139. ¿EL FINAL DE LO NUESTRO?

2484 Words
Diciembre Desde que dejé a mi hermano en tan monótono pueblo me encasillé en trabajar tanto como pude, más que nada por la visita que hice a la mansión y el duelo que pasaba por la pérdida de mis sobrinas, lo peor de todo era tener que ver a Ragnar y recordar cada rincón de ese lugar, imaginaba cómo la arrastraban habitación por habitación para ser violentada brutalmente y todos los gritos que habrá dado entre esos muros. Durante algunos días ni siquiera pude darle la cara porque las ganas de vomitar eran más latentes que mi fuerza de voluntad, hasta mis voces se sentían enfermas por toda la situación, por suerte ella fue comprensiva y evitó buscarme en el pueblo para no perturbar a mi hermano, además que su trabajo la mantuvo ocupada tanto como pudo. Durante ese tiempo aproveché para quedarme unos días con Isma hasta pasado su cumpleaños, así no se hundiría solo en el mar de recuerdos con sus hijas y dos días antes al cumpleaños de Travis fui a Birmingham para estar con él, pensé en llevarme a Isma e incluso le propuse que fuese a Suiza para trabajar en el centro investigativo conmigo o bien, podía quedarse en Inglaterra con Travis, pero él dijo que prefería estar en ese lugar, necesitaba estar solo un tiempo y ver a la familia solo le traería más dolor, aun si era yo, por eso antes de partir me pidió que no volviese y le informara de su decisión a los demás. Ahora que ha pasado mes y medio desde que me vi con Trav, regresé a Nueva York con una idea en mente, con un objetivo que me dolía tener que cumplir y a pesar de que la relación entre Ragnar y yo se había mantenido al límite en todo este año sin besos, sin momentos desnudos ni nada por el estilo, siento que necesito dar un paso más con ella y expandir la brecha entre nosotros. No digo que no me duela, pero todavía está muy joven, siempre será muy joven y eso me pesa demasiado porque realmente anhelo tenerla conmigo, mas ella se merece tener luz, es una buena mujer que ha pasado por mucho y yo no puedo darle todo lo que quiere y necesita el resto de su vida, pero en cuanto llegue alguien que sí pueda cumplir ese rol, es cuando la dejaré ser feliz y yo partiré definitivamente de este mundo con la tranquilidad de que alguien cuidará de ella en la misma forma que lo he hecho todos estos años. Por tal motivo y tras recibir una notificación de un colega, solicité a Bárbara algo especial para Rag y para mí, pedí a Livi que llegado el día se encargara de arreglarla y escogí una joyería única para la ocasión. Con todo listo regresé a casa de mi hermano disfrutando una cena con la familia, Travis por desgracia no nos acompañaría para las fiestas al ser voluntario en una clínica, así que les entregué los regalos de parte de él y después fui al jardín interno con mi pequeña en lo que Livi veía todo lo que traje para ella, según dijo, quería tener todo preparado para mañana. —No entiendo, ¿cuál es el propósito de esta salida y por qué tanto misterio? —Solo quiero que pasemos una noche especial los dos, así que deberás estar lista a las siete. —¿Y no me dirás al menos a dónde vamos? —dejé un beso en su sien y uní nuestras frentes. —Solo confía en mí, será una salida importante —ella no dijo más y me despedí regresando a casa. Cada minuto transcurrido era una tortura para mí, ella estaba inquieta y risueña, pero yo debí poner mi mejor cara para no darle pista alguna de lo que pasaría y al día siguiente cuando llegó la hora de alistarme me sentí más como si me preparase para ir a la guillotina, lo peor de todo, sería ver su rostro cuando comprendiera el objetivo de la salida porque sé que le romperé el corazón como nunca antes y de paso podría correr el riesgo de perderla para siempre, pero quizás eso la haga buscar otro horizonte. —El día que deba entregarte por completo a otra persona, ese día moriré… —murmuré abatido viéndome al espejo con una horrible punzada en el pecho al pensar en ella. Di un profundo respiro, un largo trago a la botella de Jack y me vestí con el traje de gala que hizo Barb. Con los últimos toques partí al corredor de la muerte, conduje por la ciudad con el corazón golpeándome fuerte y mis voces suplicándome que no lo hiciera, pero esto es lo mejor para todos, especialmente para ella. Llegué a casa de mi hermano y me quedé esperando en la sala con Marc y mis sobrinos, entonces el rostro de Robert es el que me da la señal al quedar estupefacto por la imagen detrás de mí. Si yo estaba ansioso por verla, mis voces estaban que se salían de mi cabeza dándome el empujón para posar mi vista en