66. LO MEJOR PARA ÉL

2268 Words
Muchas veces quise salir del hospital para ahogarme entre Jack y El pirata, pero mi cuerpo siempre me llevaba al mismo punto, verlo dormir me generaba mucha paz y cada que su pecho subía y bajaba pacíficamente, me daba a entender que él estaba bien, vivo y a mi lado, creo que por primera vez me enamoré de algo, de alguien. —Te prometo pequeño que todo estará bien, no importa lo que tenga que hacer, pero todo estará bien —dije en lo que veía cómo dormía. Me dirigí a la habitación de Madison con la carpeta que me había traído Livi, ella y Clyde fueron a la cafetería para comer algo y después volverían para cuidar de mi pequeño. En cuanto ingresé a la habitación encontrándola con la mirada perdida sentí mucha rabia, quería torturarla hasta la locura, quería que sufriera, pero debía apegarme al plan, así que contuve mi ira y continué firme con cada paso. —Madison necesito que firmes estos documentos. —Eres un maldito, te pedí que no hicieras la cesárea y aun así lo hiciste —me reclama con profundo odio. —Te recuerdo que no soy médico y no puedo dar la orden de nada, solo estaba como espectador. —No seas mentiroso, tú les ayudaste a hacerme esto. Descubrió su bata dejando ver la cicatriz restante del procedimiento. —Eso lo hizo el doctor que tú misma escogiste, yo no tuve nada que ver, no tengo licencia médica y ellos no me dejarían proceder en algo tan delicado, ahora firma esto. —¿Qué es? —El acta para que salgas del hospital hoy mismo, serás trasladada a casa de tu hermana y podrás vivir tu vida como tanto querías, por la cicatriz no hay de qué preocuparse, si te cuidas bien luego la arreglarás con un tatuaje o cirugía. Ella tomó la carpeta, le indiqué rápidamente dónde firmar y así lo hizo, tomé de nuevo los papeles y el bolígrafo. —¿Cambiaste de parecer sobre el bebé? Sus ojos se abrieron como si estuviera a punto de lanzar fuego por ellos. —¡Me importa una mierda ese bebé, por mí se puede morir porque ese niño no fue más que una desgracia en mi vida! —gritó eufórica. —Si esa es tu decisión, entonces no tendrás nada de qué preocuparte y al renunciar a la maternidad de tu propio hijo eres libre de hacer con tu vida lo que te plazca. Adiós Madison, espero no ver tu rostro nunca más —respondí neutro, aunque en el fondo tenía cada círculo infernal preparado para ella. Retomé mis pasos para salir de ahí antes de someterla a una obra dantesca, pero ella me detuvo con sus palabras provocando más mi rabia. —¿Qué harás con ese mocoso? La observé con profundo odio, uno que solo había reservado para las personas que más me habían lastimado en la vida. —Te recuerdo que tú misma dijiste que una vez naciera sería mi problema y mis problemas no son asunto tuyo, solo te advierto una última cosa, si te atreves a aparecer en la vida de ese niño o en la mía juro que te arrepentirás. —No seas imbécil, si a mí me da la gana de quitarte a ese baboso, lo puedo hacer porque sigo siendo su madre. —Te equivocas Madison, una maldita porquería como tú jamás será madre de nadie, pero quedas advertida, acércate a nuestras vidas y te arrepentirás, además, no puedes quitarme a mi hijo cuando has renunciado libre, voluntaria y legalmente a la maternidad de él. Muevo la carpeta con una sonrisa victoriosa y salgo de ese lugar escuchando sus gritos, al parecer en medio de su desesperación logra caminar hasta el pasillo, algunas enfermeras tratan de contenerla y veo que hay sangre en su bata, la muy estúpida abrió su herida, lo que provocará que se vea peor a lo previsto al padecer de cicatrices queloides… El karma es una perra y espero que desde ahora sufra por todo lo que dijo e hizo a mi hijo. (…) Al cabo de unas semanas volvimos con mi pequeño a casa, me dieron un permiso especial para pasar una temporada con él y estaba dispuesto a aprovecharla tanto como fuese posible, igual tenía mis deberes de la universidad que me ausentarían algunas horas, pero Livi y Clyde me ayudarían en ese tiempo con él. —Me sorprende cómo te desenvuelves