intenta ayudarlo, le indico con una mano que se detenga en lo que yo camino quedando a tres metros de él, hincándome en una rodilla en el suelo y mantengo la mirada fija en Travis. —Tú puedes, hazlo. Ladeando una sonrisa que mi pequeño copia, se levanta de a poco y vuelve a caminar con más seguridad, mi alegría se ensancha con cada paso, le extiendo mi mano conteniendo miles de emociones que él desprende en mí con su inocente acto y al estar más cerca, extiende su brazo tomando mi mano con fuerza, entonces dejo caer mi cuerpo en el suelo abrazando a mi pequeño quien rodea mi cuello enterrando como siempre sus uñas en un candoroso acto felino, él y sus rarezas me hacen el demente más feliz del mundo, ahora mi hijo había dado sus primeros pasos por sí mismo y más orgulloso no podía estar de él. —Lo hiciste perfecto mi pequeño —murmuré a su oído para luego perderme en su firmamento. —Ahora conquistaremos el mundo juntos.
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