99. HACER LO QUE ODIO II

2275 Words
Durante todo el trayecto iba meditando sobre qué debía decirle, también me pensé en llamar a Livi o a Clyde para que me acompañaran, aunque no porque necesitara un apoyo, sino porque no sabía lo que me esperaría al llegar allá e ir solo era un riesgo demasiado alto, pero igual lo hice. Parqueé frente a su casa que estaba con las luces encendidas indicándome que estaba en ella y bajé con la carpeta que me había entregado Bells antes de irse. Cada paso era más pesado al anterior, más preguntas emergían en mi cabeza al no saber qué ocurriría con esta conversación o si terminaría en la cárcel por algún truco sucio de ella, entonces llegué a la puerta y toqué el timbre aun con dudas. No sabía quién estaba más sorprendido de los dos, si ella al verme en la puerta o yo al verla tan tranquila, pero igual me dio el pase y ambos nos acomodamos en el sofá de la sala en medio de un silencio sepulcral. Ella no hacía más que esquivarme la mirada con vergüenza, yo solo me quedaba detallándola en lo que me preguntaba qué mierda hacía en ese lugar en vez de estar con mi hijo, pero aquí seguíamos los dos sin emitir sonido alguno, ni siquiera un movimiento, así que me acomodé mejor intentando relajarme. —Bells me dijo que querías llegar a una conciliación en nombre de Madison —inicie la conversación con la esperanza de terminar esto pronto. —Sí, en la delegación me informaron lo ocurrido con Madison y Olivia, pero no sabía que ella se había atrevido a tanto. Fue extraño, es la primera vez que veo a Viviana tan vulnerable frente a mí, siempre se mostró como una mujer dura de carácter y la que tengo en frente no es ni la sombra de lo que vi por meses el año pasado. —¿Qué quieres de mí Viviana? ¿Qué pretendes conseguir para Madison? Porque si te soy honesto preferiría refundirla en la cárcel por lo que le hizo a mi familia. —¿Y dónde queda lo que tú le hiciste Oz? —¿Qué le hice según tú? O más bien, según ella, porque estoy seguro que todo salió de boca de esa mujer. Ella toma un poco más de impulso, pero es evidente que está bastante afectada por todo. —Madison me dijo que ordenaste una histerectomía sin su consentimiento, también que tú ordenaste que le hicieran una cesárea para dejar la horrible cicatriz que tiene y fuiste tan poco hombre de maltratarla durante el embarazo, pero no conforme, la obligaste a renunciar a sus derechos sobre su hijo. Paciencia no es mi apellido, el perdón tampoco es mi segundo nombre, pero vaya que el solo pensamiento de mi hijo con su enorme sonrisa y sus mejillas sonrojadas, eran el mejor tranquilizante para mí que estaba a punto de irme contra ella. Tomé un profundo respiro pensando en las palabras de Bells para no desviarme del objetivo y ambos nos quedamos con la mirada fija en el otro. —¿Por qué apenas ahora quisiste conocer mi versión de los hechos? ¿Qué te impulsó a eso? —ella se tensa un poco y exhala resignada. —Vi una foto de las heridas que le dejó mi hermana a Olivia y también las que dejó en el niño… —Así que ya lo conociste —asintió silenciosa. —Bueno ¿y qué con eso? —Oz, sé que mi hermana posee un carácter difícil y también es alguien que vive la vida a lo loco, pero de ahí a que quisiera atentar contra su propio hijo es lo que no me cabe en la cabeza. Reí sin poder creer la estupidez tan grande que salió de su boca, ella por obvias razones me veía como el demente que soy por mi respuesta, pero no tengo otra cosa por hacer más que reírme por la desfachatez que acabo de escuchar. —Tu hermana jamás quiso a ese bebé, lo único que deseaba desde el comienzo era un aborto y si no lo hizo fue porque los doctores le informaron que podía ser riesgoso para ella. —¡Te equivocas! —exclamó desesperada. —ella sí estaba muy confundida con toda la situación, pero no… —Viviana —hablé bastante firme callándola. —Madison se golpeaba cuando estaba embarazada, tuvo sexo sin protección muchas veces y de maneras bestiales a tal punto que debimos llevarla al hospital, creo que recordarás