tan bien, creí que harías un desastre tan grande que tocaría remodelar. —Me alegra decepcionarte viejo, al menos valió la pena estar esas horas en maternidad cuidando de otros bebés. —¿De verdad hiciste eso? —pregunta Livi emocionada. —Sí, aprendí a darles de comer, cambiar pañales, bañarlos, todo, así que esto es sencillo para mí, también me instruí con algunos pediatras para saber ante qué cosas estar pendiente. —Vaya, en serio hiciste tu tarea. —¿Sorprendida nena? Cuando quieras puedo cuidar también de ti —dije seductor. —Mejor ocúpate de tu hijo, que donde te atrevas a ponerle un dedo encima a Livi tendrás que aprender a cambiar un pañal con los pies. Levanto a mi pequeño luego de cambiar su pañal y ponerle ropa limpia. —Ya escuchaste pequeño, mantén tus manos alejadas de ella o el viejo no dejará que estas disfruten de otros placeres. Él se queda balbuceando un poco y acuesta su cabeza en mi pecho. Nos trasladamos a la cocina donde Livi preparó café para todos y sirvió sus deliciosas galletas. —Oz, ¿cuándo piensas registrarlo? Recuerda que no debes dejar pasar mucho tiempo considerando las circunstancias —pregunta Clyde. —Lo sé, el otro mes lo haré, primero quiero que su cuerpo se desarrolle un poco más para evitar que el invierno lo afecte demasiado, igual hablé con el abogado para que me ayudara con unos trámites extra. —¿Eso quiere decir que ya tienes un nombre? —pregunta Livi. —Sí, le pondré Travis —ella lanza esa mirada inquisitiva que me saca una sonrisa. —¿En serio? ¿Travis Oz? Dale otro nombre o anéxale un segundo, pero no le hagas esa maldad. —No sé, me gusta Travis, pero si tienes alguna sugerencia en mente la escucho. —Bueno, siempre me ha gustado el nombre de Benjamin, si quieres te lo obsequio. —¿Segura? Se suponía que ya tenías definido los nombres de todos mis sobrinos. —Hay más nombres en el mundo y ese le queda bien. —Travis Benjamin Oz, me gusta ¿Qué dices pequeño? Pregunto a mi hijo con una gran sonrisa en lo que mueve un poco su rostro en mi pecho, así que lo levanto para ver mejor su cara y lo siento sobre la mesa. —¿Te gusta ese nombre? Espero que sí porque de ahora en adelante serás Travis Benjamin Oz. No sé qué lo provoca, pero él me regala una sonrisa tan hermosa que nos contagia a todos, coloca sus manos en mi rostro generándome miles de cosas indescriptibles y las mordisqueo suavemente con mis labios, él ríe y balbucea gracioso haciendo que mi corazón lata con desenfreno. Es increíble verlo cada segundo, siempre llama mi atención con el más mínimo detalle. De la nada, mi pequeño abre sus ojos ampliamente permitiéndome ver el espectáculo más fascinante de mi vida después de su nacimiento, en esos pequeños orbes yace el firmamento más hermoso de todos, uno que me da a pensar que no importa lo que tenga que hacer o sacrificar, haré lo necesario para que sea feliz y nunca tenga que ver lo peor de su padre evitando que mi maldita enfermedad lo afecte demasiado. De un momento a otro esta mezcla de sensaciones y pensamientos termina provocando una loca idea en mi mente que no tardo en soltar. —Clyde, me gustaría que sacaras un poder para dejar a Livi como tutora de mi hijo. Ellos me miran como si hubiese perdido la razón, pero yo no abandono la sonrisa que mi pequeño me ha provocado con ese regalo tan hermoso, el saber que tiene los mismos ojos que yo es el mejor obsequio que pudo recibir en la vida, puesto que no quisiera ver los ojos de esa asquerosa mujer en él, alguien tan inocente no se merece un castigo como ese. —Oz, pero soy menor de edad, no creo que te dejen hacer eso —menciona Livi un poco nerviosa. —Quizás lo hagan si Clyde me da ese poder, puedo hablar con el abogado y arreglaría toda la documentación, si algún día no llegamos a estar y tienes algún problema con Travis, al menos tendrás el poder legal para responder en mi nombre. —¿Estás seguro? Es una responsabilidad muy grande. —Nena, jamás dejaría a mi hijo en manos de cualquiera, pero tú eres la mejor y sé que harás un excelente trabajo con él. Míralo de esta forma, será como practicar para cuando tengas a tus hijos. —No digas eso, Benji no es un juguete ni el panqueque quemado —ella lo toma entre sus brazos haciéndole cosquillas en el pie. —¿Cierto que no eres el panqueque quemado del loco de tu papá? —le dice con una enorme sonrisa. Mi pequeño ríe con tanta emoción que en verdad no sé cómo es posible que esté conmigo siendo tan feliz, pero me siento muy afortunado de tenerlo en mis brazos y no me arrepiento para nada de las decisiones que tomé y tomaré en su vida, menos al verlo en brazos de las dos personas que me han ayudado tanto después de mis hermanos. (…) Un mes después —¿Estás completamente seguro de lo que estás a punto de hacer? —pregunta el abogado por enésima vez. —Completamente, esto será lo mejor para todos. —De acuerdo, entonces vamos. Regresamos a la sala de la registraduría donde están Livi junto a Clyde y Travis, ellos se levantan para acercarnos todos al juez, este nos da las indicaciones correspondientes al igual que el abogado y todos firmamos la documentación en la que consta que ambos son tutores legales de Travis. Sentí un gran alivio al saber que si algo llega a pasarme mi hijo quedará en las mejores manos, al menos sé que nunca le faltará el cariño, conocerá lo bueno del mundo y tendrá a alguien que lo respalde en mis momentos de descontrol. La semana siguiente recibimos la llegada de los chicos que por fin habían salido a sus vacaciones de fin de año, estaban ansiosos por conocer a mi hijo y este no dudó en darles una gran bienvenida con sus risas. Bonny estaba feliz con él en brazos, a veces se ponían a bailar en la sala y mi pequeño se reía mientras movía sus manos siguiendo sus locuras. En otras ocasiones iba a los brazos de Marc, quien le contaba historias para dormirlo y hacía caras graciosas u otras tonterías para que comiera la papilla que preparaba Livi, pues según ella, Travis no debía comer productos procesados, sino que lo mejor era la comida casera y quién mejor que ella para cocinar esas delicias. —Nunca creí que te vería con un hijo y menos tan sonriente. —Yo tampoco, pero él vale toda la pena del mundo. —Oz, no quiero sonar mal con esto, pero ¿qué pasará cuando sepa lo de las voces o si llegas a descontrolarte? Porque estamos hablando de la vida de un niño y a él no lo podrás abandonar como a nosotros —pregunta Isma bastante preocupado. —Lo sé, por eso me aseguré de que Livi y Clyde sean responsables de él, si algo me llega a pasar sé que estará en buenas manos y ustedes tampoco lo van a descuidar. —Eso tenlo por seguro, tiene los tíos más locos, pero jamás lo dejaremos abandonado. —Y por eso quiero pedirte que seas el padrino de mi hijo junto a Marcus, sé que es poco usual, pero los dos merecen ese mismo derecho. Él me da una gran sonrisa y me mira con mucha ilusión, hasta se parece a Bonny o Livi cuando Trav las hace reír. —¿Lo dices en serio? ¿Marcus y yo padrinos? —¿Que yo qué? —Marc aparece en la sala dejando caer la manta de sus hombros. —Lo que escucharon, quiero que mi hijo tenga a los mejores padrinos del mundo y quién mejor que ustedes para ocupar ese cargo. —Te juro que no lo creo, jamás pensé que me pedirías algo así —dice Marc a punto de llorar… es un sentimental hasta los cimientos. —Créelo porque así será, entonces prepárense porque deben darle doble regalo a Travis como los tíos y padrinos que son. —Pero Oz, se supone que debe ser un padrino y una madrina. —Me importa un carajo, es mi hijo y yo decido qué es lo mejor para él, ustedes dos serán sus padrinos y si me obligan a ponerle una madrina, entonces haré un trío de ustedes con Bonny. Y así fue, al año siguiente Clyde hizo los preparativos y mi pequeño terminó con dos padrinos y una madrina, además de ganar un abuelo y una verdadera madre, porque sé que Livi es la mejor mamá que pueda llegar a tener mi pequeño y a pesar de que no tenga su sangre; tiene todo su amor y es lo único que importa para mí.
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