mi pequeña luna, quien ya no se veía nada pequeña. Estaba enfundada en un exquisito vestido ceñido a su cuerpo, parecía vestir la piel de la mismísima luna y su asimétrico escote frontal revelaba cuán mujer era ahora, puesto que este año llegó a desarrollarse mucho más, ya no se veía como una adolescente, era una mujer casi en su totalidad, y digo casi porque la sigo viendo tan virginal. Con el vestido, la acompañaba una pulsera de plata de tres cadenas unidas a una onda, en su cuello colgaba la luna, su cabello estaba a medio lado dejando a la vista otro accesorio n***o con plateado en su oreja descubierta y el labial rojo la hizo romper toda señal de castidad. Ella baja las escaleras con tanta elegancia que no puedo evitar caminar hipnotizado hasta ella esperándola al final, extiendo mi mano y ella la toma dando ambos una sonrisa indescriptible al besar su dorso. —Tan quimérica mi luna —murmuré haciéndola sonrojar. Una de dos cosas, mis voces cometerán una locura contra mi indeseable acción, o yo lograré mi cometido rompiendo su corazón y eliminando todo rastro de felicidad que manifiesta en este momento. Salimos después de varios halagos que le hizo la familia y unas cuantas advertencias a mi persona, como si fuera un maldito adolescente para tener que soportar semejante estupidez. En todo el camino no dijimos una palabra, pero al llegar al teatro Majestic, que conmemoraba su vigésimo aniversario con una actuación especial del Fantasma de la Opera, ella quedó maravillada recordando al igual que yo nuestra salida en Suecia. Escogí un palco privado igual que esa vez, nos dirigimos a este moviéndonos entre el elegante público que esperaba ansioso la obra y pedí unas bebidas para ambos. —Me imaginé de todo menos esto —comenta ansiosa. Besé su dorso para no tener que arruinar su labial con mi hambruna y calmé la sed y la ansiedad con el alcohol. —Espero que te guste, esta presentación es especial y tendrá algo importante para nosotros, por eso quiero que le prestes toda tu atención. Lastimosamente mi pena me ganó unos segundos haciéndola entrar en duda y aunque asintió sin perder el entusiasmo, ambos sabíamos que mi advertencia no traería precisamente algo bueno. Sin más, las luces se apagan, las voces silencian y mi corazón se agita viendo el filo de la cuchilla resplandeciendo con el inicio de esta condena, mi verdadera condena, la orquesta comienza y los actores se desplazan. Con el pasar de los minutos debo controlar mi mano para no excederme con el alcohol y ella se enfoca en cada acto tan ansiosa como yo sumergiéndonos en la historia y las notas, entonces llega el primer momento decisivo para mí, la aparición del Fantasma ante Christine llevándola hasta su guarida. Por la intensidad de la sonata mi pequeña y yo tomamos nuestras manos de forma inconsciente, pero después me di cuenta de ello al sentir que presionaba un poco más, realmente estaba sumida en todo. Sentí que en aquel instante éramos ellos y la desplazaba en esa barca hasta mi infierno, hasta mi pútrido corazón que anhelaba su amor, sus besos, su vida. Nuestros pulmones suplicaban por más oxígeno ante la ola pasional que desprendía la escena y entonces la melodía se desprende en un tono más gentil, hemos llegado a nuestro punto más íntimo en las tinieblas, aquel donde estas dos ánimas se unen y él le canta su deseo, uno que ella logra comprender al enlazarnos por completo dejando una caricia con el pulgar y una sonrisa tan angelical que me duele por felicidad que me da. Ragnar torna la mirada a mi rostro sin cambiar su semblante y me lleva a su propio mundo a través de sus nocturnos luceros, me acerca más a ella y en vez de besarme nos levanta, camino lentamente sin control, a su ritmo, alejándonos de la vista del público en el pasillo tras nosotros donde todavía podemos vislumbrar el escenario. Ella no necesitó decir una palabra para manifestar su deseo, pues ambos pensamos en la misma idea uniendo nuestros cuerpos a la melodía y en un lento baile nos movimos, la admiré como si le hiciera el amor y entre susurros pronunciaba fragmentos de la canción solo para ella en su oído haciéndola estremecer. Corté toda distancia embriagándome más de su perfume, dejé sus dactilares en mi faz que estaba libre de su piel enamorándome de su caricia en lo que sostenía su cintura con mi otra mano y susurré con amor otra línea de la canción The music of the night, una pieza que se volvió una de mis favoritas por tan idílico momento que viví junto a la mujer que me ha dado más de lo que cualquier otra podría darme. Sé que soy un maldito infeliz