148. UNO DE NOSOTROS

2681 Words
Tres semanas después El día que Danna despertó llamé a los Borson para que llegaran a la nueva habitación donde la tuve escondida con ayuda del personal médico, mismo que no fue difícil convencer para esta hazaña al estar cansados de los problemas que causaban. En cuanto ambos la vieron despierta se fueron hacia ella sin creer que estuviera viva, entretanto, me quedé al lado de la ventana viendo la escena en silencio mientras los tres lloraban, ellos pidiéndole perdón y ella abrazándolos muy fuerte. Al final los tres se reconciliaron volviéndose muy unidos y los Borson no volvieron a tener discusiones en el CIS o frente a Danna, claro que sí hubo un par de roces, pero la conversación que tuvieron en privado y el saber que ella seguía viva los hizo cambiar bastante al buscar soluciones sin llegar a los gritos, un escarmiento tan fuerte como necesario en sus vidas. Por otra parte, estas semanas hicimos varios avances, aunque el estado de Trav era lo que me preocupaba al tener su cáncer en el nivel dos, no obstante, Borson me había informado la semana pasada que viajaríamos a Londres para una recaudación de fondos, en esta quería presentarme a varios peces gordos para sacarles bastante a sus chequeras y adquirir más recursos para mi investigación, así que aquí estamos camino a la ciudad tras aterrizar en el hangar privado. —¿Nervioso? —No, pero me fastidia ser el maldito payaso de circo. —A todos nos pasa igual, pero es necesario si se quiere progresar en este mundo. —Lo sé, pero eso no cambia el hecho. Durante el trayecto no quise demostrarlo, pero por dentro repasaba mil veces todo lo que me habían dicho Clyde y Borson antes del viaje, el cómo debía presentarme, qué cosas decir y cuáles no e incluso cuando me ponía a repasar el tono inglés en el baño, me sentía un completo idiota, pero estaba decidido a sacarles más que dinero a esos imbéciles, porque si pude convencer a Borson de patrocinarme bajo mis condiciones; entonces estaba decidido en sacar mucho más a la alta sociedad. —Vamos. Nos dirigimos a una tienda exclusiva donde nos tomaron medidas a Borson y a mí para hacernos unos trajes de gala, también solicitó que hicieran trajes de dos y tres piezas y adquirió para mí algunas prendas adicionales como camisas, pantalones y un par de zapatos. —Es estúpido lo que diré, pero me siento como un maldito prostituto contigo —pronuncié al salir del vestidor con una camisa y un pantalón bastante elegantes. —¿Acaso quieres ser mi Julia Roberts? —no pude evitar reírme mientras me veía frente al espejo. —De ser ella te estaría sacando más dinero, y no te creas tanto cariño que Richard Gere es mejor que tú —respondí jocosos haciéndolo reír más que antes. —Eres un maldito idiota. —Tú empezaste. —Bien, ahora falta hacer un par de retoques y quedarás listo —fruncí el ceño ante la duda. —No me depilaré ni me haré pelirrojo si es lo que estás pensando. —Tengo mejores gustos “cariño”, pero te recuerdo que mañana en la noche deberás impresionarlos a todos y la primera vez es importante. Al terminar en la tienda nos dirigimos a una peluquería donde cortaron mi cabello, me afeitaron e incluso una mujer sugirió arreglarme las uñas, lo que jamás creí hacer en mi vida, pero al menos me sirvió para tener una buena cogida mientras atendían a Borson, total, no podía desperdiciar tan buenas manos luego del increíble masaje que me dio en los pies. Ya en la noche cenamos con Steve, él no iría con nosotros al estar bastante ocupado con la universidad, pero no importa, prefiero tenerlos de a uno para controlarlos más fácil. Al día siguiente mis nervios estaban a mil, casi no pude dormir y en todo el día debí estar con dos botellas de alcohol encima, por suerte había hablado con la chica de ayer para vernos hoy, ella accedió a sacar un par de horas para atenderme en casa de Borson logrando desahogarme, pero al irse sentí que algo me hizo falta. Vi la correa de cuero y la acomodé en mi pierna presionando fuerte a la vez que recordaba mi último encuentro con Raquel en el hotel, mis ganas volvieron a despertar teniendo que acabarlas por mi cuenta sin dejar de tensionar el cuero y al llegar al orgasmo comprendí qué era lo que me faltaba. Desgraciadamente era hora de arreglarme, así que por ahora dejé el pensamiento de lado enfocándome en la recaudación y ya después hablaría con Borson, sé que él podría ayudarme, dudo que ese imbécil no conozca algún lugar que pueda tener lo que necesito o de lo contrario deberé recurrir a su hijo el cual espero que sí conozca alguno o enloqueceré. —Recuerda que necesitamos el dinero, así que sonríe galante, pórtate bien, no digas groserías y evita fornicar con la esposa de alguien —dice Borson antes de bajarnos del auto. —Quizás si fornico con alguna de ellas tendríamos más ceros en los cheques. —Quizás, pero eso