bien ese día porque Livi iba conmigo al igual que tú. Ella lo piensa detenidamente cambiando un poco su semblante. —No… ella… ella dijo que ustedes tuvieron una discusión muy fuerte porque querías quitarle a su bebé. —¡Claro que quería quitárselo! ¿Quién no quisiera quitarle un hijo a Madison a sabiendas que ella es una homicida? —solté con odio al recordar ese y muchos otros días. —Es más, hasta me propuso adelantar el parto en el séptimo mes para librarse de todo eso. —No, ella no… mi hermana no haría eso. Pobre estúpida, incluso me daba lástima el verla en esa negativa, por lo visto Madison la trabajó tan bien que todavía era imposible de creer todo esto para ella. Ante la situación, comprendí por qué Bells dejó una copia con el expediente del caso, tomé la carpeta buscando lo que necesitaba y lo extendí a Viviana quien leía punto por punto el historial médico de Madison, siendo ahora consciente de todo lo que ella hizo y llegó a provocar en mi hijo. Asimismo, vio la firma a puño y letra de su hermana en la histerectomía y la decisión del médico para practicar la cesárea, siendo ahora consciente de que no fui el causante de nada… bueno, yo moví los hilos a mi favor, pero el resto lo hizo la misma Madison en medio de su descontrol y desesperación por deshacerse de Travis. —Yo no soy ningún héroe ni un ángel de Dios, pero tu hermana sí es una excelente villana y de las peores, es una escoria que se merece lo peor por todo lo que hizo. Ella intenta contener sus lágrimas ante los papeles que sostiene con fuerza en sus manos, pero es evidente que no puede soportar mucho más. Tomé nuevamente la carpeta llevándola hasta el historial médico de Travis y mostrándole todo lo que desencadenó en mi hijo la muy maldita. —Tu hermana fue lo peor que pudo pasarme en mucho tiempo y aunque en medio de todo agradezco tener a mi hijo, jamás le perdonaré lo que le hizo, el calvario al cual hemos sido sometidos durante este año es algo que no le deseo a nadie. —Yo… —Cada día pienso que será el último en el que mi hijo respire, al llegar a casa siento que mi corazón se detiene solo de pensar en abrir esa puerta y ver la muerte plasmada en el rostro de todos diciéndome que él ya no estará más conmigo ¿Sabes lo que es eso Viviana? ¿Sabes lo que es vivir con el temor de que tu hijo puede morir en cualquier minuto? Mis palabras y las del papel fueron suficientes para que ella estallara en un mar de lágrimas y culpa ahogándose por sí sola, pero yo no sería el que la sacara de ese lugar, ella misma debía buscar la manera de hacerlo, así como yo debí lidiar y sigo lidiando con toda la situación. —Yo no sabía nada de eso ¿Madison lo sabe? —¡Ella no merece saber una mierda después de todo lo que le hizo a mi hijo! —grité encolerizado atemorizándola en un segundo. —Madison no merece ni siquiera la muerte, merece sufrir cada maldito día de su vida. —Pero ella… Oz ella también… —¡Me importa una mierda su vida!, si lo sabe o no es su puto problema, pero una cosa sí te diré Viviana, si tu hermana se atreve a tocar a mi hijo una vez más, no responderé por mis actos y Bells tomó todas las precauciones posibles, solo es cuestión de hacer un movimiento y él se encargará de refundirla en la cárcel el resto de su vida. —Ella solo quería estar con su hijo, quería conocerlo, quería… —¡Quería venderlo para que lo asesinaran o le dieran una vida de mierda! Saqué la grabadora que tenía en mi campera y la coloqué en el momento de la discusión que tuvimos ella y yo hace dos noches, Viviana lloró más al escuchar todo lo que quería hacer Madison con mi hijo y más por la forma en que lo decía, no quería creerlo, pero la evidencia era contundente. La dejé llorar un tiempo más, yo quería terminar con todo esto lo antes posible, pero necesitaba saber lo que haría ahora que sabía la verdad pues de eso dependería mi siguiente movimiento. Atrevidamente fui hasta la cocina por un vaso con agua y al regresar se lo extendí para que bebiera, lo aceptó al igual que un pañuelo que