69. TE LO PROMETO

2866 Words
Oz Anhelaba estar con Livi y Travis en urgencias acompañándolos, pero debía hacer este sacrificio para no perder las horas de trabajo, mi jefe dijo que podía darme el día, pero negué la oferta por la falta de dinero que era una de las cosas que más me angustiaba, igual mi hijo estaba siendo atendido y Diggs es un buen doctor que ha estado desde el comienzo en este proceso con él conociendo su historial médico tanto como yo, así que en parte me quedaba más tranquilo. Sin embargo, las siguientes ocho horas fueron un calvario para mí al no saber qué pasaba con Travis, sus exámenes reflejaban un conteo bajo de glóbulos blancos, la fiebre iba y venía y en un punto comenzó a tener problemas para respirar teniendo que ponerle oxígeno. En todo este tiempo Livi no se separó de él y al cabo de unas horas llegó Clyde quien estaba ajeno a toda la situación y ahora los acompañaba, en mi caso solicité que me dieran más horas de trabajo mientras mi hijo estuviera aquí, pero esta solicitud fue rechazada obligándome a ir ahora por él. —Oz —llamó Diggs quien ingresaba a los vestidores. —¿tienes un minuto? —Sí claro. —Verás, estuve considerando en hacerle pruebas más avanzadas a tu hijo para ver si es algo aparte de su diagnóstico inicial lo que está interfiriendo con su salud. —¿Alguna teoría? —Muchas, pero prefiero darte el diagnóstico en cuanto tengamos los resultados, si te parece bien. —Por supuesto. —Perfecto, entonces esta misma noche programaré todo, ya hablé con la directora para que nos diera un permiso especial y así enlistar a Travis como prioridad, así que en unas horas terminaremos todas las pruebas, si para ese momento el niño se mantiene sin fiebre podrás llevártelo a casa y mañana mismo te buscaré para darte los resultados. —Gracias Gibbs, sé que no deberías hacer nada de esto, pero en verdad te lo agradezco. Él quedó un poco sorprendido por mi actitud pues sabe que no soy ese tipo de persona, pero igual ladeó una sonrisa dejando su mano sobre mi hombro en señal de apoyo, aunque dudo que esté tan sorprendido como yo saber que se tomó la molestia de hablar con la directora del hospital. —No hay nada que agradecer. —Gibbs… —lo llamo al darse la vuelta para salir, recuperando su atención. —¿Por qué haces todo esto? No somos amigos, ni siquiera somos cercanos o algo parecido. —Porque sé cuánta impotencia se puede sentir cuando tienes a alguien importante en una de esas camillas y el hecho de que sea un bebé me afecta más. —¿Fue un hijo o una hija? —pregunté ante la sospecha que rondaba en mi cabeza. —Mi sobrina, sobredosis de cocaína hace dos años… éramos bastante cercanos —quedó cabizbajo con la mirada perdida unos segundos. —Gracias. No dije más al ver que ese tema todavía le resultaba sensible, él dio una silenciosa afirmación con su cabeza y salió del lugar. En cuanto Diggs me informó que tenían todo listo se llevó a Travis para hacer los exámenes, aunque llegó a sorprenderme cuando me dijo que lo acompañara para que estuviera con él en todo momento, sabía que no había podido por el trabajo y de igual forma cuando lo veía solía preguntarle cómo estaba o si había algún avance, pero no creí que haría esto por nosotros, incluso me iba explicando cómo se hacía cada cosa y hasta llegaba a auxiliarlo, obvio me pidió que esto lo mantuviera en secreto para evitarnos inconvenientes, pero al final le agradecí por todo. Lo bueno es que Travis comenzó a asimilar la medicación una hora después finalizados los exámenes, ya respiraba mejor y su fiebre se había ido. Lo otro que me dejó sin palabras fue cuando nos dieron el alta y justo antes de irnos, Diggs me entregó una bolsa con todos los medicamentos que se necesitarían para Trav, realmente no supe cómo reaccionar por todo lo que hacía, pero es algo que tendría en consideración al ser una deuda adquirida con él la cual saldaría después. Al día siguiente Clyde y Livi se quedaron en casa cuidando de mi pequeño, yo apenas logré