no garantiza nada, así que da una buena primera impresión y gánatelos. —Sí cariño, sé cómo comportarme —respondí entre sarcástico y fastidiado. —Deja esa maldita actitud ahora o lo arruinarás todo. Sé que ya me estaba tomando atribuciones que no me correspondían con él, pero era imposible ignorar todo esto que me abrumaba. —Borson, necesito que hagas algo por mí. —No me arrodillaré a chupártela si es lo que estás pensando. —No me caería mal tener a mi jefe de rodillas, pero eso ya lo hice con tu hija. —Mejor dime lo que quieres antes de que te asesine por recordarme eso. Se nota que todavía no me perdona el que le hiciera esa jugada con Danna, pero tampoco me reclamó nunca porque bien aprendió una valiosa lección y lo que podía esperar de mí, ya que al parecer lo de Madison no fue nada para él. —Necesito a alguien con quien follar. —¿No lo hiciste antes de venir? —Sí, pero necesito algo más, algo exclusivo —murmuré para que su chofer no nos escuchara. —Atrapa por lo menos a cuatro tiburones y te daré tu regalo esta misma noche. —Te daré diez si me das lo que quiero. —De acuerdo, pero no quiero una escena como la de Madison. —Bien, pero dame algo cercano. —Entonces ya sabes qué hacer. Ingresamos al salón encontrándonos todo tipo de personas que sabían sacar lo peor de mí al presumir su maldito dinero, uno el cual necesitaba y odiaba admitir, pero si pude inmiscuirme entre las ratas del bajo mundo entonces podré rodearme de estas. Recorrimos el salón saludando a todo aquel que se acercara, yo procuraba no hablar demasiado al querer examinar bien mi entorno analizando dónde estaban las presas más exquisitas, poco a poco los iba reconociendo al haber visto los rostros y nombres de algunos en la mañana cuando Borson me entregó una carpeta con su información y era esta noche donde más esperaba a tres parejas en especial, mismas que había visto llegar hacía poco. Me percaté que la acompañante que estaba con uno de mis objetivos (quizás amigos del magnate que quería) se dirigió al baño y fui tras ella discretamente, me tomé mi tiempo en el baño y después salí tropezando con ella “accidentalmente”. —Discúlpeme, soy un torpe, no la vi venir —pronuncié fingidamente temeroso al derramar un poco de champagne en su vestido y saqué un pañuelo para que se limpiara. —Un accidente lo tiene cualquiera. —En verdad lo lamento, esta noche estoy hecho un desastre y ahora esto… yo solo… —me apoyé en la pared cubriendo mi rostro. —el señor Borson me matará por esto. —¿Conoces a Lawrence? —preguntó sorprendida. —Sí, él es mi mentor, pero después de esto no sé si lo siga siendo, por favor discúlpeme, en verdad soy un torpe —caí quedando en cuclillas, a lo que ella tomó mis manos tratando de separarlas de mi rostro. —Tranquilo, tampoco es para tanto. —Usted no lo entiende, el señor Borson es mi mentor y me dijo que debía comportarme a la altura, esta noche es importante para él y lo que menos quiero es causarle un problema con nadie cuando él ha sido tan bueno conmigo —coloqué la cara más lastimera posible. —¿Cómo te llamas? —Oz. —Bueno Oz, creo que lo primero que debes hacer es levantarte —gentilmente me ayuda a hacerlo y organiza mi traje. —se nota que eres un joven muy bueno, pero aquí no debes mostrarte débil ante nadie. —Lo siento, debo verme patético ante una dama tan distinguida como usted —ríe levemente. —Solo un poco, pero será nuestro secreto, así Lawrence no te dirá nada. ¿Qué te parece si más bien me acompañas al salón por una copa? —Es muy gentil, no creí que encontraría a alguien con su amabilidad en este lugar. —A veces la gente puede ser un poco ruda, pero todo es cuestión de apariencia —ella enreda su brazo en el mío y con un par de dedos levanta mi rostro. —Muéstrate firme, no titubees y verás que los tendrás en tus manos. —Disculpe, ¿cuál es su nombre? —Soy Karol Bechamms. Una helada ola recorrió mi cuerpo al escuchar su nombre, consiguiendo el banquete que ansiaba mi carne. —Un placer conocerla señora Bechamms. —Dime Karol, no necesito que me digas señora para sentirme más vieja. —Quizá su identificación le diga que es vieja, pero su vestido y yo no opinamos lo mismo —pronuncié entre inocente y galante generando en ella una sonrisa lasciva. Le di una indicación para continuar nuestro camino y así hicimos, al encontrar un mesero con algunas bebidas tomé una copa para ella. —¿No beberás? —Prefiero evitar otro accidente, lo que menos quisiera es arruinar su vestido y obligarla a ir a casa sin él por la mancha que quedaría. El semblante que dibujó me dijo todo lo que quería, poco a poco ella estaba cayendo en mi red y es que es justo en mi mano donde la quiero. Llegamos con su acompañante, la pareja que estaba con ellos y Borson quien me veía inquieto, aunque bien supo disimularlo. —Te dejo un minuto sola y ya vas tomada del brazo de otro —comentó su acompañante en broma haciendo reír a todos, pero continué con mi actuación para ella. —No seas celoso, simplemente nos encontramos en el baño y cuando supe quién era sabía que debía escoltarlo. —¿Y quién es el joven a quien escoltas? —preguntó la otra mujer con mucha curiosidad lanzando miradas provocadoras a mi persona en lo que me repasaba de pies a cabeza. —Soy Oz —le extendí mi mano la cual aceptó y dejé un beso en su dorso sin apartar la mirada de ella con una mezcla de inocencia, perversión y elegancia. —un placer conocerla madame. —Interesante nombre ¿y cuál es su apellido? —preguntó fastidiado su acompañante. —Solo Oz, el nombre es solo para la familia y el apellido para los amigos y enemigos —respondí sagaz. —El joven Oz es mi pupilo y el motivo de esta recaudación de fondos, ya que su investigación ha dado frutos bastante prometedores y qué mejor forma de darlo a conocer que en un lugar lleno de tiburones —me presentó Borson haciéndolos reír a todos con su típica finura londinense. —¿Y en qué campo deberemos buscarlo en caso de necesitarlo, doctor Oz? —Señora… —Dayana Barclay. —Señora Barclay, estoy disponible para el campo que usted y su esposo lo requieran, pero me especializo en oncología, inmunología y cirugía. —Un cambio interesante, ¿cirugía plástica? —No madame, general, pero si necesita una asesoría con mucho gusto puedo ayudarla, aunque en lo personal no creo que lo necesite. Los hombres me veían con ganas de asesinarme y Borson se mantenía neutral, pero ellas quedaban cada vez más fascinadas con cada tontería que iba soltando. —¿En verdad lo sacaste del baño o de un cofre? —Aunque no lo creas fue del baño, tuve un incidente derramándose mi champagne, pero por suerte él estaba cerca evitando que me cayera —puta mentirosa… no esperaba menos de Karol. —Doctor, héroe, ¿hay algo que no pueda hacer? —Imagino que debe ser el señor Bechamms —asintió el acompañante de Karol. —soy un hombre ambicioso y consigo lo que me propongo. —Eso no es ser ambicioso, es ser prepotente. —Ya basta Philip —riñó Dayana a su esposo. —Discúlpelo doctor, ha tenido una semana estresante. —No se preocupe, tampoco me lo tomé a mal, comprendo perfectamente que los hombres que poseen más poder siempre quieren acabar con todo aquello que consideren una amenaza, aunque no creo serlo para nadie. —Lo curioso es que siendo doctor en tres especialidades sea tan joven, porque estoy seguro que todavía no llega a los treinta —lanzó Bechamms. —La edad es solo un número como bien le dije a su esposa en el baño, aunque me desconcertó un poco, ya que una mujer que está con un hombre de alcurnia debería sentirse segura en todos los sentidos —ataqué mordaz para que no hicieran más preguntas de mis estudios. —Oz… —riñó Borson por lo bajo. —Disculpe señor Bechamms, no era mi intención menospreciarlo como esposo, solo digo lo que pienso —sonreí cínicamente. —Debería tener más cuidado con esa lengua. —Hay quienes opinan lo contrario, ya que gracias a ella me he ganado mi lugar merecidamente en altos puestos. —Mejor dejémoslo hasta aquí —intervino Karol. —Cuéntanos Oz, ¿de dónde provienes? —Vengo de las calles y me convertí en un hombre que ansía el mundo y todos los tesoros preciosos que hay en él —respondí mirándola a los ojos tornándola en mi presa dichos segundos. —Y antes de que alguno de los dos diga algo al respecto —me dirigí a los hombres. —sí, soy un don nadie sin pasado, pero con un futuro prometedor que quiere lo que ustedes tienen. —¿Y qué es? —preguntó Dayana casi dejando un jadeo al final que me hizo ladear una sonrisa. —Estabilidad, reconocimiento por mi trabajo dándole poder a mi apellido y disfrutar de los placeres más exquisitos a los que no cualquiera puede llegar. Karol me entrega un whisky y extiende al centro su copa. —Brindo por ti Oz, porque nunca me imaginé que esta noche tropezaría con alguien tan fascinante que le diera frente a dos tiburones como ellos. —Lo mismo digo, esta noche trajo una gran sorpresa con tu llegada —pronunció Dayana. —Definitivamente eres uno de nosotros Oz, de eso no cabe duda —mencionó esta vez el esposo de ella haciendo que todos chocáramos las copas. —¿Qué te parece si nos acompañas a fumar un habano? —Nunca he tenido el placer, pero está bien. Ellos van adelante con Borson, pero antes de que pueda seguirlos Karol presiona mi brazo. —Ten cuidado y no recibas ninguna bebida de ellos, dejaste una fuerte impresión para ser tan tímido —murmuró. —Fue gracias a ti Karol, porque tu compañía me dio lo que necesitaba para hacerlo adecuadamente —susurré lujurioso en su oído haciéndole un guiño a Dayana quien me devoraba con la mirada. Definitivamente me apoderaré de Londres hasta los cimientos después de esta noche sin importar cuánto me cueste y más al tener a esas dos en mis manos.
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