le di hasta logró calmarse un poco, entonces supe que debía continuar. —Viviana, solo quiero que esa mujer esté lejos de nuestras vidas, ya le hizo mucho daño a mi hijo y él no merece seguir sufriendo, ya bastante tiene con su diagnóstico como para tener que lidiar ahora con la sádica de su progenitora. Mi voz era suave y en un ingenioso movimiento, tomé sus manos colocando la cara más agotada y dolorida posible, una que no fue necesario actuar pues me bastaba con recordar todo lo que he vivido con mi hijo y los Clyde. —Solo quiero salvar a mi hijo y quiero a Madison lejos de nuestras vidas ¿Es que mi hijo no tiene derecho a ser feliz? —saqué las fotografías que siempre cargo de él, una de su primer cumpleaños y otra de hace varios meses. —¿Sabes cuánto daría por conservar esa sonrisa por décadas? Ella las toma detallándolas una a una, trazando una muy sutil y triste sonrisa al pensar quién sabe en qué cosas. —Se parece mucho a ti —murmuró. —Obvio, es un Oz —solté con orgullo haciéndola reír un poco. —Sí, pero él es más lindo e inocente —sonó sincero, realmente toqué una fibra en ella quien levantó su rostro entregándome las fotografías. —Quizás no pueda salvar a mi hermana, pero tal vez pueda salvar a mi sobrino del mal que ella pueda seguir introduciendo en su vida. Tomó la carpeta entregándomela con total aflicción, pero a la vez seguridad. —¿Qué harás? —Alejaré a Madison tanto como sea posible de ustedes, pero no quiere decir que la dejaré amarrada en un sótano —lo que no sería mala idea. —así que te sugiero mantenerte alerta mientras ella siga aquí, si está tan empeñada en hacerles algo, entonces volverá a atacar, pero ten por seguro que no voy a intervenir a no ser que necesites que testifique a favor de ustedes. —¿Te das cuenta que si haces eso puedes aumentar su sentencia? —Al menos así me aseguraré de que ella no pueda hacerles daño nuevamente, por ahora haré hasta donde pueda, pero después de eso dependerá de ustedes y si llego a enterarme de algo entonces te avisaré de inmediato. No creía mucho en ella, pero algo me decía que tampoco la dejase de lado, para bien o para mal algo resultaría de todo esto. —De acuerdo, si haces algo a favor o en contra de ella será tu decisión, igual es tu hermana y sé que deseas protegerla, es lo que siempre has hecho. —Esta vez no, si me crees o no es asunto tuyo, pero en cuanto sepa algo te daré aviso, por ahora esperaré a que salga y la convenceré de irse de la ciudad olvidándose de ustedes, tan solo espero poder conseguirlo por las buenas. Sin más por decir nos despedimos, ella me acompañó hasta la salida felicitándome por mi hijo denotando un profundo deseo en sí que me dejó inquieto, pero no le di vueltas al asunto en el momento e ingresé a mi auto para pensar en todo lo ocurrido hoy mientras me alejaba por la carretera sin rumbo fijo. Tras media hora de dar vueltas regresé al hospital, más exactamente al piso donde estaba el paciente quien yacía dormido profundamente, repasaba todo lo dicho por él, por Viviana, lo vivido con Madison y mi hijo, creo que toda mi vida pasó por mi cabeza durante las horas que estuve sentado frente a su habitación viéndolo en silencio, hasta que llegó el amanecer y una mano en mi hombro me sacó del profundo océano de recuerdos que me había invadido un extenso tiempo. —Buenos días joven Oz. —Director Derran —respondí sin apartar la vista de mi problema. —¿Ya tiene una decisión? Me levanté del asiento estirando un poco mi cuello y observé al hombre con su bata hospitalaria. —Sí señor, tengo mi decisión y sé cómo proceder al respecto. —Entonces vamos. —No, quiero hacerlo solo, usted espéreme aquí en lo que hablo con el paciente y él mismo será quien le dé la respuesta por mí, después de eso usted me dirá qué pasará con mis estudios. El director accedió y me dirigí a la habitación del paciente levantándolo de su letargo, quedando ambos en una conversación que al final no fue gratificante para nadie.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD