98. HACER LO QUE ODIO I

1877 Words
9:48pm Si tan solo alguien me hubiese dicho que algún día me vería en esta situación, estoy seguro que me habría reído en su cara diciéndole que era un imbécil, pues nunca me doblegaría de esa manera ante nadie, así como tampoco tendría por qué tomar una decisión de este calibre cuando la contraparte estaba completamente segura de lo que quería y sin embargo, aquí me encuentro en casa de Viviana Newsom con una mirada que no sé definir en una palabra siendo “abrumador” lo que más se le acerca. Desde ayer en la noche que me dieron la noticia de mi prueba final, llevo pensando en un sinfín de panoramas respecto a él y todo lo ocurrido desde ese momento hasta ahora, siendo las horas más extensas de mi vida. Me enfoqué en revisar todo el historial médico del paciente llevándome una copia a casa, comenté el caso con Clyde pensando que tendría una perspectiva diferente quedando él en la misma posición que yo, siendo su único consejo un: “habla con el paciente directamente y escucha lo que tiene por decir”. Esa fue una frase que me supo a vinagre ya que odio hablar con los pacientes, cuanto menos involucrado esté con ellos y sus familias, más rápido puedo hacer mi trabajo, pero esta maldita encrucijada me tenía pensando en exceso, especialmente al ver todos los tratamientos a los cuales fue sometido durante varios años a raíz de su enfermedad, una que al día de hoy lo tenía un poco deteriorado, o al menos mental y anímicamente, pues físicamente no parecía tener nada a simple vista. Frente a esta situación opté por ir al hospital para hablar con Raquel y que me diera una mano con él, pero la muy desgraciada dijo que esta vez no me ayudaría con eso, ella consideraba que lo mejor era que le diera frente a la situación, es decir, apoyaba la noción de Clyde. Ante el estrés que tenía y con el tiempo corriéndome en contra, recibí una visita de Bells en el hospital informándome que Viviana quería hablar con él para llegar a una conciliación con el caso de su hermana, lo que me dejó bastante desconcertado, teniendo como segundo golpe la increíble sugerencia de él de ir a hablar con ella personalmente. Según Bells, consideraba que lo mejor era llegar a un acuerdo siendo yo quien le explicara toda la situación correspondiente en buenos términos, lo que no lograba comprender porque yo no quería ver a Madison ni a Viviana, eso solo traería problemas que podrían agravar la situación, pero el muy infeliz sale con la misma mierda de Clyde y Raquel diciendo que debía escuchar la parte de ella y así mismo sincerarme con ella quien al parecer desconocía demasiadas cosas, al final, no me dio más información excepto la dirección y teléfono de Viviana para después irse dejándome en otro jaque que incrementó mi estrés. Después de mediodía llegó Borson a ponerle más leña al fuego diciendo que debía hacerlo, era una prueba ética, no era algo que se solucionara con un examen o una medicación, sino que debía sacar mi lado más humano para acercarme a un completo desconocido y conocer su historia… como si no tuviera ya bastantes problemas conmigo mismo ahora debo cargarme con los de otro. En fin, ante todo esto dijo que me acompañaría para hablar con el paciente, yo continuaba reacio a la idea, pero igual accedí al ver que el tiempo se estaba agotando y yo todavía no tenía una decisión tomada, sin embargo, una vez ingresamos a la habitación del paciente este nos trata bastante despectivo y gritándonos que nos largáramos porque no quería escuchar a nadie más, él solo quería morir y yo anhelaba ser el maldito infeliz que empujara el émbolo para acabar con todo esto, pero sé que todos esperaban que lo convenciera de salvarlo, el tema es: ¿Cómo salvas a alguien que no desea ser salvado? Sí lo sabré yo que llevo veinte años de vida con ese título. Flashback —Les sugiero que se larguen de aquí y no pierdan su tiempo como los demás tratando de convencerme, ¡NO tomaré un tratamiento más! ¡NO tomaré una puta pastilla más! ¡NO continuaré con esto sin importar lo que digan! Entre los gritos de ese imbécil, los gritos de mis voces y la mía propia, tenía suficiente energía para ahorcarlo aquí mismo y cumplir su jodido deseo de morir, lo que no hice porque Borson estaba a mi lado evitando que acabara con el maldito infeliz de mierda y a su vez con Viviana y Madison, quienes eran otra jodida espina que necesitaba sacar de mi vida como sea. —¡Ya cierra la puta boca! —grité desesperado al no soportar un grito más. —Estoy harto de todo esto, lo único que quiero es acabar con mi jodido problema con esta puta universidad de mierda y continuar mi vida, si quiere saltar de un puente, desgarrar su puta garganta o continuar con el tratamiento, es algo que me tiene sin cuidado. El sujeto calla sus palabras ante mi desahogo el cual termina llamando la atención de más de una persona fuera de la habitación, así que cerré la puerta y me apoyé en la ventana intentando calmarme un poco, a la vez que Borson tomaba asiento en completo silencio contemplando toda la escena como si no tuviera algo mejor en qué ocupar su tiempo, o quizás pasaba la amargura de su vida al disfrutar la