dormir dos horas pues tenía trabajos por terminar, lecturas por devorar y mucho trabajo por hacer ese día, aunque antes de irme bañé a Trav, le di su biberón, el medicamento y cambié su pañal, también dejé en mi alcoba una tabla con las indicaciones de la medicación, las dosis y horas específicas, todo perfectamente organizado para que fuese más legible la letra. (…) Toda la mañana estuve bastante ocupado en la universidad solicitando algunos libros e informes investigativos de diversas índoles, también me filtré en algunas clases avanzadas para hacer algunas preguntas a los maestros y despejar mis dudas aprendiendo más sobre la condición de Trav y todo lo que conlleva su enfermedad al ellos responder cada pregunta detalladamente. Otro punto a favor es que tenía un amplio conocimiento logrando defenderme muy bien ante las preguntas que ellos me hicieron, consiguiendo cierta preferencia que no quisieron mostrar públicamente pero que era evidente por las sutiles expresiones en sus rostros. Para el mediodía comí un par de cosas que preparé en casa en lo que iba camino al centro para recoger una mercancía la cual debía llevar a otra zona de mala muerte en la ciudad, por suerte le había hecho un par de escondites secretos al auto en caso de que la policía me detuviera y quisiera requisarlo, evitando encontrar cualquier mercancía o el arma sin registrar que siempre llevaba conmigo. Luego de que me pagaran esa entrega fui directo al hospital para cumplir una jornada desde las dos de la tarde hasta las doce de la madruga, esto, porque ya tenía programado trabajar dos horas extras para reemplazar a otro trabajador. No sabía si era por todo lo ocurrido con Travis ayer, que solo dormí dos horas o en verdad hubo demasiado trabajo hoy, quizás hasta los gritos de mis voces incentivaron mi cansancio físico dejándome extremadamente agotado en horas de la noche. No obstante, cuando por fin pude ir a los vestidores para darme una ducha tras finalizar mi jornada, el agua fría logró calmarme en gran medida dejándome más relajado para irme a casa y dormir tanto como fuese posible. Así, me cambié rápidamente, guardé algunas cosas en mi casillero y ataba los cordones de mis zapatos cuando justo en ese momento Diggs fue ingresando quedando frente a mí. —¿Ya están los resultados? —pregunté sin levantar la vista. —Sí, quise dártelos antes pero hoy el día estuvo bastante pesado, aunque me tomé la molestia de hablar con un colega que puede ayudarte mucho más que yo. Hubo algo en su voz que generó un horrible escalofrío en mi cuerpo paralizándome como si la muerte hubiese caminado a mi lado, me levanté del asiento tomando mi morral a lo que él me extiende una tarjeta. —Solo tienes que llamar para pedir la cita cuando quieras y no te preocupes por el precio que él me debe un favor. —¿Qué salió en los resultados? —pregunté firme, aunque por dentro estaba temeroso. —Mira la tarjeta y te harás una idea —responde un poco ahogado. Un fuerte impulso atravesó mi cabeza y con ello tomé el cuello de su uniforme arrinconándolo contra la pared, me sentía ofuscado, pero de todas formas él no podía verme, no se atrevía y sé que no era por miedo sino por los resultados. —Deja tu maldito misterio y dime de una vez por todas lo que tiene mi hijo. Cerró sus ojos con fuerza, luego los abrió lentamente y casi en un murmuro me clavó un puñal que jamás olvidaría en mi vida. —Linfoma no Hodgkin, más exactamente el linfoma mediastínico primario de células B, lo corroboré con este mismo colega y él coincide con el diagnóstico. —No… no es verdad lo que dices… —susurré estupefacto negando con mi cabeza. —Este cáncer del sistema inmunitario es posible que se disemine a órganos y tejidos como los pulmones, hígado, tubo digestivo, pericardio, glándulas suprarrenales y el sistema nervioso central, creo que comprenderás cuán grave es la situación de Travis si sumas el otro diagnóstico. Sentí que me arrancaba todo por dentro y aun así no era