al hacernos esto, sé que no tengo perdón por darnos toda esta ilusión, pero aunque sea unas horas, unos minutos, quiero que siga siendo mía, quiero sentirla entre mis brazos un poco más. Nos separamos una vez finalizada la pieza, el veneno estaba puesto en ella y ahora solo restaba esperar. Volvimos a nuestros asientos viendo la continuación de la obra, ella se estremeció en algunos momentos por la historia del Fantasma, en otros se veía conflictuada por las acciones de Christine, hasta pareciera que quisiera gritarle para que no cometiera el error de seguir con el Vizconde. Entonces, pasado el tiempo, llegamos al momento decisivo, el punto sin retorno, era la confrontación del Fantasma con Christine para que tome su decisión, él o el Vizconde. Las seductoras palabras del Fantasma calan profundo en Christine y Ragnar entre la letra y la música va comprendiendo todo esto. Se inclina un poco como queriendo negar lo que pasará, como guardando una esperanza igual que el Fantasma, su respiración está tan unida al momento que me arrastra con ella en el tormentoso océano que destruirá la barca en la que hemos navegado todos estos años. Ellos suben las escaleras para encontrarse en lo alto, nosotros nos preparamos de la misma forma, el juez ha terminado de leer mi sentencia y el verdugo sostiene el arma con firmeza, mi mandíbula se tensa conteniendo mis lágrimas, ella los ve abrazados en el centro del puente y el Fantasma canta su última súplica para que Christine se quede con él. Mis lágrimas comienzan a correr junto a las de ella y Ragnar se levanta en el punto exacto en que Christine retira la máscara exponiendo el rostro del Fantasma, mi verdad. Todo es un caos en el escenario por las siguientes acciones del protagonista, el público aplaude maravillado por los efectos y el trabajo de la orquesta, pero ella coloca sus manos en su estómago retrocediendo varios pasos, negando con su cabeza la verdad que yace frente a sus ojos. Me levanto de mi asiento acomodando mi traje e irguiendo mi postura para finalmente darle la cara, camino hacia ella y así mismo retrocede con cada paso sin dejar de llorar ni morder su labio con tanta fuerza, que pronto, no necesitará más labial rojo para pintar sus colinas. —No es verdad… dime que no lo harás. El aire la ahogaba, el dolor la consumía, pero igual me mantuve firme pese a los ensordecedores lamentos de mis voces. —No puedo hacerte esto Ragnar, no puedo quedarme contigo cuando tienes toda una vida por delante. —Oz… no nos hagas esto, por favor no lo hagas —coloqué el rostro más frío que podía tener y hablé con profundidad, igual que el puñal que enterraba en su corazón. —No lo haré Ragnar, ya lo hice. —No… no puedes dejarme ahora, este no puede ser nuestro final, tú dijiste hace un año… tú me dijiste… —Sé lo que dije Ragnar, pero son muchos años de diferencia y es demasiada la lobreguez que abunda en mí, por eso no puedo estar contigo como pareja, por eso te pido que te alejes y me olvides, borra este amor de tu corazón porque tú necesitas luz… no a mí. Sus voces comenzaron a martirizarla a tal grado que debió sostener fuerte su cabeza y yo me acerqué tomándola de los brazos para que me viera. —Por favor… no lo hagas —finalmente la cuchilla toca mi cuello y son estos los segundos restantes de vida donde sigo viendo el mundo antes de fallecer. —Ya está decidido, pero te prometo que encontrarás a alguien que te dará todo lo que no te puedo dar por muchos años, te verá de la misma forma en que yo lo hago, serás suya cada día y yo solo me alejaré para que seas feliz con otro. Los instrumentos resonaron intensamente entre las paredes del teatro camuflando el sonido de la fuerte bofetada que me dio al liberarse bruscamente de mi agarre, mas fueron sus luceros los que dieron la verdadera estocada en mí. Quedé en el pasillo viéndola alejarse en un interminable diluvio lacrimoso, debí sostenerme de la pared dejando correr un poco el dolor en mi corazón y pasados unos minutos intenté recuperar la compostura. Salí del teatro completamente destrozado y la busqué en el invierno pensando que quizás la encontraría, pero no fue así, había partido con el corazón en mil pedazos y lo mismo hice yo, regresando a una casa vacía donde destruí la sala entre gritos y lágrimas recordando todo lo que he vivido con ella, maldiciendo a ese hijo de perra de Dios por la puta vida de mierda que tengo, por darme tanto sufrimiento a mí y a mi familia, porque algún día le pagaré el favor a ese malnacido por cada suplicio en nuestras vidas.
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