mía. —Escucha, no me interesa convencerte de tomar el tratamiento, porque si soy honesto, creo que la eutanasia es la mejor opción para ti —solté sin apartar mi vista del panorama externo que me permitía el ventanal. —¿Esto es un truco psicológico? —preguntó en un tono más suave y a su vez irónico. —No, realmente creo que es la mejor opción —me giré viendo al hombre directamente con total seriedad. —aun con el tratamiento no tienes garantías de vivir diez años y creo que cinco es muy poco considerando los postoperatorios, también que no tendrás la oportunidad de mantener una vida “normal” al estar tomando tanta medicación diariamente. —No entiendo… ¿por qué estás aquí entonces? —Porque tú eres mi maldita prueba final, de ti depende que pueda continuar estudiando medicina para salvar más rápido la vida de mi hijo o que él te haga compañía en el más allá. —¿Yo? ¿y qué tengo que ver en eso? —preguntó incrédulo. —No tengo la más mínima idea, pero esa es nuestra realidad, estamos atrapados en la misma habitación debatiendo el futuro de tres vidas, uno quiere morir, al otro no le importa y el tercero merecer ese regalo. —Entonces tu truco es usarme para que tome el tratamiento y salve la vida de tu hijo —afirmó con cierta melancolía. —No, quiero comprender tu decisión para yo tomar una, ya leí tu historial médico, lo conozco de principio a fin y si soy honesto, creo que yo me habría tirado de un puente hace mucho tiempo, lo que me lleva a preguntarte ¿por qué no lo has hecho teniendo la oportunidad? El hombre se lo piensa un poco y exhala pesadamente, dándome a entender que soltará todo lo que necesito. —Cuando te enfrentas a una situación de este tipo es desgarrador, sientes que la vela de tu vida se apagó en el instante en que te dieron la noticia y no hay opciones, pero igual mi familia estuvo a mi lado apoyándome, soportaron todos los tratamientos, mis malos tratos, las veces que quise rendirme, los diagnósticos positivos, los negativos cuando los médicos decían que había regresado la enfermedad o cuando esta empeoraba… El agotamiento se reflejó esta vez en su rostro, anhelaba descansar de todo esto. —Lo único que me mantuvo en pie para continuar todos estos años fue mi familia, mis hermanos, mis hijos, mi esposa, todos querían que me recuperara para que volviera a ser el de antes y luché, en verdad luché a pesar de todo, pero después de tantas idas y venidas me cansé, tuve algunos intentos de suicidio y terminé internado en un maldito psiquiátrico durante algunos meses, lo que me dejó peor. —¿Y cómo saliste? —Fingiendo que quería seguir viviendo y convenciéndolos de tomar el siguiente tratamiento, pero más me agotaba con la intensidad de los síntomas, los efectos secundarios de la nueva medicación fueron horribles, vivía más en el hospital que en mi casa y mis hijos solo venían por deber, porque incluso ellos se cansaron de ver a su padre rendido ante la vida y la enfermedad. —¿Entonces te quedaste aquí sin más y fue cuando surgió la idea de la eutanasia? —Así es, escuché a alguien mencionarla en una ocasión, le pregunté en qué consistía y supe que esa era mi salida, por fin terminaría con todo este calvario, pero de nuevo mi familia se rehusó al punto de llevarlo a una estancia legal donde el juez nombró a mi esposa y mi hermano mayor como los únicos que podían decidir sobre mi vida. —¿Y por qué no estás tomando el tratamiento si ellos tienen la autoridad legal? —Porque en un ataque de cólera, los amenacé con inyectarme una jeringa con aire si alguien me ponía una medicación diferente a la morfina. Este es el motivo por el cual no gustaba de acercarme a los pacientes, porque generaba un conflicto en mí al recordarme tantos momentos desagradables, mil emociones que acababan con algunas barreras dejándome más confundido y considerando lo que debía hacer, era mucho peor. —Solamente quiero morir, no pido mucho, igual estaré adelantando lo inevitable porque lo que tengo no posee una cura, no me darán veinte ni treinta años más de vida y viví muchas cosas buenas y malas, pero ya no quiero más. En sus ojos me vi reflejado, incluso a mi hijo lo vi en ese punto, hasta la hija de Borson estaba en mi visión y eso que no la conozco. —Solo una última pregunta —el hombre me mira sin mucho ánimo. —¿Alguna vez pensaste en cuál sería la mejor manera de morir? Según mi cuñada es en los brazos de la persona que amas, pero… ¿Esa es la tuya o es otra? Él queda en silencio pensando en la pregunta y justo antes de que pueda responder, me acerco a la camilla e inyecto la medicación para el dolor. —Piénsalo y mañana que deba darles una respuesta, me comentas. Fin del flashback Después de eso me despedí de Borson y salí del hospital, necesitaba estar a solas y fumar un cigarrillo para despejar mi mente, pero por mucho que lo intenté me fue imposible, así que subí a mi auto pensando en volver a casa para estar con Travis y es cuando recordé la petición de Bells al ver la carpeta en el asiento contiguo retornando mi fastidio con toda la situación, pero si pude hacerle frente a ese imbécil, entonces puedo hacerle frente a Viviana.
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