82. UN RAYO DE ESPERANZA

2435 Words
No hay que ser vidente o adivino para saber que ambos cuerpos pedían lo mismo, pero no, ante todo mi lealtad es firme y es la misma que me impulsa a dejar un beso en su mejilla para después caer a un lado de ella, Travis se acuesta sobre mí quedando ambos en un fuerte abrazo y asimismo atraigo a Livi a mi pecho, no decimos nada, pero en tal acto sentí una calidez maravillosa que no había tenido antes, o al menos no a este nivel. —Oz… yo… —No digas nada y tampoco te sientas mal por nada, siempre hemos sido claros con todo así que no te dejes arrastrar por cosas que no son. —Pero no quiero que pienses mal de mí, especialmente por Marcus. —No lo hago, sé la clase de mujer que eres, pero también debes comprender que eres un ser humano Livi, tienes necesidades y tu cuerpo no dejará de sentir solo porque sí, mas eso no significa que dejarás de amarlo. —¿Las cosas cambiarán entre nosotros por esto? —pregunta muy triste. Levanté su angustiante rostro dejando una caricia en su mejilla y con mi sonrisa le quise dar un poco de alivio por mi parte. —Nada cambiará entre nosotros, pero el día que quieras una buena lección; ten por seguro que estaré disponible para ti —guiñé un ojo con picardía dejándola tranquila. —Gracias —refuerza su abrazo en mi cuerpo llenándome más de esta increíble sensación. —Tú y mi hijo me han dado mucho Livi, cada integrante de esta familia me ha dado algo especial y siempre se los agradeceré, así como siempre contarán conmigo. Quizás esto sea lo más cercano que pueda tener al amor de una mujer, a su calidez, al maravilloso sueño que nunca será para mí… tan solo quisiera saber cómo se siente dar ese mismo amor que otra persona podría darme con la devoción que se dan Livi y Marc, o aquel que no se permitieron Isma y Barb. —Papá… no. Un fúnebre silencio se hizo en la habitación, Livi se sentó con la misma cara desconcertante que yo tenía, bajé la mirada hacia mi pequeño sentándonos a ambos y lo acomodé en mi regazo perdiéndome en sus zafiros que me atravesaban el alma con tristeza. —¿Acaso tú…? Mi pequeño levantó sus manos dejándolas en mi rostro y con sus pequeños dedos limpió las lágrimas que habían salido por mi pensamiento alicaído, entonces se levantó sobre mis piernas siendo sostenido por mí y con sus pequeños diamantes azulados me mostraba un pensamiento muy… indescriptible, pero era firme. —Papá, no —repitió con convicción. Otras lágrimas brotaron de mí al comprobar que sí era su voz, yo fui su primera palabra, una que fue impulsada por su impotencia al verme llorar, pero no conforme, dijo dos, porque la segunda me decía que no quería que llorase, me quería feliz igual que hace unos minutos. Se aferró a mi cuello enterrando sus uñas en mi espalda, era igual que un gatico al hacer eso y lo más irónico es que cada vez me encantaba más, especialmente porque él lo hacía igual que esos pequeños felinos cuando amasan a sus semejantes. Realmente no sé qué pensar en este momento, no sé si sentirme el bastardo más afortunado del mundo al saber que tuve el privilegio de escuchar la voz de mi hijo o incrementar mi temor al saber que quizás no lo volveré a hacer si no logro salvarlo. Sea cual sea, es un momento que jamás olvidaré, uno en que necesité aferrarme a su pequeña existencia y a la de Livi quien era testigo de mi maldita felicidad, para que el día en que quizás Travis no esté a mi lado, sea ella quien me diga que estos momentos fueron reales y no una tortuosa creación de mi cabeza. Tras algunos minutos de estar abrazados los tres, limpié mi rostro y aparté a mi pequeño quien seguía preocupado por mí, le sonreí mostrándole lo feliz que me había hecho con tan inigualable regaló que me dio un rayo de esperanza en mi gran tormento y él cambió su semblante a uno feliz. Livi, impulsada por la misma felicidad, nos dio un beso a cada uno, las palabras no fueron necesarias, pero bien, eran el motivo de todo este instante tan utópico. (…) Al día siguiente Livi se encontraba preparando una papilla para Travis en lo que yo traducía algunos documentos en alemán, escuchamos el timbre y Clyde se dirige a la puerta para abrir. —Oz, te buscan —Livi y yo nos miramos extrañados. Dejé todo organizado en la mesa de la cocina y me dirigí a la sala donde se encontraba Borson vestido de traje, colonia fina, reloj costoso y peinado perfecto, no hay manera de negar la riqueza en este hombre. —Buenos días Oz, espero no interrumpir —extiende su mano la cual estrecho formal. —No interrumpe nada, pero tampoco esperaba su visita el día de hoy. —Dije que no tenía tiempo que perder, así que agilicé a mi abogado para hacer el acuerdo tal como lo pediste —me entrega una carpeta donde encuentro efectivamente el documento en cuestión. —¿Hasta cuándo tengo para decidir? —En lo posible, hoy mismo, ayer recibí una llamada desde Suiza y necesito viajar cuanto antes. —¿Su hija? —asintió silenciosamente afligido. —Si desea puede quedarse con nosotros o puede regresar después. —Prefiero esperar, si no les importa. —Creo que es a usted a quien debería importarle, como ve, esta no es una mansión ni hay servicio que lo atienda. Realmente no lo quería en casa, pero tampoco parecía afectarle el hecho del lugar que pisaba o mis palabras. —Esperaré aquí —contestó tajante. —Ya basta Oz —pronuncia Clyde al notar mis intenciones. —Mucho gusto, soy Samuel Clyde, por favor venga con nosotros señor Borson —se presentó extendiendo su mano la cual fue estrechada por Borson con la misma formalidad que ha tenido conmigo. —Un placer señor Clyde. Nos dirigimos todos al comedor donde Livi ya estaba sentada dándole de comer a Travis, ella se queda reparando a Borson de pies a cabeza igual que mi hijo y viceversa, pero Clyde rompe la tensión en el ambiente invitándolo a sentarse en lo que prepara un café para todos, por mi parte voy leyendo el documento con suma atención, mientras que el mismo trío está todavía reparándose no sé qué cosa hasta que Clyde vuelve a interceder. —Ella es mi nieta, Olivia Clyde y el pequeño es… —Mi hijo —interrumpí tajante sin levantar la mirada del documento. —Clyde, ¿es posible que el abogado pueda venir cuanto antes para que también revise el contrato? —Déjame lo llamo y te confirmo, en seguida regreso. —Gracias. Señor Borson, comprenderá que había hablado con mi abogado para que viniese el día de mañana que fue lo acordado, pero si él no se presenta y no estoy del todo seguro sobre este asunto, entonces no firmaré hoy —se nota que no le agradaron mis palabras. —Necesitamos definir esto hoy mismo Oz, sabe bien que no solo es la vida de mi hija la que está en juego. —Le recuerdo que he venido trabajando en esto por casi un año sin su ayuda y puedo continuar sin ella. —¿Y cómo piensa hacerlo si no puede continuar con sus estudios? —No me subestime, Lawrence Borson, mis alcances son grandes independientemente de los recursos económicos, puesto que mi motivación es mayor. Él se queda mirando nuevamente a Travis quien se nota incómodo con su presencia, por lo general mi pequeño no suele confiar en los hombres a no ser que Livi y Bárbara le demuestren que puede hacerlo, pero las mujeres son otra historia, una que me ayuda a obtener algunos placeres especiales. Por suerte el abogado sí tuvo un espacio libre, así que llegó a casa luego de una hora dándome tiempo de sacar las preguntas pertinentes para hacerle a él y Borson, siendo estas respondidas en su totalidad por ambos de manera contundente, todo se veía bastante claro, las exigencias eran congruentes por ambas partes y el pago que recibiría por mi trabajo con él era bastante alto. También hubo un par de cláusulas que me inquietaron un poco, pero no en mal sentido, sino que estas quebrantaban un poco la ley dándome un respaldo especial bajo su nombre. Al final fueron pocos los cambios que se hicieron en el documento, el abogado se ofreció a redactarlos y en dos horas regresaría con el nuevo contrato para que lo revisáramos ambas partes. —Oz, también hay algo más que quiero entregarle —pronuncia Borson bastante serio. —hablé con los directivos del hospital y la universidad para que te regresaran la beca y tu trabajo si aún lo deseas. Me extendió otra carpeta la cual sacó de su maletín mostrándome todas las credenciales de la universidad demostrando que soy nuevamente un estudiante de Princeton, también el documento que acredita mi beca completa y otro el cual está firmado por la directora del hospital donde me eximen de todo cargo legal por mis acciones de aquella vez. —Pero todavía no he firmado el contrato. —Dije que quería compensarte y con contrato o sin él, esta es mi manera de agradecerte por salvarme la vida. —Gracias. —Gracias a ti por romper las reglas para hacer tu trabajo —aunque no lo demostré, sí me sentí bien con sus palabras. —Señor Borson, hay algo que quiero saber —pronuncia Clyde en un tono que conocía perfectamente. —Dígame. —Si tanto desea llevarse a Oz a Suiza ¿no era mejor darle una beca en alguna universidad de allá? —Lo pensé y por supuesto quise solicitarlo, pero sé que Oz no es ningún incrédulo y si me pidió que pagara los viáticos de toda su familia para los viajes, es porque sería más difícil trasladarlos a todos, desconozco los motivos, pero sé que esa es la razón para no habérmelo exigido ayer. —¿Y tú? —me pregunta Clyde. —¿Por qué no te vas a Suiza? Realmente tienes demasiadas oportunidades allá para ti y para Travis, quizá de estar los dos allá puedas avanzar más rápido en tus investigaciones. —Tengo mis motivos y creo que el acuerdo actual está bien. —Yo también quisiera saberlo —menciona Livi quien aparece con Travis recién bañado. —Sabes que los dos son importantes para mí, pero la vida de Benji lo es más y él depende de ti y de todo lo que hagas, entonces… ¿por qué? Esperaba no tener que decirlo, pero ya me temía esa pregunta por parte de ambos, no son tontos y saben bien que haría lo que sea por mi hijo, así que sin más opciones me sinceré. —Porque yo no soy el único en la vida de Travis —me pequeño me ve y gatea en la mesa hasta llegar a mí. —En su corta vida ha creado lazos especiales con ustedes y los chicos, mismos que no quiero romper, él todavía necesita de su compañía y llevármelo a otro país tan lejano privándolo de su familia es el mayor error que podría cometer. —Pero todo es por un bien mayor —recrimina ella suavemente. —Lo sé, pero no tengo garantías de nada si me lo llevo, salvo que él estará triste porque ustedes no estarán a su lado y obviamente no podré acompañarlo todo el día; lo que hará peor su estancia en Suiza, tampoco confío en nadie por muy capacitado que esté para cuidar de mi hijo porque sé que no existe persona en este planeta que lo cuide y ame como ustedes. —¿Y por qué no trasladarlos a ellos también con tu hijo? —pregunta Borson. —Porque Livi entrará dentro de poco a la universidad, es una excelente estudiante y se esforzó bastante para obtener la beca, porque sé que la tendrá —aclaré a sabiendas de que todavía no recibíamos la carta de aceptación. —También están los demás integrantes de la familia que, aun cuando se encuentren en diferentes ciudades, es más fácil para ellos trasladarse hasta acá que a otro país y no pienso separarlos por un deseo egoísta, por eso seré yo quien viaje y cuando sea necesario, ustedes tres viajarán conmigo. —¿Estás seguro de esta decisión? —pregunta Clyde ocultando la felicidad que le produjo mi respuesta. —Tan seguro como el día que los hice tutores legales de mi hijo. —¡Papá! —exclamó mi pequeño sacándome una sonrisa. Desde ayer que lo dijo, aprendió rápidamente que al mencionarla siempre me hacía sonreír, así que la usaba como un hechizo para alejar cualquier pensamiento negativo en mí o simplemente para alegrarme sin más, lo cual surtía efecto instantáneamente. Realmente mi pequeño cambió mi vida por completo y para bien o para mal, me alegra tenerlo conmigo, me alegra haber luchado contra Madison para que estuviera a mi lado y aunque odie admitirlo, o siquiera pensarlo, también me alegra que esa zorra desgraciada me buscara antes que a cualquier otro para hacer esa estupidez, porque de no ser así, jamás me habría enterado de la existencia de Travis y por ende, no tendría tantos recuerdos importantes que solo él ha creado en mi vida. —Tiene un hijo de admirar señor Clyde —pronuncia Borson sacándonos de base. Clyde me mira ladeando una sonrisa cargada de orgullo que me mueve profundamente, él sabe que el tema de los padres en mi vida no es algo bien visto para mí, pero poco le importó en este momento. —Quizás no tenga mi sangre ni mi apellido —responde Clyde sin apartar su vista de mí. —pero sí lo veo como un hijo y lo quiero como tal, así como también estoy muy orgulloso de ver el hombre que es a pesar de todo —pasa su atención de mí a Borson. —por eso le doy las gracias por reconocer su talento y darle la oportunidad de crecer, sé que lo hace también por beneficio propio, pero le aseguro que no lo decepcionará. —Eso espero señor Clyde, porque aun cuando no tenemos garantías de nuestro objetivo principal, sí tengo esperanza… con él la he recuperado después de tanto tiempo.
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