suficiente, el dolor que sentía era indescriptible al pensar el panorama que se aproximaba en nuestras vidas. —¿Cuánto tiempo? —pronuncié como si la esperanza se desvaneciera de mis manos. —Hay que hacer unos exámenes más para confirmar el estadio, pero sospechamos que es del tipo I, así que eso podría darnos un poco más de probabilidades a diferencia de los otros. —Eso no responde mi pregunta —soltó un pesado aire odiando decir la respuesta. —Cinco años… suponiendo que su cuerpo logre soportar todos los tratamientos, pero prácticamente tendría su sistema inmunológico destruido en un año al recibir quimioterapia, igual existen probabilidades de que no responda a ningún tratamiento o recidiva después de este en cualquier momento de su vida. La mezcla de impotencia, dolor, asfixia, furia… esto era un maldito infierno, parecía un jodido castigo de Dios el hacerle eso a mi hijo ¿Qué clase de malnacido infeliz le hace eso a un bebé siendo un jodido Dios lleno de amor como tanto predican los amigos de Clyde? Por mí, Dios se puede joder al haberle hecho esto a mi hijo. Ante esta horrible opresión en mi pecho solté a Diggs quedando al borde del llanto, pero no quería hacerlo ahí, no quería derrumbarme en ese lugar. —Hay algo más que debes saber… —¿acaso no fue suficiente su diagnóstico? —No estoy del todo seguro, pero al revisar el historial completo, Renné cree que el cáncer pudo producirse por la madre, esta teoría sale al ver que hubo un pariente con este tipo de cáncer y otros dos murieron de otros diferentes —en efecto… Dios es jodido bastardo… —Sé que no te compete, pero por favor pide la cita para mañana lo más temprano posible y lárgate de aquí. No quería sonar como un abusivo mal agradecido, pero sé que si no se iba, desquitaría esta furia con él de la peor manera. —Ya lo hice, aunque la dejé en horas de la tarde, igual veré qué puedo hacer… yo… en verdad lo lamento Oz, habría querido darte mejores noticias. —Lárgate Diggs, solo lárgate —ordené entre dientes siendo consumido por el dolor y la furia. De reojo vi cuando salió de los vestidores y un desgarrador grito ahogado salió de mi garganta seguido de los múltiples golpes que daba a la pared, no me importó nada, no me interesaban las sanciones, los llamados de atención… nada, absolutamente nada excepto saber que quizás Travis no lograría disfrutar sus primeros años de vida, lo que me hacía visualizar nítidamente ese pequeño cajón marrón frente a mí forzándome a golpear más fuerte hasta barnizar en carmesí la pared con mi dolor. Quise seguir derrumbándome en ese lugar, pero en el fondo sabía que necesitaba estar en otro sitio, necesitaba estar con él y me fui sin ver a nadie dejando únicamente como prueba de lo que sentía la fracturada pared que sangraba igual que yo. Llegue rápidamente a casa con una sensación de pesadez en el cuerpo que sabía nada lo quitaría. —Oz… —Ahora no viejo, quiero estar solo —no podía levantar mi rostro al sentirme tan derrotado. —¿Te dijeron lo que tiene Travis? —En verdad, ahora no… por favor, quiero estar con mi hijo a solas. —Déjame acompañarte para despertar a Livi, se quedó dormida en tu cama con Travis. —Déjala, no creo que despierte. Me fui sin decir una palabra más, cada paso se hizo más pesado mediante me acercaba a la recámara hasta que finalmente llegué a la puerta divisando a los dos en mi cama, dejé mi morral a un lado y me senté al pie de esta, se reflejaba en el rostro de ella que había llorado antes de dormir, quizás por todo lo ocurrido o tal vez por lo que le dije en el hospital. Con cuidado me acerqué a ellos y tomé a Travis acomodándolo en mi pecho, como era de esperarse, no se inmutó ante el movimiento, pero sí respondió fregando un poco su rostro en mi hombro llegando a esconderlo en mi cuello y aferrando su manito en mi camiseta. Por primera vez ese acto me desgarró en un inenarrable dolor y mis lágrimas cayeron con la misma intensidad que lo haría una cascada, pero controlaba mi respiración para evitar despertarlo con el movimiento llegando a aferrarme a su existencia como nunca, lo abracé suplicante ante cualquier ente que pudiera ayudarme ahora para mantenerlo con vida, temía dejar de verlo, temía olvidar su suave aroma a algodón, temía que sus sonrisas inocentes con mirada conquistadora teñida del mismo color de mis ojos se tornaran en un espejismo. —No sé qué hacer Travis, no sé cómo salvarte de esto que ahora nos condena amenazando con separarnos, pero no solo nuestros cuerpos, sino privándome de tu existencia —mi ahogada y fracturada voz era un murmuro para él quien se mantenía durmiendo a salvo sobre mí. —Sé que no te merezco, sé que no deberías estar conmigo, sé que no soy el padre que te mereces, pero eres lo más valioso que he tenido en mi condenada existencia y no quiero perderte, ahora más que nunca deseo ser el bastardo más egoísta del mundo para tenerte a mi lado —ladeé mi cabeza dejando un beso en la suya acompañado de una suave caricia en su espalda. —Es por eso que pasaré hasta el último día de mi miserable existencia haciendo lo imposible por darte una vida, por permitirte vivir muchos años para que puedas tener amigos, para que te enamores, para que te embriagues en los labios de una mujer que te diga cuánto te ama sinceramente, para que hagas lo que desees en tu futuro, para que tengas hijos y los veas crecer, para que rías fuerte y seas muy feliz, solo te pido que resistas, te suplico que luches esta batalla conmigo aun cuando vaya a provocarte tanto dolor, porque… —una profunda exhalación salió de mi boca al levantar mi cabeza pegándola en pared mientras veía el techo. —Sé que lo que haré hará que me odies, pero no me importa… ódiame Travis, ódiame con todo tu ser, apártame de tu vida, si lo deseas no me dejes conocer a tus hijos, prívame de tus sonrisas, de tus logros, de tus abrazos… de tu voz… —mis lágrimas se intensificaron al igual que mi dolor haciendo que lo abrace un poco más fuerte. —no me importará cuánto me lastimes con tus palabras o actos hirientes si sé que al final seguirás viviendo, porque solo así me daré por bien servido —cada vez es más insoportable esta lava que baña mi alma cruelmente. —Haré hasta lo imposible Travis, no me importará si incluso llega a ser verdad la loca idea de Livi de que exista una mujer para mí y ésta llegue a amarme profundamente; porque renunciaré a ella para dedicar ese tiempo a seguir manteniéndote con vida, no me importará quedarme solo siempre y cuando tú sigas de pie lejos de mí —bajé mi cabeza embriagándome de su aroma como si fuese la última vez que voy a sentirlo. —Te lo prometo Travis, te daré mi vida a cambio para que seas feliz y vivas muchos años más y siempre hijo, siempre estaré para ti aun cuando me odies con todo tu corazón por no estar a tu lado sino en un laboratorio buscando la cura para tus males. No sabía qué estaba más fracturado en mí, si mi alma, mi corazón, mi cuerpo o mis voces, pero fue un lacrimoso silencio lo que nos rodeaba, lo que me sostenía ante el terror que sentía de perder a mi hijo, lo único bueno que había salido de mí, de esta maldita bestia hecha de odio, perversión y demencia. Sin embargo, el suave movimiento de la cama me indicó que una joven muy especial había despertado y ahora se acercaba a nosotros rodeándonos entre sus brazos, obligando a mis ojos derramar este embravecido océano que albergaba en sus profundidades mi desabrida alma. No mencionó una palabra, Livi solo nos abrazó diciéndonos con ese acto que había escuchado mis palabras y ahora estaba con nosotros, se mantendría a nuestro lado sin importarle nada ni nadie… Maldito Marcus Jhonson, más le vale comprarle un excelente anillo y hacerla feliz cada día de su vida o yo mismo me encargaré de hacerlo pagar por cada lágrima que ella derrame. —Te prometo que te salvaré Travis, solo te pido que luches conmigo… solo lucha mi pequeño y vive feliz hasta tu vejez.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD